El mundo BDSM y el mundo vainilla… una de las mayores discusiones en los foros y chats del primero. Se deben unir? Tienen que estar totalmente separadas?... no hay manera de ponerse de acuerdo. Y todos tienen su parte de razón, cada persona lo vivimos y lo sentimos de forma distinta, pero… como separa esas vidas una esclava?
Para nosotras es prácticamente imposible separar los mundos… nuestra entrega es tal que implica cada segundo del día…. Desde los momentos más simples hasta los más importantes… desde un viaje hasta un paseo por el pasillo. Porque lo único que deseamos es estar al lado de nuestro Amo, ayudándole, cuidándole, sirviéndole, satisfaciéndole… ofreciéndonos sin condiciones.
Y eso es lo que no entienden la mayoría… la entrega es mucho más que un Si Amo, o unos fustazos, o unos orgasmos… En la vida de una esclava, su Amo pasa a ser el centro de su universo. Todo gira entorno a él. Ya no existe la parte personal porque, él es también tu parte personal… lo es todo.
Y sé que es difícil de entender… porque la mayoría de las personas no están preparadas para esa entrega, ni para darla, ni para recibirla. Porque es algo innato, algo que sale de dentro... Porque es puro e incondicional.
Estoy sentada en el borde de la cama, intento calmar la tensión fumándome un cigarro. Me quedo mirando el móvil… está a punto de sonar.
Miro en derredor para asegurarme de que todo está como él quiere. Y lo está, pero he olvidado algo importante, no tiene perdón ese fallo… y no sé cómo lo tomará. Pero, la verdad es que, tampoco me preocupa demasiado… estoy más concentrada y preocupada en otras cosas…
Hoy voy a romper un límite… y lo tengo que conseguir. Tengo que anular totalmente mis pensamientos y concentrarme en mis sentimientos, y… así, dejarme llevar. Es la única manera…
Suena el móvil, es él… está llegando. Apago el cigarro y me levanto… ha llegado el momento. Salgo al rellano de la escalera. Me arrodillo, el suelo está frio y siento un escalofrío por todo mi cuerpo… La puerta del garaje comienza a levantarse… ya está aquí.
Bajo el antifaz y siento como todo se apaga y los sentimientos empiezan a brotar. Busco el asa de la cadena y la sujeto con los dientes… así es como le gusta recogerla. Le oigo subir las escaleras… Respiro fuerte… le siento ante mí.
Apenas me roza recogiendo la cadena y siento como tira de ella para que vaya tras él… le sigo…estoy tensa… se sienta en el borde de la cama y me acaricia… me abrazo a él y entonces, toda la tensión se desvanece y… siento… ya no pienso, todo ha desaparecido… solo siento…
Y sonrío feliz porque… sé que lo voy a conseguir.
Todo está en silencio. Estoy mirando al techo, relajada, respirando despacio… intentando bajar de una nube en la que he permanecido 7 horas. Pero no lo consigo, me gusta demasiado esa nube…
El chisporroteo de una vela, hace que me gire para observarla y me quedo mirando la llama, entonces respiro profundamente y un olor vuelve a elevarme a la nube… su olor.
Cierro los ojos y ahí está él… Como una película en avance rápido, pasan por mi mente miles de imágenes de cada momento, y siento su voz envolviéndome, sus labios besándome, su dientes mordiéndome, sus manos acariciándome, sus brazos apresándome, su mirada dominándome, su cuerpo poseyéndome, y… me estremezco.
Sonrío al notar como mi cuerpo, aun estando exhausto y dolorido, reacciona ante el recuerdo… y es que no puedo evitarlo, no mando en él porque no es mío, le pertenece a él. Y él quiere que siempre esté así, sensible, receptivo… esperando a su Dueño.
Siento que el agotamiento se apodera de mí y me dejo llevar. Me acurruco en la almohada y mientras el sueño me vence, noto calor a mi alrededor… un calor agradable, dulce, protector… su calor.
Porque aunque no le mire, le veo. Aunque no le oiga, le escucho. Aunque no me toque, le siento….
Porque…. aunque no esté, está…
Siempre está conmigo y…
Siempre lo estará.
Hay tantas cosas que no puede decir una esclava… nuestra obligación es guardar silencio y obedecer. Pero… y los sentimientos?
Entregamos nuestro cuerpo, entregamos nuestra alma pero… la cajita de los sentimientos permanece dentro de nosotras…el corazón.
Las esclavas guardamos nuestros pensamientos y nuestros sentimientos en el corazón. Pero el corazón tiene ventanas y son traicioneras. A veces se abren, sin que podamos evitarlo, y muestran lo que permanece oculto en el interior.
Una de las reglas básicas para una sumisa es que no debe mirar directamente a los ojos de su Amo. Puede parecer un inconveniente pero, también es una ventaja para mantener salvaguardados nuestros secretos.
Pero Ud. quiere que lo haga, me exige que le mire y es entonces, cuando por la expresión de su mirada, veo que las ventanas de mi corazón se han abierto de par en par. Y lucho por cerrarlas, pero Ud. no me deja…
Y me siento vulnerable porque sé que es capaz de ver en mis ojos hasta los secretos más escondidos en el fondo de mi corazón, secretos que, ni yo misma conozco…
Y muchas veces me pregunta o me exige que le diga lo que estoy pensando… Pero Amo… si Ud. lo sabe mejor que yo. Si Ud. sabe más de mí que yo.
Y es por eso que ahora le digo…
Amo, por favor… cuéntemelo. Qué ve en mis ojos???
Estoy nerviosa, intento concentrarme en digerir lo que ocurrirá en los próximos minutos.
Apoyo mi vientre en el borde de la cama, arqueo la espalda y me preparo para el momento… muchos sentimientos se mezclan en mi… temor, confianza, tensión, deseo…
Siento una caricia sutil, apenas perceptible… un simple anuncio de que ha llegado el momento… estoy preparada…
Un silbido en el aire, un sonido seco… mi cuerpo se tensa por completo, siento la adrenalina correr por las venas y aparece un dolor agudo, como miles de agujas clavándose a la vez en línea recta… aprieto los dientes y los puños. Me concentro en el dolor, que tras unos segundos, mágicamente desaparece cediendo el lugar al calor y la excitación… entonces, mi cuerpo se relaja totalmente y… lloro.
Pero mis lágrimas no ruedan por mis mejillas… ruedan por mi entrepierna…
Hace unos días, hablando con un amigo me di cuenta de algo… de lo enormemente orgullosa que estoy de ser esclava… de ser la esclava de FGL.
Recuerdo la primera vez que me marcó, hice lo imposible por esconder las marcas, me daba vergüenza, el simple hecho de tener que dar explicaciones me agobiaba… y ahora… casi me molesta que no se vean.
O cuando me regaló el collar… saber que todo el mundo podía leer que era propiedad de él, me asustaba (Dios… qué pensarían de mí). Hace poco, alguien me dijo… “Joder!!! Parece un collar de perro”, y muy altiva contesté: “Es que lo es”.
Y es que ahora es distinto. Ahora el sentimiento está por encima de todo, ahora mi entrega es lo único que me importa… porque al convertirme en esclava he conseguido ser libre.
Porque ya no siento vergüenza ni siento agobio, porque me da igual lo que la gente piense, porque soy lo que quiero ser y me siento muy orgullosa y plenamente feliz de serlo, porque así lo quiero y porque mi corazón necesita decir a gritos que… "SOY LA ESCLAVA DE FGL”
Tenía tantas dudas….
Me encontraba perdida. Las experiencias vividas hasta el momento no habían sido satisfactorias… llegué a dudar de si valía para ser sumisa, incluso de si era lo que realmente quería… y apareció él.
Y se presentó a mí con la sinceridad en las manos, la firmeza en los ojos y la pasión en el alma… y yo me asusté. Estaba confusa, no era lo que buscaba, y entonces… me besó. Y con aquél beso me arrebató la voluntad, encendió mi corazón, y se introdujo en mi alma. En ese mismo instante, tuve claro que sería suya, que le pertenecería…
Y comenzamos el camino… despacio, asentando las bases, asegurando el terreno, construyendo con cariño y confianza los cimientos de la relación…
Todas mis dudas se fueron disipando y cuando quise darme cuenta, me había entregado a él en cuerpo y alma, me había convertido en “la sumisa de FGL” y me sentía plenamente feliz por ello.
Y fue entonces cuando aquello que tenía por una utopía (la esclavitud), empezó a tomar forma dentro de mí. Ya no me bastaba con esta entrega, quería darle más, quería entregarle mi vida. Y él, a su vez, así lo deseaba también… y decidimos dar el paso y adentrarnos en un nuevo camino, aunque éste fuese más abrupto que el anterior. Nos costaría, pero sabíamos que juntos, podríamos conseguirlo… y… me hice su esclava.