Una amiga me comentó hace poco que tenía otra amiga sumisa con la que estuvo discutiendo sobre los límites en una sumisa y en una esclava. La amiga decía que ella quería ser esclava pero con sus límites. La respuesta de mi amiga fue la misma que me salió a mí cuando me lo estaba contando…. Una esclava no tiene límites.
Pero luego lo pensé y… no es realmente cierto. Las esclavas tenemos límites, la diferencia es que estamos dispuestas a superarlos por nuestros Amos.
Todas las personas tienen límites, miedos, inseguridades… (y el que diga que no… ya sabemos que tiene incluso más que los demás) y cuesta mucho enfrentarse a ellos.
Y las esclavas somos personas. Y cuando decides pasar de ser sumisa a esclava, no desaparecen sin más. Y os aseguro que cruzar los límites nos cuesta exactamente igual que a los demás..
Pero la confianza, la seguridad y la entrega que tenemos a nuestro Amo hace que, al igual que con todo lo demás, la decisión de cruzarlos o no, también se la entreguemos a él. Y si él cree que hay que superar un límite es porque realmente podremos hacerlo y será beneficioso para nosotras.
SÍ, se tienen límites siendo esclava… pero simplemente son un obstáculo más que hay que superar en el camino.
Tumbada sobre sus piernas me preparaba para uno de sus caprichos… no había castigo alguno pero, le apetecía.
Primera tanda… con la fuerza justa para provocar en mí el efecto deseado… que mi cuerpo reaccionase produciendo una cascada entre mis piernas.
Segunda tanda… aumenta la fuerza y comienza a susurrarme al oído… me dice lo que estoy sintiendo, lo que estoy deseando. Yo le escucho perpleja, pues parece que esté leyendo mis pensamientos…
Comienza a darme mucho más fuerte, me está doliendo mucho y cuando para, vuelve a susurrarme… “ya no te está gustando, verdad? puede más el dolor que el placer, verdad?”… de mi voz sale un ahogado “si Amo”.
Y comienza a hablarme, y de pronto su voz no está en frente de mí, está dentro de mí… y me dice que no voy a sentir el dolor, que solo sentiré placer… y como si de mis propios pensamientos se tratase, mi cuerpo obedece a mi mente y… dejo de sentir dolor.
Sigue azotándome… intercala azotes suaves con azotes fuertes haciéndome perder el poco control que me quedaba… Ya no pienso, él piensa por mí. Mi cuerpo se limita a seguir y hacer real cada palabra que dice, mientras que mi mente solo es capaz de sentir.
Con cada azote, una corriente eléctrica va directamente a mi clítoris, haciendo que me retuerza de placer y él me dirige con su voz, me induce a llegar al clímax.
Ya no siento los azotes, solo siento su voz… su voz dentro de mi cerebro dándome una orden “córrete”. Y mi cuerpo explota en un orgasmo que nace desde el interior… que no provoca nada externo, solo su voz… su voz me ha hecho correrme.
Hace unos meses mi Amo tuvo la oportunidad de cederme.
Cuando me hice su sumisa fue uno de mis límites… no permitiría que me cediera. Pensaba que si un Amo era capaz de cederte era porque no le importabas. Que para él eras un simple objeto sin valor.
Pero ahora era su esclava, y una esclava no tiene límites… y, eso suena muy bonito en el papel, pero los límites hay que superarlos y… cuesta, y algunos mucho.
El caso es que me lo comentó y yo estuve un par de días dándole vueltas a la cabeza. Por un lado mi entrega a él era mucho mayor y quería hacer todo lo que me pidiera pero, por otro lado, me agobiaba muchísimo, y no por el durante de la cesión, sino por el después.
Mi entrega pudo más que mi miedo y le dije que si él quería, lo haría.
Entonces él me dijo que no, que no estaba preparada para ello. Que sabía que lo haría por él pero que le importaba más las consecuencias que pudiera producirme. Que ya llegaría el momento en el que sí que estaría preparada para dar ese paso.
Y tenía razón…
Y hoy lo haría sin dudarlo, porque poco a poco he ido comprendiéndolo. Porque he aprendido a valorar sus decisiones, porque sé que jamás haría nada que pudiera hacerme daño, porque sé que solo sería un paso más en nuestra evolución como Amo y esclava.
Es curioso pero, estos últimos meses, no había caído en lo que había evolucionado. Estaba tan pendiente de él, tan centrada en el día a día, que no me había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo por el camino. Y ahora que soy consciente de ello, empiezo a comprender muchas cosas porque, mi punto de vista ha cambiado.
Y ésa es la verdadera evolución de una esclava… llegar a pensar como una auténtica esclava. No vale con asumir y aceptar órdenes porque si… hay que sentir que, con cada paso que das, con cada orden que cumples, te estás haciendo mejor esclava.
Dos años de entrega mutua… de sentirme suya… de sentirle mío…
Recorriendo un camino lleno de rosas y espinas, de risas y llantos, de luces y sombras. Sintiéndonos, a cada paso, más unidos. Haciéndonos, con cada caída, más fuertes.
Luchando contra el destino, contra todo pronóstico, contra viento y marea… y aquí seguimos… y seguiremos. Porque nacimos para estar juntos… porque somos un Yin-Yang.
Hace un año le decía que no podía sentirme más orgullosa y feliz de tenerle como Amo… me equivocaba. Un año después, lo estoy muchísimo más.
Feliz aniversario Dueño mío.
Llegaba en cinco minutos…
Ella hizo un repaso general por la habitación… todo estaba perfecto. Era el momento de sacar las copas y el… Joder!!! Se había dejado la botella en el coche, tenía que volverse a vestir e ir hasta el parking… no le daba tiempo… tendría que decírselo a él cuando llegara y… que todo fuera bien.
Dejó la puerta entreabierta, se colocó en posición de espera y rezó para que estuviese de buen humor…
Oyó cerrarse la puerta y se tensó, intentó esbozar una sonrisa pero estaba preocupada, sabía que iba a llevarse un castigo. Él se acercó, la cogió de la cadena y, poniéndola en pie, la besó… ella, no queriendo dejar pasar más tiempo se lo contó y ofreciéndole la llave del coche le dijo… “Amo, va Ud. por favor?”
Él se quedó mirando la llave y le dijo… “No, vas tú”. Ella puso cara de resignación y se fue hacia el armario para coger la ropa. Comenzó a quitarse el collar y él se acercó y le dijo… “Vas a ir tú, pero tal cual estás…”
Ella se echó a reír y siguió quitándose el collar… él le sujetó la mano y le dijo… “Ve a por la botella, YA”… se quedó mirándole y le dijo… “Amo, está bromeando, verdad?”… No le contestó, simplemente la cogió de la cadena y tiró de ella hacia la puerta.
No podía creer lo que estaba haciendo, estaba hablando en serio???... abrió la puerta, la sacó al rellano y le dijo…. “Ve a por la botella” y cerró la puerta.
No conseguía salir de su asombro, un huracán de sentimientos la invadieron... rabia, indignación, vergüenza,… Aporreó la puerta suplicando que le abriera... silencio como respuesta. "Maldita sea!!!" no lo pensó más... se fue hacia el coche, rezando para no cruzarse con nadie... cuanto antes acabase esto, mejor… no dejaba de pensar como había podido hacerle esto… acaso no le había dado suficientes pruebas de entrega?...
Cuando regresó, vio que él la esperaba apoyado en la entrada fumando y, la rabia la invadió. Cuando llegó a su altura le miró con odio, le tiró la botella a las manos y subió corriendo las escaleras, intentó cerrar pero ya la había alcanzado y entró tras ella.
Se fue directa al armario, cogió la ropa y empezó a vestirse. Él se sentó en el borde de la cama mirándola y sonriendo dijo…“Se ha enfadado mi perrita?”. Ella se giró y le gritó… “Se acabó, no aguanto más… hasta donde piensas llegar? Cuanto más vas a humillarme? Te lo he dado todo, TODO!!! Pero nada es suficiente… estoy harta” y siguió vistiéndose. Él se levantó, se puso tras ella y le dijo… “Muy bien, tú lo has querido” y la enganchó por la cintura y, en volandas, se dirigió con ella al baño. Intentó soltarse pero fue imposible.
La metió en la ducha y abrió el grifo del agua fría. Ella gritó, forcejeó con él intentando salir, entonces él se metió y aprisionándola con su cuerpo contra la pared, la agarró del pelo y la besó. Ella luchó por apartarse pero no le dio tregua. Metió la mano por debajo del vestido y le arrancó las bragas, y cogiéndola del culo, la levantó y la penetró de golpe.
Con cada embestida su rabia iba cediendo terreno al placer… en pocos minutos estaba totalmente rendida a él.… Entonces le dijo… “vamos perrita, dame lo que es mío” y sin poder evitarlo se corrió entre gemidos y lágrimas, entregándole una vez más su alma…
Se abrazó a él, y sin dejar de llorar le dijo… “Te odio”. Él le cogió la cara y le preguntó… “Cuanto me odias? Vamos, dímelo… Cuanto?” Ella le miró y le contestó…”Tanto como te amo”.
No… no imaginéis, no supongáis, no creáis, no penséis…
porque no hay opción.
Porque hasta la molécula más insignificante de mi cuerpo le pertenece.
Porque es dueño absoluto de todo mi ser.
Porque vivo y respiro por él.
Porque llevo grabada Su marca en mi piel y en mi corazón.
Porque soy Su puta, Su perra, Su zorra,
y seré todo lo que él quiera que sea porque soy Suya.
Suya... y de nadie más.
Y no habrá nada en el mundo que pueda cambiar esto.
Porque así lo siento y así lo quiero.
Porque no nací para ser una esclava, nací para ser Su esclava…
La esclava de FGL
Él me dio una orden “Duerme con el antifaz puesto”… Y así lo hice…
Me senté en la cama, abrí el cajón de la mesilla y lo saqué… lo retuve en las manos por un instante, e inmediatamente vinieron a mi mente recuerdos de la última sesión… la magia que ese antifaz provocaba en mi cuerpo, como aumentaba la sensibilidad de todos mis sentidos…
Hice un esfuerzo por despejar la mente y volver al presente y, me lo puse. Me tumbé, me relajé, e intenté dormir….
El ligero roce del aire que entraba por la ventana hizo que mi cuerpo desnudo se estremeciera… y comencé a sentir sus manos recorriendo mi cuerpo suavemente, acariciando cada rincón, haciéndome sentir transportada a otro mundo… nuestro mundo.
A la vez que mi boca se secaba, mi sexo se humedecía… pasé mis dedos por él y los llevé a mis labios… el sabor era… no podía ser de otra manera… el sabor era su sabor. Presioné mis dedos sobre los labios y se convirtieron en sus labios… Sin darme cuenta abrí la boca e introduje mis dedos en ella, mi lengua jugó con ellos y se convirtieron en su lengua… mi respiración se aceleraba…
Dejé escurrir los dedos por la barbilla, recorriendo mi cuello hasta llegar a mis pezones… los pellizqué, los retorcí y… sus dientes los apresaron, mordiéndolos, devorándolos, tirando sin piedad, haciendo que corrientes eléctricas sacudieran mi cuerpo acabando en punzadas de placer dentro de mi sexo… mis jadeos ya retumbaban en la habitación…
Bajé despacio una mano hacia mi entrepierna y cuando los dedos alcanzaron mi clítoris, mis piernas se cerraron, presionándolo, haciéndome vibrar… sentí como me abría las piernas y pasaba su lengua por él haciendo que me retorciera de placer…
Los dedos avanzaron y… me penetró lentamente. Mi espalda se arqueó en un intento de acogerle más y más dentro… y comenzó un baile desenfrenado que me estaba llevando al éxtasis…
Mi cuerpo se había descontrolado, mis pechos, sus manos, mis dedos, su boca, mi sexo… no podía parar, necesitaba correrme, necesitaba su permiso…
En ese instante oí una melodía conocida, el teléfono vibraba en la mesilla… a tientas lo cogí y descolgué, y entre gemidos imposibles de controlar solo fui capaz de articular una palabra… “AMO”
Solo dos palabras como respuesta… “Córrete… ahora”.
Y exploté en un orgasmo increíble, clavando mis uñas en su espalda, sintiendo como apresaba su cuerpo con mis convulsiones… gritando de placer, gritando su nombre, gritando, gritando…
Y gritando desperté… Tardé unos segundos en reaccionar, me llevé las manos a la cara y me quité el antifaz… el sol entraba por la ventana y los rayos me estaban dando en la cara. Cuando conseguí ver en condiciones me senté y me quedé mirando el antifaz… Comprendí que la magia de ese antifaz, no actuaba solo sobre mi cuerpo, también lo hacía sobre mi alma…
Más tarde sonó el teléfono,... “Qué tal la noche?”... una sonrisa se dibujó en mis labios y contesté… “Joder con el antifaz!!!”
Solo hicieron falta diez minutos para entenderlo, para comprender…
Diez minutos en los que nuestros cuerpos hablaron y gritaron lo que nuestras almas callaban, dándonos una lección y haciéndonos comprender que están hechos el uno para el otro. Que solos, no son más que una mitad, que deben estar juntos para sentirse una unidad plena.
Diez minutos en los que se desbordó nuestra hambre de entrega, en los que nos alimentamos con ansia de nuestras esencias, en los que desaparecieron todas las cosas externas, en los que solo importaba lo importante… nosotros.
Diez minutos tan cortos, tan eternos, tan perfectos, tan especiales, tan sublimes… diez minutos que nos dieron todo, entrega, amor, pasión, sentimiento, deseo… unión.
Y solo fueron diez minutos… Los diez primeros minutos del resto de nuestra vida…
Cuando espero impaciente que llegues.
Cuando me dejo guiar en la oscuridad.
Cuando apoyo mi cabeza en tus rodillas.
Cuando observas mi ansiedad y te recreas.
Cuando mi cuerpo busca tu tacto.
Cuando la pasión se desborda.
Cuando, exhausta, me recoges y me aprisionas en tus brazos.
Cuando bajo la mirada y me escondo en tu pecho.
Cuando me coges de la barbilla y me besas.
Cuando te abrazo y me acaricias.
Cuando miramos el reloj.
Cuando cierras la puerta despacio al irte.
Cuando te miro, cuando me miras...
Esos silencios... Esos silencios que gritan...
Soy tuya... Eres mía.