Estaba llegando a la dirección que le había dicho su Amo. Le extrañó que fuera una zona residencial en las afueras. Normalmente quedaban en apartamentos por el centro de la ciudad… pero ya le había avisado que era una sorpresa, así que…
Bajó del coche y llamó al telefonillo. Una voz desconocida le indicó que metiera dentro el coche, a la vez que las puertas se abrían. Se puso nerviosa, no sabía donde se estaba metiendo pero, era su Amo quien la había enviado allí, no podía pasarle nada malo.
Según entraba, vio a la derecha varios coches aparcados, entre ellos estaba el de su Amo. Se tranquilizó y aparcó el coche al lado del suyo. Se dirigió a la puerta y llamó. Fue su Amo quién le abrió…
“Ya era hora zorra, te estábamos esperando… sígueme”. No entendía nada, la casa parecía vacía. Él se paró delante de una puerta y le dijo… “entra ahí y ponte lo que hay en una caja con tu nombre, te espero aquí fuera”.
Entró en la habitación, era un dormitorio. Encima de la cama estaba la caja... en ella había un corpiño, un liguero, medias, zapatos y un juego de collar, muñequeras y tobilleras de cuero. Se puso todo y abrió la puerta... él estaba allí.
“Uhmmm, Preciosa” dijo pellizcándole los pezones. El corpiño era por debajo del pecho, dejando completamente al aire sus tetas. Ella le dijo… “Amo, no entiendo…”. “No hay nada que entender”, cortó él… “eres mi propiedad y voy a usarte”. Sacó una cadena de su bolsillo, se la enganchó al collar y tiró de ella para que le siguiera. Bajaron unas escaleras y entraron en una sala.
Era como una biblioteca. A la izquierda había una mesa de billar en la que estaban jugando dos hombres, mientras una chica estaba de rodillas sosteniendo una bandeja con las bebidas de ambos. Al otro lado, frente a una gran chimenea, estaban sentados otros cinco hombres charlando animadamente, mientras otras dos chicas les hacían felaciones a dos de ellos.
Uno de los hombres se levantó y se acercó a ellos… “Así que esta es tu esclava… me gusta”… alargó la mano y le pellizcó uno de los pezones. Ella, con los ojos como platos miró a su Amo, él asintió con la cabeza y ella se dejó hacer. Se sentía asustada y a la vez, sentía como todo aquello la iba excitando cada vez más. De pronto, su Amo le susurró al oído… “ahora viene la sorpresa…”
“Toda tuya” dijo su Amo al hombre, ofreciéndole la manilla de la cadena. “voy a ponerme una copa…” Se giró hacía ella y cogiéndola de la barbilla le dijo… “hoy me vas a demostrar lo puta que eres… hazme disfrutar”. Le dio un beso y se marchó.
El hombre se quedó mirándola y le dijo… “vamos putita, quiero que me hagas una de esas fantásticas mamadas de las que tanto presume tu Amo”. Tiró de ella hacia un sillón, la puso de rodillas ante él y se sentó. Se sacó la polla y tirando de la cadena hizo que ella se la metiera de golpe en la boca. Se sentía agobiada, no estaba cómoda. Y a la vez, se notaba más y más excitada…
Se afanó por no dejar mal a su Amo, chupando la polla de aquel tipo con avidez. Los jadeos de aquel hombre y los que se oían de fondo, la estaban excitando hasta tal punto que sentía como el flujo resbalaba por sus piernas. Alguien le tiró del pelo… era el hombre. “Ven aquí puta… voy a follarte”… y colocándola a cuatro patas sobre el sillón se la metió sin contemplaciones. Ella gritó y buscó con la mirada a su Amo.
No tardó en localizarle, tenía a otra chica entre sus piernas haciéndole lo mismo que ella había estado haciendo hacía unos minutos. Él estaba mirándola y le guiñó el ojo, y los dos esbozaron una cómplice sonrisa. Entonces, sintió como se acercaba el orgasmo… no cerró los ojos como siempre... quería mirarle mientras ocurría, quería hacerle saber que era por él aquel orgasmo.
El tipo no dejaba de embestirla. De pronto le levantaron la cabeza y se encontró con una polla ante ella. Miró de reojo a su Amo y éste, disponiéndose a follar a la que tenía entre las piernas, la miró con lascivia asintiendo con la cabeza, a lo que ella respondió metiéndose la polla hasta la garganta.
Otro orgasmo se anunciaba… se sentía una guarra, se sentía una auténtica puta… como siempre se había querido sentir. Y se dejó llevar…