Tumbada sobre sus piernas me preparaba para uno de sus caprichos… no había castigo alguno pero, le apetecía.
Primera tanda… con la fuerza justa para provocar en mí el efecto deseado… que mi cuerpo reaccionase produciendo una cascada entre mis piernas.
Segunda tanda… aumenta la fuerza y comienza a susurrarme al oído… me dice lo que estoy sintiendo, lo que estoy deseando. Yo le escucho perpleja, pues parece que esté leyendo mis pensamientos…
Comienza a darme mucho más fuerte, me está doliendo mucho y cuando para, vuelve a susurrarme… “ya no te está gustando, verdad? puede más el dolor que el placer, verdad?”… de mi voz sale un ahogado “si Amo”.
Y comienza a hablarme, y de pronto su voz no está en frente de mí, está dentro de mí… y me dice que no voy a sentir el dolor, que solo sentiré placer… y como si de mis propios pensamientos se tratase, mi cuerpo obedece a mi mente y… dejo de sentir dolor.
Sigue azotándome… intercala azotes suaves con azotes fuertes haciéndome perder el poco control que me quedaba… Ya no pienso, él piensa por mí. Mi cuerpo se limita a seguir y hacer real cada palabra que dice, mientras que mi mente solo es capaz de sentir.
Con cada azote, una corriente eléctrica va directamente a mi clítoris, haciendo que me retuerza de placer y él me dirige con su voz, me induce a llegar al clímax.
Ya no siento los azotes, solo siento su voz… su voz dentro de mi cerebro dándome una orden “córrete”. Y mi cuerpo explota en un orgasmo que nace desde el interior… que no provoca nada externo, solo su voz… su voz me ha hecho correrme.
El Muro