Está semana pasada,como persona en
primer lugar que soy, reconozco haber provocado un malentendido del
cual me gustaría pedir perdón a toda persona afectada directa o
indirectamente por mis acciones tras haber recibido mi castigo
correspondiente y su posterior reflexión la cual procedo a redactar
en este escrito.
El caso es que con castigo incluido este fin de
semana se ha convertido en una experiencia inolvidable.
Como comentaba había provocado
un malentendido y este había llegado generar celos en Freya así que
decidí tomar cartas en el asuntopara aclararlo lo mejor que he
podido.
Se me ocurrió que para volver a andar hacia adelante a veces es bueno mirar atrás así que eso fue hice.
Desconecte de todo modo decontacto hacia mi persona,excepto el teléfono del trabajo por si hubiese alguna emergencia a la que debiera asistir y comencé a elaborar la sesión viendo las posibilidades que había en mi mano para descartar posibles obstáculos.
Una vez más necesitaba deshacerme de los niños así que le pedí a mi hermana pequeña que hiciera de niñera y le dejé la casa de laplaya para ello puesto que necesitaba el piso para la sesión.
Una vez dejados los niños en
buenas manos la sesión comenzó.
Nos montamos en el coche le pedí que se quitase ias bragas y fuimos hasta el final del camino en la playa, cerca de donde solíamos ir de solteros a mantener relaciones de pareja.
Una vez allí aparcados comenzamos a hablar del tema dejando las cosas claras mientras nos fumábamos un cigarro en medio de un descampado.
Una vez aclarado todo y devuelta la confianza mutua sepuede decir que comenzamos el juego pero un juego diferente en el que los dos somos amos y los dos somos sumisos.
Ella debía cumplir un castigo por
haber desconfiado de mi y yo debía recibir el mío por haber
provocado esa desconfianza.
A ella le esperaría el dulce castigo
de 17 orgasmos y a mi en cambio el de soportar 17 azotes con el
látigo de cuero trenzado en la espalda.
Pienso que era lo justo
pues ella necesitaba sentir que yo era suyo sin olvidar que ella es
mía.
En el aparcamientopuedo decir que conseguí 5 de ellos entre juegos y caricias.
Nos pusimos en marcha como era una zona desierta y apartada del extrarradio y mi velocidad no superaba los 20 km/h, le consentí lo que nunca le había dejado hacer,dejarme de tocar mientras conduzco.
Debo de reconocer que esa fue una experiencia inolvidable,yo estaba más nervioso por segundo que pasaba pues tenía la sensación de que los coches que pasaban nos miraban e incluso una parejita que salía de un 24 horas se quedó perpleja al vernos.
Era una sensación incómoda y excitante a la vez pero lamentablemente pusimos fin a eso pues era una total imprudencia puesto que yo estaba perdiendo mi autocontrol y por poco me saltó un semáforo en rojo.
Una vez en el piso nos dimos un baño y nosarreglamos para dar un paseo pues era viernes de feria en mi localidad.
Sólo puedo decir de ese momento que ella quiso afeitarme mis partes íntimas y yo accedí a ello.
Ya arreglados como he comentado fuimos a dar un paseo por la feria.
Este paso lo resumiré en que dimos un paseo por lospuestos, le regale un collar de sumisión, me compré una pulsera y le conseguí varias cosas en las tómbolas pues la suerte parecía haberme vuelto a sonreír.
Llegó la hora en la que la gente andaba como almas en pena deambulando de un lado a otro debido al abuso de alcohol mientras nosotros no habíamos probado ni gota así que volvimos al piso paracontinuar.
Quedaba aún mucho por hacer.
En el piso era donde esperaba la guinda del pastel, todo minuciosamente preparado para continuar.
Puedo decir que hubo muchísimo juego donde entraron cuerdas,azotes ,pellizcos, orgasmos y más orgasmos.
no conseguí cumplir su castigo pues en el décimo Freya ya estaba agotada así que decidirparar en el duodécimo pero nos dimos por satisfechos.
Ahoraera su turno.Ella debía tomar el control y coger las riendas.
Me ató a los anclajes del techo y cogió el látigo.
17 azotes, ni uno más ni uno menos, fuertes azotes que me dejasen marcado nuestronúmero asignado por el destino.Necesitaba sacar fuera todo ese dolor de mi interior y ella sabía como hacerlo.
Por desracia la noche se hizo corta junto a mis aliados Lenny Kravitz con su canción stand by my woman, Metallica con nothing else matters, Mercury con the shows must go on y otros más que hicieron una grata velada de recuerdos desde que conocí a Freya.
La sesión acabó a las claras del día y con nuestros cuerpos desnudos abrazándose mientras nos quedábamos dormidos en el sofá de piel.
El resto del fin de semana Odur solo fué un humilde padre de familia cuya misión era complacer a su Señora e hijos y como siempre encantado de ello.
En conclusión tras vivir la
experiencia pienso como pienso y creo en lo que creo.Yo soy suyo y
ella es mía.Pues nos unen lazos marcados por el destino y por encima
de los collares predominan los votos y las alianzas.
Como he oído decir, “BDSM en tan
sencillo o tan complicado como lo quieras hacer” pero tambien
pienso que es un juego en el que participan los sentimientos y los
sentimientos son capaces de producir más daño que el dolor físico
por lo que hay que ser responsables de las consecuencias.
No se trata de causar daño sino
dolor, aunque yo preferiría llamarlo placer.
No es un juego donde se busca una
sumisa o un sumiso como el que busca a un follamig@ y después si te
he visto no me acuerdo.
Es un juego en el que las
espirales deben girar en crecimiento positivo y si no es así, es
cuando hay que plantearse que algo va mal y rectificarlo.
Por ultimo me gustaría finalizar
la reflexión con 3 sabías frases.
"La experiencia no es lo que
le sucede a un hombre; es lo que un hombre hace con lo que le
ocurre."
Aldous Huxley
"La verdadera elegancia no
consiste en que aquello que nos ponemos nos mejore, sino en mejorar
aquello que nos ponemos"
Francisco Grandmontagne
"El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas"
William George Ward
Gracias por vuestra atención.
Odur.
Elevando mi brazo en un arco infinito de tiempo contenido,
deslizo mi deseo muy despacio,
dejándolo caer sobre tu cuerpo ansioso que lo espera.
Latigazos de seda que silban en el aire.
Una danza de quejidos se dispara,
aullidos de placer que escapan de tu boca amordazada.
A cámara lenta,
alargando los segundos,
azota el tiempo elástico tu piel de luna.
Emplee sus cuerdas, no sobre mi cuerpo, si no sobre la luna,
inmovilícela, átela fuerte al cielo, se lo ruego.
Amárrela a los astros que centellean a lo lejos.
Mientras el sol la desata para ocupar su lugar, tendremos más tiempo.
Después, tómeme, Mi Señor, como quiera.
Vuélvame loca, permítame enloquecer en las caricias de sus ojos,
con las palabras de su boca.
Permítame, Mi Dueño, beber de sus labios,
encontrarme mirándolo, perderme en su mirada.
Encadene mis miedos, se lo ruego.
Azótelos sin tregua, hasta que desaparezcan.
En sus brazos no los tengo,
pero cuando no estoy postrada a Sus pies, me atormentan.
Ciña bien Su collar a mi cuello.
Tire de la cadena.
Déjeme sentir su aliento,
mientras me dice que siempre seré Su perra.
Mi Señor, se lo suplico,
espóseme a la cama, hágame lo que quiera.
Extenúe mi cuerpo,
haga renacer mi alma.
Hágame el amor, Mi Amo,
con la mente, con Su voz, con Su mirada,
y déjeme dormir sobre Su pecho,
cuando el sol desate la luna, cuando asome el alba en la ventana.
roxanne.
Podrán ser curvas casi rectas.
Podrán ser curvas suaves.
Podrán ser irregulares, con pendientes incluidas.
Podrán ser curvas peligrosas, explosivas.
Podrán ser curvas muy profundas.
Pero siempre serán curvas y debes estar orgullosa de ellas.
Sácate partido: arréglate, ponte guapa, maquillate, vístete seductora y elegante.
Mírate al espejo y dime ¿qué ves?.
Eres una mujer hermosa, con una piel de seda que hipnotiza hasta al más casto e inocente de los hombres.
Quizá tu no lo veas, pero con tus curvas te llevas de calle a cualquiera que se atreva a mirarte.
No debes avergonzarte jamás de tu hermoso cuerpo, pues tu Señor lo amará y cuidará como su Templo.
Sonríe, guiñate un ojo cada mañana y disfruta de tu feminidad.
¡No te escondas!
¿Quien inventó los miedos y los complejos? si lo conociera le diria cuatro cosas bien dichas.
La desconfianza en si mismo, la inseguridad, el verse gordo o demasiado flaco... son unos cuantos ejemplos de sensaciones nada agradables... y por desgracia las vivimos todas en alguna etapa de nuestra vida.
Pueden ser temporales si alguien te enseña a corregirlo a tiempo, pero se pueden convertir en una "enfermedad" grave y permanente si no se tiene a nadie detras que sepa ayudar y guiar.
¿Cómo vencerlos? nadie tiene la respuesta mágica que haga que aquello desaparezca para siempre, pero en lo que muchos coinciden es que el secreto esta en quererse a uno mismo, ese es el punto principal de partida para aniquilar todo lo demás.
Pero ¿cómo se le hace ver eso a alguien, cómo se consigue que lo entienda y sea capaz de asimilarlo y con ello, consiga dar un cambio de rumbo?
Que alguien me lo diga, ¡por favor!.
SU ALMA
Pensaba muchas veces en aquel hombre, era raro, porque apenas sabía nada de él, pero así era su realidad. Imaginaba cómo serían sus encuentros, como sería castigada, quizás penetrada a la fuerza, obligada a hacer todo aquello que le desagradaba para poder obtener el premio de todo lo que le encantaba. Una perniciosa curiosidad la invadía, deseaba escuchar nuevamente de sus labios aquella nueva y para ella ya aceptada palabra: educada. Se preguntaba, con impaciencia, como sonaría aquel vocablo sobre su delicada piel, en lugar de a través de un auricular.
A simple vista intuía un tipo duro, por lo menos más duro que los demás, tenía la extraña sensación de sentir el enfado pisoteando su mente con bruscas y seguras correcciones capaces, sin embargo, de serenar su pensamiento. Estaba segura de que iba a poder sentir el anhelo de una fuerza dominante capaz de reducirla a cenizas y, a la vez, ese cálido y dulce susurro en forma de suave caricia. Su fragilidad también necesitaba del sutil y preciso tacto de un abrazo, de unas manos seguras y firmes sobre su cuerpo ardiente y húmedo a la vez.
El corazón se aceleraba tan solo su pensamiento lo imaginaba con tal brutalidad que su sexo anticipaba, sin ningún pudor, flujos y deseos que estaba aprendiendo a contener, soportando esa agradable incertidumbre hasta que él decidiera que era tiempo de satisfacer sus ganas de amar. Impaciente, imaginaba que perversidades conocería, como sería todo aquello, a la vez que temía no saber estar a nivel de quien no aceptaba convencionalidad y retórica. A tiento, iba completamente a ciegas, con una negra venda cubriéndole los ojos, guiada por el instinto.
Su mente estaba aprendiendo el arte de retorcer el pensamiento, perdida en la angustia de no saber cuál sería el aspecto de aquel desconocido al que iba a entregar sus silencios más profundos. ¿Alto? ¿Bajo? ¿Delgado? ¿Obeso? ¿Guapo? ¿Feo? Daba igual, eso ya daba igual. Indagaba repasando, una y otra vez, aquellos textos cruzados por ambos, en conversaciones meticulosamente dosificadas, buscando desesperadamente aquellas palabras que le indicaran las pistas necesarias para esclarecer que pensamientos y actitudes se ocultaban tras aquella pantalla. Meditaba, a veces, en el dolor, en si sufriría y caso de sentir esas punzadas, en si podría soportarlo y en mucho más allá, en si obtendría placer en él y con él. Imaginaba escenas y situaciones en las que se veía arrodillada o tirada en el suelo, sobre una suave alfombra, obedeciendo las órdenes de quien, bajo un severo mando, le indicaba cuáles eran los gustos y caprichos que debía aprender a satisfacer. Iba a entregarlo todo, todo sin excepción, todo lo que le pidiera, mejor aún, todo lo que le mandara, sin límites, salvo los que él decidiera, sin quejas, sin concesiones. Iba a confiar. Dolor, humillación, ya le daba igual. Era entonces cuando una fría niebla de miedo invadía su mente, erizándole la piel, retorciendo su psique, sometiendo todo su ser hasta encogerlo en un manojo de nervios y placenteras sensaciones. Presa del pánico, en más de una ocasión, había deseado huir de aquellos pensamientos y de aquel lugar pero la exagerada humedad de su sexo la retenía allí, inmóvil, atónita, serena y tensa a la vez, excitada y acobardada al mismo tiempo, culpable y satisfecha, sintiendo lo inexplicable.
Iba a jugarse la vida porque sí, sin protección, sin saber, sin conocer, simplemente porque se lo había mandado. Lo más sorprendente es que, ella, sí ella, iba a hacerlo sin una sola pregunta, sin quejas, sin pensar en nada más que no fuesen los deseos de él.
La espera aún sería larga, un mes y medio todavía, cómo mínimo. Él le había dicho que quizás entonces su cuerpo estaría preparado y su mente sosegada, serena y en calma. Debería seguir contando los días, tachando números en el calendario, esperando y aprendiendo lo que él llamaba "la teórica". La impaciencia la carcomía, deseaba saber, probar, probarlo todo, también de él. Eso la asustaba ¿qué significaban aquellas palabras? Probarlo todo. Una entrega al todo sin preguntar, de eso se trataba. Era una entrega tangible y real, nunca sentida como un juego y eso mismo la elevaba a una nube de realidad de la cual sus pezones no conseguían descender. Sin embargo, seguía confiando.
Enrojecida, avergonzada, empujaba suavemente la puerta de la habitación y bajaba las persianas de las ventanas, pensando que alguien quizás pudiese verla tecleando sucias y lascivas palabras, o sintiendo como ella sentía. ¿En qué la convertiría todo aquello? Deseaba saberlo, deseaba sentirlo, deseaba serlo, por él y para él. Deseaba deseando deseo que sabía no debía desear y si contener, si quería sentir más. Se fiaba, no desearía, esperaría y aceptaría el ritmo que él decidiera. Y esa palabra le gustaba, esperar.
Quería avanzar, más, mucho más, rápido, muy rápido, pero él no se lo permitía, es más, se lo impedía. No sabía exactamente como deseaba que etiquetara su nick, no sabía... Impaciente, esperaba que se lo indicara, lo deseaba con prisas, pero él no atendía a sus peticiones. Quizás etiquetar un “a tus pies” o “tus deseos son mis obligaciones” o “tu puta”. ¡Dios como sonaba eso! Aunque puestos a sonar bien, “tu perra” sonaba mucho mejor. “Señor”, como le gustaría poder llamarlo así pero no podía, quizás más adelante él se lo permitiría. Le decía que tan solo la estaba conociendo y que no debía dirigirse a él de ese modo, por mucho que lo deseara, porque él no era lo que ella quería que fuese, todavía. Ni siquiera sabía si podía tratarlo de usted, tampoco estaba segura de que él prefiriera el “usted” al “tú”, así que seguiría tuteándolo. Quizás algún día, más adelante, todo fuese distinto, quizás... Como le gustaba aquella dosis de realidad, aquella seriedad e interés por educarla con responsabilidad y despertar en ella placeres que trascendían lo físico y se adentraban en lo espiritual y amoroso. ¿Qué clase de individuo era capaz de manejar sus sensaciones y deseos cual si fuesen marionetas? ¿Lo hacía él o simplemente la ayudaba a ella a manejarse mejor consigo misma? ¿Qué podía ofrecerle a cambio? ¿Cómo podía agradecérselo? ¡Una foto!
“No” fue la palabra que obtuvo como respuesta al preguntárselo. No quería una foto. ¿Por qué? Volvió a asustarse. ¿Si no quería una foto, que quería? Nadie la había tratado de aquel modo, con pequeñas dosis de desprecio y grandes dosis de atención y cariño. ¡Todos le pedían una foto! ¿Por qué él no la pedía? Es más, le negaba la posibilidad de mandársela. Nadie la había hecho sentir tan vulnerable, tan desnuda, tan desprotegida, tan sola consigo misma y a la vez tan satisfecha y feliz. Otro escalofrío tersó su piel cálida y gélida a la vez. ¿Si no deseaba ver su cuerpo, que deseaba? ¿Por qué mostraba tan poco interés por verla?
Mirando fijamente la pantalla, viéndose reflejada en ella, sintió otro vez el ruido atronador del silencio, en aquellas breves pausas que él le regalaba y que tan nerviosa y caliente la ponían. Poco a poco, acercó sus labios al monitor del ordenador, hasta posarlos suavemente en él. Mientras besaba la pantalla, sintió lo que quería él de ella: su alma.
A ella.
NOTA: Toda la documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Duele la espera de verle junto a mí.
Duele el anhelo de su presencia, de su cuerpo, de sus abrazos y caricias, de sus besos, de sus cuidados y su manera de hacerme entregar a usted.
Duelen mis labios porque necesitan de los suyos, de ese agua que mana viva de su boca.
Duelen... porque necesitan morder sus labios, su cuerpo, su piel, sentir su sabor bajo mis dientes y en mi lengua.
Duelen mis manos que desean sus caricias, anhelan tocar su cuerpo, apretarlo, arañarlo...
Duele mi cuerpo, que se pasa el tiempo eterno deseando el suyo, su forma de amar, su deseo, sus caricias, sus labios, su lengua, su aliento, su fuerza y su dominio.
Duele..., duele toda mi piel, porque aunque no debiera, con cada roce de mis manos intentando calmar a la fiera..., siento ese dolor que me dice que efectivamente soy toda suya completamente, que ya no es suficiente sólo pensarle o imaginarle, quiere y necesita de usted, le desea únicamente a usted.
Sumida en el infierno del deseo, de mi y su deseo, le espero ansiosa, rabiosa incluso, aclamándole a gritos.