Que busco realmente? Sencillo. Alguien firme, con experiencia, que me enseñe, me guíe, me ordene, me azote, me haga gemir de placer, me susurre... Mmmm, parece fácil pero no lo es.
Sueños perversos de una chica mala...seguira!
Empezando a sentir
Su día empezó como uno más de tantos. Las tareas de la casa, comidas,
ropas, etc. Y como todos los días conecto esa ventana que la comunicaba con ese
mundo de fantasías que tanto le gustaba, con esos amigos que día a día iba conociendo
e intimando. Él estaba entre ellos.
Él era joven e insistente. Aquella mañana no fue diferente, le dio los
buenos días, ¿cómo has dormido? y alguna que otra broma, se despidieron
hasta el medio día.
Así transcurrió la mañana de ella, tranquila, hasta que dieron las tres.
En ese momento vibro su móvil, era él, que comenzaba con sus preguntas (
¿Que tal la mañana?, Que haces en este momento?, Yo en el sofá, De buena gana
te metía mi polla en la boca.¿ Lo deseas?, Hoy estaré ahí para dártela ) y ella
con sus respuestas ( Mmmmmm... demasiado tentador, Si estuvieras más cerca, tu
polla sí, Me gustaría estar contigo) de este modo pasaron un buen rato
hablando, aclarando gustos y como seria su encuentro, el diciéndole la ropa que
debía llevar, excitándola, haciendo que sus pulsaciones aumentaran por
momentos, programándolo todo para aquella misma noche. Los nervios de ella
aumentaban por momentos, se repetía una y otra vez (estás loca o que te
pasa, dios no lo conoces de nada). Pero por una vez en su vida lo arriesgaría
todo y apostaría por aquello que deseaba tanto, sentirse viva.
La tarde transcurrió rápidamente, con idas y venidas. Se duchó, hidrató su
cuerpo, lo perfumó, se peinó... en fin se preparo para él. Dieron las 11 y ella
entró en su habitación, su ropa yacía encima de la cama muy ordenada, comenzó a
vestirse, sus medias de encaje, su liguero, corpiño, falda y chaqueta, sus
braguitas quedaron encima de la cama. Se maquillo ligeramente y a las 11:50 ya
estaba lista para él. Cogió su bolso y una pequeña mochila donde llevaba
algunas cosas personales, se sentó a esperar, sus nervios iban en aumento, eran
las 12:15 cuando recibió su primer mensaje (“Voy en camino”).
El tiempo pasaba lento, los minutos le parecían horas, así dieron la 1:15 y
recibió otro mensaje (“En cinco minutos estaré en tu calle. Prepárate”).
Y así lo hizo, en cinco minutos él está en la puerta y ella cruzando la
calle. Ella lo saludó con un simple hola, él puso el coche en movimiento y en
ese mismo instante comenzó su aventura. Preguntas cortas, respuestas breves, su
mano entre sus piernas, buscar un desvió apartado.
Se adentraron por aquel camino, la noche era muy oscura, él apago las luces
del coche, se acerco a su oído y con voz susurrante le dijo (Tranquila putita
no pasara nada que tu no quieras que pase). El dijo algo, se bajo del coche,
ella lo buscaba y cuando se dio cuenta estaba abriendo la puerta de su lado. La
agarro por el pelo de la nuca, la obligo a bajar y empotro su espalda contra el
coche. Le devoro la boca, le subió la falda, le lamió sus pechos, ella sentía
el frió de la noche en su sexo desnudo y muy húmedo. Ella intento coger su
miembro, pero él se lo impidió (¿puta te he dado yo permiso?). La volvió a
coger del pelo la arrastró hasta el capó, la tumbó en él, le abrió las piernas
y la penetró de un solo movimiento, sus gemidos eran incontrolables, la cogió
por el cuello, la obligo a arrodillarse y le metió su polla en la boca, se la
follo, le escupió y la abofeteo, la levanto por el cuello, la tumbo de nuevo en
el capo, introdujo sus dedos en el sexo chorreante de ella, la masturbo hasta
dejarla extasiada, sus orgasmos interminables. Él le hacía lamer su mano en
cada uno de sus orgasmos diciéndole (¿Qué es esto puta?, Dilo).
Así pasaron tiempo, el placer embotaba su cabeza. Cuando se quiso dar
cuenta estaba boca abajo en el capo, el escupió entre sus nalgas y en menos de
nada estaba penetrando su culo, dolor y placer se mezclaban, sus quejidos
hicieron que él se detuviera, él le preguntó (¿Lo aguantas?) ella le suplicaba
que no parase. Las embestidas iban en aumento lo mismo que el placer de ella.
El era incansable, azotó sus nalgas una, dos, tres… Los orgasmos de ella se
sucedían, gritos, gemidos, suplicas .La noche y la oscuridad los envolvía. El
volvió a cogerla por el pelo y la obligo a arrodillarse ante él, penetró su
boca y le preguntó (¿Dónde quieres que me derrame? Suplícamelo). La oscuridad
que los envolvía no le dejaba disfrutar de la imagen de ella arrodillada ante
el suplicando que se derramarse en su cara y en su boca, lo lamia una y otro
vez. El placer de el llego como un torrente, caliente y espeso, como ella
pidió, vertiéndose en su cara y en su boca, ella tragaba y lamia quería
recordar su sabor, que no acabara ese momento.
El la ayudo a levantarse, apenas podía mantenerse en pie, se limpiaron un
poco, cruzaron apenas cuatro palabras, colocaron sus ropas, se subieron de
nuevo al coche, él la llevó hasta su puerta, ella le dio las gracias,
se miraron por un segundo y se dijeron "HASTA PRONTO”
Nala (M.D.M)
1.983 UNA NUEVA EXPERIENCIA.
Después de la defunción y entierro de la primera revista que se había publicado y que tantas alegrías me había dado, tuve que volver a recorrer puntos de venta para ver que se publicaba y apareció una obra maestra de Guido Crepax “Justine de Sade”.
Además durante este año se publicaron el número 2 y 3 de las aventuras tan subidas de tono de Colette y conocí por primera vez al otro gran dibujante George Pichard con su obra “La Fábrica “
Todas estas publicaciones las ampliare en el Foro.
Comenzaban a presentarse símbolos de cambio en mi vida y con mi novia “vainilla” planeamos casarnos al año siguiente por lo que pronto tendría que empezar a pensar si le contaba por donde iban mis pensamientos, mis ideas sobre el sexo, mis anhelos y como reaccionaria, en fin un paso importante. (Lo deje todo en stand-by).
Para terminar relato otra aventura que tuve en aquellas fechas.
Repetí con la Ama de la calle Industria, recuerdo que esta vez fue después de comer. Tenía intención de repetir con su sumisa, pero ya no trabajaba con ella, concerté una cita y me presente igualmente.
Estuvimos conversando lo mucho que me había gustado estar con su sumisa y que mi experiencia era cortita por lo que me propuso la opción de travestirme.
Era una cosa totalmente nueva y que nunca se me había pasado por la cabeza, pero en esta vida hay que probar las cosas que se te presentan.
En aquella sala roja con poca iluminación pregunto qué pie calzaba y de los zapatos que tenía en su estantería escogió unos negros clásicos de quizás 8 cm o 10 cm, me dio unas medias lisas negras de esas que llegan hasta la cintura.
Comencé a vestirme, nunca me había puesto unas medias, eran finas, me enseñó a recogerlas para facilitar colocarlas, que sensación más gustosa dan unas medias, te sientes vestido, desde aquel momento entendí a las mujeres que llevan medias. (Antes siempre pensaba que como pueden ir con faldas y medias en pleno invierno, tendrán frio); cambia todo, se pegan a la piel y aumenta mucho la sensibilidad, como notas las caricias. Sentía mi polla dura y mos huevos comprimidos en aquella malla tan fina.
Seguidamente me coloque los zapatos, casi me caigo y me entrego una peluca no recuerdo si era pelirroja o castaña y que al final me la puso ella, no sabía cómo funcionaba la rejilla.
Todo era nuevo para mí, con zapatos medias y peluca mi feminidad, o mi parte femenina, en aquel momento delante del espejo se mostraba ante mis ojos. Parte esbelta, parte ridícula, parte trasvertido, parte sissi. Un lio. Emociones contrastadas.
Me coloco un delantal banco que resaltaba con el negro de las medias.
Me coloco los brazos en el taburete y empezó a acariciar mi trasero, para después pasar a una paleta y descargar su energía. Los tres golpes que me dio inicialmente dolieron mucho, todo ello acompañado de lo que sonaba como insultos, pero no lo eran, formaban parte del momento y me, decía perra, me vas a servir, te entregare a mis clientes, voy a estrenar este culito de putita, etc.
Mas tarde de pie me pinzo los pezones con unas pinzas que nunca había visto antes, (ahora sé que eran la típicas Japonesas), levanto el delantal con la paleta amenazando golpear mis partes.
De malas maneras empujo hacia atrás mis huevos y polla cerrándome las piernas. A la vez tirando de aquellas pinzas que no se soltaban y cada vez apretaban más, me decía ahora ya tienes vagina, ahora sí que eres mi putita y me servirás.
Todo iba perfecto pero paso el tiempo, para mi muy rápido, como cuando contratas un buen masaje y no quieres que termine nunca, por lo que me ordeno quitarme el delantal y que me bajase las medias, tuve un traspiés con los zapatos, que entonces pude retirar y volver a pisar el suelo, que descanso, me dolían mucho los dedos y así de pie con las medias por las rodilla con los pezones a punto de explotar me dijo que me hiciese una paja.
Me sorprendió que con muy poco o ningún contacto físico se pudiese tener tanta sexualidad. El BDSM era fantástico.
Me sentí Sissi total.
Continuara...
Cuando empezó a pasear la fusta con mimo por mi espalda, me sentí tranquila y nerviosa a la vez, tranquila por saber que la usaba como si fuese su propia mano, pretendiendo calmarme, y nerviosa por esa adrenalina que recorre mi cuerpo debido a la anticipación de saber donde impactará esa fusta, donde sentiré el cuero suave que, en esos momentos, me acariciaba.
No me equivoqué y el primer golpe llego justo donde lo esperaba, pero cuando no lo esperaba. Empezaba a prepararme para el siguiente golpe cuando me sorprendió el latigazo de las colas de un flogger. El golpeteo rítmico de las colas sobre las nalgas y los muslos empezaban ya ha causar esa especie de escozor placentero, esa sensación de "mordida" a medida que iban calentando la zona con los azotes guiados por la mano de Mi Amo.
En ese mismo momento sentí las primeras lágrimas que salían de mis ojos, para después ser seguidas por unas cataratas saladas acompañadas de sollozos incontrolables.
No fueron por el dolor, lo supe mucho antes de que Él dejara de azotarme y me acariciase la zona dolorida con una tremenda ternura, lo que me hizo llorar aún más. Me sentí totalmente suya, entregada, más que nunca, tanto que esos sentimientos se derramaron provocados por la necesidad de hacérselo saber, de decirle que era SUYA con mayúsculas, que me sentía orgullosa de serlo y que estaría siempre a sus pies.
roxanne
-¿Que siento por Él? (pensaba ella). ¿Amor, deseo, adoración...?.
Aquel hombre la producía una admiración y respeto, que jamás había tenido. Inundándola de una pasión y lujuria de un modo casi constante. Todo era tan intenso, tan a flor de piel... que parecía no ser real. Pero lo que más la llenaba, era ese sentimiento de pertenencia constante. Ese que no comprendía, que era incapaz de razonar, pero que la hacia inmensamente feliz... Sentirse Suya, cada segundo, como unida a un pequeño hilo del que Él tiraba a cada instante para recordarle quien era su Dueño. Su ferviente deseo era darle todo lo mejor de ella, adoraba ver Su felicidad, y esforzarse en lograrlo era la mayor satisfacción.
Percibía Su compañía durante todo el día, sentía estar rodeada de una protección invisible, notando como Su mano la guiaba a cada momento. Aún estando sola, ella no podía evitar ver Su imagen antes de dormirse y oír Su voz un segundo antes de despertar... Porque sola o acompañada, Él estaba en todas partes y Su halo la perseguía dibujando una sonrisa con cada tarea del día a día. Aún así, Le añoraba, sí, añoraba Su presencia real... constantemente, y a la vez aprendía a disfrutar de esa espera, esa espera que solo Él podía romper, y que deseaba con anhelo.
Pero mientras, con infinita paz, ella se duchaba, se perfumaba, se arreglaba... y todo lo hacia (consciente, o quizás inconsciente) por y para Él. Quería estar perfecta, cuidaba hasta el más mínimo detalle, y ciertamente, era un placer hacerlo. Todo comenzaba, en ese mágico momento... el momento de la anticipación. Casi podía sentirle, casi podía olerle, su piel se erizaba percibiendo ese aliento invisible en su nuca.
Solo escuchar el ruido de Su coche llegando, y ella notaba los nervios en su estomago y su pulso acelerarse. Corriendo a colocarse en su lugar, como a Él le gustaba. Sabía que la haría esperar... sí... pero no le importaba. Lo esperaba... arrodillada en su sitio... tan solo adornada con su collar y sus zapatos de tacón... Con la mente en pausa y el corazón desbocado. Su espalda rígida con su pecho erguido, sus piernas entumecidas y temblorosas, y su mirada, fija, fija en esa puerta, esperando con ansia que se abra para bajar su mirada, y deleitarse con Sus pasos... La respiración entrecortada, la adrenalina recorriendo sus venas, y entre sus piernas una humedad en aumento, palpitante...
-¿Que siento por Él? (pensaba ella).¿Amor, deseo, adoración...?.
-Más, simplemente... MUCHO MÁS.
Estoy nerviosa, intento concentrarme en digerir lo que ocurrirá en los próximos minutos.
Apoyo mi vientre en el borde de la cama, arqueo la espalda y me preparo para el momento… muchos sentimientos se mezclan en mi… temor, confianza, tensión, deseo…
Siento una caricia sutil, apenas perceptible… un simple anuncio de que ha llegado el momento… estoy preparada…
Un silbido en el aire, un sonido seco… mi cuerpo se tensa por completo, siento la adrenalina correr por las venas y aparece un dolor agudo, como miles de agujas clavándose a la vez en línea recta… aprieto los dientes y los puños. Me concentro en el dolor, que tras unos segundos, mágicamente desaparece cediendo el lugar al calor y la excitación… entonces, mi cuerpo se relaja totalmente y… lloro.
Pero mis lágrimas no ruedan por mis mejillas… ruedan por mi entrepierna…
Hace unos días, hablando con un amigo me di cuenta de algo… de lo enormemente orgullosa que estoy de ser esclava… de ser la esclava de FGL.
Recuerdo la primera vez que me marcó, hice lo imposible por esconder las marcas, me daba vergüenza, el simple hecho de tener que dar explicaciones me agobiaba… y ahora… casi me molesta que no se vean.
O cuando me regaló el collar… saber que todo el mundo podía leer que era propiedad de él, me asustaba (Dios… qué pensarían de mí). Hace poco, alguien me dijo… “Joder!!! Parece un collar de perro”, y muy altiva contesté: “Es que lo es”.
Y es que ahora es distinto. Ahora el sentimiento está por encima de todo, ahora mi entrega es lo único que me importa… porque al convertirme en esclava he conseguido ser libre.
Porque ya no siento vergüenza ni siento agobio, porque me da igual lo que la gente piense, porque soy lo que quiero ser y me siento muy orgullosa y plenamente feliz de serlo, porque así lo quiero y porque mi corazón necesita decir a gritos que… "SOY LA ESCLAVA DE FGL”