Los deseamos y los odiamos de la misma forma. Queremos y detestamos tenerlos que pasar. Nos tranquilizan y nos desquician al mismos nivel.
Son momentos de sensaciones que hacen tu cuerpo y tu mente entre de lleno en un autentico huracán de sentimientos. Se preparan para lo que puede llegar y, en parte, sin querer la mente ya vuela por su cuenta mostrando diferentes situaciones en las que anhelamos estar.
El pulso se acelera, la respiración se hace más pesada y notas como todo tu cuerpo empieza a calentarse, como partes de tu cuerpo reclaman Sus manos, Sus caricias, Su dureza. Notas la tensión, las ansias de sentirle, las ganas de ser lo que Él desee que seas.
Esos minutos previos, son minutos que serán sólo nuestros. Nadie puede robar esos minutos previos donde el remolino que se siente no puede ser vivido por otra persona que no seamos nosotros mismos, deseando ese primer roce, esa primera orden
Esos minutos de espera son un pequeño tormento, pero sin lugar a dudas un tormento dulce.
Después de llegar a rozar con los dedos el cielo en algunas ocasiones o el calor del infierno en otras, después de dejar que te invadiese todos los sentidos y recovecos, llega la calma y la paz.
Es una paz placentera ya que todavía sientes y percibes los coletazos de ese último subidón de adrenalina. Tu cuerpo todavía tiene el recuerdo de Sus manos, siente el escozor del látigo y la fusta, el pequeño pinchazo de dolor placentero cuando tu ropa roza los pezones.... y todo estas sensaciones te sacan una sonrisa.
Pero es también una paz y una calma que pueden ser efímera, y digo pueden, porque no siempre tiene que ser pasajera ni corta pero, en ocasiones, ocurre que se acaba. Puede pasar en el momento, en pocas horas o que pasen unos días, pero cuando se da no se está preparada para predecir sus ataques.
Hacer frente a esa espiral en bajada desde la nube en donde te encontrabas, no es nada fácil. Es una sensación de auténtica desolación, angustia e incluso de un vacío interior que no sabes como “gestionar”. Te encuentras perdida y a la deriva, con esa necesidad de volver a encontrar un puerto seguro al que amarrarte para no naufragar. Necesidad de llorar, sacar toda esa amargura de tu interior, llorar para limpiar el alma, llorar para coger fuerzas para seguir caminando.
Hacer frente a esa espiral de bajada desde la nube en donde te encontrabas, es volver a encontrar un equilibrio entre tu cuerpo y tu mente. Hacer lo posible para que los caprichos del cerebro no sean más fuertes que tus deseos. No dejar que te haga dudar de lo que quieres y anhelas. Al fin y al cabo, volver a conectar con tu “yo” interno.
En definitiva, hacer frente a esa espiral de bajada de la nube en donde te encontrabas, es una paso más que puede que tengas que dar en este placentero y emocionante camino.
siomara_{AK}
Quitarse la ropa frente otra persona no deja de ser un acto sencillo, al fin y al cabo, es sólo un cuerpo, es sólo carne, algo físico, que se puede tocar.
¿Pero que me dicen de quitarle la ropa a lo que cada uno guarda dentro de si mismo frente a otra persona? ¿Les resulta un acto sencillo? A mi modo de ver es un acto que tiene que tener sus tiempos, que tiene que ir despacio, que se le tiene que dedicar mucha paciencia y, sobretodo conocimiento sobre uno mismo.
El desnudarse de forma emocional conlleva poner en riesgo mucho de uno mismo. Ya no sólo estamos hablando de dejarle ver a otro tus perversiones y fantasías más oscuras, no es sólo dejarle ver tus deseos y anhelos, no es sólo dejarle ver tus facetas buenas, también es hacerle participe de tus miedos y terrores, es dejarle ver tus limitaciones, es mostrarse sin tabúes, dejarle entrar a la otra persona hasta el fondo de tu propio ser, mostrándole tu vulnerabilidad y dejándole en sus manos todo tu ser.
Desnudarte de esa forma es hacerle saber a la otra persona que confiamos en que va a saber cuidar y mantener a salvo esa pequeña parte de cada uno, que obrará en consecuencia por no dañarlo. Es una desnudez más profunda, laboriosa y, a la vez, más placentera.
Cuando uno da el paso de desnudarse de esa forma ante otra persona, ya no valen las máscaras, las barreras que se levantaban entre ambos desaparecen, los secretos no existen porque damos la oportunidad al otro de que pueda entrar hasta las entrañas de cada uno, decirle: “Mirame, esta soy yo, tal cual lo ves, sin maquillaje para disfrazarme, sin antifaz para esconderme, sin nada más que mostrar que lo que ves”.
siomara_{AK}
Todo el que este en torno al BDSM sabe el significado del collar dentro de este mundo. Sabe que es el símbolo de la entrega de un/a sumiso/a a su AMO/A.
No se nos olvide que ese símbolo, ya sea físico o virtual, sella de una forma el vinculo D/s que se crea entre la parte Dominante y la parte sumisa. No voy a repetir lo que ya se ha dicho y escrito de lo que conlleva e implica un collar dentro de este tipo de relaciones, implica responsabilidad y compromiso por ambas partes y conlleva esfuerzo y trabajo para obtenerlo y para conservarlo, porque a mi modo de ver, no vale sólo con conseguirlo, sino que se tiene que conservar una vez que ya se tiene y eso, a mis ojos, es lo complicado.
Llamarme inocente o idealista, llamarme incluso ciega pero no me puedo creer que alguien este dispuesto a imponer o dar y, por otro lado, aceptar y llevar unas iniciales que no se hayan ganado. No hablo simplemente de ir creciendo a nivel físico, no hablo de ser la más sucia, la más zorra de las sumisas o la que sea capaz de aguantar una tremenda azotaina por parte de su AMO. ¿Porque de que sirve eso si no se siente? ¿De que sirve si no lo interiorizamos como parte de nosotros, de lo que somos?
Para mi y a mi modo de ver, el ser merecedor/a de las iniciales de un AMO/A es el trabajo de interiorizar el sentimiento de propiedad hacia Él/ Ella. Puede que no todo el mundo lo vea y lo sienta de ese modo, pero es como yo lo siento y como lo sigo sintiendo. Para mí, las iniciales de mi AMO no son un adorno que llevo al final de mi nick, son mucho más, son una marca que llevaba dentro de mí incluso antes de ser visibles a todo el mundo. Es más, y sin que con esto se crea que no este orgullosa de ser portadora de ellas ni que las menosprecie, pero si no las llevara, no cambiaría nada en mí, no sería diferente, por eso soy de la opinión de que las marcas de propiedad de un sumiso primero se deben de llevar de forma que no sean visible a los demás y eso es algo que requiere tiempo y paciencia.
Con esto no quiero decir que mi punto de vista sea la acertada, ni que sea la válida, haya cada cual lo que desea conseguir cuando inicia una relación D/s pero lo que si que da cierta tristeza es que no se valore como se debe algo que implique tanto por parte de ambos roles.
siomara_{AK}
¿Cual fue el primer pensamiento que se os cruzó en el momento que le diste nombre a lo que os pasaba? En mi caso, el primer pensamiento o mejor dicho la primera palabra que se me cruzó por mi cabeza fue debilidad. Sí, es un pensamiento por el que ahora me avergüenzo, pero por el que he tenido que pelear en más de una ocasión a lo largo de estos meses.
Como se ha dicho muchas veces, en los principios de un@ sumis@, hay momentos de confusión, desconocimiento y de sentimiento o sensaciones contradictorias, pero soy de las que pienso que cada persona las siente o las vive de forma diferente porque cada cual tiene una historia detrás antes de aterrizar en el BDSM.
En mi caso, ese sentimiento o sensación contradictorio tiene que ver con ese signo de debilidad que asociaba a la figura del sumiso/a. He vivido situaciones con mi anterior pareja sentimental (vainilla) en las que me ha considerado la parte débil de la pareja, porque no me costaba amoldarme a sus gustos e incluso anteponerlos delante de los míos, siempre era la que estaba disponible ante cualquier eventualidad que le surgiera o ante sus caprichos. En consecuencia, para esa pareja me consideraba débil por dejarme manejar con esa facilidad a su antojo, no dejaba de recalcar que ese tipo de actitudes son defectos que tenía y que no era bueno mostrar esa debilidad tan abiertamente, con lo que intentas reprimir ciertas actitudes y que cuando te salen te las recrimines a ti misma, entrando en un bucle que en donde nunca te encuentra bien contigo misma, incluso que llegas a un momento que no te reconoces, y que el único motivo que tienes para seguir es que estas enamorada como una tonta.
Una vez puse fin a esa relación, me prometí a mi misma no volver a caer en ese tipo de errores, me prometí ser mucho más fuerte y no dejarme manejar por ningún otro hombre, ni mostrarme débil frente a nadie. No iba a dejar que nadie me hiciera sentirme mal conmigo misma.
Pero entonces, aparece esa persona que hace que te lo replantees de nuevo todo. Esa persona que te exige que profundices en ti misma, que no te avergüences de mirar en tu interior y explores tus deseos. Esa persona que hace que busques lo que realmente necesitas y deseas para ser feliz, para sentirte cómoda y completa contigo misma. Esa persona que te escucha y hace que tu cabeza piense y razones con tus dudas y miedos. Esa persona que poco a poco hace que tu mente se abra para poder tener otra perspectiva y te da una nueva visión sobre lo que es ser sumis@, limpia tu mente de significados despectivos que pueden acompañar a esa palabra, incluso de perjuicios propios que ni tu misma creías que podías tener.
siomara_{AK}
Desnuda, sólo con unas medias y unos zapatos de tacón. Respira
profundamente mientras espera de rodillas a recibir instrucciones,
sabiendo que es un día especial. De fondo una melodía suave, se intenta
concentrar en ella para poder tranquilizarse.
Escucha como lo prepara todo, percibe los diferentes movimientos que
hace por la habitación y como, aprovecha alguna ocasión para rozarla
cuando pasa cerca de ella. Hasta que se coloca detrás de ella y le
susurra a su oído:
- ¿Impaciente, mi siomara?
- Más que impaciente, nerviosa, mi AMO.
- No debes de estarlo pequeña, estas conmigo, tu AMO.
- Lo sé, mi AMO.
- Levántate y deja el cuerpo relajado
Hace lo que le dice, de espaldas a ÉL, mientras le coge sus hombros y
siente su respiración en su nuca.
- Separa los brazos del cuerpo y abre las piernas, mantente de este
modo hasta que yo te diga que los muevas, mi pequeña.
Y de ese modo, como un cristo en cruz, ella se deja hacer. El primer roce
de la cuerda en su cuello le hace tener un escalofrío que le recorre toda
la espalda. Tras pasar las cuerdas entre sus piernas, Él sigue atando sus
pechos, su abdomen y con cada nudo, con cada pequeño tirón ella siente
un relámpago de placer, directo a su entrepierna.
Sin esperarlo, Él le susurra que suba a la cama y se ponga a cuatro
patas, le indica suavemente con un pequeño toque en la nuca que
recueste la cabeza el la almohada, mientras que le guía sus brazos por
entre sus piernas. Él la coloca y maneja a su antojo, mientras que ella no
deja de sentir cada roce de las cuerdas por su cuerpo, como pequeñas
caricias, haciendo que su pulso se acelere. Una vez que le termina de
unir las muñecas a sus tobillos, ata ambas piernas a una barra de
madera para mantenerle totalmente abiertas.
Porque es de ese modo como se siente ella, abierta y expuesta para Él,
indefensa y vulnerable ante Él, sin poderle esconder su excitación, sin
poderle ocultar su humedad. Totalmente indefensa y a Su merced para
que haga con ella lo que se le antoje, lo que desee y eso, hace que su
corazón retumbe por todo su cuerpo, que su pulso se acelere.
Siente el pequeño roce de sus dedos, por sus nalgas mientras que se
inclina para susurrarle al oído:
- Mi siomara, no sabes lo hermosa que es la vista que tengo de mi
pequeña perra.
siomara_{AK}
“Suya” una palabra de cuatro letras. Una palabra que si nos atenemos a su significado
viene a indicar “ Forma del posesivo de tercera persona del singular; indica que el nombre
al que acompaña pertenece, se relaciona, está asociado, etc”. Una palabra que se utiliza
en nuestra vida cotidiana como cualquier otra.
“Suya”, sí, una bonita palabra, de pronunciación fácil, incluso a ojos que no ven más allá
una palabra simple. Que no implica mucho más que para construir una frase, de utilizarla
como lo que es, un pronombre posesivo.
Pero la palabra “Suya” implica mucho más. Implica descubrimiento y conocimiento.
Descubrimiento de un mundo que en ciertos modos se cree oscuro pero que, con el
tiempo suficiente, lo llegas a percibir de una forma totalmente diferente. Conocimiento de
sobre uno mismo, de los deseos y necesidades que nos mueven y que hasta ese instante
estaban dormidos, escondidos dentro de cada uno de nosotros.
La palabra “Suya” implica valentía. Valentía de saberse y aceptarse como lo que eres,
como lo que deseas ser y, además, se esté dispuesta a dar el paso para perseguir los que
realmente se desea, lo que se quiere.
La palabra “Suya” implica esfuerzo y dedicación. Esfuerzo por conseguir con cada paso
dar lo mejor de cada una, dar todo lo que se lleva dentro, lo que Él desea, pero sin
descuidar el cuidado de ese vínculo, esa unión que poco a poco y con mucho esmero se
va creando entre ambos.
La palabra “Suya” implican actos y hechos. Actos y hechos de sinceridad, confianza y
transparencia. Cada cual con uno mismo y, por consiguiente, con la otra persona.
Y como su propio significado dice, la palabra “Suya” implica pertenencia. Pero no una
pertenencia meramente física, que lo es, sino que sea interiorizada. Sentir que se
pertenece a alguien, que aunque no se toquen, no se huelan, no se vean, lo tengas dentro
de ti como una segunda piel. Una marca, invisible a los ojos pero que sabes que está ahí,
dentro, que la sientes, que la notas, “Suya”.
siomara_{AK}
Viernes. Cinco de la tarde. Esta frente a la puerta de su portal. Coge aire y lo suelta
lentamente, necesita tranquilizarse, necesita que los latidos de su corazón se calmen. Ha
pasado mucho desde su último encuentro con ÉL, desde su último fin de semana juntos.
Toca el timbre y la puerta se abre, sin preguntar quién llama, ya que le está esperando.
Empieza a subir mientras por su cabeza pasa todo el tiempo de espera que han tenido que
soportar hasta llegar hasta ese momento, hasta llegar a las puertas del reencuentro con
su AMO. Llega al piso correspondiente y antes de tocar el timbre de su puerta, está se
abre para dejarla pasar. Entra y antes de que intente darse la vuelta, Él la coge de la
cintura y le susurra al oído.
- No te gires, vete a mi habitación, deja la maleta en el lugar de siempre. Después
quítate la ropa y espérame en tu alfombra como sabes que tienes que esperarme.
- Si, mi Amo, así lo haré.
Sin preguntar, sin rechistar se encamina a la habitación de su AMO, deja la maleta y
empieza a desnudarse. Su cabeza no para durante el proceso, preguntándose una y otra
vez que es lo que tiene pensado hacer, que planes tiene. Cuando esta desnuda del todo,
rodea la cama hasta el otro lado, donde esta su alfombra. Se coloca en el centro y
despacio empieza a arrodillarse, cabeza agachada, manos en los muslos y con las
palmas hacia arriba.
Pasan los minutos, su nerviosismo aumenta, el remolino en el estomago es mayor. Oye
sus pasos acercándose por el pasillo, lo oye como abre la puerta de la habitación y se
acerca a donde se encuentra. Pone la silla que tiene en la habitación delante de ella y ÉL
se sienta.
- Preciosa…. mirame, pequeña.
Levanta la mirada y fija sus ojos en los de ÉL. Esos ojos que tanto ha echado de menos,
que tanto ha añorado. Nota como pasa la palma de su mano por la mejilla de su cara, sin
dejar de mirarla. Como pasa los dedos por sus labios, como le alza la cabeza desde el
mentón. Mientras Él se acerca a su boca, sin tocarla, sin rozarla.
- Ya has vuelto. Ya estas en casa otra vez, pequeña.