El ser humano es una animal dinámico, que va evolucionando a lo largo de su vida y que no deja de adquirir experiencias y conocimientos que ayudan en su aprendizaje desde que nace hasta que su corazón deja de latir.
Es difícil decir cuando uno se da cuenta que es de ese modo, cuando se es consciente que a lo largo del recorrido se deben superar etapas, ciclos que son necesarios pasar, de los que se aprende para futuros pasos que se darán para seguir el camino.
Caminos que en ocasiones son duros de recorrer, por lo que uno va dejando atrás, dado que hace que renuncies a sueños y proyectos en los que uno creía serían posibles y que ya no los va a poder ver cumplidos. Son caídas y tropiezos que duelen, no por las marcas visibles que pueden dejar, si no por las que se quedan dentro de uno mismo y que tardan mucho más en cicatrizar.
Cicatrices de heridas que con tiempo y paciencia dejan de escocer, dejan de doler, pero que las puedes ver para no olvidar que fue lo que las hizo estar donde están, para no volver a tropezar en el mismo error, para saber que decisiones se deben tomar para poder llegar a lo que todo el mundo quiere, ser feliz.
Porque es lo que deseamos, es lo que todos ansiamos, lo que todos los seres humanos andamos buscando durante todo este proceso que llaman vida, ser seres completos, felices y satisfechos, primero cada cual consigo mismo y, posteriormente, con los que nos rodean o puede ser nuestro compañero a lo largo de este camino.
Por esa razón, es importante que tras cada caída, saber que nos tenemos que levantar y aunque cueste volver a empezar de cero, volver a recorrer otro camino diferente, volver a querer confiar en que las cosas pueden ser de otra manera, volver a intentar confiar en que se puede hallar lo que uno necesita y desea. Volver a confiar y a creer que merece la pena correr ese riesgo.
Toca volver a empezar…..
siomara