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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de jessika


Entro de puntillas, con el sigilo propio de una gata... Casi acompasada por el sonido de la lenta música de fondo. Las velas tintinean con la luz justa para verme, y ahí estoy, reflejada en el enorme espejo... En medio de la penumbra no me siento como a plena luz, casi siento ser otra, o quizás en ese instante sea mi yo más real. 


No tardo demasiado en desnudarme, aun haciéndolo lentamente, dejo pronto mi piel expuesta, ante el suave reflejo del fuego de cada vela. Observo mi mirada en el espejo, se que estoy desnuda, pero no miro... no me atrevo aún. 


Petrificada, parezco intentar traspasar mi propia mirada en el espejo, quizás para poder dislumbrar mi interior, ese que aún no termino de comprender. O tal vez para intentar transformar mi mirada en la Suya.. quiero poder ver con Sus ojos, deseo saber que siente Su mente... aunque se que no puedo. 


Es entonces cuando envuelta en la vergüenza de sentirme observada, y a la vez el descaro de desearlo... que recorro todo mi cuerpo con la mirada. Me giro, me inclino. Mostrada, expuesta, analizando cada centímetro de mi piel como si jamás lo hubiese visto. 


Tras acercar una silla frente al espejo, me siento, casi a cámara lenta... Por un segundo me veo cuerpo de niña, incluso cierto miedo e inocencia en mi faz. Hasta clavar de nuevo los ojos en la mirada profunda del espejo, y transformo nuevamente mi expresión... me exhibo, retorciéndome en movimientos para explorarme al completo, no quiero ocultar ni un rincón de mi piel... nada!


Siento la imperiosa y repentina necesidad de tocarme, observarme parece ya no ser suficiente... Comenzando por acariciar mi cuello, mis pechos, mis brazos, mis caderas, mis piernas... Recorro cada pequeño rinconcito de mi piel, sin poder dejar de hacerlo. Noto la suavidad, el calor, casi siento más en mis palmas que en mi propio cuerpo... y ni siquiera se porque. 


A pesar de la poca luz puede apreciarse el tono claro de mi piel. Esas pequeñas piernas que se cruzan para acariciarse entre sí, que entreabro timidamente, para mostrar la oscuridad oculta que percibo brillar en el espejo. Mis manos suben y bajan, jugando con la suave curva de la cintura, cuando llegan a mis caderas clavo mis uñas en la carne, y de nuevo me observo, casi hipnotizada. 


Me acerco más al espejo, arrodillándome en el suelo, el piercing del ombligo crea pequeños destellos con cada movimiento. Abro las rodillas todo cuanto puedo, y al apoyar las manos en el suelo miro el leve balanceo de mis pechos, pálidos, pequeños. Los pezones color caramelo son como un adorno que corona la cima de blanca piel... 


Mientras continuo a cuatro patas voy girando lentamente, hasta dejar mis nalgas abiertas frente al espejo... Quizás sea el momento que más avergonzada me siento, y tras cerrar los ojos unos instantes y respirar lentamente, me obligo a bajar la mirada entre mis pechos. Y abriendo aún mas mis piernas me observo, postrada y abierta, expuesta y ofrecida. Los pechos suben y bajan al compás de la agitada respiración, el sexo más rosado que nunca, deslumbra de incontrolable humedad. 


Un calor repentino inunda mi cara, y los nervios bajan más allá de mi ombligo... No me observo yo, me observa ÉL.



Lo cierto es que ella nunca fue amante del dolor. No lograba comprender el erotismo de ser azotada. Tan solo le parecían golpes... golpes que en ningún contexto podían resultarle placenteros. Hasta que Él le mostró cuan equivocada estaba, enseñándole como aprender a disfrutar con todo lo que a Él Le satisfacía. Y así era, pues adoraba ofrecerle ese dolor a su Señor, como Él gustase en cada momento, eso no importaba. Sentirse reclamada ya era una inmensa felicidad, y regalarle placer o dolor, la llenaba de plenitud.


No podía evitar esos nervios en el estomago cuando se postraba a Sus pies, ni esa humedad entre sus piernas... Tantas sensaciones recorriendo su ser! Solo el hecho de estar expuesta para Él ya le producía una gratificación absolutamente indescriptible. Incluso percibía la anticipación de su tacto, cuando aún ni siquiera la había tocado. Su cuerpo temblaba esperando el primer estallido del látigo, o la primera nalgada, o el primer fustazo... La incertidumbre la devoraba por dentro, y cuando por fin lo sentía en su carne, toda su piel se erizaba. Él cada vez la exigía más, poniendo a prueba su resistencia, su aguante, su entrega... Su capacidad de transformar el punzante dolor en la más suave caricia. 


Cuando los azotes se volvían más seguidos, y más intensos... Agarrotaba todo su cuerpo, apretando sus puños y concentrando sus sentidos. Sentía la fuerza de Su Dominio, Su control en cada pausa, y Su respiración, esa que encendía sus entrañas y que insaciable la hacía desear más. Sí, ese dolor se tornaba poco a poco en placer, sin saber como, pero cada vez disfrutaba más con aquello, ese quemazón que abrasaba su piel, le recordaba lo Suya que era. Siente su Amo, como una bruma que recorre todo el aire, comenzando a crecer en ella un hormigueo casi embriagador que colapsa, mente y cuerpo. 


Su mirada queda perdida en la nada, con la sensación de tener lo ojos en blanco, o no ser capaz de enfocar lo que ve. Ya no percibe dolor alguno, el ruido de los latigazos parece oírse cada vez más distante. Es un sonido que se va desvaneciendo, como si procediese desde dentro de una cerrada caja de cristal... una caja cada vez más, y más lejana. Su cuerpo va pasando de la tensión al relax más absoluto, con la contradictoria sensación de sentirse pesada, y a la vez flotando. Ya no hay gritos, tan solo un leve gemido con cada azote, un nimio jadeo ahogado en su garganta. Su mente está en otro lugar, su alma ha abandonado totalmente su cuerpo... Casi no ve, casi no oye... no es capaz de articular palabra... ni siquiera es consciente de su boca abierta y su saliva goteando. 


Está sumida en un mundo irreal, donde Él es un demonio arrastrándola a profundidades desconocidas... Un ángel capaz de hacerla acariciar las nubes... Un Amo que dominando su mente y poseyendo su carne... Alimenta su hambrienta alma sumisa. 




jessika


Nunca he sido excesivamente aficionada a las redes sociales, pero tras más de un año entre estos muros, se me hace extraño no hacer una pequeña reflexión... 


Este tiempo ha modificado mi modo de pensar en infinidad de pequeñas cuestiones, aunque también he mantenido muchas de mis ideas intactas. Hoy puedo decir que tengo muy claro lo que quiero, aún siendo consciente de que este es un sendero misterioso y desconocido, donde una nunca deja de sorprenderse, ni sabe exactamente hasta donde llegará. Pero tengo la tranquilidad de sentirme orgullosa, sí, orgullosa de haber sido siempre sincera, de haber ido paso a paso y sin prisas, de haber sido exigente conmigo misma y con los demás, de no haber olvidado en ningún momento la persona que siempre he sido... 


Y también afortunada. Afortunada de descubrir mi capacidad de percibir tanto a través de otra persona, de creer transformarme en un simple pedacito de barro esperando adquirir su forma, de disfrutar de las lágrimas del esfuerzo, de temblar de incontrolable excitación, de apreciar la dura caricia del dolor, de ver con el alma en vez de los ojos, de emocionarme de un modo indescriptible, del placer de desprenderme de todo egoísmo, de flotar en un climax mental infinito, de la imperiosa necesidad de darme toda entera... En definitiva, de sentir a un nivel tan superior que puede que a veces abrume o desconcierte... pero a fin de cuentas (y manteniendo siempre los pies en el suelo), es un privilegio que forma parte de mi ser.


Estos meses no han sido siempre un camino fácil, es cierto... Posiblemente haya vertido lágrimas innecesarias, y me he saturado con mil y una reflexiones, pero también he sentido una plenitud que no conocía. Y he descubierto y comprendido cosas de mi misma que nunca habría imaginado, o quizás, quien sabe, que simplemente no me atrevía a reconocer. Motivo por el que tengo la certeza de que seguiré mi andar, sin prisa pero sin pausa, aprendiendo y creciendo, atenta sobre manera a esas personas que hablan desde la experiencia. Que poseen la sabiduría que yo aún no tengo, y que aunque duela, suelen acertar de pleno en su dictámenes. Aunque también a esas personas que empiezan, que aún perdidas, en muchas ocasiones te ayudan a ver las cosas desde otro prisma, mostrando la vulnerabilidad que todos podemos llegar tener, y recordando la importancia dejarnos envenenar, obsesionarnos, o desviarnos del camino que deseamos seguir. 


Tengo muy claro lo que soy... sí, soy sumisa, pero solo para quien yo le concedo ese poder, para quien lo despierta, para quien lo gana, para quien me llena, para quien sabe romper mi coraza y hacer aflorar esa necesidad de entrega, para quien alimente mi deseo de mejorar, de complacerle a toda costa, de avanzar en mi sumisión, para quien me hace reflexionar y sabe tocar mi mente de sumisa sin olvidar la persona que la alberga. Porque ante todo soy mujer, y eso siempre irá por delante... Mujer que nunca dejará que la sumisa se pierda, que en el fondo no sabe dejar de intentar razonar lo irrazonable... Pero también mujer que lucha para que esa sumisa descubra todo lo que puede llegar a ser, todo lo que puede superar, todo lo que puede llegar a dar, y la indescriptible plenitud que sienta al hacerlo. Esa sumisa que siente, con la mente, con el alma y con cada poro de su piel. Pero que solo acepta un Dueño que sea Hombre antes que Dominante, porque ni estoy perdida, ni desesperada, ni necesito una tabla de salvación. 


Y es que... esa jessika que entró aquí hace ya 13 meses... oculta bajo su caparazón, desconfiada y esquiva... Pensaba, recelosa, que solo entraba a aprender, y que no compartiría ni sentimientos, ni temores, ni vivencias... con nadie. Y sí, he aprendido, he aprendido sobre todo que aún me queda mucho por aprender, mucho más de lo que en un principio pensaba. Pero curiosamente, la gran mayoría lo he aprendido, de esas personas. Esas que he conocido aquí, que algunas he tenido la oportunidad de tocar, besar y abrazar. Esas que han pasado a formar parte de mi vida, y que espero que en cierta medida siempre sigan ahí. Esas que hoy quiero decirles desde el cariño... Gracias.



-¿Que siento por Él? (pensaba ella). ¿Amor, deseo, adoración...?.


Aquel hombre la producía una admiración y respeto, que jamás había tenido. Inundándola de una pasión y lujuria de un modo casi constante. Todo era tan intenso, tan a flor de piel... que parecía no ser real. Pero lo que más la llenaba, era ese sentimiento de pertenencia constante. Ese que no comprendía, que era incapaz de razonar, pero que la hacia inmensamente feliz... Sentirse Suya, cada segundo, como unida a un pequeño hilo del que Él tiraba a cada instante para recordarle quien era su Dueño. Su ferviente deseo era darle todo lo mejor de ella, adoraba ver Su felicidad, y esforzarse en lograrlo era la mayor satisfacción.


Percibía Su compañía durante todo el día, sentía estar rodeada de una protección invisible, notando como Su mano la guiaba a cada momento. Aún estando sola, ella no podía evitar ver Su imagen antes de dormirse y oír Su voz un segundo antes de despertar... Porque sola o acompañada, Él estaba en todas partes y Su halo la perseguía dibujando una sonrisa con cada tarea del día a día. Aún así, Le añoraba, sí, añoraba Su presencia real... constantemente, y a la vez aprendía a disfrutar de esa espera, esa espera que solo Él podía romper, y que deseaba con anhelo. 


Pero mientras, con infinita paz, ella se duchaba, se perfumaba, se arreglaba... y todo lo hacia (consciente, o quizás inconsciente) por y para Él. Quería estar perfecta, cuidaba hasta el más mínimo detalle, y ciertamente, era un placer hacerlo. Todo comenzaba, en ese mágico momento... el momento de la anticipación. Casi podía sentirle, casi podía olerle, su piel se erizaba percibiendo ese aliento invisible en su nuca. 


Solo escuchar el ruido de Su coche llegando, y ella notaba los nervios en su estomago y su pulso acelerarse. Corriendo a colocarse en su lugar, como a Él le gustaba. Sabía que la haría esperar... sí... pero no le importaba. Lo esperaba... arrodillada en su sitio... tan solo adornada con su collar y sus zapatos de tacón... Con la mente en pausa y el corazón desbocado. Su espalda rígida con su pecho erguido, sus piernas entumecidas y temblorosas, y su mirada, fija, fija en esa puerta, esperando con ansia que se abra para bajar su mirada, y deleitarse con Sus pasos... La respiración entrecortada, la adrenalina recorriendo sus venas, y entre sus piernas una humedad en aumento, palpitante...


-¿Que siento por Él? (pensaba ella).¿Amor, deseo, adoración...?.

-Más, simplemente... MUCHO MÁS.



En primer lugar creo que un justo y más que merecido encabezamiento, sería dejar claro que en este tiempo he tenido la suerte de encontrarme con Dom admirables. Los cuales me han regalado amabilidad y muy buenos consejos. Y que ante todo me han demostrado ser grandes Personas, y desde luego tienen todo mi respeto y aprecio. Motivo por el cual aún me molesta más que haya quienes utilizan ese buen nombre y ensucian a esas que sí son dignas merecedoras de Su titulo. Doy gracias por la grandísima labor que se realiza en esta lugar, pues es una ardua tarea controlar y valorar ciertas cosas. Pero como ocurre en todos lados, y más en la red, es inevitable que entren malas personas. Ninguno somos santos, está claro, pero hay quien ciertamente parece no ser siquiera ser humano.


No es nada nuevo que las sumisas (sobre todo novatas) tenemos que lidiar de vez en cuando con pseudo-Dom que, incrédulamente, se piensan que solo somos una panda de salidillas, buscando que nos degraden, que nos usen, o que perseguimos desesperadas a cualquier poseedor de un látigo. Sí, esos que nos hablan bajo el flamante envoltorio de ser ávidos conocedores del BDSM, con infinidad de contradicciones y diciéndonos las cuatro estupideces que tienen aprendidas. Casi puedo verlos a través de la pantalla, con su sonrisa de prepotencia y su errada idea de que nos chupamos el dedo. Somos sumisas, sabemos bien cual es nuestro lugar, y procuramos ser amables y educadas, por supuesto. Pero eso no nos convierte en estúpidas ni en felpudos humanos, ante todo nos valoramos como personas, y quien no nos muestra respeto, no merece en absoluto el nuestro. Así que, no exijáis algo que no merecéis, ni lo achaquéis a la tonta idea de que por ello somos menos sumisas.


Ingenuamente, en un principio pensé que estos Amitos eran el único peligro, pero no. Quienes de verdad son de temer, son los Dom sobrados de experiencia, pero con graves carencias de ética y moral. Que con su labia y su carisma intentan manejarnos a su antojo. Con fingida educación y amabilidad, utilizan sus malas artes para engañarnos y llevarnos por donde ellos quieren. A esos solo decirles que sabemos bien leer entre lineas y al final, todo cae por su propio peso. Y en el supuesto caso que nos engañen, no es motivo para sentiros orgullosos y superiores, os lo aseguro, sino más bien todo lo contrario. Graciosa ironía el que os consideréis superiores a personas que tienen una sensibilidad, que Ustedes jamás alcanzareis a poseer. Seguid, seguid llenando vuestros egos de muescas sumisas, llegará el día en que descubriréis horrorizados, que solo habéis malgastado el tiempo. Y no os consolará tener un alma vacía y ser tristes Dueños... de NADA!.


Tengo la sensación de no estar mostrando una actitud muy sumisa en este escrito, pero lo lamento. Las circunstancias a veces me obligan a amordazar a jessika la sumisa para darle una pequeña charla mental. Porque la que os habla y está indignada, es la persona que soy... Esa que puede que no sepa mucho de BDSM, ni como analizar a un Dom, y de vez en cuando dé su amistad a quien no la merece. Esa que aún confiando siempre en la buena voluntad de la gente, se acaba llevando alguna que otra bofetada de realidad. Esa que espero nunca olvide que todos somos Personas, independientemente del sexo o el rol. Personas exactamente iguales, y ninguno es ni más ni menos, ni mejor ni peor... Aunque algunos se empeñen en marcar la diferencia.


Solo me queda añadir que no pretendo levantar ampollas con este escrito, ni crear enfrentamientos innecesarios. Tan solo tengo la necesidad de exponer un pensamiento, que quizás por un cumulo de circunstancias supone un peso del que me quiero librar. Tal vez ya he llegado al límite de decepciones y quiero hacer borrón y cuenta nueva. Así que para finalizar, solo deciros a todos aquellos que vivis de burlaros, manipular y herir. Que puede que engañeis a personas débiles, vulnerables, inexpertas, ingenuas... Sí... Pero lo siento, aún así, esas personas valen, y valdrán siempre, mil veces más que ustedes.




"Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja" (proverbio italiano)

Todo cambia con un gesto, o una sola de Sus palabras, algo se modifica en mi. La mente se limpia, el corazón se acelera y el alma se abre. La mujer se esconde, se retira... y la sumisa despierta con el único fin de servir, obedecer y complacer.


Vuela algo en el ambiente, algo que me envuelve, que me desnuda... y a la vez me protege. Mi piel se eriza imaginando Su aliento, mi cuerpo tiembla deseoso de Sus dedos... y toda yo me convierto en Él. Porque Él está dentro y a la vez fuera.


Me transformo servil y 100% Suya. Él es la sangre que recorre mis venas, el oxígeno en mis pulmones. Él... lo es Todo... y me abandono a Su merced. Soy una espiral de sentidos. Soy dolor y placer. No solo muestro mi piel, me muestro toda entera...


...y desnuda en cuerpo y alma.




Posiblemente ella siempre supo que algo le faltaba, que necesitaba salir de esa jaula de oro y cristal en la que estaba encerrada. Acogedora, tranquila y apacible... sí... pero tan insulsa y vacía que parecía no dejarla respirar. Todo en aquel interior era siempre igual, día tras día, no había nada que la sorprendiera ni la hiciese perder el aliento. No podía dejar de pensar que estaba inmersa en una gran mentira, ocultaba una parte innata de su ser, mientras su vida se iba escapando entre sus dedos, encerrada en ese pequeño lugar. Su luz interior se iba apagando, y comprendió que debía sacar fuerzas para impedir sumirse, por siempre, en esa triste oscuridad. 


En un acto de valentía, o quizás tan solo un desesperado impulso, logra romper los barrotes, y corre... Corre para introducirse en el bosque, ese que siempre miraba de reojo soñando con poder pisar, que anhelaba con algún día poder descubrir. Y por fin estaba allí, ni siquiera podía creérselo, paralizada y con los ojos vidriosos examinando su alrededor. Se siente tan libre! y no solo por estar fuera de esa jaula, es una libertad mucho más profunda, una sensación de libertad difícil de explicar. 


Sin rumbo fijo, pasea lentamente por los rincones de ese bosque. Deslumbrada por la luna, escucha tan solo el viento a su paso... Todo en ese lugar la fascina, como si atrapase cada uno de sus sentidos. Sigue el sendero, casi por puro instinto, sin necesidad apenas de mirar el camino. Puede percibir una especie de invisible destello iluminando sus pasos, como si en otra vida ya hubiese pisado esa misma tierra, "mi espíritu ya ha estado aquí"... Pensaba ella. 


Pero no deja de ser un lugar desconocido, resulta tan abrumador, se siente tan pequeña y perdida, que nota como el miedo la invade. Se cruzan lobos que la conducen a trampas, lobos que la ayudan a salir de ellas, lobos que pasan como una ráfaga fugaz... No está preparada para eso, se siente cada vez más y más vulnerable. El temor oprime su estomago y comienza a pensar que ese no es su sitio, o al menos, que no tiene fuerzas para afrontarlo. 


Así que tan solo intenta salir de allí... haciendo crujir las hojas lo menos posible a su paso, ya ni siquiera se permite mirar a los lados, su mirada está fija en el frente buscando la salida. El corazón palpita a un ritmo que desconoce, la respiración se agita de tal manera que es lo único que oyen sus oídos, y sus pisadas parecen hacer más ruido a cada paso. Y de pronto, ella misma se da cuenta... Es consciente de hacer cada vez más ruido, totalmente consciente, pensar en abandonar ese lugar le produce tal angustia, que siente un nudo en su garganta que apenas la deja respirar. Por eso hace ruido, necesita llamar a las bestias, algo la empuja a enfrentarse a lo desconocido, a demostrase a si misma que puede permanecer ahí. 


Poco a poco, todo le va enseñando valiosas lecciones. Aprende los atajos, reconoce las trampas y sabe esconderse de los lobos hambrientos. Ese bosque le produce miedo y paz, dolor y felicidad, incertidumbre y certeza. Su piel se eriza con el aire que emana entre las ramas, y por primera vez tiene la absoluta convicción de lo que significa estar viva. Ese bosque era su destino, y por fin lo veía todo claro... todo tenía sentido.


Necesitaba impregnarse de todo... pinchar su carne en las afiladas zarzas, arañar su piel con las cortezas de los arboles, posar sus rodillas sobre las ásperas hojas... Sí... Necesitaba vivir y ser parte de ese lugar, pues ya nunca podría volver a esa jaula de oro y cristal. ¿Que jaula, quién la recuerda, quién la necesita ya?... No, ya nunca habría marcha atrás para ella. Ese bosque, sería su hogar... o quizás... quien sabe... Siempre lo fue.




¿Que sumisa no ha sufrido infinitas contradicciones en su despertar?, estos últimos días he podido comprobar que todas pasamos por esa fase de confusión. Esa "Mujer interior" que saca las uñas para defender sus convicciones, esa "sumisa interior" que grita para poder aflorar libremente. Hoy me parece tan ridículo y lejano... y sin embargo recuerdo tantas y tantas cosas que la "Mujer" echó en cara a la "sumisa": Que como podía tener tan poco amor propio, tan poco respeto a mi misma, ser tan débil, tan tonta, tan insegura y manipulable. Que como podía ofender de tal modo al genero femenino, ir en contra de la mujer fuerte e independiente que debía ser. Que como podía querer regalar mi libertad, ofrecer mi cuerpo para el disfrute de otro, sin pensar en mi misma. Que como podía tener esa idea del sexo tan sucia y depravada... y un largo etc.


Cuantos momentos de encontrarme mal, de sentirme paralizada, de quedarme sin palabras, sin argumentos, sin replica. Yo que siempre he tenido mis ideas claras, y mil argumentos para defenderlas. Es duro no reconocerte a ti misma, y no tener alguien cercano que te apoye, te muestre el camino o simplemente te recuerde que eres una persona normal. Pero poco a poco, una misma aprende, vuelve a ser la Mujer fuerte de antaño, y por fin lo comprende todo.


Las sumisas ni somos tontas ni manipulables. Todo lo contrario, reconocer nuestra sumisión requiere una gran claridad, inteligencia, confianza y conocimiento de una misma. Solo nosotras sabemos lo que necesitamos, y decidimos lo que queremos, lo que nos falta para sentirnos completas. Podemos entregar nuestro cuerpo para el disfrute de otro, sí, pero conscientes de ello, siendo decisión totalmente nuestra. Y disfrutar por el simple hecho de hacerlo. Sentir el placer del otro como nuestro, que esa entrega, no solo demuestre la seguridad, fortaleza y amor propio que poseemos, si no que lo hagan crecer con mucha más fuerza. No ofendemos a nadie (que tontería), seguimos siendo mujeres, y podemos seguir siendo independientes, y valernos por nosotras mismas. Nuestra libertad no se regala, ni se arrebata, nuestra libertad la cedemos nosotras, solo a quien la merece. A quien se gana ese ofrecimiento, y en el nivel que nosotras decidimos. Y claro que nos respetamos, nos respetamos tanto que no nos ocultamos de lo que somos, no escondemos esa otra parte de nosotras mismas que necesitamos sacar, sintiéndonos orgullosas de ello. Y sí, somos libres, más libres que nunca, libres en cuerpo y alma. Sentimos la libertad, a un nivel, que otros no entenderían. La gran libertad de decidir a quien y como nos entregamos, la libertad de hacerlo porque es lo que queremos. Y la enorme satisfacción de ser sinceras con nosotras mismas, respetarnos, querernos y valorarnos por encima de todo. Para así poder entregar lo mejor de nosotras mismas. Y lo más importante de todo... para ser felices!


Y es que, como se suele decir "no hace daño quien quiere, si no quien puede", y en ocasiones somos nosotras mismas las que más nos auto-juzgamos y herimos. Que lejos queda ya ese sentimiento de culpabilidad, de suciedad... esa sensación de no reconocerte, de verte a ti misma como un bicho raro, como una pervertida o una degenerada, o incluso como una persona loca o bipolar. Es curioso como, poco a poco, ganas en conocimiento de ti misma, en fortaleza, en claridad... casi sin darte ni cuenta, o sin saber exactamente que es lo que te ha hecho aprender o cambiar.


Una de las últimas cosas que he aprendido, y que me gustaría que las sumisas que se inician lo tuviesen siempre muy presente, es algo tan simple como no sentirnos "tan victimas"... Cuando el sentimiento de sumisión es sincero, autentico y profundo, y una se entrega al 100% en cuerpo, mente y alma. Todo, todo cuanto haga es puro, limpio y hermoso. Y si por alguna razón, esa entrega acaba, y una debe retomar su camino. Haber dado tanto, no es motivo de sentir que se ha perdido, sino de mirar con orgullo, el haberse dado sincera y entera, a quien así se lo ganó.



Soy una persona a la que siempre le ha costado mucho mostrar sus sentimientos, pero en ocasiones creo que es necesario derribar esos miedos.


Cuando hace meses me registré en Palacio, que fácil hubiese sido plantarme un collar en el nick yo misma. Después de los chats y foros por los que había pasado, confieso que me tentó la idea. Al fin y al cabo, yo ya tenía a mi Señor, aunque por aquel entonces aún nos quedaba mucho camino por recorrer para afianzar de verdad esa relación Amo/sumisa. Y aunque parezca raro, no quería ponerme ese collar virtual sin sentirlo realmente, como si hacerlo fuese una especie de sacrilegio o profanación de todo aquello en lo que empezaba a creer. Y hoy, me alegro de no haberlo hecho, pues ha habido momentos que no me he considerado en absoluto merecedora de llevarlo. En este tiempo he cometido infinidad de fallos, errores de los que me he arrepentido una y mil veces, y de los cuales he aprendido una valiosa lección. Por mi confusión, por mi impaciencia, por mi egoísmo, o por mi pura ignorancia he cometido faltas que me habrían hecho deshonrar ese collar. Y hoy se que debo ganármelo, que no solo es sentirlo, que debo merecerlo, aunque me cueste sudor, lagrimas, e incluso sangre. Estoy comprendiendo la paz que proporciona esa dulce espera, el placer de disfrutar del esfuerzo, la gratificación de obedecer y complacer, incluso por encima de ti misma.


Por fin siento ese collar de mi alma, el que noto constantemente, que sin duda es el más importante de todos y el que tiene un valor incalculable. Pero espero, espero pacientemente, ese collar físico, ese tangible que se que mi Señor tiene a buen recaudo, para cuando Él considere que realmente lo merezco. Y el día que sienta como me quita mi collar de entrenamiento para ceñirme al cuello el formal, el definitivo, el que representa nuestra unión incondicional y autentica. Ese día, mientras sienta el frío metal en mi cuello, sentiré también como se cierra con un candado de devoción y agradecimiento el collar de mi alma. Y entonces, y solo entonces, me habré ganado también ese collar virtual. Ese que podré ponerme, con total convicción y con tantísimo significado detrás. Y, aunque a alguno le parezca una tontería, se que el primer día que vea esas siglas junto a mi nick, me vendrán a la mente tantas cosas que puede que se me escape una lagrimita. Aunque haya quien no lo comprenda, o quien le parezca una exageración, pero yo miraré esas siglas con orgullo, con felicidad y sobre todo con la grandísima satisfacción de habérmelo ganado!.


Tenemos la gran suerte de poder valorar los pequeños detalles, y de darle a las cosas el valor que nosotros queremos darle. No nos tomemos a la ligera ese gran privilegio.




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