Loading...
es
  • Image 01

    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

  • Image 02

    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

  • Image 03

    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

  • Image 04

    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

  • Image 05

    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

  • Image 06

    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de jessika


Entro de puntillas, con el sigilo propio de una gata... Casi acompasada por el sonido de la lenta música de fondo. Las velas tintinean con la luz justa para verme, y ahí estoy, reflejada en el enorme espejo... En medio de la penumbra no me siento como a plena luz, casi siento ser otra, o quizás en ese instante sea mi yo más real. 


No tardo demasiado en desnudarme, aun haciéndolo lentamente, dejo pronto mi piel expuesta, ante el suave reflejo del fuego de cada vela. Observo mi mirada en el espejo, se que estoy desnuda, pero no miro... no me atrevo aún. 


Petrificada, parezco intentar traspasar mi propia mirada en el espejo, quizás para poder dislumbrar mi interior, ese que aún no termino de comprender. O tal vez para intentar transformar mi mirada en la Suya.. quiero poder ver con Sus ojos, deseo saber que siente Su mente... aunque se que no puedo. 


Es entonces cuando envuelta en la vergüenza de sentirme observada, y a la vez el descaro de desearlo... que recorro todo mi cuerpo con la mirada. Me giro, me inclino. Mostrada, expuesta, analizando cada centímetro de mi piel como si jamás lo hubiese visto. 


Tras acercar una silla frente al espejo, me siento, casi a cámara lenta... Por un segundo me veo cuerpo de niña, incluso cierto miedo e inocencia en mi faz. Hasta clavar de nuevo los ojos en la mirada profunda del espejo, y transformo nuevamente mi expresión... me exhibo, retorciéndome en movimientos para explorarme al completo, no quiero ocultar ni un rincón de mi piel... nada!


Siento la imperiosa y repentina necesidad de tocarme, observarme parece ya no ser suficiente... Comenzando por acariciar mi cuello, mis pechos, mis brazos, mis caderas, mis piernas... Recorro cada pequeño rinconcito de mi piel, sin poder dejar de hacerlo. Noto la suavidad, el calor, casi siento más en mis palmas que en mi propio cuerpo... y ni siquiera se porque. 


A pesar de la poca luz puede apreciarse el tono claro de mi piel. Esas pequeñas piernas que se cruzan para acariciarse entre sí, que entreabro timidamente, para mostrar la oscuridad oculta que percibo brillar en el espejo. Mis manos suben y bajan, jugando con la suave curva de la cintura, cuando llegan a mis caderas clavo mis uñas en la carne, y de nuevo me observo, casi hipnotizada. 


Me acerco más al espejo, arrodillándome en el suelo, el piercing del ombligo crea pequeños destellos con cada movimiento. Abro las rodillas todo cuanto puedo, y al apoyar las manos en el suelo miro el leve balanceo de mis pechos, pálidos, pequeños. Los pezones color caramelo son como un adorno que corona la cima de blanca piel... 


Mientras continuo a cuatro patas voy girando lentamente, hasta dejar mis nalgas abiertas frente al espejo... Quizás sea el momento que más avergonzada me siento, y tras cerrar los ojos unos instantes y respirar lentamente, me obligo a bajar la mirada entre mis pechos. Y abriendo aún mas mis piernas me observo, postrada y abierta, expuesta y ofrecida. Los pechos suben y bajan al compás de la agitada respiración, el sexo más rosado que nunca, deslumbra de incontrolable humedad. 


Un calor repentino inunda mi cara, y los nervios bajan más allá de mi ombligo... No me observo yo, me observa ÉL.



Nuestro Twitter


Encuesta

“encuesta”

“Respuestas encuesta”

Calendario

Publicidad




contador de visitas