Todo cambia con un gesto, o una sola de Sus palabras, algo se modifica en mi. La mente se limpia, el corazón se acelera y el alma se abre. La mujer se esconde, se retira... y la sumisa despierta con el único fin de servir, obedecer y complacer.
Vuela algo en el ambiente, algo que me envuelve, que me desnuda... y a la vez me protege. Mi piel se eriza imaginando Su aliento, mi cuerpo tiembla deseoso de Sus dedos... y toda yo me convierto en Él. Porque Él está dentro y a la vez fuera.
Me transformo servil y 100% Suya. Él es la sangre que recorre mis venas, el oxígeno en mis pulmones. Él... lo es Todo... y me abandono a Su merced. Soy una espiral de sentidos. Soy dolor y placer. No solo muestro mi piel, me muestro toda entera...
...y desnuda en cuerpo y alma.
El Muro