Perra
Siempre a sus pies, siempre fiel a Él.
Siempre esperando paciente para recibirle, siempre obediente en lo que crea conveniente, siempre dispuesta para el juego que Él proponga, siempre deseando aprender algo nuevo.
Mi único objetivo: hacerle y tenerle siempre feliz.
Gata
Siempre al acecho, siempre ansiosa, siempre mimosa.
Siempre pendiente de su provocación, siempre deseándole.
Siempre dispuesta a huir de usted, cada vez que se le caliente la mano.
Mi único deseo: siempre complacerle.
Áteme, juegue conmigo, provóqueme.
Haga arder mi piel, mi cuerpo y mis ganas.
Haga suyos mis sueños y deseos y permítame vivir en los suyos.
Márqueme en lo más profundo de mi alma y marque mi ser.
Soy SUYA.
Hágame chillar, gemir, aullar.
Hágame maullar y ronronear.
Hágame temblar ante su presencia, con tan sólo sentir su mirada, un mínimo roce de su tacto o leve murmullo de su voz.
Guíeme en la oscuridad de la noche y a plena luz del día.
Aquí me tiene, sírvase de mí para lo que le plazca, usted es mi Dueño.
Sus ojos marrones, su mirada sincera e intensa.
Su cara de hombre, su boca ardiente.
Su piel tostada, dulce y salada...
Usted desde el minuto cero hizo que sin darme cuenta, me rindiera a usted.
Con gestos realizados con disimulo, se ganó mi mente y mi corazón, hipnotizó mi alma.
Como una pantera que acecha a su presa, hizo que me sentiera suya, sabiendo que si daba un paso en falso, me escaparía veloz de sus manos.
Con su manera de proceder, consiguió que no le tuviera miedo.
Soy su aprendiz de brujería, usted me hechizó.
Sentí cómo me amarraba fuerte a usted, con sus brazos y sus manos.
Su cuerpo irradiando ese calor que huele a deseo, pidiéndome que me dejara llevar.
Sus ojos observándome, midiendo y calculando cada acción y reacción.
Sentí sus labios hambrientos, recorriendome desde mis labios casi inocentes, hasta mi cuello.
Observé y sentí, cómo me hacía sentir su deseo.
Cómo me desnudaba para usted, dejando mi cuerpo expectante y vulnerable.
Sentí sus manos provocándome, recorriendo cada milímetro de mi piel, sus labios torturándome con pequeños besos, dejando un reguero de su aliento, a medida que se deslizaba hacia donde mi cuerpo pierde su nombre.
Sentí sus manos abriéndose paso entre mis piernas, hundiéndo su cara entre ellas.
Me lanzó hasta donde las nubes son de algodón y comienzan a crear formas extrañas.
Cuando me tuvo hechizada, dejó escapar a la fiera que llevo dentro, dejándola recrearse en el suave tacto de su piel, recorriéndole por completo.
De nuevo le sentí sobre mí, mimando mi piel, abrazando mi cuerpo, preparándolo para la acción.
Abriendo mis piernas como la anterior vez, fue acariciándolas, mimándolas, hasta que se hundió de nuevo completamente en mí, llenándome de usted, torturándome, sintiendo ese dulce dolor de tenerle dentro.
Me bajó al infierno, para después catapultarme directa al cielo.
Éxtasis, eso fue lo que siento siendo suya y ese deseo irrefrenable de quererle complacer una y otra vez.
¿Quien inventó los miedos y los complejos? si lo conociera le diria cuatro cosas bien dichas.
La desconfianza en si mismo, la inseguridad, el verse gordo o demasiado flaco... son unos cuantos ejemplos de sensaciones nada agradables... y por desgracia las vivimos todas en alguna etapa de nuestra vida.
Pueden ser temporales si alguien te enseña a corregirlo a tiempo, pero se pueden convertir en una "enfermedad" grave y permanente si no se tiene a nadie detras que sepa ayudar y guiar.
¿Cómo vencerlos? nadie tiene la respuesta mágica que haga que aquello desaparezca para siempre, pero en lo que muchos coinciden es que el secreto esta en quererse a uno mismo, ese es el punto principal de partida para aniquilar todo lo demás.
Pero ¿cómo se le hace ver eso a alguien, cómo se consigue que lo entienda y sea capaz de asimilarlo y con ello, consiga dar un cambio de rumbo?
Que alguien me lo diga, ¡por favor!.
No me había olvidado de la parte del primer reto que tenía pendiente de superar, fue sólo que no sabía cómo afrontarlo y lo fui alargando en el tiempo con la esperanza de que Él sí se olvidara,,,, pero ahí estaba, mirándome fijamente, con el ceño fruncido, recordándome que fuera como fuera, tenía que hacerlo y si no cumplía, habría consecuencias..., ¿consecuencias?, no sé qué habría podido pasar si no llego a terminar de una vez por todas, con el reto que él me había propuesto hacía ya tanto tiempo, aún no conozco la magnitud de lo que hubiera podido suceder y ante eso, aún tiemblo.
En parte sé que si hubiese sido por mí, lo hubiese dejado pasar hasta que cayera en el cajón oscuro del olvido y así, poderme librar de pasar tan mal rato, pero por otra parte, siento la inmensa necesidad de que no querer defraudar ni decepcionar y más que necesidad, sé que es deber mío no hacerlo.
Necesité de todo este tiempo de espera para tomar valor y echarle narices a la situación, al fin hoy lo hice y creo que se podría dar por realizado... ¿satisfactoriamente? mmm... aún tengo mis dudas.
Tengo mis dudas, porque aunque ya haya entrado más de un par de veces en una tienda de estas características, aún me cuesta hablarle de golpe a un extraño, sobre algún producto que me interese y que ellos ofrezcan, porque para mí es más fácil hablar de sexo con mis amigos si me dan esa confianza, pero hacerlo con un extraño, ya es otro cantar, digamos que por vergüenza o miedo a no sé qué, aunque sé que son profesionales.
Pero también debo decir, que me pone mucho más nerviosa hablar de esto con un "tío" que con una mujer,
Lo que siento estando frente a un "tío" y saber que le tengo que preguntar sobre algo y luego esperar su respuesta, es... cómo lo diría..., vergüenza, sofocón de calor por los nervios, mi cuerpo tiembla como una hoja de papel, mi voz me abandona, no soy capaz de mirarle a la cara (aunque se medio agache para intentar estar a mi altura y mirar el a mi cara).
Dicho esto, más bien diría que el reto está hecho, simplemente.
Puede ser que sea porque ni yo misma confío en mí en muchas cosas, o que como todo esto es 100% nuevo para mí, simplemente la situación es... abrumadora.
La primera parte del reto que ÉL me ordenó, fue la de obtener información a través de páginas web especializadas, de tiendas eróticas, o hablando con gente experta acerca de todo lo relacionado con estas nuevas sensaciones, o este nuevo modo de vivir que estoy experimentando, descubriendo y aceptando, así como sobre los productos necesarios para poderlo poner en práctica. Esa parte era la más fácil, la aprobé con nota.
La segunda, ha sido más difícil pero también más gratificante.
Consistía en acudir personalmente a las tiendas para informarme sobre un par de productos básicos; lo que conllevaba tener que derribar cierta vergüenza o cierto pudor que sentía, al verme rodeada realmente por todos esos objetos, juguetes y utensilios, al igual que el tener que hablar con el dependiente que estuviera disponible en ese momento.
En el instante de entrar al comercio, era cuando se pondría en marcha el cronómetro que mediría si de verdad era tan valiente de afrontar la situación y salir airosa, o si de lo contrario saldría corriendo en dirección opuesta y fracasaría en el intento.
Conseguí superar la primera mitad de esta segunda parte.
Pude ser plenamente consciente de ser capaz de entrar y preguntar, obviamente no sin antes hacer un par de respiraciones profundas para calmarme, puesto que me temblaba todo.
Mi gran alivio fue comprobar que quienes atendían ese día en los locales, eran mujeres, lo cual me facilitó mucho la labor.
También fue gratificante para mí la situación, porque pude hacerme una clara idea sobre los productos que iba buscando, ya que aunque leía la descripción en las páginas web, no acababa de imaginármelo realmente.
Al principio los encontré algo intimidantes, pero enseguida noté cómo mi cuerpo vibraba de excitación, al imaginar que más o menos así sería como sentirle a ÉL formando parte de mí; el deseo se abría camino en mi entrepierna.
Era un deseo oscuro, necesitaba urgentemente justo en ese momento que ÉL me hiciera absolutamente suya.
Intentando cumplir este reto, aprendí del esfuerzo que debe hacer una, para tenerle contento y feliz a Usted, y tanto lo intenté que por culpa de los tacones que llevaba ese día, acabé con los talones heridos.
Me pregunta usted ¿cómo me siento? cada vez que me ordena ir sin ropa interior.
A decir verdad, aún tengo que hacerme a la idea de todo esto de tenerle que obedecer y cumplir ciertas normas, acostumbrarme a pensar que si hago algo mal habrá castigo o "corrección" como a usted le gusta llamarlo.
Aún me tengo que acostumbrar a no poderle tutear, ni mirar, ni tocar, ni hablar directamente sin permiso, etc., pero creo que tengo un buen maestro que me sabe guiar.
¿Cómo me siento cada vez que me da usted esa orden?
Al principio, extrañada e incluso algo nerviosa, sobre todo al principio cuando no sabía porqué me la daba, ahora ya empiezo a verle el sentido y creo que puedo decir que, sólo de pensar en querer ser buena para poder verle, tenerle y hacerle feliz, poder merecer que esté orgulloso de mí, poder cuidarle y mimarle, ser capaz de saberle y poderle complacer, ya lo es todo para mí.
La expectación que genera esa situación para mí es, sin duda, excitante, hace que deseé sus caricias, sus besos, sus lametones, de una forma que jamás me la hubiera esperado, aunque siempre estoy dispuesta para usted.
Su poder, su fuerza, su autocontrol y sus decisiones, me afectan personalmente, motivándome cada día más a querer ser aún mejor de lo que fui ayer, antes de ayer y durante el resto de mi vida, sabiendo que esa forma de actuar hacía mi y mi reacción, le afectan a usted directamente también.
Usted hace, que poco a poco me quiera más a mí misma, que me vea con otros ojos, que sea capaz de explorar mi propia sensualidad y sexualidad por mí y a la vez por usted, con lo que eso se traduce en su felicidad.
Se abre un mundo nuevo ante mí, un mundo que antes nunca hubiese soñado en conocer jamás.
Nunca me sentí de esta manera en toda mi vida.
No sé cómo ni por dónde empezar a explicar lo que siento, cómo me siento.
De siempre me he visto y habría jurado verme en todo mi futuro, como una persona buena, sensible, comprensiva, bastante paciente, con capacidad de escuchar, con capacidad de saber comportarme donde y con quien quiera que estuviera, capaz de realizar todo lo que me propusiese siempre y cuando estuviera en mi mano el poder de la decisión, valiente; aunque como todas las personas, siempre he tenido mis momentos de no sentirme así en algún aspecto de la vida, dudando de cosas, dudando de mi misma.
Debo reconocer, que físicamente jamás me valoré, no por cómo soy, sino porque me hubiera gustado poder lucir siempre bella y porqué no, que la gente se fijara en mi, no por mi apariencia, sino por mi belleza.
Pero como sé cómo es la sociedad en la que vivimos actualmente, cada día tengo que vestirme con mi chaleco antibalas y mi caparazón a prueba de puñetazos, patadas y machetazos, para así no mostrarme realmente cómo soy.
Debo mostrarme firme, segura, decidida, con carácter.
Pero hasta ahora me preguntaba, ¿de qué o para qué servía tanto esfuerzo?.
Ahora creo que lo podré aprender.
No lo sabía, pero creo que ahora entiendo que llevaba toda mi vida buscando a esa persona, que me diera esa confianza real, esa seguridad, esa firmeza que realmente a veces no siento como mía.
Estaba buscando a alguien que me guiara y me enseñara, así como también que me cuidara y me mimara.
Alguien con esa capacidad de firmeza, de seguridad, que impusiera respeto (que no miedo), alguien comprensivo y cariñoso, pero duro cuando no haga las cosas bien.
Ese alguien, que supiera hacerme suya en cuerpo, mente y alma, que fuera capaz de desnudar mi alma y mirar a través de ella, haciéndola suya también.
Sé que he encontrado a esa persona que necesitaba y sé con toda certeza, que quiero y necesito verla, tenerla y hacerla feliz siempre, quiero ser capaz de complacerle, que sienta orgullo de tenerme a su lado, al igual que él es el mío.
Admiración, respeto, cariño y deseo de complacer siempre, es lo que debe sentir una sumisa hacia su amo.
Debe saber dónde está su lugar, cuál debe ser su manera de comportarse respecto a él.
Mostrarse siempre humilde, fiel y sirviente.
Debe hacer las cosas que él le ordene sin dudar.
Pero si una no está de acuerdo en el momento que sea, cuando se aplica un castigo, puede preguntar ¿cual es la razón para ello?, aunque jamás debe evitarlo, porque de ser así, puede ser incluso peor.
Un castigo puede ser por placer o por castigo realmente.
Un castigo educativo puede ser tanto mental como físico.
Los físicos duelen dependiendo del grado de dureza con que se tenga que aplicar, sin sobrepasar nunca los limites establecidos y siempre y cuando se sepa cómo aplicarlos, al fin y al cabo es sólo físico, después de unos días puede pasar la molestia.
Pero ¿cómo saber dónde están nuestros límites?.
Los mentales por supuesto, son más difíciles de aplicar, porque requieren de mucha psicología.
Así, ahora, creo que empiezo a entender y creo que es lo que necesitaba en mi vida.
Caminando deprisa por la calle, tuve la sensación de ser observada, pero no tenía tiempo de mirar alrededor y asegurarme, tenía prisa por llegar a casa puesto que llegaba tarde y era de noche.
Corría por la calle con la intención de coger a tiempo el autobús y no permitirme llegar aún más tarde.
Cuando conseguí montar al autobús, pude ver y sentir que alguien me observaba, pero no sabía si eran paranoias mías o era real.
Con el agobio, las prisas y los nervios metidos en el cuerpo, sin querer me dejé pasar dos paradas de distancia de mi casa y en cuanto me di cuenta, enseguida reaccioné, quise bajarme tan deprisa del autobús, que casi me caigo de bruces contra el suelo si no llega a ser por ese alguien, que se había adelantado a mi y me tendió sus brazos.
Estaba muy serio, vestido con un elegante traje negro y camisa blanca.
Sentía cómo me tenía aferrada entre sus brazos y me intimidaba.
Le agradecí el gesto y quise hacer que me soltara, pero lejos de conseguirlo, aún me sujetó con más fuerza.
Me preguntó a dónde iba con tanta prisa, haciéndome sentir que no me soltaría hasta decírselo, aunque lo intentara y realmente intenté escapar de él, pero me resultó imposible.
Al final no me quedó más remedio que decírselo y sin bajarme de sus brazos, me trajo hasta casa.
Por el camino intenté escapar, zafándome de sus brazos, chillándole por el camino, pero lejos de conseguir mi objetivo, lo único que obtuve fueron un par de azotes a mano abierta y hacer que me ordenara que me callase.
Una vez en mi puerta, me bajó de sus brazos, tapándome la boca.
Diciéndome que él no vivía en mi zona, pero que era quien me había estado observando durante todo el camino y había hecho todo aquello por mí, porque le había preocupado verme en aquel estado y quería asegurarse de que todo estuviera bien.
Dicho eso, me pidió el número de teléfono y me dejó ahí plantada, temblando, con la mente en blanco sin saber que pensar de lo que había ocurrido.
Me desperté sintiendo mi propia respiración, sonaba fuerte y entrecortada.
Hasta ahora recorrí un sendero incierto, lleno de dudas e interrogantes; a veces preguntaba cuál era el camino correcto y a veces obtenía respuesta, pero otras no.
Desde el comienzo no creí en cuentos de princesas y caballeros, porque sabía que en la vida real no existen y si te ilusionas con ello, después llega el batacazo.
Pero sin saberlo, mi vida me ha traído hasta este punto, donde se me muestra ante mis ojos, un mundo alternativo sólo para valientes, ¿lo soy?, ¿lo merezco?.
Descubrí que aunque el tiempo vivido jamás es en vano, siempre había sentido que me faltaba ese algo, esa chispa que le diera luz y color a mi vida.
Y un día, de repente le vi, ahí estaba Él, escondido entre las sombras de mis construcciones y mis ruinas, en silencio, aguardándome.
Se acercó a mí despacio, calculando cada paso, midiendo cada palabra, me tendió su mano y me pidió que le siguiera.
De repente sentí esa punzada de instinto que hasta ahora se había mantenido dormido, a su lado me sentí a salvo y supe que por fin, había encontrado a ese alguien que de verdad sabría guiar mis pasos, por lo que acepté seguirle y entregarme a Él.
Desde entonces está a mi lado, vigilándome, escoltándome, caminando a mi lado y no delante ni detrás de mí, con mi mano sostenida en la suya.
Con Él aprendo, crezco, medito y razono, mi alma se siente tranquila y feliz, orgullosa de su compañía y maestría.
Él, con su armadura y su espada, quitó mis miedos, rompe cadenas que me atan a cosas o situaciones un tanto complicadas y crea otras nuevas que me atan a Él, pero con las que me siento totalmente libre, mi ente levita sobre mi pequeño cuerpo y se hace grande.
Él es mi caballero de armadura blanca.
Pero también es, mi caballero oscuro.
Quien logra meterse en mi cerebro y perderse entre mis pensamientos, bajando hacia mi corazón y envolviéndolo entre pétalos de rosas rojas y espinas.
Es quien con su firmeza y su pasión, doma en secreto, a la fiera salvaje que llevo dentro, convirtiéndola en su perra fiel e inseparable, la sumisa que siempre le complacerá, servirá y cuidará, entregándole todo de su ser hasta su última gota de sangre.
Él es quien cabalga las noches conmigo, quien me hace completamente suya tomando de mí todo lo que necesite, saciando mis ardores, mis pasiones, mi sed de Él, de su cuerpo, con su propia pasión y su propio fuego.
Él y sólo Él, consigue hacerme visitar el infierno para después catapultarme directa al cielo, en el éxtasis de su deseo.