¿Te preguntas por qué no eras feliz? Quizás la respuesta no sea tan sencilla como para expresarla en estas líneas. Sin embargo, lo que sí es seguro es que lo que tenías no era suficiente, o tal vez, no lo suficientemente bueno. Agobiada por el trabajo y con una pareja que apenas te conocía, así eras cuando nos encontramos. Intentabas conformarte, lo hiciste durante años, pero el conformismo no es suficiente para alguien que ansía la felicidad. Pese a tu aparente libertad eras prisionera de un vacío que no conseguías llenar ¿Destino? ¿Suerte? ¿Casualidad? No creo que eso sea importante, lo importante es que te encontré cuando más lo necesitabas. Quien lea esto puede pensar que me considero tu salvador, y así es, sin embargo no fue todo fruto de la bondad y el deseo de ayudarte sino también, en parte, de mi egoísmo. Egoísmo de no ser capaz de ver algo tan hermoso consumirse como te consumías.
No lo sabes, pero recuerdo tu primera sonrisa conmigo tal y como recuerdo el momento exacto en el que decidiste entregarte a mí, ser Mía.
¿Tu primera sonrisa conmigo? En cierto café de cierta plaza.
¿Las palabras con las que te entregaste a mí? Que sean tus cuerdas las que me liberen de mis cadenas.
Mirarte. Mirar tus ojos. Mirar tu cuerpo. Mirarte por dentro. Por fuera. De norte a sur. De este a Oeste. Ahora. Después. Siempre. En silencio. A gritos. Con lágrimas. Con ternura. Con dolor. Con alegría. Con lujuria.
Pestañear. Y volver a mirarte. En la obscuridad. A la luz de una vela. Bajo los rayos del sol. A la sombra de un castaño. A la orilla del mar. En la cima de la montaña más alta. En tu dormitorio. Aquí y allá.
Respirar profundamente sin dejar de mirarte. Arrodillada. Tumbada. Entregada. Acurrucada. Sentada. Erguida. Acompañada. Sola. A mi lado. A mis pies. Entre mis brazos.
Mirarte más. Vestida. Desnuda. Recién levantada. A punto de acostarte. Peinada y despeinada. Empapada de sudor. Helada de frío. Cuando duermes. Despierta. Enferma. Sana. Cansada y descansada.
Pestañear de nuevo y mirarte otra vez fijamente. Mientras comes. Cuando te vistes o desvistes. Cuando te bañas. Cuando mimas a los enfermos. Cuando te enfadas y aprietas los labios. Cuando me lees un libro.
Seguir mirándote para no perder nada de ti. Si dibujas. Si escribes tus cuentos. Si te apasionas. Si juegas con tus gatos o los regañas. Si te maquillas o desmaquillas. Si te ríes o lloras.
Y continuar mirándote, y no dejar de hacerlo nunca. Para protegerte de todo. Para cuidar de ti. Para serenarte. Para descubrirte por dentro. Para cogerte en brazos si te cansas. Para guiarte cuando te pierdas. Para hallarte si te alejas.
Mirarte. Mirarte siempre. Cuando estás o no estás. Mirarte sin parar. Mirarte sin descanso.
No puedo evitar que mis ojos brillen felices al verlo, es un honor y una responsabilidad, demostraré cada día que merezco llevarlo y haré todo cuanto esté en mi mano para que te sientas orgulloso de mi.
Cuando alguien me mira el cuello y dice "bonito collar", lo toco y sonrío, nadie sabe su verdadero significado, solo nosotros sabemos lo especial que es. Un simbolo de nuestra unión, sólida, eterna, de entrega infinita y sin reparos, completa. Algo que va mucho más allá de lo que puedan comprender personas que no están dispuestas a entender este maravilloso mundo del BDSM.
De todos modos el collar más poderoso lo llevo en el alma y en el corazón, porque no todos los collares se ven a simple vista.
Siempre tuya, roxanne.
Soy sumisa pero sólo de Ti.
Porque solo a Ti te he dado
el derecho de dominarme.
Y tú eres Hombre suficiente para aceptarlo,
y Caballero para respetarlo.
Soy sumisa pero no débil.
Mi fuerza es la confianza que deposito en Ti.
Y mi orgullo es servirte
Y mi compromiso complacerte.
Soy aprendiz de sumisa.
y mi deseo es ser tuya.
Soy indisciplinada en el cuerpo y la mente
pero confío en Ti, para instruirme.
Soy sumisa pero sé
que Tu Dominación me hará libre.
Eres Mi Amo
y Tus órdenes son mi única liberación.
Te entrego libremente mi alma,
te ofrezco mi cuerpo,
para que los moldees y los hagas fuertes
como parte de Ti.
A Ti quiero entregarte mis secretos más íntimos
Quiero que me liberes
Rendirte mi ser
someterme a Ti.
Tus fantasías y deseos son mi elixir
Tu roce y Tu sabor mis anhelos.
Tus susurros y Tus órdenes,
el mundo al que quiero encadenarme.
Solans
Hace unos días, hablando con un amigo me di cuenta de algo… de lo enormemente orgullosa que estoy de ser esclava… de ser la esclava de FGL.
Recuerdo la primera vez que me marcó, hice lo imposible por esconder las marcas, me daba vergüenza, el simple hecho de tener que dar explicaciones me agobiaba… y ahora… casi me molesta que no se vean.
O cuando me regaló el collar… saber que todo el mundo podía leer que era propiedad de él, me asustaba (Dios… qué pensarían de mí). Hace poco, alguien me dijo… “Joder!!! Parece un collar de perro”, y muy altiva contesté: “Es que lo es”.
Y es que ahora es distinto. Ahora el sentimiento está por encima de todo, ahora mi entrega es lo único que me importa… porque al convertirme en esclava he conseguido ser libre.
Porque ya no siento vergüenza ni siento agobio, porque me da igual lo que la gente piense, porque soy lo que quiero ser y me siento muy orgullosa y plenamente feliz de serlo, porque así lo quiero y porque mi corazón necesita decir a gritos que… "SOY LA ESCLAVA DE FGL”
Todo está en silencio. Estoy mirando al techo, relajada, respirando despacio… intentando bajar de una nube en la que he permanecido 7 horas. Pero no lo consigo, me gusta demasiado esa nube…
El chisporroteo de una vela, hace que me gire para observarla y me quedo mirando la llama, entonces respiro profundamente y un olor vuelve a elevarme a la nube… su olor.
Cierro los ojos y ahí está él… Como una película en avance rápido, pasan por mi mente miles de imágenes de cada momento, y siento su voz envolviéndome, sus labios besándome, su dientes mordiéndome, sus manos acariciándome, sus brazos apresándome, su mirada dominándome, su cuerpo poseyéndome, y… me estremezco.
Sonrío al notar como mi cuerpo, aun estando exhausto y dolorido, reacciona ante el recuerdo… y es que no puedo evitarlo, no mando en él porque no es mío, le pertenece a él. Y él quiere que siempre esté así, sensible, receptivo… esperando a su Dueño.
Siento que el agotamiento se apodera de mí y me dejo llevar. Me acurruco en la almohada y mientras el sueño me vence, noto calor a mi alrededor… un calor agradable, dulce, protector… su calor.
Porque aunque no le mire, le veo. Aunque no le oiga, le escucho. Aunque no me toque, le siento….
Porque…. aunque no esté, está…
Siempre está conmigo y…
Siempre lo estará.
Cuando espero impaciente que llegues.
Cuando me dejo guiar en la oscuridad.
Cuando apoyo mi cabeza en tus rodillas.
Cuando observas mi ansiedad y te recreas.
Cuando mi cuerpo busca tu tacto.
Cuando la pasión se desborda.
Cuando, exhausta, me recoges y me aprisionas en tus brazos.
Cuando bajo la mirada y me escondo en tu pecho.
Cuando me coges de la barbilla y me besas.
Cuando te abrazo y me acaricias.
Cuando miramos el reloj.
Cuando cierras la puerta despacio al irte.
Cuando te miro, cuando me miras...
Esos silencios... Esos silencios que gritan...
Soy tuya... Eres mía.