Dominante, no hay camino, se hace camino al andar.Pero anda bien, por favor, que con la ingente cantidad de nuevas “sumisas” es posible que tropieces con algún decepcionante espejismo.
Así es, piensas bien al recordar que existió un época en que la dominación era cosa nuestra, un mundo sólo para aquellos que lo vivían o estaban dispuestos a ello. Pero las modas cambian y los mundos ocultos suelen salir a la luz masificándose.No se me malinterprete, pues no niego que el hecho de “popularizar” el BDSM pueda abrirnos un hueco entre aquellos que antes nos molerían a palos o encarcelarían por psicópatas y descarriados. Sin embargo, esto también implica la aparición de los llamados “probadores”.
Hoy día, se encuentran tomos entorno a la dominación en cualquier librería y comprarlos no supone una vergüenza, pues son “Best Sellers” en su mayoría. Nacen como consecuencia las falsas esperanzas de encontrar un millonetis sadomasoquista que haga sentir lo inimaginable a esa nueva lectora obsesionada con este mundo tan pasional e idílico. Esa nueva lectora que descubrió una vida literaria de morbo 24/7 al lado de un adinerado que trabaja menos de lo que juguetea con ella. ¿No será que le falta algo de atención? ¿Realmente quiere vivir en nuestro mundo?
Daño hacen las falsas ilusiones creadas en el boom de la dominación, pero no olvidemos que gracias a éste se disipan las dudas de muchos. Personas que sentían que les faltaba algo, un toque de sumisión o alguien a quien revelar sus verdaderos deseos pueden ahora buscar bajo los rayos del sol en vez de evitar incluso el reflejo sobre la luna. Aquellos que se ven en esa relación no importa qué, lujo o pobreza, luz o sombra, crítica o alabanza, si realmente lo entienden, si realmente los llama, esos serán los que perduren.
Caminante No Hay Camino
- Joan Manuel Serrat -
Todo pasa y todo queda
Pero lo nuestro es pasar
Pasar haciendo caminos
Caminos sobre la mar
Nunca perseguí la gloria
Ni dejar en la memoria
De los hombres mi canción
Yo amo los mundos sutiles
Ingrávidos y gentiles
Como pompas de jabón
Me gusta verlos pintarse de sol y grana
Volar bajo el cielo azul
Temblar súbitamente y quebrarse
Nunca perseguí la gloria
Caminante son tus huellas el camino y nada más
Caminante, no hay camino se hace camino al andar
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar
Caminante no hay camino sino estelas en la mar
Hace algún tiempo en ese lugar
Donde hoy los bosques se visten de espinos
Se oyó la voz de un poeta gritar
Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Golpe a golpe, verso a verso
Murió el poeta lejos del hogar
Le cubre el polvo de un país vecino
Al alejarse, le vieron llorar
"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"
Golpe a golpe, verso a verso
Cuando el jilguero no puede cantar
Cuando el poeta es un peregrino
Cuando de nada nos sirve rezar
Caminante no hay camino, se hace camino al andar
Golpe a golpe, verso a verso
Veo a mi alrededor mucha gente sola, tratando de salir de ese vacío. Personas, hombres y mujeres, con ganas de sentir, anhelando encontrar quien les complemente, buscando, esperando.
Este me resulta en muchas ocasiones un mundo lleno de solitarios, de buscadores de ideales y de sueños imposibles (o quizá posibles, ¿por qué no?), lleno de melancolías e incluso en algunos casos, tristeza.
Esta búsqueda constante nos mantiene alertas, activos, atentos, nos da satisfacciones en alguna ocasión y, en otras, sólo decepciones, cansancio y agotamiento. Encontrar lo que en nuestra mente se ha forjado como un ideal, algo perfecto y que hemos creado nosotros mismos antes de saber siquiera si existe realmente, suele ser complicado.
“Yo no busco, yo encuentro” es una frase también habitual. La he oído muchas veces. En mi opinión, es lo mismo, sólo que quitándole importancia y tratando de marcar una diferencia y parecer distante. Si encontramos es porque estamos en el mismo sendero…pasando por él de una forma u otra, pero en el mismo. Porque si no, simplemente nuestro sendero sería otro y no este.
Así pues, vamos generando un mecanismo de prueba-error, de intereses momentáneos, encuentros esporádicos e ilusiones de unos días que parecen un sinsentido que no nos lleva a ninguna parte, pero sinceramente, creo que nos ayuda mucho. Ayuda a que nos conozcamos a nosotros mismos, nos sorprendamos, aprendamos a valorar, a diferenciar, a conocer lo realmente importante de los otros y de nuestro interior, a entender lo que podemos dar y lo que no, lo que queremos recibir y lo que no, a poner de vez en cuando los pies sobre la tierra y, en definitiva, a aceptar la realidad.
Conocer a alguien, querer avanzar y descubrir que no somos lo que esas personas esperaban de nosotros o ellos no son lo que nosotros esperábamos, no es fracasar, no es ser rechazado, no debería ser un drama, ni debería costar tanto decirlo y aceptarlo cuando, simplemente son cosas que pasan…porque así es la vida!.
Todo puede aportarnos algo, todo suma, todo enseña…son pequeñas lecciones que nos harán lo que queda del camino más fácil. E incluso puede que esas personas se queden con nosotros y nos acompañen. No como pensábamos o queríamos que lo hicieran… pero a nuestro lado. Y si eso ocurre, creo que ha valido la pena el intento y que ya hemos ganado. (Guiño a mi amarillo!!)
Lo que tenga que llegar a nuestra vida llegará, de una forma u otra. Puede que no sea lo que habíamos soñado, nuestro ideal inicial, pero nos dará lo que necesitamos y nos hará sentir completos. Porque, a veces, lo que creemos necesitar no es lo que realmente necesitamos.
Como dijo Janis Joplin…
"No entiendo por qué medio mundo sigue llorando, cuando el otro medio sigue llorando también. No me cuadra. A ver: estás con un tío un día... Y, claro, a lo mejor quieres estar con él un año...Pues, ¿sabes que te digo? Que más vale que ese único día sea toda tu vida... Porque, puedes ponerte a llorar por los otros trescientos sesenta y cuatro, pero, entonces, perderás ese único día”
Suerte a tod@s!
Tras meses hablando por fin llego el día de verte, llevo tiempo deseando poseerte tu que lo haga, hoy por fin seras mía del todo millones de mensajes, llamadas, deseos expresados se aran reales en unas horas, seras mía disfrutaras tanto como yo, ambos deseamos este encuentro tantas veces soñado, todo preparado una cena ligera pero llena de energías, un buen vino enfriando en la nevera, velas encendidas por la casa, nervios de ultima hora por saber que pasara que deseos oscuros nos recorrerán, cual fuego que guardado durante meses llevamos esperando desatar, la mas fuerte de las lujurias perversiones, deseos saciaremos nuestra sed de meses, sin probar bocado alguno, mas que con nuestras mentes fogosas, ardientes de deseos inconfesables, por fin llegaste elegante con ese vestido cortó ajustado a los muslos generoso escote con mirada desafiante ardiente llena de deseo, juguetona un beso, un abrazo que me hace notar como tu respiración se entrecorta, tus pulsaciones se disparan cual desbocada manada de caballos salvajes, te aprietas contra mi cuerpo probocando mi erección, rozandote para sentirte mía, nos fundimos en una largo pasional beso, lleno de caricias que nos llevan a la locura contenida, rasgando tu vestido con furia incontenida, acaricio tus piel entre las rasgaduras de tu hermoso vestido echo jirones, nos dejamos llevar por el deseo y lujuria contenida, acaricio tus pechos con fuerza los lamo, mordisqueo jugando con tus pezones duros como piedras a cada paso de mi lengua por ellos y mordiscos, deslizando mi mano bajo tu tanga notando como aumenta tu humedad, se va hinchando tus labios deseosos de ser acariciados, lamidos, mordisqueados te echo sobre la mesa atando tus manos a la pata de esta con mi cinturón, empiezo a disfrutar de mi cena la cual ansió desde hace tiempo, lamiendo esos labios hinchados, humedos llenos de deseo placer y lujuria, presionando tus pezones con mis dedos como pinzas, notando como sube tus excitación, rico manjares, bebiendo de tus pechos el vino que se enfriaba en la nevera, noto como todo tu ser se retuerce de placer desato tus manos dejandote, libre a tus deseos empiezas a jugar con mi miembro ya endurecido, embrutecido por el deseo de hacerte mía juegas sutilmente con tu lengua con el, dando mordiscos pequeños y suaves a mi glandes metiéndotelo hasta la garganta una vez tras otra.......................................................
Bañada en tu propio sudor, respiración entre cortada, acaricio tu dulce depilado monte de venus, ya noto como palpita tu corazón acelerado loco deseoso,lleno de pasión deseoso de explotar, como animal irracional deseosa de comerme entero tu dulce duro y erecto cual viga de acero, el cual gotea babas dejadas por tu insaciable boca, la cual pide con la mirada mas, anclada a la pared tus manos arrodillada ante mi, doy un paso hacia atrás mientras forcejeas con las cuerdas para poder alcanzarme, rozando con mi fusta esa húmeda goteante bulba la cual deseas posea, sacie tus instintos primarios libero tus manos ordenandote no te muevas, empiezo acariciar esos labios humedos deseosos de sentirme, no pudiendo llegar al éxtasis sin mi permiso, deseosa de mi control ejerzo sobre ti, empiezo a jugar contigo introduzco un vibrador el cual voy sumiendo su intensidad a mi gusto, para ver como retuerces el gesto de placer lleno de dulces sensaciones, sacando el juguete nuevamente pruebo lo que es mio por derecho, sin mas decido poseerte salvajemente hasta llegar al éxtasis mutuamente dejandonos cae el uno al otro, tas meses de esperas ,deseos ardientes, oscuros, perversos....................
Llegan las lluvias y con ellas las desilusiones hacen cola a las puertas de mi alma. Creí que deseándote con fuerza te tendría a mi lado para siempre y no fue así. ¿Puede acaso una hormiga tocar el cielo con sus dedos por mucho que lo intente? ¿Y una guitarra enamorar tus oídos si no tiene cuerdas?
Anoche aniquilaste mis ilusiones, y profanaste para siempre el amor que te tenía cuando lo llevaste de la mano a nuestra habitación privada. Arrastraste de repente mi esperanza a los infiernos en el momento que hambrienta de placer te acurrucaste a su lado. Me torturaste sin piedad cuando comiste su piel a mordiscos lentos y revolcasteis sin vergüenza, sobre mí, los deseos que os brotaban. Fue una pesadilla imaginar su sudor fundiéndose en un abrazo con el tuyo, sentir el temblor de vuestros cuerpos y el sonido de vuestros corazones desbocados.
Ya es de día. La mañana que antes de ayer no deseaba que llegara nunca se apiadó de mi, y os alejo de una vez por todas de mi lado,tan felices… tan alegres… tan enamorados… De vuestra noche gloriosa hoy solo queda sobre mi pecho el olor de la lujuria, tu pequeño camisón rosa de tirantes arrugado, mil agujetas profundas provocadas por el peso de dos cuerpos insaciables, y un vacío que me devora el alma y la quema, poco a poco.
Llora el cielo y lo acompaño. Mojado por el diluvio de las desilusiones agonizo y me dejo ir lentamente. Renuncio a ti y renuncio para siempre a tener vida. Cuando esta noche llegues a casa seré sólo un objeto mas de tu habitación, como el televisor, como la silla o la lámpara, la mesilla o la alfombra, mudo, sordo y ciego a tus encantos, autista a las mil sensaciones que pudieras provocarme, simplemente … un colchón.
FLEX
Abrió la puerta y me miró fugazmente a los ojos antes de bajar su mirada. Cerró la puerta tras de mí y hundió su cara en mi pecho para que le acariciara la nuca. Era la manera de saludarnos al comienzo de cada sesión.
Después de unos instantes retiré la mano de su nuca y se separó un par de metros. Lucía para la ocasión una escasa combinación negra que dejaba poco margen para la imaginación. Pasamos al salón y allí estaba preparada como era previsible una bandeja plateada con dos filas de pinzas de madera perfectamente alineadas. Pasé mi mano por su nuca como símbolo de aprobación.
Era una vivienda exterior con muchas ventanas, luminosa, que daba a una calle medianamente ancha y transitada, con otros edificios enfrente a una distancia intermedia. Sin embargo, la estancia estaba más bien en penumbra, ya que las persianas a medio bajar y las tupidas cortinas creaban un ambiente profundamente intimista.
Le hice darse la vuelta y mientras le envolvía apretándome a su espalda acaricié todo su cuerpo, recorriendo la lencería que llevaba y sintiendo la electricidad de su piel. Poco a poco, liberé su cuerpo de la escasa tela que lo cubría y una vez desnuda le señalé la silla donde debía sentarse.
Una vez allí y mientras oía su respiración entrecortada fui atando sus brazos al respaldo y las piernas a las patas de la silla. Su rostro había desaparecido bajo su pelo y notaba como su excitación iba en aumento.
Durante un tiempo estuve contemplándola así atada en la silla, en silencio, me gustaba verla entregada de esta manera a mí. Se notaba como su cuerpo se tensaba, como se contenía a duras penas, intentando no desbocarse.
Ya nos conocíamos hacía un tiempo y habían sido varias las sesiones realizadas en su casa. Antes de cada una mediante el móvil o el chat acordábamos los términos y la confianza mutua era plena, claves para el buen desarrollo de todo. El conocerse cada vez más hacía que las posibilidades se multiplicasen y las sesiones fueran cada vez más ricas y satisfactorias para ambos.
Esta vez quería darle un toque nuevo, que se viera más frágil e indefensa si cabe. Para ello me acerque con paso firme y la arrastré junto a la silla y girándola la puse de cara a la ventana más amplia. En un rápido gesto, subí las persianas, corrí las cortinas y abrí la ventana de par en par.
Su reacción, levantando su rostro, fue mirarme con asombro, con lágrimas contenidas por el súbito resplandor. Enfrente una infinidad de ventanas y balcones, y ella atada desnuda, exhibida al que quisiera mirar.
Noté como además de sus nervios, y el ritmo de sus latidos, su humedad también subía. Dentro de ella una lucha interior, una situación no esperada ni deseada, pero que le hacía excitarse más allá de lo que ella hubiera pensado nunca.
Era el momento de las pinzas, la fila superior era para la parte de arriba y la inferior para la de abajo.
La primera siempre era para la lengua, así me aseguraba que estaría con la boca abierta y que la aportación de saliva resbalando por su cuerpo no faltaría.
Las siguientes para los pezones, una vez debidamente endurecidos.
Antes de poner cada pinza masajeaba la zona, y en el momento de ponerla ella tenía que estar mirándome a los ojos. Así podía disfrutar del fugaz brillo en sus ojos y de la mueca contenida en su boca cada vez que ponía una. Ese instante era imperdible.
Una vez decorados sus pechos con las pinzas y mientras la saliva empezaba a caer de su boca, me gustaba acariciar las pinzas ya puestas, con suaves toques con la palma de la mano, haciendo que se movieran o tirando de ellas.
Poniéndome detrás de ella movía sus pechos arriba y abajo y haciéndole levantar la cara le hice mirar a los balcones de enfrente. Su rostro dibujaba una mezcla de vergüenza y morbo, y su cuerpo se retorcía en la silla.
Las últimas pinzas estaban destinadas a sus labios vaginales, que esta vez estaban más mojados que de costumbre. Retiré el exceso de flujo de ellos con mis dedos y quitando la pinza de la lengua, una vez logrado el objetivo de llenar su cuerpo de saliva, hice que los chupara.
En la conexión de miradas cada vez que ponía una pinza se apercibía un amago de suplica, de renuncia, rápidamente seguido de un destello de deseo, reflejo del conflicto entre su cuerpo y su aversión al dolor y su mente y su adicción a la excitación.
Una vez finalizada mi obra, con su cuerpo vestido solo por mis pinzas, la dejé por unos minutos frente a la ventana, mientras yo iba a la nevera a por algo fresco. Así la dejé expuesta a las miradas indiscretas, gozosa de su indefensión, con el único sonido del tráfico de la calle y los latidos en su interior.
Al volver, cerré la ventana y dejé las persianas y las cortinas como estaban inicialmente. Fui quitando las pinzas una a una, igualmente manteniéndonos la mirada, disfrutando de cada momento. Una vez liberada de todas, masajeé sus castigados pechos con cubitos de hielo e hice que sus labios vaginales envolvieran una lata de refresco para templarla. Nunca me gustó la bebida demasiado fría. Su lucha por moverse lo menos posible me agradó y poco después dejé el trabajo con el hielo y solté sus ataduras.
Ya libre y para que volviera a entrar en calor dejé que me desnudara y que su cuerpo frío por el hielo me abrazara para que entrara en calor. Toda ella se enroscaba a mí, agradecida por lo que le había hecho sentir, mientras bebíamos a sorbos el refresco debidamente templado con su sexo.