Me eriza la piel y me provoca gemidos cargados de súplicas, pero no se detiene, al contrario, mi placer espolea el deseo de hacerme enloquecer y entonces sucede. Dejo de pensar, solo siento, no puedo hacer otra cosa, soy Suya, lo deseo y lo disfruto. Me entrego por completo a la sensación de Sus manos en mi cuerpo, de Su voz en mi oido.
Me pone el collar y dejo de estar desnuda, paso a estar vestida con Su marca, me arrodillo a Sus pies y espero a que Su voz, ronca por el deseo y el autocontrol, me dicte Sus más secretas perversiones.
Cuando habla me acelera el corazón, solamente el sonido de Su voz destila poder y todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo despiertan cuando su dedo me levanta la barbilla y me ordena, con voz firme pero llena de amor, que lo mire a los ojos. En cuanto lo hago, la electricidad que veo en ellos cruza el corto espacio que nos separa y me recorre un escalofrío placentero.
El juego ha empezado y estoy deseosa de saber que normas me exigirá cumplir hoy.
roxanne.
El Muro