Los calabozos se iluminan con la luz titilante de las antorchas, las miradas buscan entre la luz y la sombra y le veo. Y me ve. Sus ojos me recorren,salvajes, felinos, distingo en ellos el deseo, el amor, el autocontrol. Le gustaría atraparme contra la pared, morderme, obedecer Sus instintos, pero no, permanece quieto, me tortura con todo aquello que Su rostro refleja. Me desarma, sin tocarme aun. Me ata a Su ser, sin cuerdas ni cadenas, Me domina, sin emitir un solo sonido. Su sola presencia llena el espacio, me doblega.Las llamas aparecen bajo Su escrutadora mirada, el calor traspasa mi piel, la sangre fluye enloquecida por mis venas, acerando el corazón, acallando la mente. No lo ha pedido pero mis rodillas se doblan y caigo al suelo, la cabeza gacha, las manos en los muslos, las palmas hacia arriba, entregada, sumisa. La mirada serena clavada en el suelo, el alma abierta.
Posa Su mano sobre mi cabeza, Sus largos dedos aprisionan los mechones y tira de ellos. Me entretengo observando la profundidad de su deseo.
La orden subliminal de Su mirada es suficiente.
Nada más existe, todo desaparece y,en este momento, mi mundo es Él.
No ha dicho una sola palabra, no es necesario, ambos lo sabemos, es solo mío, soy solo Suya.
roxanne.
El Muro