Ese momento en que por fin puedes dar rienda suelta a todo lo que llevas guardando durante tanto tiempo, quizás durante toda una vida... es tan sublime, que te cuesta días digerirlo.
El entregarte sin reservas, convertirte en algo, olvidarte de trabas, prejuicios, problemas, condiciones,... solo sintiendo, deseando ser perfecta en tu entrega, satisfacer deseos y necesidades en el otro. Conseguir olvidar cada pero hace ese momento tan especial que resulta difícil de explicar.
La intensidad de las sensaciones, que saturan tu cerebro y te convierten en ese animal que llevas media vida intentando controlar... Sentir que en sus manos el animal no solo será libre sino también feliz...
Poder satisfacer tu necesidad de cuidarle y mimarle, de mirarle hasta saciarte, de sentirte arcilla por un momento. Permitirte ser frágil porque sientes que no te romperan. Es indescriptible por muchas palabras que conozcan.
Hay momentos en que debes dar gracias a la vida por vivirlos, sin más, los problemas siguen donde estaban, las personas no cambian, pero estos instantes tan especiales en la vida simplemente Deben agradecerse como lo que son... pildoras de felicidad impagables.