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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de luar_sum

Un día, huyendo de los cazadores, una cierva joven se alejó de su manada y corrió tanto y tan lejos que de repente se encontró sola en un valle desconocido del que no sabía salir.

vagó durante meses por el valle hasta que aceptó que le gustaba ese lugar y que no quería volver, no echaba de menos a la manada porque ya no había que seguir normas y órdenes porque sí, pero si añoraba tener a alguien con quien compartir sus días.

A ese mismo valle vino a parar un Viejo lobo errante, cansado de crear y abandonar manadas, cansado de recorrer territorios y parejas y no sentirse completo nunca, abocado a la soledad y al bagabundeo por su inconformismo y su incapacidad de adaptarse. Allí se sintió tranquilo por un tiempo, relajado y cómodo pero también añoraba la compañía.

Ambos se encontraron y, como no habia nadie para juzgarles o criticarles, comenzaron una extraña relación entre depredador y presa, excitante para ambos en la que el dominaba y controlaba para satisfacer su instinto de macho alfa y ella seguía y obedecía porque estaba en su naturaleza de cierva. Ambos parecían felices y satisfechos con aquella extraña relación pero aveces la naturaleza rebelde de la cierva o el carácter errante e intransigente del Viejo lobo se interponían, creando desencuentros absurdos que les alejaban. De cualquier forma siempre parecían encontrar un buen motivo o excusa para reconciliarse, quizá porque la soledad o la necesidad les arrastraban irremediablemente a los brazos del otro.

Pero la naturaleza no gusta de estas relaciones extrañas y siempre encuentra la forma de corregir sus propios errores. En esta historia se produjeron dos sucesos que fueron determinantes.

En una de las desapariciones del macho errante la cierva se había refugiado en brazos de un Viejo ciervo que pasaba por allí, pensando que su lobo no volvería. El le dió ánimo y Consuelo, le devolvió la risa y la serenidad y se marchó dejando en su corazón un sentimiento de amistad eterna, fruto del cariño y la gratitud.

Cuando tiempo después su lobo regresó, le contó su historia con el Viejo ciervo y él le dió a entender que lo aceptaba y no sería motivo de reproches futuros, pero en el fondo le mentía pues nunca lo olvidó ni la perdonó.

Ella se dió cuenta de esto cuando el volvió a partir sin avisar poco después.

Con la rabia del Nuevo abandono y la culpa por haber olvidado a su amigo en cuanto el lobo volvió, dejó un mensaje al borde de un camino, agradeciendo al Viejo ciervo por estar a su lado y haber sido su amigo.

Cuando su lobo errante regresó, comenzaron de Nuevo donde lo habían dejado. Y, como cada vez, con un poquito más de resentimiento y desconfianza en el corazón de la cierva y con más prepotencia en el alma del lobo porque ella seguía ahí hiciese lo que hiciese.

Llegó el fin de esta historia de amores imposibles con una manada de lobas sin macho que aparecieron un dia en el valle y calentaron la sangre y los sentidos del macho.

El salió corriendo en cuanto detectó su olor porque no podia evitarlo, y se puso a retozar y a jugar con ellas como era su costumbre, dejando sola a su cierva. En uno de sus paseos encontró el Viejo mensaje que ella había dejado en el camino y rápidamente su cólera se encendió. Pensaba que  ¡¡ cómo era posibe que a él, un gran macho con tan gran reputación entre las lobas, le iba a pasar que una misera cervatilla le humillase así !!

Con las hormonas a flor de piel y la ira hirviendo en la sangre corrió junto con las lobas hacia donde había dejado a su cierva, que salió emocionada a recibirle sin presentir nada.... Y él, mientras las lobas miraban y vitoreaban su hombría, cazó y mató a su cierva, se bebió la tibia sangre que brotaba de su cuello y la dejó tirada para servir de alimento a los carroñeros.

Nunca se arrepintió ni lloró lo que hizo porque su naturaleza no le permitía el arrepentimiento o la autocrítica. Un lobo alfa debe ante todo mantener su estatus para no ser despreciado por los demás lobos.

Pero siguió solo, errando de loba en loba y de territorio en territorio hasta el final de sus días, sin encontrar jamás lo que le completase y sin ser capaz de adaptarse a nada ni a nadie.


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