- Hola?
- Hola
- Tengo una curiosidad....
- Dime
- Tu nombre empieza por p.... o en su defecto por j?
- Ostras que pregunta!!!! Qué nombre es ese?
- Solo hay uno que su diminutivo... empieza por p pero el nombre en catalán es con J
- Buscas a alguien quizás?
- Es una pregunta demasiado atrevida pero es simple
curiosidad. Pep?
- No, por?
- Curiosidad.. Tu perfil me hacía recordar a una persona.
- ¿Mi perfil?
- Sí
- ¿Qué tiene mi perfil que te recuerde a ese tal?
- Fotos… El texto… La descripción…
- Joper. Buscas a esa persona … sea quien sea.
- Simplemente era curiosidad por si eras esa persona.
Nada más.
- Ahora tengo curiosidad. A mí me gustaría que me
buscaran.
- Además esta persona es de Tarragona, por eso mi
curiosidad, perdona… entonces que te haya confundido
- No, no, tranquila. ¿No puedes llamar a esa persona y ya
está?
- Si claro.
- Entonces por qué no lo llamas. No sé…
- Bueno me he confundido, tenía curiosidad y te he
preguntado. No creo que pase nada… Y sí, me puedo poner en contacto con esa
persona y preguntar.
- ¿Eres de Tarragona?
- No. Soy de Madrid.
- Muy lejos.
- Está el AVE
- jajaja ya pero me suena raro
- El qué?
- Hay gente más cerca.
- Creo que te ha molestado que te haya preguntado y te
haya confundido.
- Es que has sido tan directa.
- Y sí, personas cerca puede haber muchas.
- Y luego me has dejado con curiosidad.
- Pero no todas tienen las mismas características.
- Eso es verdad.
- Perdona de nuevo.
- No tranquila, no pasa nada. Llámalo, llama a ese chico.
- Bueno, no es tan sencillo.
- Llamar es fácil. Es tener valor y ya está.
- Bueno, no sabes nada de él. Es fácil hablar por hablar.
Sin saber… En fin.
- No sé…
- Me da la sensación que quieres que te deje en paz.
- Eres de muy lejos.
- Hay AVE.
- Ya, ya
- En fin, que manera de mandarme a tomar aire.
- Pero ya he tenido historias con gente de lejos…
- Adeu
- Y acaban mal al final
- ¿No te llamas Pep?
- Nooooooooo ¿Quién es ese tipo?
- No todo tiene porque ser siempre igual pero se ve que
no quieres atender a razones, ni por la distancia, ni por conocer personas.
- Eres de lejos y me hablas de un tal Pep…
- Sí, porque te digo que creía que eras esa persona. No
creo que me expliqué tan mal como para no entender lo que escribo.
- Llámalo y ya está, y aclara con ese lo que sea…
- Y dale con llamarlo. ¿Tanto problema tienes en que te
haya confundido de persona? Ya me he
disculpado. Hay bastantes similitudes, por eso te he preguntado. Joer, si llego
a estar en el Amazonas me tiras a las pirañas o a los cocodrilos, sólo por
preguntar si eras esa persona o no. En fin.
- No, no, tranquila…
- No, no, tranquila no, que se ve que te ha molestado.
- Busco persona cerca. Barcelona o Tarragona. Solo eso.
- Gracias otra vez a mandarme a tomar aire. Ya te leí una
vez.
- No me importa hablar pero he tenido malas experiencias.
- No todas las personas son iguales, ni todas las
relaciones iguales.
- No, no solo por
la distancia, pero la distancia siempre es un problema.
- Muy bien, pues cierra si tanto problema tienes.
- Me entras hablando de otro y ahora te enfadas.
- A ver.
- Yo entiendo pero entiende a mí también.
- Te he hecho una pregunta porque toda la información que
das es muy similar a la de esa persona. Te he preguntado por si eras esa
persona. No eres, pues vale. Y parece que al que le ha sentado mal…
- ¡Que tiene esa persona, Dios!
- … desde el primer momento ha sido a ti.
- ¿Tan importante es?
- Pues ya me he disculpado. ¿Me tengo que disculpar de
nuevo?
- Hay muchos hombres…
- Perdona por haberte confundido de persona. Tú
descripción es muy parecida a la de esa persona, y tu perfil igual y hay muchas
coincidencias, por eso te he preguntado. Si mi error es preguntar lo siento
mucho. ¿Ya? ¿O necesitas que me disculpe más?
- No tengo nada que decir.
- No hace falta ponerse tan borde, me he confundido. Pues
perdona.
- Yo también me acuerdo de alguna persona. Son normales
estas cosas.
- Pues no lo parece por cómo te pones, que te sienta mal…
- No sé, prefiero personas cerca, en serio...
- Ya te he leído, que no hace falta que me mandes a tomar
aire, que si no te interesa cierra la ventana y ya.
- Ya hablamos otro día quizás…
- ¿Para qué? Para que estés continuamente
- Amistad bueno.
- mandándome a tomar aire? No gracias, no necesito que me
repitan 3 veces las cosas como una niña pequeña que no se entera.
- Llama a ese tal Pep…
- Y dale. ¿Sólo sabes decir lo mismo? No es tan sencillo
el llamarle, pero nada, si te quedas a gusto pues vale.
- Llamar es sencillo.. ¿Qué no es sencillo?
- Si no tienes ni idea. ¿Para qué dices algo? No es tan
sencillo llamarle, por una serie de razones y ¡ya!
- Llamar siempre es sencillo…
- A ver, que no te enteras.
- Es así…
- No le puedo llamar ¿Ok? Hay una serie de circunstancias
por las cuales no le puedo llamar, pero como no tienes ni idea, para ti es
fácil decir llama a esa tal persona, pues vale, ya te he leído.
- ¿No puedes llamar a ese tío y lo buscas aquí? No
entiendo nada…
- Ni yo entiendo que aconsejes hacer algo cuando no
tienes ni idea. A ver, te he dicho que tienes un perfil muy similar.
- Llamar no cuesta, ya está.
- Y hay una serie de cosas. Qué no le puedo llamar!!!!!
- Porrrrrrrrrrrrrrrrqueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
- Tu perfil me ha hecho pensar que tal vez podías ser
esta persona. No eres, pues vale, pues perdona.
FIN
Documentación original: Conversación de chat íntegra.
NOTA: La documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Hay veces que no es necesario que una persona muera para perderla, hay veces que basta con que se convierta en una persona completamente distinta… Una desconocida incapaz de recordar que una vez ella fue la Musa cuyo cuerpo Él cubrió de oro.
(Traducción del catalán)
“Lunes 09/08/0…
Otro fin de semana con el Amo.
Otro fin de semana fantástico con sus aprendizajes, sus momentos de relax, su dureza, su ternura y principalmente con todo su amor.
Muchas gracias Amo por hacerme disfrutar de este fin de semana, estaría muy sola sin ti.
Siempre a los pies de mi Amo."
Tardó mucho tiempo en poder volver a revisar las palabras que ella le escribía y en ver sus fotos, por el dolor que le causaban. Pero el dolor había que afrontarlo para poder dominarlo… y superarlo hasta convertirlo únicamente en una simple cicatriz. Cuando consiguió dominarlo hasta vencerlo, empezó a poder revisar con normalidad y naturalidad, y transcribir en papel historias y relatos inspirados también en ella, la única y auténtica Musa que había tenido.
Fue entonces cuando se convenció de que no había sido tan buen Amo como había creído. Se dio cuenta de que durante bastantes meses, a través de la sutileza de su inconsciente, ella había estado avisándolo de que su mente se estaba preparando para una nueva crisis cíclica. Probablemente fue lo único que le había ocultado durante aquellos años, la envergadura de sus crisis, quizás porque nunca imaginó que de una cita a ciegas naciera un amor tan intenso y fuerte. Unas crisis cuyas sacudidas psíquicas actuaban sobre ella con la fuerza de un destructivo huracán, hasta el punto de transformar por completo una personalidad y convertirla en otra totalmente distinta.
“Estaría muy sola sin ti”… fue la primera señal de alarma que su inconsciente le mandó y Él, distraído por el envolvente ego del Dominante y por el acomodamiento que toda relación larga inevitablemente conlleva, no supo reconocer aquellas señales escritas que le advertían que ella, sin Él, sentía que estaba completamente sola.
No era posible sentirse en soledad teniendo a tanta gente alrededor… Su familia, sus hijas, sus amigas, sus compañeros y compañeras de trabajo. ¿Por qué le cargaba a Él toda la responsabilidad de su soledad en su ausencia?
No fue hasta meses después de haberla perdido cuando, consciente de que nunca más iba a volver a verla, conociendo un pasado que ella nunca le contó, se dio cuenta de que había fracasado como Dominante.
Hasta entonces había creído que a una sumisa únicamente se la perdía si se deseaba perderla o si no estaba bien educada; pero se dio cuenta de que no era todo tan simple y que había otras muchas maneras de perder a una sumisa, a una mujer, a una persona.
Desde aquellos tiempos en adelante, vio y escuchó llorar a bastantes mujeres, sumidas en dolores no enfrentados, ni vencidos por no haber sido superados, pero no consiguió volver a pintar con oro el cuerpo de nadie más.
A lo largo de su vida, otras mujeres le manifestaron su deseo de ser pintadas de forma sentida en oro, pero nunca más lo hizo, no porque Él no lo deseara. Todo lo contrario, se moría de ganas de pintar, pero no iba a entregarse a quien no lo mereciera.
Para poder hacerlo necesitaba estar seguro y convencido de que esas mujeres harían con el oro sobre su cuerpo exactamente lo mismo o algo parecido a lo que una vez su Musa hizo: acariciar con sus manos el dorado pintado sobre su piel y compartirlo, repartiéndolo en el cuerpo de Él.
Nunca tuvo la sensación de que eso fuese a ser así con ninguna otra sumisa, con la excepción de una de ellas, a la que le faltaron muy pocos meses para también sentir el oro verdadero sobre su piel. Todas deseaban ser pintadas en oro a las primeras de cambio, sin haber hecho suficientes méritos emocionales y amorosos, incluso sin querer suficiente a su Amo. Algunas incluso se ponían celosas por el simple hecho de que Él hubiese pintado, años atrás, el cuerpo de una sumisa en oro. Otras pensaban en ser pintadas, además de en oro, en plata y en todos los colores del arco iris…, pero ninguna daba señales de querer compartir ni una sola gota de pintura con Él… Parecía que querían toda la pintura dorada sólo para ellas.
El siempre decía lo mismo: Cuando permanezcas tres años junto a tu Amo, seas capaz de responder todos los mensajes que te mande durante esos años en menos de cinco minutos, no menciones la palabra “No” ni una sola vez y, principalmente, me hables más de amor que de cualquier otra cosa, entonces, te pintaré en oro. Lo haré las veces que sean necesarias hasta que comprendas que no eres una sumisa. Eres una Musa.
Las que escuchaban aquellas palabras inclinaban la cabeza, de un modo u otro, o se enfadaban. Quizás les pasaba eso por que sentían que no tenían la capacidad que otra persona podía haber tenido, y se sentían inferiores. En realidad, sí tenían capacidades, aunque quizás distintas, pero era más fácil envidiar lo que otra persona se ganó con trabajo y entrega que demostrar capacidades propias. La Musa fue pintada en oro porque se lo ganó, pero ella ya no estaba ni volvería a estar nunca, pero las manos del pintor si estaban dispuestas a pintar…, pero solo a quien lo amara verdaderamente.
Y al escuchar la palabra “amar” se iban, casi todas, quizás por miedo a sufrir o al compromiso, en busca de quien pintara con inmediatez de mentira dorada su cuerpo, para poder engañarse a sí mismas. Era lo más fácil…
5 años después, una de aquellas mujeres regresó
“- Todo este tiempo… tenías razón… :-(
- Ya… Tengo razón normalmente por qué tengo experiencia, pero de nada sirve la experiencia de otro si la o las personas no se dan cuenta por sí misma/as. El autoengaño es algo habitual. Yo también lo he sufrido, creyendo que personas que se fueron me querían. Si se fueron no me querían. Si se equivocaron, vuelven… Un beso.
- Dime algo joder… aunque sea… ya lo sabía!
- Te he mandado un mensaje!!!!!
- Ok. Beso.”
El pintor acarició aquellos tarritos de pintura dorada. Los abrió, para comprobar su estado, y se dio cuenta de que la pintura se había estropeado y secado. Acarició lentamente la pintura seca y volvió a tapar los tarritos.
“- Claro que me hace daño lo que me dices… pero no pq me lo digas tú… Pq se que es verdad… todo… Y reconocerlo duele. Ya te lo he dicho……… gracias. Pero no quiero dejar de hablar contigo y quiero volver a verte. Beso.”
Recoger los pedazos que rompieron otros, no era posible. Eligió andar por sugerentes surcos de deseo por miedo a ser sujetada. Ahora él contemplaba su regreso, en busca de su propia esencia, buscando que la esencia del pintor reconstruyera la suya propia, sin que a ella le importara que sus ruinas los arrastrara a ambos a un abismo de fracaso.
Era Dominante, no salvador de almas en el pasado arrancadas a patadas de su corazón. Volver a verlo. ¿Por qué no? Podría mirarla a los ojos de nuevo, convencido de que volverían a descender.
Seguramente podría cubrirle en oro la piel sumisa, naturalmente la convertiría en una maravillosa y efímera pintura, pero nunca podría ser una Musa convertida en obra de arte. No mientras no lo sintiera. A una obra de arte hay que sentirla. Regresar no es suficiente para sentirlo. Los dedos del pintor nunca mojan pintura alguna sin confianza y seguridad.
Una sumisa que regresa no puede regresar como sumisa, por que así también se marchó. Debe regresar como mujer, o no regresar nunca.
Documentación original: textos whatsapp , imagen de sumisa pintada en oro y plata con rosa silvestre con espinas sobre el pecho, imagen con los tarritos y tubos de pintura que se emplearon estropeados por el paso del tiempo, correo electrónico.
NOTA: La documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Acércate a la mesa hasta sentir en tu... la dureza del roce de la madera. Ahora coge la copa de vino y tómala muy lentamente... Antes de terminar de beberla me entregas un orgasmo y das las gracias.
“Amor, tranquilo no te voy a molestar
mi suerte estaba echada, ya lo sé
y sé que hay un torrente dando vueltas por tu mente
amor lo nuestro solo fue casualidad
la misma hora, el mismo bulevar
No temas no hay cuidado
no te culpo del pasado
ya lo ves, la vida es así
tú te vas y yo me quedo aquí
Lloverá y ya no seré tuya
seré la gata bajo la lluvia…”
Salió de la ducha inmediatamente, escupiendo lágrimas de agua en el suelo. Apagó la radio, hacía años que no soportaba escuchar aquella canción de Rocío Dúrcal. Descolgó la toalla rosa a topos blancos, y se secó las otras lágrimas.
Habían pasado años. Dulce tortura. ¿Qué tiene de dulce esta eterna espera? Él no volverá nunca, lo dejó bien claro: “No te quiero suficiente. Lo siento. ¿Amigos? O nada.”
Amigos respondió ella, dijo amigos, pero sólo fueron conocidos. Ahora parecía increíble pensar que ella, una auténtica “pantera negra” dejara de morder para “Ser” durante aquellos meses que había estado con él, la lengua de la gata que lamía la mano de su Amo.
Qué lejanas sonaban todas aquellas palabras, ahora ya sin sentido: “Cómo me impone mi Amo… es increíble, cómo me impresiona. Me mide, con cada palabra, con cada mirada, con cada gesto… mi Amo me mide. Y me reduce, como el fuego reduce al caldo… Sumisa de tu coco, así es como me siento… Sumisa del poder de tu mente. La pantera negra cuando está con su Amo es como una gatita…”
Había sido una mujer que siempre había tenido… “una tendencia a sentirme poca cosa, muchas veces... De eso tiene la culpa la etapa vivida con mi ex, sin lugar a dudas. Pero desde hace un año, aunque a menudo me sienta poca cosa, lo hago con la diferencia de saber que no lo soy.”
Además de su ex marido y de ella misma, habían otras personas que la habían ayudado a perderse en remolinos de desequilibrio, por ejemplo los numerosos amantes y follamigos que, la mayoría de veces, la habían hecho sentir basura. Pocos meses antes de conocer a su Amo, esos tristes pensamientos empezaron a partir rumbo al “nunca jamás”, aunque algunas veces se seguía sintiendo miserable, cerrar la llave de la experimentación la ayudó a valorarse primero, y a salir del contenedor de desechos humanos después. Se dio cuenta que era más mujer que “chuleta de cordero”, y miró también en su interior, en lugar de sólo a su entrepierna. Cambió el “en oferta” por el “avance de temporada”, sin por ello renunciar a ser ella misma.
Canceló casi todos los perfiles, en todas las páginas, y casi abandonó por completo el mal vicio de los perfiles duplicados, o triplicados, con identidades distintas. Bueno, no lo olvidó del todo… ya que los vicios y las adicciones no se superan fácilmente. Unos días después apareció él, mejor dicho, reapareció. Lo reconoció muy rápido, por su forma de hablar y de escribir. Ya habían conversado años atrás, entonces había sentido miedo, no le había caído demasiado simpático, quizás contribuyó el que no mostrara ningún interés en follársela como los otros, o quizás la causa fue una especie de prepotente seguridad que desentonaba por completo en un lugar donde todos decían “lo que tú quieras, guapa”. A pesar de eso, no había podido olvidar aquella sensación de miedo y aquel extraño mariposeo en forma de nudo en su estómago. Recordaba perfectamente las características de quien una vez le había escrito: “¿me detengo o paso de largo?”. Ella entonces le respondió que no le gustaban las prisas y obtuvo como respuesta una repetición del “¿me detengo o paso de largo?”. En aquella ocasión prefirió que pasara de largo y él, tras despedirse muy educadamente, desapareció.
En esta segunda ocasión su actitud fue muy distinta, y la de él también. Resultó muy fácil saber de quién se trataba y, esta vez, ella le permitió detenerse…
Cuando empezó con su Amo, los pocos pensamientos negativos sobre ella misma que le quedaban, desaparecieron por completo de su mente. Él la ayudó a sentirse más segura y, poco a poco, se fue abriendo como una flor, mostrándole toda la luz y oscuridad de su interior. Sus palabras empezaron a expulsar infinidad de contradicciones, desparramadas como un puzle de miles de piezas, cuya temática no era otra que la escenificación del gran conflicto que se debatía en su interior…
Aunque al principio no lo creía, en poco tiempo empezó a tener la certeza de que su Amo sabría leer en ella...: “Ese día comprenderás muchas de mis contradicciones, mi lucha interior, mi gran conflicto. Y ese día sé que mi Amo me escuchará, atento, y al margen de la valoración que le produzca mi confesión, mi Amo no pensará que soy tonta… Nooo… Mi Amo comprenderá un montón de cosas.”
Su Amo siempre escuchó atentamente lo que a lo largo de los meses le explicaba con palabras, miradas y gestos; y la ayudó a entenderse mejor, sin condescendencia ni paternalismo, haciéndole entender que una sumisa siempre es una mujer fuerte y capaz, siempre más fuerte que cualquier Amo que pueda tener. Por eso puede entregarse y superar sus miedos, algo que un Amo nunca será capaz de hacer. A pesar de sus lágrimas, él siguió apretando muy lentamente las tuercas de su psique, casi de forma imperceptible, hasta que su llanto cesó, permitiendo que todo su dolor fuese expulsado de su cuerpo y se transformaron en placer y equilibrio. Había aprendido a ser fuerte y, a partir de entonces, nunca más volvió a azotarla. Ya no lo necesitaba. Fue entonces cuando empezó a sentir, con naturalidad, un intenso poder que serenaba sus emociones y que la sometía hasta traspasar, con flujo, todas las prendas. Y así empezó a quererlo…
Fue un Amo severo con ella pero no injusto, cariñoso y muy exigente, pero no la quiso, le tuvo cariño, pero no la quiso como había querido a otras sumisas. Ella siempre lo supo, él se lo dijo, y aunque no le gustaba, lo aceptaba esperando que algún día eso cambiara. Maldecía en soledad, pero se callaba, nunca había podido reprocharle nada. Así lo sentía, pero no estaba en sus manos poder cambiar sentimientos. Él nunca le prometió demasiado y muchos menos algo que no hubiese cumplido. Además, a pesar de no quererla como ella deseaba, seguía siendo el hombre que más la había querido. ¡Qué ironía! Obtuvo placer, el que le dio como hombre dominante, y se sintió arropada en muchos momentos. Lo había sentido siempre así, dominante, incluso antes de ser su Amo, y también después de serlo. No podía evitarlo.
Así había sido su Amo, su único Amo, no había conseguido tener otro, aunque lo intentó en varias ocasiones, y estuvo registrada en un par de páginas especializadas, donde consiguió quedar para tomar diversos y aburridos cafés y conoció frías y tenebrosas habitaciones de hotel, pero en un año se cansó de solo sentir poder sobre su cuerpo y decidió dejar de ser gatita, para volver a ser pantera.
Dos años después de su despedida, apenas había vuelto a hablar con él, aunque para su mente seguía “Siendo...” ¿Acaso solo se podía ser de un Amo si se tenía sexo o juego erótico con él? ¿No era suficiente con pensarlo o reconocerlo como Amo? Aunque no mantenía apenas trato, obviamente tampoco ningún tipo de contacto físico, ni tenía un vínculo hablado o establecido, ni juego de ninguna clase, su alma y su mente sentían que él sería siempre su Amo, aunque no se vieran nunca más. Sabía que podría tener amantes, novios, parejas o incluso un nuevo marido, siendo optimistas quizás algún Dominante, pero probablemente nunca más un Amo.
Era de las que pensaba que los Amos no eran como las setas y que a lo largo de la vida solo podía haber un Amo, como mucho dos, el resto serían intentos que terminarían sin ninguna presencia en su mente y mucho menos en su alma. Pensaba que no podría ni quería sentir por otro Amo, aunque sí deseaba sentir por otro hombre. Estaba completamente segura que su aventura en el BDSM había terminado, sin tristeza ni dolor, todo lo contrario, contenta y satisfecha de saber que su interior nunca sería profanado inmerecidamente por quienes no demostraran capacidad para equilibrar la huella de su Amo, con una marca igual o superior.
Él era conocedor del afecto que ella le profesaba y por eso había evitado facilitarle conversar con asiduidad. Aún y hablando en muy pocas ocasiones, sentía su daño y notaba como ella lo mordía ligeramente, la pantera mordía al que fue su Amo pero lo hacía con dientes de gatita. Cuantas veces seguramente habría deseado pegarle un zarpazo y herirlo de muerte, pero cuando estaba a punto, hablaba y sentía sin querer sentir, sentía simplemente hablando de cualquier tema y su inconsciente la detenía, por qué había sentido más hablando con él que follando con algunos. Recordaba como la había enseñado a contenerse y ahora no sabía si morderlo, o lamerlo… No sabía cómo manejar esa mezcla de amor no correspondido, aunque no ignorado, con algo que no era odio pero se le parecía. Se contenía y lamía arrastrando sus dóciles colmillos y en esa contención del resentimiento, su coño se humedecía con tan solo diez minutos de coloquial conversación whatsappera o telefónica. Su mente volaba a otra dimensión tan solo leyendo lo que él escribía y se daba cuenta de que mejor dejar pasar unos meses más, hasta la próxima charla…
No era capaz de hincarle los dientes, aún queriendo y a pesar de sentirse dolida, también se sentía contenta y satisfecha por lo que le hizo sentir. Sin embargo, lo que no conseguía evitar era esa pizca de sutil ironía que le salía impulsivamente del alma y que estaba segura que él entendía perfectamente. No podía acusarlo de haberla tratado mal, pero necesitaba decirle que también él podía haberle entregado más sentimiento. Luego la razón le devolvía la consciencia para comprender que la entrega del alma no puede ser exigida cuando no se ofrece de forma natural y sentida.
A pesar de estar tan solo separados por ocho kilómetros de distancia, ella no había querido volverlo a ver. Cuando conversaban, lo hacían con cordialidad, pero ella seguía contenida… No era capaz ni tenía motivos para argumentar reproches, pero algunos de los puntos suspensivos que colocaba, delataban el deseo de que hubiese sido “mejor persona” con ella, en lugar de haberlo sido con otras.
“- Y te felicito por tener ese buen corazón.
- Bueno me he preocupado de los demás más de lo que crees, también como Amo. Pero me lo quedo yo. Tú sabes que he respondido cuando me has llamado.
- Bueno, yo me quedo con el saber que nunca me equivoqué al pensar y decir de ti que eres buena persona, porque lo eres…”
Nunca fue su propósito, durante aquellos años, recordar a su Amo, al que siempre trató de tú y con el que no tuvo ningún límite, pero tampoco se esforzó en olvidar a quien le había dedicado no únicamente deseo erótico, sino también entrega amorosa: “Cierra los ojitos un momento y… siente como mi lengua dibuja, lentamente, tus labios…”
El día que ella perdió a su hermano, tras una grave enfermedad, no fue en busca del apoyo de su ex marido, a pesar de seguir siendo compañeros de trabajo, ni buscó consuelo en ninguno de sus amigos o amigas, tampoco contactó con el más dotado de los follamigos, o con alguno de los amantes con los que había compartido lecho durante aquellos años locos. Ese día, llamó al que había sido su Amo, y él acudió... No se habían visto desde la ruptura, varios años atrás.
- Lo siento mucho. Lamento que nos veamos por este motivo. ¿Cómo estás?
- Bien, dentro de lo que cabe. Llevaba años luchando y, ahora al final, ya deseaba que descansara. Tenía tus años, por eso me he acordado de ti. Ha dejado de sufrir, pero no había hecho nada para merecerlo.
- Entiendo. No sé qué decirte, nunca sé que decir en estas situaciones. Lo siento mucho.
- Alguna vez deseé que tú fueses él, para que supieras lo que es sufrir. Lo deseé con el alma, para que conocieras el sufrimiento. Luego apartaba ese deseo, al recordar que tú también has sufrido, aunque no conmigo, ni por mí. Siempre llevaré esta foto en el bolso, para recordarlo. Mira, es de hace dos años. También llevo el vibrador que me diste, aunque ya no funciona.
- No te di ningún vibrador, te lo quedaste, pero eso no importa. Pienso que no deberías cargar ni con su foto ni con mi vibrador. Mejor compra un marco para la foto y ponla en el comedor; el vibrador mételo en una caja. Debes vaciar el bolso de recuerdos.
- He deseado verte muerto las mismas veces que he deseado volver contigo. También me he arrepentido de tener ese tipo de pensamientos. Ya sabes cómo soy. ¿Sigues con ella?
- Sigo con ella, me ha dado recuerdos y ánimos para ti.
- No quiero nada de ella, ni siquiera su compasión. Siempre con esos aires de grandeza, de señorita culta y presuntuosa. Me perdonarás, pero siempre la vi así. El día que la trajiste supe que te había perdido para siempre.
- Nunca te engañé. Siempre te dije que iba a intentar tener tres sumisas durante unos meses y que iba a quedarme con una. Tú aceptaste el reto y las demás también.
- Lo sé y fue culpa mía creer que sería yo, pero fue muy cruel por tu parte introducirlas cuando tú y yo ya llevábamos muchos meses juntos y solos. Pensé que ya no buscarías a nadie más. Me hiciste daño y te he odiado muchas veces por eso, pero no te reprocho nada, siempre fuiste claro. Fue culpa mía creer demasiado en mis posibilidades, en mi fortaleza mental y en lo que sentías tú por mí. Yo soy la que más te quiso, de eso no te quepa ninguna duda. También sé que me quisiste, pero no como habías querido en otras ocasiones. Eso siempre me dolió mucho. Hubiese preferido no saberlo, ni sentirlo. Aún así, tengo mucho que agradecerte, y tú a mí. No te di ningún problema, ni durante, ni después.
- No siempre quien más nos quiere es a quien más queremos. Nunca te engañé. Tardé en introducirlas porque me costó encontrarlas, pero siempre te dije que lo haría. Quise vivir eso, y lo viví. ¿Por qué me has llamado a mí?
- Te he llamado, por qué aunque me dueles, te aprecio por cómo eres. Hoy necesitaba a alguien que no viniese por compromiso y sólo conozco a una persona capaz de poder decirme: “no quiero venir” en lugar de usar la excusa de “no puedo venir”. Me hiciste mucho daño como Amo, pero también has sido el hombre que menos me ha defraudado como tal. Los hombres siempre me habéis hecho daño, todos, algunos incluso casi me han maltratado, mi ex marido, por ejemplo, no es nada nuevo para mí, pero sólo tú has sido siempre sincero conmigo. Por eso te he llamado a ti.
- Gracias. Lo siento. Lo siento de veras. Me hubiese gustado venir por otro motivo y lamento el daño que pude haberte hecho. Ya te lo dije entonces. Han pasado muchos años y tú sabías los riesgos. Pudiste haberte retirado y también sabes que gracias a esa situación de competitividad, sentiste cosas que no hubieses sentido nunca.
- No te justifiques, no te reprocho nada, simplemente te digo mi verdad y como me sentí. Sentir no lo es todo, querer sí. Puedo darme placer a mí misma, pero no puedo besarme a mí misma. Me salí del BDSM por eso, recibía más placer que besos. Sólo me besaste de verdad tú y otro, aunque podíais haberme besado mucho más, por lo menos como a otras; el resto solo sexo y deseo. Pienso que algunas veces también podrías haberte ahorrado tanta sinceridad conmigo, aunque solo fuese para evitarme más llanto. Creo que no es necesario usar la verdad con crueldad. Lo que sí te agradezco, aunque nunca te lo dije, es que nunca me hiciste comerles el coño a ellas, particularmente a quien tú ya sabes. Lo hubiese hecho, pero la humillación que hubiese sentido habría rozado el límite de lo soportable. ¿No me lo hiciste comer por eso, verdad?
- No es necesario que hables así de ella. Nunca te hizo nada, fui yo, no ella. Si quieres que me vaya, me voy, no he venido para hablar de lo que pasó hace años, ni para escuchar reproches de hace tanto tiempo. Ella no tiene mal concepto de ti y te aseguro que nunca me ha hecho ningún comentario negativo, ni nada. Es buena persona, como tú, simplemente sois diferentes. Si te resulta molesta mi presencia, me voy, no pasa nada. Lo entiendo.
- Yo nunca seré capaz de decirte que te vayas, pero ya no te quiero. Y me fui antes de que te quedaras con ella, porque ya sabía que había perdido, pero te dejé yo a ti, no tú a mí. Eso quiero que lo tengas muy claro, te dejé yo a ti. Hay cosas que se notan. ¿Sabes? Y esas cosas duelen. Te respeto y te agradezco todo lo que me hiciste sentir, pero no te perdono el daño que me hiciste. Gracias por haber venido. ¿Puedo abrazarte?
- Sí, claro.
- Gracias. Que raras me suenan estas “gracias”. Eres la persona a la que más veces le he dado las gracias, aunque muchas de ellas eran protocolarias. Esas no cuentan.
- ¿Sabes una cosa? Yo también he tenido la suerte de saber lo que se siente cuando te abraza una persona que te hizo daño en el pasado.
NOTA: La documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Cera de velas. Ejercicios reales inspirados en fotografías de internet.
Mis manos alumbrarán tu oscuridad... Tu fuego, apagaré con fuego, si tú apagas el mío… Mi motivación es fundamental… ya que es un rollazo... limpiar y desincrustar luego las gotas de cera pegadas al suelo…
...
1.-
¿Hueles? Adivina a que huelen... Te las acerco a tu
olfato, una a una, y las vuelvo a dejar sobre tu piel... Exacto... huele a frutas del bosque... Y la anterior, a chocolate... Muy bien, esta es menta... Pero
te has equivocado en una... Era vainilla... Separa los labios que protegen tu
clítoris... La de vainilla va a deshacerse ahí, para que no te olvides nunca
más de su aroma...
...
2.-
Atados tus tobillos a las muñecas... Lo sé, es una posición difícil para ti... En el suelo... No temas...El antifaz de cuero negro es muy grueso, y protege tus ojos... El resto de tu cara será encerada, gota a gota, con la justa inclinación de las dos velas amarillas...
...
3.-
Observa... ¿Has visto la nueva iluminación del salón? Es
hora de cenar, desnúdate... Hoy la cena no será de tu agrado... Se compone de
alimentos que no te gustan... Si me demuestras que sabes cenar límites... Desharé toda esa cera en una cazuela y te la serviré a cucharones...
...
4.-
Tú, mi Diosa, arrodillada
ofreciendo toda tu luz...
Inmóvil. Dispuesta a adorar y ser adorada, alumbra mi estancia hasta que te
diga ¡basta! Siente como el calor resbala por tus brazos... Dame un beso, para
que puedas entregarme la cera que tu lengua me ha enfriado...
...
5.-
La música que trajo de Turquía ha dejado de sonar... ¡Me
encanta que me enseñe a bailar la danza del vientre! Para Él. Me gusta sentir,
mientras bailo, el sonido que hace la ropa sobre mi piel... Creo que ya ha terminado de tomar su te de
pétalos de rosa... Me ha hecho una
señal, para indicarme que debo acercarme...
Hace frío en el exterior, pero se está calentita dentro de casa. Sentir a la
vez el contacto de la cera y el hielo sobre mi piel, es excitante. No es de
extrañar que un ambiente así promueva otras prácticas... A las que nunca pensé
poder llegar…
...
6.-
Hoy no deseo trabajar... Estoy cansado... Quiero que trabajes
tú por mí... Regálame la belleza de tu movimiento, bajo el fuego de las luces... Sírvete de todo
tipo de ceras... Empieza por las de parafina natural, sin tintar, cuyo calor es
más suave... Luego prueba la intensidad de las tintadas más claras... Cuando tu
piel arda, me entregas las negras, las más abrasadoras de todas las velas,
únicamente al alcance de pieles muy masoquistas... Esas te las serviré yo... Tú
te harías daño... Prometo ser muy cuidadoso... Iré gota a gota... Llevo días
practicando a solas, por ti, para convertir mi muñeca en un perfecto y
equilibrado gotero, para ti...No tiembles… Nunca te haría daño… Eres mi TODO…
A ti, sumisa verdadera, únicamente a ti y a todas las que su naturaleza es como la tuya. A ti, que no usas al Dominante únicamente para tu placer, que no buscas hombres difíciles sólo para satisfacer tu incontenible deseo de seducción, que no ansías manipular desde tu falsa y fingida posición sumisa, para sentirte satisfecha contigo misma.
A ti, que buscas la profundidad de la emoción por encima de la superficialidad del deseo, únicamente a ti, el todo, a cambio del tuyo. A ti y a las que sienten como tú, pero únicamente a esas, toda la dedicación del Amo, todo su tiempo y, si nace, todo su amor.
Tú lo mereces, por tu entrega verdadera, te ganas mes a mes y poco a poco, con devoción, llegar a alcanzar sentir esos placeres espirituales que trascienden lo físico. A ti y a quienes son como tú, porque tú sí has sabido encontrar en Él ese todo que otras no han sabido ni siquiera buscar. No han tenido interés, ni ganas, porque solo una sumisa verdadera siente desde el alma y no a través del uso de su cuerpo.
A ti, te sonrío, sin que tú lo sepas, y te digo shissssssss, paciencia, no eres una sumisa, eres una sumisa verdadera, que es muy diferente. No tengas prisa, prueba si quieres, conoce Dominantes, para que sepas reconocer a los que son como tú, verdaderos. Tienes tiempo, no seas impaciente, si no es uno será otro, pero alguno seguro será, y será el que te completa.
No, no me mires a mí, ya no soy de esos. Hace tiempo que dejé de ser verdadero, perdí mi pureza y esencia. Fui corrompido por la maldad y la perfidia y, desde entonces, me entretengo extrayendo el veneno de los aguijones que fueron insertados bajo mi piel, para guardarlo en tarritos de cristal de bohemia, de los que soy coleccionista. Este dulce entretenimiento me permite cicatrizar en lugar de seguir supurando heridas infectadas de pus y porquería.
Ya no busco el placer únicamente a través del deseo pasajero, no me interesa el poder de lo efímero o la contemplación de un cuerpo corrompido. Eso ya lo viví hace años y conozco perfectamente el triste y doloroso sabor amargo de las consecuencias de esos girones, sin ton ni son, de piel enrojecida. El deseo siempre termina mal, cuando termina el deseo, y el deseo siempre termina, nunca es eterno. Así que siempre termina mal.
No he venido a buscarte, en todo caso a tropezarme, fruto de algunas zancadillas, habituales en cualquier entorno y lugar. No voy a ofrecer, así que tampoco puedo pedir mucho, salvo que alguien quiera desinteresadamente, dar. Poca gente da a cambio de nada, lo sé. Quizás y con suerte, a 600 kilómetros alguien pueda regalarme unas horas de amigable charla, a 1200 kilómetros es posible que puedan mandarme una sonrisa y un par de besos. Siempre va bien hacer amistades con las que poder hablar de todo, sin hipocresía, sin trampas, en confianza y con armonía. Eso también lo aprendí hace años… Saber valorar y aprender a ver en lugar de limitarse a mirar. Aprender a discernir quien evalúa, quien utiliza, y quien se entrega y, en función de cada situación y caso, decidir que interesa y que no interesa.
“Me dormí pensando en ti,
Me despertaste para hablar conmigo,
Cuando conseguí dormirme soñé contigo
Y volvía a despertar por un sms tuyo.
¿Cómo no voy a estar todo el día pensando en ti?”
Hermosas palabras, sí, pero tecnológicamente desfasadas. Entonces no se utilizaba el whatsapp y los chats para crear adicciones y dependencias a nada o a nadie, atrapando a gente juguetona, con una humareda de paranoica e intangible ilusión. Quizás sea un romántico o un carroza, pero sigo pensando que antes se educaba más y se utilizaba menos a las personas. Todo era más sano y auténtico, no hacía este calor que parece que poca gente puede soportar. Todavía no habíamos degradado el medio ambiente…
“Cuando conseguí dormirme soñé contigo”, me escribía... Es hermoso follar el inconsciente, aunque mucho más laborioso y lento que follar un cuerpo, también es más gratificante y placentero, ya que no es lo mismo sumar cuerpo que sumar mente y cuerpo.
Penetrar el inconsciente tiene otras ventajas, por ejemplo el poder pasar a ser también hombre y no únicamente Amo. No es lo mismo sumar Amo que sumar hombre y Amo, ya que sólo en este segundo caso se encuentran sumisas que no únicamente pueden dar placer, también pueden extraer esos aguijones que suelen vivir bajo la piel de un Dominante experimentado, y lamer sus heridas con besos.
Creo que no la azoté nunca, o casi nunca, pero a pesar de eso siempre se consideró una esclava, pero de nadie y para nadie más. Esclava en exclusiva de su Amo. Nunca me privó de nada. Me entregó todo lo que necesitaba, hasta su amor. No tenía límites, incluso me quería, no solo me deseaba. Siempre pensaba en mis necesidades antes que en las suyas. Era una sumisa verdadera. Mejor aún, primero era una mujer.
NOTA: La documentación que
aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la
generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su
Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi
compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis
publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la
responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado,
susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo,
literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos
ilustrativos.
En aquellos años, todavía vivía en un mundo de fantasías imaginarias, mi propio mundo. Un mundo de ilusiones creado por mí misma, un mundo tan irreal como inexistente. Un mundo del que un día desperté y entonces descubrí el significado de la palabra "morir".
Solía tomar café con todo tipo de hombres, me gustaba hacerlo, me sentía bien, era como estar subida en una suave nube de algodón de azúcar. Algunas veces terminaba con alguno de ellos en frías habitaciones de hotel, donde la mayoría de ocasiones ni siquiera alcanzaba el orgasmo. Ellos eran todo lo que tenía, ahora sé que era muy poco, pero entonces me parecía mucho. Sin embargo, muchas noches, mi cabeza no dejaba de pensar. No recuerdo exactamente las veces que mi almohada recogió mis lágrimas.
El día que apareció él, todo cambió, y tras él, el resto de ellos. La primera vez que me habló ya noté que era alguien diferente, no sé cómo explicarlo, pero fue como un soplo de aire intenso en mi vida. Era el único en aquella página de amistad, que hablaba de aquel modo tan distinto, parecía venido de un lugar oscuro y tenebroso. Pasé unos meses a su lado, fantásticos, de descubrimiento, en su ausencia no hacía más que pensarlo.
No es que yo no lo quisiera, estaba muy bien, era feliz, pero en aquellos años era una mujer todavía más curiosa de lo que soy ahora. Ese fue el motivo por el que un día decidí desatender sus consejos, bueno, sus órdenes, y me registré de incógnito en una página tan oscura y tenebrosa como él, a mirar y a informarme. ¿Qué podía perder? Nada. Total, no se iba a enterar. Aquella página me pareció maravillosa, estaba repleta de hombres como él. Con el tiempo me di cuenta que no eran tantos los que se le parecían, pero sí algunos, y también me di cuenta de que no todos los hombres de aquella página buscaban lo mismo, ni todos eran lo que decían ser. Poco a poco fui diseccionando los perfiles que me interesaban y en pocos días ya tenía creados tres diferentes, y en cada uno de ellos, un Amo distinto con el que jugar. No quise que ocurriera, fue sin querer, pero ocurrió, mi mente primero se enturbió y luego se perdió, envuelta en psicológicas ilusiones y confusos deseos.
Recuerdo perfectamente aquel día. Recuerdo su sonrisa y su mirada penetrante, clavada en mis ojos. Traía una rosa en la mano, que depositó frente a mí, sobre la mesa. Recuerdo perfectamente sus palabras: “Debes marcharte, debes emprender un largo camino de autodescubrimiento, sola, donde te construirás o te destruirás a ti misma. Yo no quiero ser ciego cómplice y testigo en ese viaje, ni evitártelo. Hoy me despido de tu piel y tú de la mía. Tus ojos me hablan y no debo esperar a que me escupan. Haz las maletas y vete inmediatamente, esta tarde ya no te quiero en mi casa. Esta rosa es para ti.” Luego me dio dos besos y me acarició suavemente la cabeza. En aquel momento me enfurecí, le dije de todo mientras él, pensativo, me miraba fijamente sentado en su butaca. Cuando terminé de desahogarme, añadió algo que entonces no entendí: “No me has traicionado a mí, te has traicionado a ti misma." Yo lo negué rotundamente y lo acusé de imaginar lo inexistente. Noté como se esforzaba en disimular normalidad mientras yo definía como patético su discurso. Él seguía hablando desde la serenidad pero en algunos momentos le temblaba la voz. En tres horas recogí mis cosas y salí con mis dos maletas llenas, dejando un portazo tras de mí. Nunca supe como lo descubrió, ni siquiera tengo la certeza de que lo descubriera, pero en ningún momento dejó de repetir que eran mis ojos y mi piel quienes le hablaban. No volví a tener noticias suyas. Recuerdo haber vivido aquella despedida con una sensación extraña, mezcla de confusión y tristeza primero; y de alegría y liberación después. En dos meses me olvidé del que había sido mi primer Amo. Lo borré casi por completo de mi mente.
Inicié trato y acepté de inmediato como mi nuevo Amo a uno de los Amos con los que había estado hablando asiduamente en aquella página. Dejé de hablar con los demás, excepto con uno, con el que seguí manteniendo conversaciones paralelas y jugando virtualmente en secreto por msn, ahogando mis ratos de soledad, aprovechando los excesivos silencios que me regalaba mi Amo. Con el tiempo supe que el exceso de silencios no eran necesarios para mi educación y sí para que él pudiese atender a otras sumisas de las que nunca tuvo el valor de hablarme con claridad. A pesar de eso, al principio todo fue genial, mi Amo y yo parecíamos estar hechos el uno para el otro. No paraba de azotarme y enseñarme en el dolor, hasta que un día desperté y me di cuenta de que él no era quien yo creía y que yo no estaba mejor de lo que estaba antes de haberlo conocido. Todo se derrumbó de golpe como un castillo de naipes. Al poco, mi almohada volvió a recoger mis lágrimas.
Entonces empecé una breve relación con el Amo con el que había estado jugando en el msn. Pronto me di cuenta de que él no era como los dos anteriores y que una cosa era el chat y otra la realidad. Tras él, pasé una temporada sola, regresé un tiempo a las relaciones vainilla y de ahí de nuevo al BDSM, y tuve algunas breves citas con algunos Amos, pero no me terminaban de convencer. También me planteé hacerme Ama, y en mis ratos de aburrimiento, sometía por internet a jovencitos y a señores muy mayores, me masturbaba viéndolos desnudos, pero también me cansé de eso. Fue entonces cuando empecé a sentirme mal y comencé a tomar pastillas para el insomnio, que todavía sigo tomando. Me encerré un tiempo en mi misma, me rodeé de amigas y cambié algunos de mis hábitos. Me apunté a un gimnasio, me inscribí en una academia de música y me compré unos patines, que solo usé dos veces.
Quizás porque nada ni nadie me llenaba, un día, un día cualquiera, no recuerdo que día exactamente, quizás por aburrimiento, volví a pensar en él, en mi primer Amo, así de repente y sin aviso. Al principio eran pensamientos sueltos, sin importancia, pero tras unas semanas, su imagen ya estaba instalada en mi cabeza. Mi mente cambió de golpe y fue entonces cuando me di cuenta que él había sido el único, no sabría decir qué..., ya que ni yo misma lo sabía, ni le encontraba explicación, pero empecé a sentirlo el único en algo, ¿el único en qué? , quizás el único que realmente me quiso, quizás fuese eso, no sé, quizás fuese el único en otra cosa, pero lo sentí de un modo distinto. No sabría cómo explicarlo. Quise quitármelo de la cabeza, borrarlo de mi pensamiento, pero cuanto más lo intentaba, menos se iba. Habían pasado años. Me preguntaba que habría sido de él y fue entonces cuando empezó a convertirse en una especie de obsesión.
Lo intenté varias veces, pero siempre borraba lo escrito y lo reescribía, y lo volvía a borrar. Pasaron unas semanas hasta que llegó el día en el que escribí lo que ni yo misma pensé jamás poder expresar. En esta ocasión tuve el valor y el impulso necesario para mandarlo antes de borrarlo. Segundos después ya estaba asustada y arrepentida. El título de aquel correo electrónico era “Volver”:
“Hola, no sé qué decirte, me siento rara la verdad. Entiendo que no confíes ahora en mí, que me trates con más o menos indiferencia y que me pongas las cosas difíciles, pero.. incluso así, e incluso conociendo tanto a las mujeres como sé que nos conoces, no creo que me puedas comprender ahora, como me siento. Es como cuando te arrepientes de algo, de algo que has hecho mal, que te has equivocado en una elección, porque no lo has pensado bien, porque te has dejado llevar, o incluso no sabiendo el porqué, y lo ves todo tan difícil, hasta el volver, porqué también creo que no será igual, .. en fin. Y claro, borrón y cuenta nueva nunca se puede hacer, porque sabiendo y viviendo lo vivido ya… pues, es más difícil ahora, es lógico. No sé, vuelvo a ponerme en tus manos, me dejo otra vez a ti, tú me dirás si puedo o no puedo, incluso siendo difícil y más duro y costoso para mí ahora, si me das la oportunidad es porque quieres dármela y yo encantada la intentaré aprovechar mejor que la primera (si crees que por mucho esfuerzo no te voy a poder recuperar, dímelo, también lo entenderé sabes). Las segundas oportunidades a veces funcionan mejor. Un beso.”
Tras mandar aquel mensaje, suspiré y pedí al cielo una respuesta, fuese la que fuese con tal de no vivir en la incertidumbre de no saber si lo habría leído o no. Tres días después, cuando ya me temía lo peor, recibí como contestación un escueto “Gracias.” y su nuevo número de teléfono. En lo sucesivo volvimos a hablar con relativa asiduidad, aunque me advirtió que no lo llamara con insistencia o regularidad. Sin embargo, no quiso volver a verme hasta cuatro años después, el doble de tiempo que yo había estado ausente de él. Esperé paciente el paso de esos años, conversando periódicamente con él a través del teléfono. Me explicaba cómo estaba y como iban sus relaciones, quise morir el día que me dijo que se estaba planteando tener un hijo con una sumisa con la que llevaba dos años viviendo. Aquello me destrozó y temí no volver a verlo nunca más. Tuve varios novios y rolletes durante ese tiempo y seguí acumulando fracasos. Él siempre estuvo ahí, desde la distancia, apoyándome y no paraba de decirme que necesitaba parar y equilibrarme.
Por fin llegó el día. Recuerdo perfectamente los nervios de camino a su ciudad, seis años después de nuestra despedida, y la extraña sensación que tuve en el momento del reencuentro. Cuando pienso en como sentí la frialdad de sus besos en mis mejillas, muy diferentes a la calidez que yo recordaba, me entran escalofríos. Cenamos y hablamos amigablemente, no estaba enfadado, ni serio, tampoco tan sonriente como yo lo recordaba, pero sonreía. No había envejecido mucho, pero su mirada no era la misma.
En los postres todavía no me había respondido… y entonces se lo pregunté de nuevo: ¿quieres retomar conmigo? Su contestación ahora sí fue tajante: “No puedo, no te siento de forma adecuada. Me gustaría que fuese de otra manera, pero no puedo sentirte como me gustaría. Lo lamento, pero lo que siento no sé lo que es, pero no es bueno. No es lo que debería sentir, es mucho más oscuro, violento y atroz, y no quiero explorar esas salvajes y turbias profundidades de mi psique, no quiero dejar de ser el Amo y persona que siempre he sido.” Al escuchar aquello, un escalofrío impregnado de sudor me recorrió el cuerpo, dejando un reguero de humedad en mi entrepierna. Me costaba comprender que prefiriera estar solo que retomar conmigo.
La despedida fue fría, tanto por mi parte como por la suya. Me hubiese gustado abrazarlo, pero no fui capaz, sentí como si necesitara pedirle permiso para hacerlo. No me atreví y él tampoco me facilitó el acercamiento físico. Al año siguiente nos volvimos a ver y en esta ocasión si me regaló el abrazo que llevaba tantos años deseando. Únicamente fue un abrazo, pero sentir sus manos en mi espalda me supo a todo. No hace demasiados meses que lo volví a ver y le dije lo que muchas veces le he escrito por whatsapp: “Si tú me dices ven, lo dejo todo”. Cuando le hablo de dejarlo todo, me sonríe, me mira y se calla. Luego me vuelve a mirar y me dice que lo que no se siente, no puede sentirse a la fuerza, y que lo pasado, pasado está. En ese momento, cuando le escucho hablarme de esa manera, con esa dureza y distancia verbal, tan distinto a como yo lo recordaba, siento como una invisible daga se me clava en las entrañas y me parte en dos. Ahí consigue que salga toda mi rabia y mi ira, y en ese momento es cuando empiezo a vomitarle palabras de resentimiento: “No supiste llevarme, por eso me perdiste, no supiste tocar el instrumento y por eso me desvié de mi camino. Tú me perdiste. ¡Tú! Si hubieses sabido yo nunca hubiera entrado en aquella página. ¡¡¡Nunca!!! No eres tan bueno, no lo eres, tú y tu maldito ego, no sabes tanto como crees. ¿Lo entiendes? No sabes. Me perdiste porque no sabes. Tú y tú prepotencia, tu seguridad y bla, bla, bla. Con toda esa verborrea barata que todos los Amos tenéis, para al final terminar haciéndonos siempre daño. Tú eres igual que ellos, no te creas especial, ni distinto. Todos se creen especiales ¡lo sabes! Todos dicen que ellos son no sé cuantas cosas y luego no son ni la mitad de la mitad de lo que dicen. Si no lo sabías, ya lo sabes. Solo eres eso, un Amo, un simple y acomplejado hombre, inseguro y lleno de miedos, que precisa de esa careta de Amo para ocultarlos. En el fondo me das pena, mucha pena.”
Su respuesta a mis palabras fue muy serena: “Si te hubiese perdido no estarías aquí, así que no fui yo quien te perdió, fuiste tú quien me perdió a mí. Han pasado muchos años, has conocido a otras personas, has estado con varios Amos, con otros simplemente has probado, pero has hablado con muchos. Sin embargo ninguna de esas personas ha podido evitar que estés aquí. He quedado contigo varias veces y podría haberme negado, podría haberte dicho muchas cosas hirientes y me las he callado porque tú ya las sabes y no necesitas que te las repitan, podría haberme aprovechado de tu situación para usarte a mi antojo, hoy sí, mañana no, pasado quizás, creándote una destructiva adicción, pero me he limitado a escucharte, procurando entenderte. No voy a dejarte tirada, pero no puedes pedirme nada. Te quise pero ahora es imposible que te pueda volver a querer. Lo siento. Si quieres mi amistad, la tomas. Si no la quieres, también lo entenderé.”
Ese día volví a agachar la cabeza y desde ese día, siempre que me habla de ese modo se la agacho, como la agaché hace muchos años pero, a diferencia de entonces, ahora lo hago a cambio de su amistad y de dos o tres citas gastronómicas anuales. Es extraño que ahora que solo somos amigos y que no compartimos ningún tipo de intimidad, lo sienta más que cuando era mi Amo.
Así es la amistad que mantengo con él. Pronto volveré a recorrer 130 km de día y otros tantos de vuelta, de noche. Pronto volveré a "morir", a causa del dolor que un día decidí infringirme a mí misma, por deseo... propio. Pronto volveré a sentarme con él a la mesa, con la esperanza de que algún día su compañía no acabe cuando termine la cena. No tengo expectativas, sé que volveré a escucharle decir "no bebas mucho vino que has de conducir", pero no pierdo la esperanza. Es lo único que conservo. Eso y lo que siento. Algunas veces pienso que yo misma soy la responsable de encontrarme en esta situación y que me la merezco. Pensar eso me da placer, imaginar cómo me castiga y somete de la forma más cruel posible me enerva la sangre. No sé si él no vuelve conmigo por qué sabe que si vuelve mi placer y deseo desaparecerá, o simplemente no lo hace por qué cuando me dice que ya no me quiere, que ya no me siente, que ya no tengo cuerdas que afinar por qué se rompieron todas, me está diciendo la verdad.
Quizás todo sea verdad.
NOTA: La documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
¿Por qué el tono de sus breves palabras aquí han sido muy diferentes al tono de sus palabras allí? ¿Qué necesitaba demostrarme o demostrarse?
Se lo pregunto, porque pienso que también me parece interesante conocer sus contradicciones y debilidades; ya que conociendo las suyas aprendo de las mías.
Siempre hablamos de sus debilidades, las de las sumisas, pero nunca de las nuestras. No es necesario que me responda. ¿Para qué? Le basta con mirar a los ojos, ahí encontrará las respuestas a todo. También a los suyos, ahí encontrará sus carencias. Las que sólo usted conoce y guarda con recelo y miedo a ser descubiertas.
Me he dado cuenta que usted dice y opina de forma diferente en función de donde está, en función de con quien habla, en función de lo que usted quiere en ese momento, en función de lo que la otra persona quiere o necesita escuchar. Pero en ninguno de esos casos es usted.
Eso impide que se le pueda llegar a conocer. No lo permite, no se lo permite. Le es más sencillo vender caras distintas. ¿Eso es ser fuerte o simplemente aparentarlo?
Imagino que nadie nace como vendedor de rostros. Imagino que sus cicatrices son profundas. imagino que hubo una mujer o varias a las que usted no dominó y, sin embargo, amó. Suele ser siempre así. ¿Imagino bien?
No tema, yo también he llorado.
Eso es lo único que le ayudará a ser fuerte, tanto, que sólo de ese modo podrá desprenderse de las mil caras.
SU ALMA
Pensaba muchas veces en aquel hombre, era raro, porque apenas sabía nada de él, pero así era su realidad. Imaginaba cómo serían sus encuentros, como sería castigada, quizás penetrada a la fuerza, obligada a hacer todo aquello que le desagradaba para poder obtener el premio de todo lo que le encantaba. Una perniciosa curiosidad la invadía, deseaba escuchar nuevamente de sus labios aquella nueva y para ella ya aceptada palabra: educada. Se preguntaba, con impaciencia, como sonaría aquel vocablo sobre su delicada piel, en lugar de a través de un auricular.
A simple vista intuía un tipo duro, por lo menos más duro que los demás, tenía la extraña sensación de sentir el enfado pisoteando su mente con bruscas y seguras correcciones capaces, sin embargo, de serenar su pensamiento. Estaba segura de que iba a poder sentir el anhelo de una fuerza dominante capaz de reducirla a cenizas y, a la vez, ese cálido y dulce susurro en forma de suave caricia. Su fragilidad también necesitaba del sutil y preciso tacto de un abrazo, de unas manos seguras y firmes sobre su cuerpo ardiente y húmedo a la vez.
El corazón se aceleraba tan solo su pensamiento lo imaginaba con tal brutalidad que su sexo anticipaba, sin ningún pudor, flujos y deseos que estaba aprendiendo a contener, soportando esa agradable incertidumbre hasta que él decidiera que era tiempo de satisfacer sus ganas de amar. Impaciente, imaginaba que perversidades conocería, como sería todo aquello, a la vez que temía no saber estar a nivel de quien no aceptaba convencionalidad y retórica. A tiento, iba completamente a ciegas, con una negra venda cubriéndole los ojos, guiada por el instinto.
Su mente estaba aprendiendo el arte de retorcer el pensamiento, perdida en la angustia de no saber cuál sería el aspecto de aquel desconocido al que iba a entregar sus silencios más profundos. ¿Alto? ¿Bajo? ¿Delgado? ¿Obeso? ¿Guapo? ¿Feo? Daba igual, eso ya daba igual. Indagaba repasando, una y otra vez, aquellos textos cruzados por ambos, en conversaciones meticulosamente dosificadas, buscando desesperadamente aquellas palabras que le indicaran las pistas necesarias para esclarecer que pensamientos y actitudes se ocultaban tras aquella pantalla. Meditaba, a veces, en el dolor, en si sufriría y caso de sentir esas punzadas, en si podría soportarlo y en mucho más allá, en si obtendría placer en él y con él. Imaginaba escenas y situaciones en las que se veía arrodillada o tirada en el suelo, sobre una suave alfombra, obedeciendo las órdenes de quien, bajo un severo mando, le indicaba cuáles eran los gustos y caprichos que debía aprender a satisfacer. Iba a entregarlo todo, todo sin excepción, todo lo que le pidiera, mejor aún, todo lo que le mandara, sin límites, salvo los que él decidiera, sin quejas, sin concesiones. Iba a confiar. Dolor, humillación, ya le daba igual. Era entonces cuando una fría niebla de miedo invadía su mente, erizándole la piel, retorciendo su psique, sometiendo todo su ser hasta encogerlo en un manojo de nervios y placenteras sensaciones. Presa del pánico, en más de una ocasión, había deseado huir de aquellos pensamientos y de aquel lugar pero la exagerada humedad de su sexo la retenía allí, inmóvil, atónita, serena y tensa a la vez, excitada y acobardada al mismo tiempo, culpable y satisfecha, sintiendo lo inexplicable.
Iba a jugarse la vida porque sí, sin protección, sin saber, sin conocer, simplemente porque se lo había mandado. Lo más sorprendente es que, ella, sí ella, iba a hacerlo sin una sola pregunta, sin quejas, sin pensar en nada más que no fuesen los deseos de él.
La espera aún sería larga, un mes y medio todavía, cómo mínimo. Él le había dicho que quizás entonces su cuerpo estaría preparado y su mente sosegada, serena y en calma. Debería seguir contando los días, tachando números en el calendario, esperando y aprendiendo lo que él llamaba "la teórica". La impaciencia la carcomía, deseaba saber, probar, probarlo todo, también de él. Eso la asustaba ¿qué significaban aquellas palabras? Probarlo todo. Una entrega al todo sin preguntar, de eso se trataba. Era una entrega tangible y real, nunca sentida como un juego y eso mismo la elevaba a una nube de realidad de la cual sus pezones no conseguían descender. Sin embargo, seguía confiando.
Enrojecida, avergonzada, empujaba suavemente la puerta de la habitación y bajaba las persianas de las ventanas, pensando que alguien quizás pudiese verla tecleando sucias y lascivas palabras, o sintiendo como ella sentía. ¿En qué la convertiría todo aquello? Deseaba saberlo, deseaba sentirlo, deseaba serlo, por él y para él. Deseaba deseando deseo que sabía no debía desear y si contener, si quería sentir más. Se fiaba, no desearía, esperaría y aceptaría el ritmo que él decidiera. Y esa palabra le gustaba, esperar.
Quería avanzar, más, mucho más, rápido, muy rápido, pero él no se lo permitía, es más, se lo impedía. No sabía exactamente como deseaba que etiquetara su nick, no sabía... Impaciente, esperaba que se lo indicara, lo deseaba con prisas, pero él no atendía a sus peticiones. Quizás etiquetar un “a tus pies” o “tus deseos son mis obligaciones” o “tu puta”. ¡Dios como sonaba eso! Aunque puestos a sonar bien, “tu perra” sonaba mucho mejor. “Señor”, como le gustaría poder llamarlo así pero no podía, quizás más adelante él se lo permitiría. Le decía que tan solo la estaba conociendo y que no debía dirigirse a él de ese modo, por mucho que lo deseara, porque él no era lo que ella quería que fuese, todavía. Ni siquiera sabía si podía tratarlo de usted, tampoco estaba segura de que él prefiriera el “usted” al “tú”, así que seguiría tuteándolo. Quizás algún día, más adelante, todo fuese distinto, quizás... Como le gustaba aquella dosis de realidad, aquella seriedad e interés por educarla con responsabilidad y despertar en ella placeres que trascendían lo físico y se adentraban en lo espiritual y amoroso. ¿Qué clase de individuo era capaz de manejar sus sensaciones y deseos cual si fuesen marionetas? ¿Lo hacía él o simplemente la ayudaba a ella a manejarse mejor consigo misma? ¿Qué podía ofrecerle a cambio? ¿Cómo podía agradecérselo? ¡Una foto!
“No” fue la palabra que obtuvo como respuesta al preguntárselo. No quería una foto. ¿Por qué? Volvió a asustarse. ¿Si no quería una foto, que quería? Nadie la había tratado de aquel modo, con pequeñas dosis de desprecio y grandes dosis de atención y cariño. ¡Todos le pedían una foto! ¿Por qué él no la pedía? Es más, le negaba la posibilidad de mandársela. Nadie la había hecho sentir tan vulnerable, tan desnuda, tan desprotegida, tan sola consigo misma y a la vez tan satisfecha y feliz. Otro escalofrío tersó su piel cálida y gélida a la vez. ¿Si no deseaba ver su cuerpo, que deseaba? ¿Por qué mostraba tan poco interés por verla?
Mirando fijamente la pantalla, viéndose reflejada en ella, sintió otro vez el ruido atronador del silencio, en aquellas breves pausas que él le regalaba y que tan nerviosa y caliente la ponían. Poco a poco, acercó sus labios al monitor del ordenador, hasta posarlos suavemente en él. Mientras besaba la pantalla, sintió lo que quería él de ella: su alma.
A ella.
NOTA: Toda la documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Inicio mi andadura en este blog, compartiendo con esta
comunidad una breve parte de mi proyecto gráfico y literario, basado 100% en
experiencias propias, que llevo varios años elaborando, con el objetivo de que
pueda terminar viendo la luz en forma de publicación.
NOTA: Toda la documentación que aparecerá en este blog,
tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas
que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de
serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de
mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la
responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado,
susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.
Espero que os guste y les guste. Gracias a todos y a
todas.
FOTO 1: SENSIBILIDAD (fotografía original recortada y retocada, combinación color/BN)
Esta imagen, compuesta por frutas y vegetales, se
realizó con el objetivo de premiar los seis primeros meses de entrega de una
sumisa. Extendido su cuerpo sobre una aceitosa lona negra, se colocaron sobre
la “mesa” frutas y vegetales, ordenadamente dispuestos y detalladamente
preparados. Sobre los pechos y la vagina se situaron los alimentos más
ácidos (limón, piña, tomate y naranja) con el objetivo de que fuesen esas las
zonas que quedaran marcadas mediante suave irritación de la piel. Toda la
composición de alimentos se espolvoreó con coco rallado, una de las frutas
preferidas de la sumisa. Se incorporó a la composición, una flor de color rojo
obispo, como muestra de cariño del Amo hacia su sumisa, y un corazón rojo,
situado encima del corazón de la sumisa, como muestra del amor del Amo hacia su
sumisa.