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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de Sentidos

Hay veces que no es necesario que una persona muera para perderla, hay veces que basta con que se convierta en una persona completamente distinta… Una desconocida incapaz de recordar que una vez ella fue la Musa cuyo cuerpo Él cubrió de oro.


(Traducción del catalán)

“Lunes 09/08/0…

Otro fin de semana con el Amo.

Otro fin de semana fantástico con sus aprendizajes, sus momentos de relax, su dureza, su ternura y principalmente con todo su amor.

Muchas gracias Amo por hacerme disfrutar de este fin de semana, estaría muy sola sin ti.

Siempre a los pies de mi Amo."


Tardó mucho tiempo en poder volver a revisar las palabras que ella le escribía y en ver sus fotos, por el dolor que le causaban.  Pero el dolor había que afrontarlo para poder dominarlo… y superarlo hasta convertirlo únicamente en una simple cicatriz. Cuando consiguió dominarlo hasta vencerlo, empezó a poder revisar con normalidad y naturalidad, y transcribir en papel historias y relatos inspirados también en ella, la única y auténtica Musa que había tenido.


Fue entonces cuando se convenció de que no había sido tan buen Amo como había creído. Se dio cuenta de que durante bastantes meses, a través de la sutileza de su inconsciente, ella había estado avisándolo de que su mente se estaba preparando para una nueva crisis cíclica. Probablemente fue lo único que le había ocultado durante aquellos años, la envergadura de sus crisis, quizás porque nunca imaginó que de una cita a ciegas naciera un amor tan intenso y fuerte. Unas crisis cuyas sacudidas psíquicas actuaban sobre ella con la fuerza de un destructivo huracán, hasta el punto de transformar por completo una personalidad y convertirla en otra totalmente distinta.


 “Estaría muy sola sin ti”… fue la primera señal de alarma que su inconsciente le mandó y Él, distraído por el envolvente ego del Dominante y por el acomodamiento que toda relación larga inevitablemente conlleva, no supo reconocer aquellas señales escritas que le advertían que ella, sin Él, sentía que estaba completamente sola.


No era posible sentirse en soledad teniendo a tanta gente alrededor…  Su familia, sus hijas, sus amigas, sus compañeros y compañeras de trabajo. ¿Por qué le cargaba a Él toda la responsabilidad de su soledad en su ausencia?


No fue hasta meses después de haberla perdido cuando, consciente de que nunca más iba a volver a verla, conociendo un pasado que ella nunca le contó, se dio cuenta de que había fracasado como Dominante.


Hasta entonces había creído que a una sumisa únicamente se la perdía si se deseaba perderla o si no estaba bien educada; pero se dio cuenta de que no era todo tan simple y que había otras muchas maneras de perder a una sumisa, a una mujer, a una persona.


Desde aquellos tiempos en adelante, vio y escuchó llorar a bastantes mujeres, sumidas en dolores no enfrentados, ni vencidos por no haber sido superados, pero no consiguió volver a pintar con oro el cuerpo de nadie más.


A lo largo de su vida, otras mujeres le manifestaron su deseo de ser pintadas de forma sentida en oro, pero nunca más lo hizo, no porque Él no lo deseara. Todo lo contrario, se moría de ganas de pintar, pero no iba a entregarse a quien no lo mereciera.


Para poder hacerlo necesitaba estar seguro y convencido de que esas mujeres harían con el oro sobre su cuerpo exactamente lo mismo o algo parecido a lo que una vez su Musa hizo: acariciar con sus manos el dorado pintado sobre su piel y compartirlo, repartiéndolo en el cuerpo de Él.


Nunca tuvo la sensación de que eso fuese a ser así con ninguna otra sumisa, con la excepción de una de ellas, a la que le faltaron muy pocos meses para también sentir el oro verdadero sobre su piel. Todas deseaban ser pintadas en oro a las primeras de cambio, sin haber hecho suficientes méritos emocionales y amorosos, incluso sin querer suficiente a su Amo.  Algunas incluso se ponían celosas por el simple hecho de que Él hubiese pintado, años atrás, el cuerpo de una sumisa en oro. Otras pensaban en ser pintadas, además de en oro, en plata y en todos los colores del arco iris…, pero ninguna daba señales de querer compartir ni una sola gota de pintura con Él… Parecía que querían toda la pintura dorada sólo para ellas.


El siempre decía lo mismo: Cuando permanezcas tres años junto a tu Amo, seas capaz de responder todos los mensajes que te mande durante esos años en menos de cinco minutos, no menciones la palabra “No” ni una sola vez y, principalmente, me hables más de amor que de cualquier otra cosa, entonces, te pintaré en oro. Lo haré las veces que sean necesarias hasta que comprendas que no eres una sumisa. Eres una Musa.


Las que escuchaban aquellas palabras inclinaban la cabeza, de un modo u otro, o se enfadaban. Quizás les pasaba eso por que sentían que no tenían la capacidad que otra persona podía haber tenido, y se sentían inferiores. En realidad, sí tenían capacidades, aunque quizás distintas, pero era más fácil envidiar lo que otra persona se ganó con trabajo y entrega que demostrar capacidades propias. La Musa fue pintada en oro porque se lo ganó, pero ella ya no estaba ni volvería a estar nunca, pero las manos del pintor si estaban dispuestas a pintar…, pero solo a quien lo amara verdaderamente.


Y al escuchar la palabra “amar” se iban, casi todas, quizás por miedo a sufrir o al compromiso, en busca de quien pintara con inmediatez de mentira dorada su cuerpo, para poder engañarse a sí mismas. Era lo más fácil…


5 años después, una de aquellas mujeres regresó


“- Todo este tiempo… tenías razón… :-(

- Ya… Tengo razón normalmente por qué tengo experiencia, pero de nada sirve la experiencia de otro si la o las personas no se dan cuenta por sí misma/as. El autoengaño es algo habitual. Yo también lo he sufrido, creyendo que personas que se fueron me querían. Si se fueron no me querían. Si se equivocaron, vuelven… Un beso.

- Dime algo joder… aunque sea… ya lo sabía!

- Te he mandado un mensaje!!!!!

- Ok. Beso.”


El pintor acarició aquellos tarritos de pintura dorada. Los abrió, para comprobar su estado, y se dio cuenta de que la pintura se había estropeado y secado. Acarició lentamente la pintura seca y volvió a tapar los tarritos.


“- Claro que me hace daño lo que me dices… pero no pq me lo digas tú… Pq se que es verdad… todo… Y reconocerlo duele. Ya te lo he dicho……… gracias. Pero no quiero dejar de hablar contigo y quiero volver a verte. Beso.”


Recoger los pedazos que rompieron otros, no era posible. Eligió andar por sugerentes surcos de deseo por miedo a ser sujetada. Ahora él contemplaba su regreso, en busca de su propia esencia, buscando que la esencia del pintor reconstruyera la suya propia, sin que a ella le importara que sus ruinas los arrastrara a ambos a un abismo de fracaso.


Era Dominante, no salvador de almas en el pasado arrancadas a patadas de su corazón. Volver a verlo. ¿Por qué no? Podría mirarla a los ojos de nuevo, convencido de que volverían a descender.


Seguramente podría cubrirle en oro la piel sumisa, naturalmente la convertiría en una maravillosa y efímera pintura, pero nunca podría ser una Musa convertida en obra de arte. No mientras no lo sintiera. A una obra de arte hay que sentirla. Regresar no es suficiente para sentirlo. Los dedos del pintor nunca mojan pintura alguna sin confianza y seguridad.


Una sumisa que regresa no puede regresar como sumisa, por que así también se marchó. Debe regresar como mujer, o no regresar nunca. 


Documentación original: textos whatsapp , imagen de sumisa pintada en oro y plata con rosa silvestre con espinas sobre el pecho, imagen con los tarritos y tubos de pintura que se emplearon estropeados por el paso del tiempo, correo electrónico.

NOTA: La documentación que aparecerá en este blog, tanto gráfica como escrita, es posible gracias a la generosidad de las personas que me la regalaron o mostraron, mientras era su Amo (y pareja la mayoría de veces) o incluso una vez había dejado de serlo. Mi compromiso y la palabra que di a esas personas fue que nunca una de mis publicaciones las perjudicaría o comprometería en nada. Asumí la responsabilidad y el compromiso de anonimizar todo el material tratado, susceptible de ser mostrado o publicado, exclusivamente a título informativo, literario, pedagógico, con finalidades creativas o a modo de ejemplos ilustrativos.




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