Noche de invierno mi cuerpo en llamas… Inquieta espero aun no sé a qué. Siento que mi vestido negro se ciñe demasiado a mis pechos y mi respiración se acelera de impaciencia. Cambio mi peso de un pie al otro mientras observo la increíble vista de las luces de la ciudad desde un piso 20 de la ventana cerrada del salón. Todo perfectamente calculado hacía que el momento fuera una mezcla de erotismo, vino y luz de ambiente.
No puedo evitar recordar su mirada, sus ojos y su voz diciéndome: “Estás demasiado caliente, perrita.” El solo recordarlo hace que mi cuerpo se remueva inquieto. Porque aun que no quiera, recuerda. Recuerda sus caricias y sus besos. Recuerda el calor de sus manos y sus huellas en mi piel tras los azotes, los temblores tras el orgasmo o cuando me los niega también, mi cuerpo recuerda que es completamente suyo. Y eso es lo que hace que muera de impaciencia. Mi cuerpo es traicionero.
De pronto la suave música del estéreo comienza a sonar revolviéndome al momento presente. Suena la música suave de un piano, rápida y lenta, dura y suave… demasiado parecida a Él. Aun que sé que está ahí no me giro a mirarlo, sé lo que espera de mi y complacerlo es mi razón de ser. Pero eso no impide que lo busque con la mirada a través del reflejo del cristal. Lo veo quitándose la corbata, desabrochándose unos botones del cuello y quitándose los gemelos. Recoge una bolsa negra de encima de la mesa y se acerca a mi. Su mirada y la mía se encuentran en el espejo y su mirada se endurece haciendo que dirija mi mirada al suelo, donde debería estar. Oigo caer la bolsa.
-Mi perra… ¿Qué voy a hacer contigo? –Notaba una pinta de burla en su voz. Pero eso no me engañaba. Recibiría un castigo por mirar a escondidas… No podía esperar.
Sin preocuparse por ser delicado me bajó la cremallera del vestido, lo cual hizo que se descolgara la parte de delante. No llevaba sujetador, el vestido no lo permitía y ya que no llevaba ropa interior arriba decidí que tampoco la necesitaba abajo. Sin duda sería de Su agrado. Mis piernas estaban cubiertas por unas medias por encima de la rodilla atadas a un liguero a mis caderas y los tacones de aguja realzaban mis piernas. Sí, le gustaría lo que tenía preparado para Él. Y lo comprobé cuando lo oí contener la respiración al caer el vestido al suelo. Al instante me dio dos azotes en cada nalga que me hizo contener el aliento a mi, las notaba arder, aun que no habían sido excesivamente fuertes seguro que ya tenía el culo ligeramente colorado. Solo de imaginarlo hacía que me derritiera por dentro. Me cogió por la cintura y me apoyó en todo su firme cuerpo.
-¿Qué quieres conseguir provocándome así? –Me susurró al oído erizándome la piel de la espalda. Completamente desnuda a excepción de mis tacones y medias notaba en mi culo lo complacido que se sentía al descubrir mi sorpresa.
Me lamí los labios antes de contestar.
-Complacerlo mi Señor.
-Ya me complaces. –En silencio se dedicó a erizarme la piel con la nariz y los restos de la barba de una semana. Sus manos me atraparon los pechos y los masagearon, me pellizcó los pezones y tiró de ellos con la misma brusquedad con la que me besaba dulcemente el cuello. Mi respiración se aceleraba y los gemidos de placer y dolor salían sin poder contenerlos. –Apoyate en el cristal. –Lo hice y Él acarició mi culo en círculos. –Voy a darte diez azotes. Quiero que los cuentes conmigo y después me agradezcas. ¿Lo has entendido?
-Sí Señor.
El primero vino sin avisar pero lo soporté bien.
-Uno Señor, dos Señor, tres Señor, cuatro Señor… -Cuando acabé de contar me escocían las nalgas y mi cuerpo no paraba de temblar, me sentía excitada y dolorida. –Gracias por corregirme Señor.
Comprobó la humedad de mi sexo con sus dedos.
-Arrodíllate, en espera perra.
Me dejé caer al suelo y sentándome sobre mis talones con las piernas separadas, las manos descansando sobre mis piernas boca arriba, la mirada al frente, cabeza erguida y boca semiabierta. Mirando hacia abajo, en la calle la gente caminando. Solo el imaginar que de estar unas plantas más abajo podríamos ser vistos me excitaba más. Lo oí rebuscar en su bolsa y acercarse a mi. Se arrodilló y desde atrás me colocó una pinza en cada pezón unidos por una cadena fría.
-Mírate –Me dijo y me miré a través del reflejo del cristal. Recogió algo a su lado y me lo enseñó a por el reflejo. Era una cola con un plug anal, uno de mis juguetes favoritos. De verdad le había gustado mi sorpresa. Un suspiro de anelo me hizo estremecer. –Lámelo –Dijo acercámdoselo a los labios. Lo lamí como si fuera Él. –Muéstrame lo que es mío.
Alejándose un poco apoyé las manos en el suelo, separé las piernas un poco más y alcé el culo, luego apoyé mi cara en el piso, las pinzas en mis pechos se movían… una posición completamente expuesta. Me estremecí al sentir sus manos en mis nalgas irritadas, volvió a darme dos azotes más en cada nalga para luego comprobar lo húmeda que estaba. Humedeció el plug con mi humedad y luego introdujo un dedo en mi sexo mientras con el pulgar estimulaba el clítoris. Me estremecí por lo repentino del placer haciendo que me apartara un poco, otro azote me previno de que no lo volviera a hacer. Por lo que me dediqué a dejar de pensar y solo a sentir. Era lo que se esperaba de mi y era lo que quería hacer. Estaba en Sus manos y eso era todo lo que tenía que pensar. Con cuidado introdujo el plug en mi culo justo antes de que dijera que estaba a punto de correrme. Paró inmediatamente de moverse y me advirtió con su silencio. Lo contuve justo a tiempo.
-Arrodíllate y gírate hacia mi. –Tras levantarme la cola de peluche hacía que el plug se moviera agradablemente estimulándome. Tenía la respiración acelerada… Justo en frente a mi cara tenía su miembro, miré hacia el suelo y me mantuve con las manos sobre mis piernas. –Lámeme. –Iba a cumplir su orden cuando me detuvo bruscamente. –Espera. –Se separó de mi y buscó algo en su bolsa. La colocó entre mis piernas. Unas bolas chinas. –Quieta. –Las introdujo una a una en mí, y mi sexo tembló. Me masturbó por unos segundos con sus dedos sobre mis labios y clítoris haciendo que las bolas se movieran dentro de mi. Se levantó. –Ahora lámeme bien.
Y vaya si lo hice, siempre como a Él le gusta. Incluso cuando se volvió brusco y profundo fui complaciente. Las bolas chinas en mi sexo y el plug en mi culo me hacían gemir por cualquier tontería. Tuve que parar de lamerlo en una ocación para contener mi orgasmo y su mirada de aprobación me llenó el alma. Cuando Él lo creyó convenientemente hizo levantarme, me sostuvo cuando me tambaleé. Mis tobillos se resintieron por el tiempo arrodillados. Me apoyó cobre la ventana y me ordenó mirar. Gracias a la tenue luz de la habitación y a que era de noche el cristal parecía un espejo. Ví cuando se arrodilló detrás de mi, y cuando deslizó su mano por mis medias hasta la curva de mi culo. Tiró un poco de la cola solo para hacer moverse el plug dentro de mi y luego me sacó las bolas chinas. Las tiró a su lado, comprobó lo que era suyo y mi humedad era por y para Él. Se levantó, pasó una mano hacia mi sexo y apoyado sobre mi me dio a probar mi sabor de sus labios. Todo mi cuerpo templaba. Me sentía una perra. Deseosa por complacerlo, que me diera su aprobación y que me usara como quisiera.
Tiró de mis caderas apoyándome sobre el cristal y se introdujo en mi sexo lavantándo la cola. Mis gemidos salían sin control mientras azotes caían sobre mi culo, la cadena de mis pechos se balanceaba haciéndola notar y el plug en mi culo ejerciendo una presión aun mayor, haciendo que todo fuera muy intenso con la música del piano de fondo. Me levantó la cara y me recordó que debía mirar, que como la perra que era debía obedecer y que mis orgasmos eran suyos. No me dejó correrme hasta que a Él le pareció oportuno y yo se lo supliqué. Mi culo escocía por los azotes, mis pechos supersensibilizados y mi cola alzada lo veía todo a través del reflejo del cristal nos veía juntos, mis pechos, mi sexo húmedo por Él y Su sexo entrando y saliendo de mi, la cola sobre mi espalda alzada como lo haría la cola de una verdadera perra, como un animal. Veía como tiraba de mi pelo y me besaba el cuello, como su expresión decía lo mucho que le gustaba como estaba utilizando mi cuerpo. Su mirada se encontró con la mía en el reflejo, siguió follándome duro sin apartar su mirada. Le supliqué que me dejara correrme y esta vez me lo concedió. El orgasmo fue tal que se me doblaron las piernas pero Él siguió follándome sosteniéndome hasta que por fin se corrió. Nos apoyamos en la ventana que estaba fría por la temperatura del exterior y empañamos el cristal con el calor de nuestros cuerpos. Él aún dentro de mi, con la cola aún puesta se entretenía acariciándome el clítoris hinchado. Necesitaba un descanso, los ojos se me cerraban. El orgasmo había sido sin duda el mejor de mi vida pero me había dejado sin fuerzas.
Se despegó un tanto de mí, me alzó en brazos y me llevó a la cama. Con cuidado me dejó en la cama y me quitó las pinzas, lanzando un gemido de dolor al volver la sangre a circular por mis pezones los besó y mordisqueó luego me quitó los tacones, los ligueros y las medias. Me tapó con las sábanas blancas y se desnudó Él también. Solo el roce de las sábanas ya me resultaba incómodo en las nalgas por los azotes, no quería pensar en sentarme… Mm… Pero sí que me resultaba estimulante. Yo no había olvidado el plug que aún llevaba puesto, parecía que Él sí.
-Mi Señor aun llevo la cola puesta. –Le recordé cuando se acostó a mi espalda.
-No la he olvidado mascota. Está donde debe de estar. Ya usaré esa parte de ti mañana, ahora estás demasiado cansada. Duerme. –Dijo colocando una mano sobre mis pechos hinchados y su sexo rozando mi maltratado trasero.
Estaba deseando que se hiciera de día.
Mucho puede escribirse acerca de cómo
debe comportarse, cual ha de ser el carácter y la personalidad de la sumisa
ideal. No existe un manual específico, ni una universidad donde te adjudiquen
el título de "la verdadera sumisión".
Cada dominante tiene sus preferencias de
comportamiento en sus sumisos, y es en ésas tendencias en las que tendrás que
basar tus actitudes para ser una buena sumisa... la mejor sumisa de tu Amo.
Existen sin embargo unas pautas
generales, que pueden servirte como punto de apoyo en tu aprendizaje:
1.-Obediencia:
Es una de las características principales
de una sumisa. Es la manifestación directa de la necesidad que una sumisa tiene
de sentirse controlada, guiada, dirigida...
Ese sentimiento de que alguien organiza
tu vida, da lugar otro sentimiento más profundo, el de pertenencia.
Si bien el ser obediente consiste en
hacer aquello que el Amo ordena, ésta disciplina no debe convertirse en un
mecanismo sin personalidad. Ser obediente, también significa poner interés en
realizar bien lo ordenado y en tomar la iniciativa para satisfacer los deseos
de tu Amo, adelantándote a la orden.
Si tienes alguna duda, sigue la primera
regla de tu condición: Obedecer.
Donde
reina la justicia, obedecer es ser libre - James Montgomery
2.- Subordinación intelectual:
Partimos de una actitud psicológica de
respeto y consideración a tu Amo, actitud que has elegido libremente,
escogiendo de entre todos los dominantes a un Amo que tenga una buena dotación
intelectual, para enseñarte, dirigirte y gobernar tu vida a su antojo. Por ello
debes asegurarte de seleccionar correctamente a la persona a la que entregarás
tu sumisión, para evitar salir perjudicada. Si la persona sumisa no puede
admirar a su Amo, menos podrá respetarle u obedecer sus órdenes.
Considerando esto, el Amo en una relación
BDSM es el poseedor de "la verdad", lo cual no significa que no
cometa errores o que en alguna ocasión, no adopte una actitud equivocada. Sin
embargo, la persona sumisa, deberá seguir manteniendo en todo momento una
actitud de humildad y respeto por su Amo.
La persona sumisa, siempre puede
preguntar e interesarse por las decisiones de su Amo, exponer sus sentimientos
al respecto y confiar en que su Amo, rectifique si realmente cree estar equivocado.
Lo que nunca debe hacer es desafiar, manipular u oponerse a las decisiones de
su Amo.
Se puede decir que el sometimiento
intelectual es una de las principales batallas en los primeros pasos de una
persona sumisa en el BDSM.,
Las
personas inteligentes tienen un derecho sobre las ignorantes: el derecho a
instruirlas - Ralph W. Emerson
3.- Umbral del dolor:
Existe el dolor físico y el dolor
emocional. Muchas prácticas, castigos y actividades sexuales en una relación
BDSM implica de una u otra forma causar/recibir dolor, aunque esa no es su
esencia fundamental.
Sobre el dolor físico a muchas sumisas no
les gusta experimentar con el dolor extremo y ese es tu caso, tu deber es
ponerlo en conocimiento de tu Amo.
Es
cierto que el dolor provoca miedo y por lo tanto, una actitud esquiva desde el
momento que se plantea en la relación BDSM, pero con la práctica y el
entrenamiento adecuado, se puede incrementar su nivel de resistencia.
Sin embargo, debes tener claro que aquel
tipo de dolor que no disfrutes o no te cause excitación, es insano y
patológico.
El dolor emocional, podemos observarlo en
nuestra vida diaria, y nadie está exento de experimentarlo en alguna ocasión.
La
reacción habitual, es eludir esos sentimientos desagradables que nos embargan
enterrándolos en el fondo de nuestro ser, a través del auto engaño, la negación
o el aislamiento.
Cuando el dolor emocional amenace tus
sentidos, es necesaria una profunda reflexión contigo misma, para localizar su
origen y hacer una posterior exposición de sus causas a tu Amo, para que éste
tome las medidas oportunas.
Recuerda que no es lo mismo experimentar
con el dolor, que con el sufrimiento.
El
dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro - Concepción
Arenal
4.- Compromiso sexual:
Si bien el sexo, no lo es todo en el
BDSM, si es una de las partes importantes de la relación.
El ofrecimiento generoso y sin límites
por parte de las personas sumisas haciendo disfrutar a sus Amos, es otra de sus
características esenciales.
Por norma general, a las personas sumisas,
les gusta sentirse usadas y utilizadas sexualmente por sus Amos. Suelen
requerir de un alto nivel de excitación para lograr alcanzar el placer, sin
embargo, una vez encuentran al Amo que sepa someterlas adecuadamente, lo
adquieren a un nivel casi místico.
Ese es el tipo de entrega sexual que en
esencia busca un Amo de su sumisa.
La
mente también puede ser una zona erógena - Raquel Welch
Publicado por Pérfida Princesa en: Escuela BDSM
Siete intensos años de aprendizaje, de mil momentos compartidos, de besos, abrazos y, sobre todo, mucho amor.
Si tuviera que pedir un deseo lo tengo claro, quiero que este tiempo sea solo el comienzo de toda una vida juntos. Quiero seguir a Su lado para siempre, a Sus pies, en Su regazo como la gatita que soy para que haga conmigo lo que más desee, para que pueda seguir compartiendo Su placer y la vida.
Porque me encanta estar con Usted y no puedo pedir un regalo mejor.
Le amo, mi Amo.
¡Por toda una vida juntos!
roxanne de Ades.
-Yo solo quiero saber
que eres feliz donde estas-
Dale libertad a quien la pide,
dale libertad a quien se siente en jaula
dale libertad a quien necesita volar
dale libertad a quien te pide comprension
Dale opcion de ir de tras de lo que necesita
dale opcion de poder probar otros cielos
dale libertad de elegir lo que le llamó
dasela aunque implique el mayor riesgo
No se ama encadenando las almas
los seres humanos no son propiedades
el mayor acto de amor
es dejar que el otro sea libre
aunque no vuele en tu cielo
La virgen nueva, la inocente, la ansiosa de aprender
aquella que un dia fuiste
la manzana que llama sin hablar
que es tentacion sin tentar
que llena un espacio que solo alguien nuevo puede llenar
Deja libre lo que amas
dejalo libre porque su vida puede ser un soplo
comparado con tu vida
deja libre para que satisfaga
lo que necesite antes de su partida final
Dejale libre y tal vez
tu gesto honesto cambie su suerte
y su vida se prolongue
delaje libre y tal vez
vuele hasta la vejez
aunque no vuelva a volar contigo
Dejale libre
y guarda tu corazon
para que no arda hasta las cenizas
en el proceso de liberar.
Autoria; maleni elan
FUENTE:https://malenidea.wordpress.com/
"¡Qué nervios! Por fin voy a conocerlo" me repetía una y otra vez con una boba sonrisa en la cara
Se acercaba el gran día mientras paseaba mirando los escaparates de ropa para ver si encontraba algo que le dejase sin habla... y de pronto lo encontré. Un vestido rosa pastel que resaltaba mi inocencia, sin un corte demasiado provocativo y un escote... ohhh que escote. No enseñaba demasiado, pero se intuía el potencial que tenían mis pechos escondidos tras esa tela. No podría resistirse. Parecía hecho para mí, para la ocasión.
Él me pidió que llevara un vestido que no llamase demasiado la atención. No le gustaba que su sumisa fuera mostrando demasiado por la calle... y sus palabras resonaron en mis oidos como cánticos celestiales. "Su sumisa" ¡Yo! Me lo estaba diciendo a mí.
Me indicó que bajo el vestido llevara unas medias hasta el muslo... con liguero blanco, y ropa interior a juego. Quería que fuera completamente vestida, para ir descubriéndome poco a poco. No quería perder detalle de toda la belleza que escondía a cada paso que fuese dando.
Recuerdo la primera vez que hablamos en un chat. Yo discutía con un pseudo, y él me privó. Me indicó que no merecía la pena ponerme de mal humor por un idiota, que por eso él no había intervenido. Seguimos hablando durante horas. Hablamos sobre el trabajo, sobre las amistades, sobre las cosas que me preocupaban. Antes de que pudiera darme cuenta, me había abierto a él. Deseaba hablarle cada día, que se conectara al chat para seguir intercambiando privados. Hablamos sobre BDSM, sobre mis límites, y empecé a descubrirme a mí misma. Muchas cosas que me aterraban, descubrí que poco a poco podrían superarse en las manos indicadas. Y yo deseaba superarlas con él.
Nuestros privados se volvieron mas íntimos, sentía mi cuerpo estremecer de placer cuando después de indicarme como mover mis dedos en mi sexo, me ordenaba correrme. Me sentía suya, completamente suya. Deseaba sentir sus manos en mi cuerpo, deseaba sentir el susurro de sus palabras en mi cara. Deseaba crecer con él. Ponerle cara.
Consiguió que me entregase por su mente y por lo que me hacía sentir. No pasaba un minuto del día en que no pensara en él.
Intercambiamos nuestros teléfonos y los chats se convirtieron en llamadas y en mensajes de texto. Tenía una voz dura... y reía cuando me mandaba algo por lo que protestaba. Decía que tomara siempre una manzana después de comer, que la fruta era buena. ¿Manzana? Odio las manzanas. Pero me sentía tan suya a cada bocado que le daba... que agradecía poder hacerlo. Él disfrutaba cada vez que me quejaba pero aún así cumplía sus deseos. Valoraba mi obediencia, mi entraga, lo que yo le daba.
Terminé las compras y fui corriendo a casa a reservar una estancia. Me dijo que le sorprendiera, que tenía permiso para coger lo que quisiera. Iba a ser un fin de semana especial. Dos días enteros juntos. La primera vez no se olvida... así que debía ser perfecto.
Encontré una casita de montaña con vistas a un río. Él se retrasaría con la hora de entrada... así que tendría tiempo para aparcar, ver la zona, y prepararme tranquilamente allí antes de que llegara.
Llegó el momento, y de los nervios y la impaciencia que tenía por verlo, llegué a la casa una hora antes de que me entregaran las llaves. Aproveché para dar un paseo, y llamar a una amiga y contárselo un poco antes de que llegaran los dueños.
- ¡Ana! - grité con una sonrisa de oreja a oreja
- ¿Cintia? ¿qué pasa? ¿va todo bien?
- Sí sí sí... va genial. He conocido a alguien... y he quedado con él en un rato para pasar el fin de semana solos en una casa. Es genial, me siento genial. Atento, cariñ... - había empezado a coger carrerilla cuando me interrumpió.
- Espera espera... vamos por partes. ¿Has conocido a un chico? ¿Cuándo? ¿Dónde?
- Pues... eso es largo de explicar. Lo he conocido en un chat - mi amiga no sabía nada... si la digo que estoy en el BDSM... me mata!
- Pero a ver Cintia.. vale... lo has conocido en un chat. ¿Pero le has visto la cara? ¿Sabes quién es? Dime al menos que tienes su teléfono... - su voz cambió a estar preocupada... pero es una exagerada. Se preocupa demasiado por todo. Ya empezaba con sus preguntas de siempre...
- Sí, claro que tengo su teléfono ¡¿Cómo no voy a tener su teléfono?! - yo estaba ya irritándome.. ¡Ni que fuese mi madre!
- Vale... tienes su teléfono... ¿Y le has visto? ¿Sabes cómo es?
- No, no le he visto... pero él a mí tampoco.. y le gusta como soy. No le importa mi físico - me iba cabreando a medida que hablaba. Como ella es una superficial... pregunta por el físico.. como no... ni que eso fuese lo importante. Yo me sentía genial con él, y él se sentía genial conmigo. Pero qué iba a entender ella de eso...
- Que ¡¿Qué?! ¿vas a pasar un fin de semana con un chico que no has visto nunca solo porque te hace sentir bien? ¿Pero estás loca Cintia? - no paraba de gritar... seguro que ya estaba hasta de pie en el salón de su casa. ¡Exagerada! ¡que es una exagerada!
- Mira, que soy mayorcita y puedo elegir con quien estar y cuando quedar. Ya estás exagerando. Llevo meses hablando con él, es de fiar. No soy idiota - me estaba empezando a cabrear demasiado ya esta conversación.
- Pues no lo pareces Cintia, algún día te vas a meter en un problema. ¿Qué tipo de persona queda con otra para pasar un fin de semana si no es porque va a lo qué va? - dijo acusándome y poniendo en duda las intenciones de mi Amo.
- Mira Ana, que me da igual que no lo entiendas. ¿Y si viene a lo que viene qué? ¿eh? Pues es que a lo mejor eso a lo que venga yo también lo quiero - no merecía la pena volver a explicarla de nuevo lo que sentimos los dos. Pero me da igual, yo también quería su cuerpo con el mío y sus manos sobre mí. No hay nada de malo en ello, que ella sea una estrecha superficial no significa que los demás también lo seamos. Y además... que yo no soy una guarra. Tengo sentimientos por mi Amo. No me tiro a todo el que se me pone delante. Pero ella que va a entender...
- Vale Cintia... pues tú sabrás... como dices.. eres mayorcita. Pero al menos dame su número de teléfono por si pasa algo.
- ¿Qué? No te pienso dar su número - apreté el teléfono con fuerza mientras no daba crédito a sus palabras. ¿Pero cómo voy a violar su intimidad y su privacidad dándola su número de teléfono? Esta chica es tonta... y además exagerada. Capaz es de llamarle a él y decirle cualquier cosa.
- Cintia, que me des su número de teléfono. O te llamo a ti esta tarde o esta noche para saber si estás bien o ha pasado algo. Al menos dime donde estás si tengo que ir a buscarte o llamar a alguien - sus palabras indicaban una clara intranquilidad
- Mira, ya me has cansado. No te pienso dar su número. Pero es que además, no te pienso coger el teléfono... así que no me llames. No te lo voy a coger. Y no te pienso decir donde estoy. Bastante que te he llamado para comentártelo en lugar de contártelo el lunes en el trabajo - no entendía nada... la llamo para contarla algo bueno que me pasa.. y solo se la ocurre preocuparse en lugar de alegrarse. Debería cambiar de amistades...
- Pues te pienso llamar esta tarde, así que más te vale cogérmelo - sus palabras resultaban amenazantes. Pero ni aunque llamase a la policia me iba a encontrar. Tengo entendido que deben pasar 24h... y para entonces, casi casi estaré de vuelta en casa.
- Pues haz lo que quiera, pero no te lo voy a coger. Deberías alegrarte por mí en lugar de echarme la bronca. Y además... ya veo un coche, creo que han venido los dueños de la casa a darme las llaves. Te veo el lunes - colgué el teléfono antes si quiera de que pudiera decir nada más y lo guardé en el bolso.
Me da igual, esa llamada no me iba a quitar la ilusión que sentía por ver a mi Amo. Si lo conociera o hubiese hablado alguna vez con él, seguro que no lo exageraba así.
Me acerqué al coche olvidando la conversación, y al coger las llaves les expliqué a los dueños que mi pareja llegaría más tarde y que saldríamos de allí sobre las seis del día siguiente. Para que no nos molestasen antes ni nada.
Al ver como se alejaban, empecé a sentirme un poco más nerviosa. Ya estaba allí... solo era una cuestión de tiempo que mi Amo llegase y nos viésemos por fin. ¿Le gustaría? ¿no le gustaría? ¿me gustaría él? ¿y si era feo? ¿o más bajito que yo? ¿Y si me veía mal? ¿Y si se me olvidaba cómo comportarme? Empezaron a asaltarme un montón de preguntas... pero de pronto recordé las palabras que me dijo una vez... "Me gusta como eres, no tengas dudas sobre eso. Eres la persona que llevo tiempo esperando. Eres perfecta para mi"... y sonreí. Sonreí y todas mis dudas se fueron. Seguía nerviosa... nadie me quitaba eso... pero estaba tranquila. Yo le gustaba, y él me gustaba a mí. Yo me sentía suya, y él compartía ese sentimiento.
Recibí un mensaje: "Llego en diez minutos. Deja la puerta entornada, y espérame como debes"
¿Diez minutos? ¿En serio? ¿ya? Corrí hacia el espejo del baño a mirarme el pelo, cuando se me torció un pie por los taconazos que llevaba y casi me caigo de bruces. Pensé en la imagen de recibirle sin un diente y reí a carcajadas mientras llegaba coja al baño. No podía soportar mis nervios, era evidente. Tomé aire mientras me miraba en el espejo y me retocaba un poco el pelo y me repetí a mí misma "Estás preciosa... le vas a encantar. Va a ser un fin de semana que marque el principio de un largo camino". Conseguí relajarme y fui a la puerta, la dejé entornada, y le esperé en el salón arrodillada, con las piernas abiertas, las manos sobre ellas, y la cabeza agachada. Estaba exactamente como me indicó que le esperase.
Se me hicieron eternos esos minutos... pero de pronto, sentí una puerta que se cerraba y noté unos pasos que se acercaban desde el pasillo. Ya había llegado. Estaba allí. No había salida. Era inevitable. Nos íbamos a ver.
- Estás preciosa. Y una postura perfectamente entrenada. Levanta la cabeza y mírame - ordenó con voz suave
- Sí Amo - respondí levantando la cabeza mientras un mar de sensaciones inundaban mi cuerpo y conseguía verlo por primera vez.
La verdad... no era como esperaba. Lo imaginaba con traje y afeitado. Pero era mi Amo, estaba allí, aún con sus vaqueros y una camisa oscura, era perfecto. Quizás la bolsa de deporte que traía al hombro fue lo que más me distrajo. Podía haberla dejado a la entrada. Pero quizás quería comprobar mi reacción al saber que en ella escondía todos sus juguetes BDSMeros para ese fin de semana. Desde luego, el palo metálico que sobresalía llamó mi atención. ¿Iba a usar eso en mi? ¿sería una fusta?
Dejó la mochila en el suelo mientras se acercaba a mí.
- Dime, preciosa, ¿cómo te sientes? - preguntó mientras se ponía en cunchillas frente a mí.
- Nerviosa y tranquila Amo - respondí sintiéndole a unos centímetros de mí y deseando un beso, un abrazo, algo que me calmase.
- Veo que titubeas - dijo sonriendo
- Sí Amo... sentirle cerca... - respondí antes de que me preguntara, esperando poder abrazarle después de tanto tiempo hablando.
- Dime, ¿por qué estás aquí? - pregunto más serio
- Porque me siento suya, Amo. Porque deseo sentir todo lo que hemos hablado de su mano - respondí mirándole a los ojos. Lo deseaba con todas mis fuerzas.
- ¿Todo? - preguntó como si no lo supiera y poniéndose en pie sin apartarme la mirada.
- Todo Amo, con Usted
- Bien... dime preciosa ¿qué puedo esperar de ti? - preguntó mientras me daba la espalda y se dirigía a su bolsa
Miré la bolsa y por un momento dudé. ¿Qué había dentro? ¿Qué iba a hacer? yo estaba deseando sentirle...
- Puede esperar lo que quiera, Amo - respondí dudando. Lo que quiera lo que quiera... no.. estaban mis límites.
- Aja.. así que.. lo que quiera, ¿no? - preguntó con una voz indiferente mientras abria la mochila, dejaba el palo metálico sobre el sofa y sacaba unas cuerdas
- Sí Amo... aunque están mis límites.. que... - respondí sin apartar la vista del palo. ¿Qué quería hacer con él? ¿y las cuerdas? ¿Me iba a atar? Empezaba a impacientarme... necesitaba sentir sus manos cerca.
- ¿Qué les pasa a tus límites? ¿temes que no sean respetados? - preguntó mirándome fíjamente dejando las cuerdas en el suelo.
- No Amo... no es eso.. - le estaba enfadando... lo sabía... no debí haber dicho nada...
- Bien preciosa, recuérdamelos... ¿cuáles son? - esta vez preguntó mientras tocaba mi cara con la parte exterior de su mano. ¡Qué bien olia! Su piel con la mía... podía sentirla en mi rostro. Tan suave, tan agradable...
- Pues... el anal.. las bofetadas.. y el bastinado - respondí mientras cerraba los ojos disfrutando del momento y apretaba mi cara a su mano para sentirle un poco más
- Ya veo. Y ¿crees que voy a respetarlos? - preguntó mientras yo abría los ojos sorprendida y reía en una mezcla de nervios y seguridad.
- Claro Amo, si no lo pensara, no estaría aquí - "que tonto".. pensé para mis adentros. Si estaba ahí sin haberle visto nunca es justo porque estaba segura de ello
- Bien. Tema interesante ese. Dime, ¿cómo alguien que se dice tan inteligente... acaba en una casa en mitad de la nada con alguien que no conoce?
- Porque confia en ese alguien, Amo. Porque llevamos meses hablando. Porque estoy aquí sin sentirme obligada - respondía mientras me acordaba de mi amiga. Al final mi Amo se va a creer mi padre también.
- ¿Y sabe alguien que estás aquí? - preguntó mientras pellizcaba suavemente mi oido y se volvía a alejar para sentarse en el sofa
- No Amo. Llamé a una amiga hace un rato para decirla que había conocido a alguien, pero se puso histérica porque no nos habíamos visto nunca, y al final tuve que colgarla sin explicarla nada más.
Ese pellizco en mi oreja hizo que notase humedecer mi sexo. Deseaba con ganas poder sentirlo dentro de mí. Poder probar sus azotes. Poder besarle. Poder hacer realidad y físico todo aquello que durante meses sentí en la distancia.
- ¿Te acabo de notar gemir? - preguntó acercándose de nuevo
- Estoy deseando sentirle, Amo - respondí mientras mis mejillas se volvían rosadas...
- Deberías saber que cuando alguien me desea, no me siento excitado. Me gusta que se resistan. Que griten - indicó girando la cabeza y sonriendo
- No entiendo Amo - respondí intentando averiguar lo que eso significaba
- Responde únicamente cuando te pregunte, zorra - ordenó abofeteándome con fuerza y haciendo que me inclinara hacia uno de los lados.
Sentí la fuerza de su mano en mi cara. Acababa de soprepasar uno de mis límites de lejos. No entendía nada. Eso no es lo que había imaginado. Sus ojos ardían. Mi corazón se agitó queriendo salir de allí. ¿por qué lo hizo? Me preguntaba intentando apoyarme con uno de los brazos en el suelo mientras con la otra mano presionaba el sitio que había sido abofeteado.
- Espero que esta vez mantengas silencio hasta que acabe, y respondas únicamente cuando te pregunte, ¿queda claro? - preguntó mirándome fíjamente
- Sí... - respondí dejando salir una lágrima. Nada estaba claro. Ya no parecía esa persona que conocí.
- Sí... ¿qué? - preguntó levantando la mano con intención de abofetearme de nuevo.
- Sí Amo. Sí Amo... - respondí de inmediato repetidas veces al pensar que volvería a hacerlo
- Buena chica... y ahora dime... zorra... ¿tienes miedo? - preguntó mientras se encendía un cigarro
- Yo... si... un poco... Amo... - respondí confusa y mirando el pasillo que daba a la salida
- ¿Quieres irte? - preguntó riendo mientras miraba el pasillo también y volvía de nuevo la vista hacia mí
- No me siento cómoda ahora mismo, me siento confusa. No se por qué me ha abofeteado. Es un límite - respondí en un ataque de sinceridad pensando que así entendería que había pasado la línea.
Se acercó agarrándome del pelo y poniendo mi cabeza en el suelo me susurró al oido
- Deberías tener miedo, zorra. Voy a hacerte cosas que nunca te han hecho. Vas a sentir más dolor del que puedas imaginar...
- STOP - grité queriendo parar aquello. Era mi palabra de seguridad, tenía que respetarla. Quería irme de allí. Tenía miedo
- ¿Crees que tu palabra de seguridad me va a frenar? Estamos solos... ¿recuerdas? Nadie sabe que estás aquí - dijo, quemándome en la cara con el cigarro y tirando aún más de mi pelo contra el suelo.
- ¡¡STOP STOP STOP!! - gritaba mientras lloraba y forcejeaba con él sin éxito
Sacó unas bridas que debía tener preparadas en el bolsillo y me ató las manos a la espalda llevándome de los pelos a la habitación. Me lanzó de cabeza contra el cabecero de la cama, y sentí cómo la madera me golpeaba en la boca y sangraba.
Volvió burlándose de mis lloros con la mochila en el hombro y me golpeó en las piernas con la barra metálica. Aprovechó el daño que me hizo y que no podía moverla por el golpe, para cambiar un mueble de sitio y cogerme por la cintura y llevarme hasta ponerme encima.
- Usaremos esto como un potro, zorra ¿Qué te parece? - preguntó azotándome con fuerza mientras me levantaba la falda y dejaba mi culo al descubierto
- STOP!!! Quiero irme! Socorrooooo - grité esperando que alguien me oyese mientras temblaba y lloraba
- Zorra... nadie va a escucharte
- Socorrooo - seguí gritando mientras intentaba quitarme del mueble. Pero él me puso una mordaza, volvió a golpearme con la barra y prosiguió.
- Como decía... nadie va a escucharte. Y tenemos aún muchas horas por delante. Te dije que no olvidarías este fin de semana. No te mentí
Me puso la barra a modo de separador en las piernas atando mis tobillos a ella para que no las cerrase. Me ató una cuerda al cabello y el otro extremo a la pata de la cama. Estaba totalmente a su merced. Con un cuchillo rompió mi vestido y me cortó la piel con él, arañándome. Luego rompió mi ropa interior. Una de sus manos tocó mi sexo mientras intentaba gritar con la mordaza puesta y cerrar las piernas
- Me encantas zorra. Y además te has depilado para mí. Nos vamos a divertir.. ya verás. ¿Recuerdas que querías entender, no? Bien... Te elegí precisamente por esto. Una chica lista.. que cree que no se la van a jugar. Que siente. Que da. Eres todo un regalito para mí. Un pequeño reto. Simplemente tuve que invertir unos meses para vernos, pero merecerá la pena, ya lo verás. Tu mirada... tan limpia, inocente... Eres preciosa. Siempre pensando que otros quieren controlarte. Tan descarada... Me gustas. ¿Y tus límites? Tus límites van a ser sobrepasados esta noche, puta.
Cogió un dildo y lo introdujo en mi ano sin ningún tipo de cuidado, desgarrándome. Metiéndolo y sacándolo con fuerza.
- Tu sangre es mi placer. Tus lágrimas son mi placer. Tu dolor es mi placer. Tus gritos... - dejó de hablar para introducir su sexo en el mío con fuerza antes de retirarse de nuevo.
- Puta... mi puta. Mi zorra. Mi chica inocente aquí, preparada para mí. Esperándome. Me deseabas... y aquí me tienes. Este día.. recordarás muchas veces las palabras de tu amiga. ¿Y mañana? Mañana no estaré. Cuando ya no puedas darme nada más, me iré. Para que puedas recordarme como tu Amo. Para que puedas pensar en mí sin interrupciones antes de que vengan a por las llaves. Eres afortunada, zorra... vas a hacer feliz a tu Amo - dijo riendo, antes de darme un puñetazo que me dejó inconsciente.
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Pues eso... que esta historia no es un cuento de princesas, al igual que no suele serlo el quedar con quien no se conoce a solas. Y como no me parece un juego.. quería que se sintiese el daño que la irresponsabilidad unida a topar con un desalmado... pueden provocar. Lamento si herí sensibilidades.. y estaré agradecida si a alguien le permitió abrir los ojos esta historia que creé aposta para la ocasión
Quería que se entendiera bien lo que voy a explicar.
Pecamos de pensar que no pasará. Pecamos de pensar que somos más listos. Pecamos de inocentes. Pecamos de atrevidos. Y pecamos de confiar demasiado sin conocer a las personas.
Siempre lo digo, y siempre lo diré. La seguridad nunca sobra. Y quien tiene buenas intenciones, se asegura de transmitir esa seguridad sobre todo en un primer encuentro. Y es que los primeros encuentros no deberían ser el meterse con alguien en una habitación a solas. Deberían ser el quedar a tomar algo, o con más gente. Encuentros donde sepamos quién es el otro, y donde otro sepa quien es él. Y no pasa nada si la persona con la vamos a quedar se echa para atrás por eso o nos rechaza. Lo más probable es que nos esté haciendo un favor. Alguien que se oculta, es porque algo tiene que esconder. Sin excepción. Y no hay justificaciones que valgan. Se esconde de algo, y se esconde por algún motivo.
Voy a poner de nuevo las normas básicas de seguridad:
- Quedar en un sitio público.
- Hacer la llamada de seguridad.
- Que alguien de nuestra confianza tenga el número, nombre y cara de la otra persona.
- Que sepan dónde estaremos, con quién y a qué hora.
- Si es posible, que alguien de confianza acuda también a dicho encuentro, y esa persona con la que quedamos, lo vea también.
Cosas como las del texto muchas veces pueden evitarse.
Recordad... vida, cuerpo y mente... solo tenemos una. No dejemos que confiar demasiado en alguien, rompa alguna de ellas o nos exponga a un peligro innecesario. Tiempo para ese primer encuentro a solas.. tenemos todo el del mundo. Así que mejor ir paso a paso, y sobre seguro.
Así qué... la pregunta es: "¿Quieres arriesgarte a ser esa chica que recogió las llaves?"
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Dada la actualidad del tema, es bueno traer a la memoria este escrito publicado en Cuadernos BDSM num 1, 2007
AMOS, MACARRAS, Y RECEPTORES DE ENTREGA
A la hora de empezar este articulo quiero dejar claro que soy consciente de que toda generalización es un error y por lo tanto este articulo parte de esa premisa en la cual habrá controversia, pues no todos somos exactamente de un grupo definido y si una mezcla de todos ya que cada uno de nosotros somos particulares.
Una de las cosas que mas destacan en la postura dominante es la confusión que tiene la parte sumisa en distinguir a los Dominantes, esas posturas que todos ponemos en las cuales unos las hacen naturales y otros las hacen estudiadas y hacen que la parte sumisa se confunda.
Como dice el titulo del artículo la diferencia de Dominantes, es casi tanta como Dominantes habemos, pero aquí se intenta englobar en tres grandes grupos, sin entrar en las prácticas personales ni en gustos particulares.
Amo: Aquel Dominante que el sentido de la propiedad lo tiene acentuado, no solo se dedica a mandar sobre su posesión, sino también se preocupa de ella, la cuida, la mima incluso, la embellece, la consolida y la hace avanzar por su propio camino, camino que el recorre a su lado sufriéndose como ella los altibajos en la relación, llevándose las alegrías, y apenándose cuando corresponde. Es el que además de recibir la entrega de la sumisa, la dirige y domina incluso en aspectos fuera de este mundillo, igual puede dirigir su comida, que sus orgasmos, se preocupa de que sea eficiente en su trabajo, de que no solo avance como sumisa, sino también como persona, de su cultura, de su físico, de su mente y de su personalidad. Que cuando su propiedad esta en momentos bajos el se preocupa de elevarla y cuando esta en momentos altos de frenarla.
Normalmente este Tipo ha llegado a este mundillo con una necesidad de cubrir unos sentimientos que tiene intrínsecos, él, siente la necesidad de controlar, de dirigir, se encuentra mal cuando no lo hace. Confía plenamente en su propiedad, siente con ella y sabe de sus pensamientos y sensaciones. Puede tener varias propiedades y las cuida casi por igual. Su postura ante los demás suele ser natural, no precisa de demostrar nada ante nadie pues cubre sus sentimientos y sensaciones con su forma de ser. Sus técnicas suelen tener más de pasión que de técnica, hace lo que siente, estudia lo que le gusta y aunque conoce varias prácticas normalmente solo aplica aquellas que le satisfacen.
Demuestra sus sentimientos sin rubor, sus propiedades saben de cada una de sus sensaciones y se preocupan por ellas.
No le preocupa mostrar sus debilidades, son parte de él y sus propiedades le aceptan tal y como es.
Se preocupa mucho por sus sentimientos y el de sus propiedades sin importarle excesivamente el exterior. El “que dirán” se la trae al pairo, tiene claro quien es como es y como lo quiere.
Macarra: Es aquel Dominante que basa su Dominación en el aspecto sexual casi íntegramente, no le preocupa para nada su propiedad mas que por el uso que pueda darla, puede explotarla no solo en el terreno sexual, sino en mil y una forma y cuando esta propiedad deja de serle interesante por no darle los “beneficios” que espera de ella la tira cual pañuelo de papel usado, suele tener posturas muy altisonantes, incluso déspotas con otros Dominantes, recordad que tiene que demostrar siempre que es tan bueno y tan insensible que nada le afecta, que el esta de vuelta de todo, ha vivido todo, y es él el que decide. Ha llegado por mil razones a este mundillo y se encuentra a gusto en el, ya que le reporta beneficios personales, ya no solo económicos, que también. Controla a su propiedad, pues desconfía de ella y de las influencias exteriores no sea que le “abran los ojos”. Cuando deja de interesarle la propiedad, cualquier excusa es buena, por lo más nimio, para abandonarla. Suele ocurrir cuando ve que otra propiedad es más productiva. Puede tener varias propiedades y crea rivalidad entre ellas a los efectos de que produzcan cada vez más. Su postura ante los demás es de demostrar continuamente lo bien que domina, lo bueno que es y su actitud es siempre un escaparate para posibles propiedades futuras.
Su técnica esta muy estudiada, precisa de conocer para demostrar que es bueno, para no quedar nunca por debajo de nadie. Conoce y pule todo tipo de técnica, Y las pone en práctica según sus intereses.
Nunca refleja sus sentimientos, él esta por encima de todo eso.
Nunca tiene debilidades, no puede permitírselas, ni ante sus propiedades ni ante nadie.
Le preocupa su reputación ya que es su escaparate, procura que los demás siempre hablen bien de él ya que con ello aumenta su prestigio y tanto sus propiedades, como futuras, le son mas asequibles. No permite nunca que se hable mal de él ni por una antigua propiedad ni por nadie.
Receptor de Entrega: Es ese Dominante que prácticamente no domina, que recibe la entrega de la sumisa. Es un “Amo dócil” ya que cuando la sumisa le viene de cara todo son alegrías y que cuando no le viene no le preocupa, su actitud parece ser distante cuando la propiedad se le entrega y puede llegar a ser rastrera cuando la propiedad se va intenta por todos los medios que no se vaya incluso rebajándose a niveles imposibles. Suele aprovecharse de la necesidad de entrega de la propiedad para desarrollar su labor.
Llego a este mundillo por el morbo que da la sensación de Dominación y el poder que se tiene sobre otros, pero el realmente no siente cuando domina, sino que aprecia la entrega de la propiedad. Hace pocos planes, no confía en poderlos llevar a cabo, y no tiene la confianza en la propiedad que posee el que Domina, desconfía de su propiedad y precisa de controlarla continuamente para que no se le escape. Puede tener varias propiedades pero siempre que no le den excesivo trabajo. Su Actitud suele ser muy estudiada, mira a los demás y ve la postura que les funciona y el la pone en practica.
Sus practicas suelen ser “de libro” precisa de conocer y saber, para no quedarse atrás, Así su postura siempre esta a la “ultima” y sus técnicas son perfectas, estudia las técnicas que sus propiedades prefieren y se hace experto en ellas a los efectos de tenerlas atrapadas con los propios gustos de la propiedad, en el fondo es la propiedad quien rige en la relación.
Sus sentimientos solo los deja entrever si la cosa no funciona, para que la propiedad siga entregándose,
Sus debilidades se conocen a través de la relación pero él no las muestra, engaña a sus propiedades culpando al resto del mundo de sus mismas debilidades.
Precisa de tener una buena reputación, con ello tiene mas posibles candidatas a entregarse, Se le entregan por que es dicen que es bueno.
Bueno seguro que cualquiera que lea este artículo podrá incluir varios tipos mas así como subtipos y mezclas entre ellos.
La verdad a la hora de calificar, simplemente se ha intentado generalizar, y si tuviese que poner ejemplos seguramente no podría poner ninguno…… ¿o si?
En todo caso es a uds. los lectores a los que les toca encasillar a la gente y no a este “junta letras” que no ha hecho nada mas que poner en negro sobre blanco, una pobre reflexión .
Ramón.- alias “Nomar-tf”