Cierro los ojos y recuerdo su quietud, recuerdo como sus labios temblaban en un movimiento casi imperceptible, parece que puedo tocarlos con mis manos, aún noto su aliento contenido en esa tensa espera antes del contacto, un leve roce con la yema de los dedos y una respuesta con una leve abertura de la boca, me acerco a ellos, voy besando y mordiendo cada trocito , ella no puede responder, y lo sabe, solo tiene que sentir como se posan mis labios en los suyos.... cada roce, cada pequeño mordisco, cada gota de saliva que la recorre provoca que su piel se erice y las descargas de placer se suceden... los labios se enrojecen, tiemblan cada vez mas, estarse quieta es mas difícil a cada segundo, parece un beso eterno donde solo hay un deseo.... sus labios.
Abro los ojos, es solo un recuerdo, pero mis labios saben a sus labios....
Lo primero que he pensado al ponerme a escribir es como titular esta entrada de mi blog, y ningún titulo me parece adecuado, porque ninguno consigue resumir lo que quiero y siento.
En ocasiones casi podemos tocar los sentimientos, nos es imposible moldearlos ni adaptarlos a lo que la razón nos dicta, pero los tocamos y lo hacemos de tal manera que todo lo revolucionan en nuestro interior, nos vuelven avariciosos, intrépidos, queremos más, como una droga que nos permita seguir en esa nube de éxtasis...
Pero en ocasiones esos sentimientos están muertos antes de nacer, muertos porque no pueden vivir sin hacer daño, muertos porque pueden convertirse en fuego y quemar demasiado, muertos para no romper a quien queremos... es mejor así, aunque siempre dejamos en un rinconcito de nuestra mente una pequeña frase de esperanza que se ira apagando con el tiempo... "quizás algún día".
Sigo sin tener claro como titular esto, así que lo dejare en unos simples puntos suspensivos.
La tristeza es la forma en que el alma nos dice que no tiene lo que necesita, nos aprieta el estomago, el corazón y el pensamiento. Nos pide con gritos desgarrados que la satisfagan, porque la tristeza mata el alma y ella no quiere morir... solo quiere algo tan sencillo como vivir.
Cierta noche ella termino la actuación algo más pronto de lo normal, salió por la puerta que los camerinos tenían a la calle, llevaba las llaves del coche en la mano, se escuchaba el tintineo
Dio los primeros pasos por el callejón y entonces lo vio, era un hombre, alto, se podría decir que atractivo, pero la ropa que llevaba no era nueva, unos vaqueros gastados, un jersey viejo también desgastado por el tiempo, el pelo desaliñado, una mochila a la espalda, y una voz rota que le habló “te he mirado muchas veces a escondidas, mientras actuabas, he cerrado los ojos y te he seguido viendo, llevo años caminando y eres el único motivo por el que he parado en mi camino”
Ella estaba acostumbrada a admiradores de tres al cuarto, gente a la que no le importaba lo que ella podía tener que dar, y aquel hombre que estaba delante de ella era un hombre errante que se había detenido por ella… no le había dicho ninguna palabra de amor ni de cariño, solo de entrega, ella se dio cuenta de que él sin pedir nada a cambio, estaba entregando lo que más quería, su libertad… y ella acepto lo que le daban…
Comenzó con un gran esfuerzo, levantando su pie, quería subir aquel primer escalón,
y le costó, notaba como un enorme peso tiraba de sus pies hacia abajo, pero se
armo de valor, reunió todas sus fuerzas y dio el paso, al principio piso con
cuidado, pero su pie se fue asentado en ese primer escalón, de repente se
sintió segura, no entendía porque le había costado tanto si realmente se daba
cuenta de que lo tenía que haber dado hace mucho tiempo.
El segundo escalón fue más sencillo, encontró cosas nuevas, un mundo se
abría a sus pies, un mundo en el que podía elegir todo aquello que siempre
había sabido que no tenía pero que solo ahora con esos duros pero firmes
pasos había hecho que se manifestasen….
Siguió subiendo, pero aun no había alzado la vista para ver donde llevaba
esa escalera, así que cuando iba por el séptimo escalón, decidió mirar hacia
arriba y vio algo que la hizo sonreír, porque una hermosa luna donde el camino
parecía acabar iluminaba su escalera, aún en las noches de luna nueva, sin que
ningún sol la iluminase, la luna se encargaba de que su camino permaneciese
iluminado, podía seguir subiendo, encontrando nuevos contenidos, todos los que
un continente que no era otro que el universo podía albergar, un espacio por
explorar, un espacio donde ella ahora era una persona segura… de lo que quería
No es fácil encontrar la persona con la que te compenetras a la perfección,
a la que amas, con la que te vuelcas, la persona que se entrega a ti, no lo es nunca en ningún tipo de relación, por eso
cuando encuentras esa perfecta compañera de viaje, nuestro miedo interno, ese
que nunca confesamos a nadie, es perderla y es así porque estaríamos perdiendo
a quien amamos y eso nos desgarraría el
alma, algunos pueden aparentar que solo saldrían
dañados en su amor propio pero por dentro estaría el dolor de lo que ya no
tenemos…
Por supuesto que no es un miedo permanente, si así fuera no podríamos mantener
ninguna relación, el miedo es un mal alimento para estar con alguien, ese miedo
es un pensamiento que algunas veces cruza por nuestra cabeza y que nos da consciencia
de la suerte que tenemos por estar con quien estamos.
Todos hemos tenido una primera vez, podemos tener mucha experiencia en las cosas que hacemos pero la primera vez con otra persona que nos importa es una primera vez con nervios, con incertidumbres, se pasan pronto porque afortunadamente si esa persona es la adecuada todo fluye de una forma sencilla y se convierte en el momento perfecto…
En ocasiones me gustaría revivir esa primera vez, ese momento de la primara vez que la oyes y te cuesta concentrarte en lo que dice porque te estás dejando llevar por el timbre de su voz, cuando hablas observas que ella te escucha atentamente, y con certeza le está pasando lo mismo que a ti, ese momento donde al verla vas acariciando con la mirada cada rincón de su piel, donde la hueles y te embriagas de su olor y cuando la tocas o la besas quieres poseerla y que ella te posea… Esa primera vez con quien has elegido y con quién te ha elegido, esa primera vez donde deseas que sea la última primera vez, aunque luego el tiempo y las circunstancias se encarguen de que no lo sea.
Yo, nunca pierdo la esperanza de tener una última primera vez…