Hay ocasiones en que te sientes arder como un incendio en un pozo de petróleo, incontrolable y aparentemente sin final.
Otras veces la llama es pequeñita, no parece importante, pero es como el fuego en una habitación cerrada, latente, callado, casi inerte,... hasta que abres una puerta y entonces estalla y lo devora todo.
y está ese fuego del hogar, el que te calienta sin hacerte daño, que tienes que alimentar continuamente para que siga ardiendo pero que hace que tu alma y tu corazón se apaciguen solo mirandolo arder.
Ese es el fuego que nunca olvidas, como la imagen de la infancia que se graba en tu subconsciente, que siempre recordarás con cariño y siempre te sacará una sonrisa. Tu eres ese fuego, que encendimos una tarde en una cabaña y alimentamos entre los dos, poquito a poco hasta hacer una hoguera que nos calentó y nos animó para jugar, reir, comer y charlar hasta quedarnos dormidos uno en brazos del otro.
Yo me iré, tu seguirás adelante, pero ese es mi recuerdo feliz, mi sonrisa para los momentos difíciles y mi pomada para el alma.
Espero y creo que para ti también ha sido único y digno de recordar.
Mil gracias T por tantas sonrisas, por reirte de tu gallega quejica y por decirme tantas y tantas veces lo a gusto que estás dentro de mi y eso que me gusta tanto de que disfrutas tanto conmigo vestida como desnuda.
Es cierto que este lugar tiene cosas buenas, tu eres la mejor de las que he conocido.
El Muro