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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de ceticia

    -Mírate, eres preciosa. Mi perra, mi princesa, mi niña, mi juguete, mi sumisa... Si para mi eres hermosa para ti también debería serlo. ¿Lo es? ¿Eres hermosa?


    -Sí Señor.


    -Sí, ¿qué?


    -Soy hermosa por y para Usted mi Señor.


    -Repítelo todos los días mirándote al espejo de esta manera porque en verdad eres hermosa. Mi sumisa.

Postrada en la cama me encuentro boca abajo. Mis piernas no pueden abrirse más. Atada e inmóvil por mis tobillos a los extremos mantengo mi culo en alto, expuesta. A mis oídos llega la erótica voz de una mujer susurrándome, excitándome, al compás de una melodía relajante. Noto mi respiración acelerada de anticipación. Debido a la posicionó en la que me encuentro y una orden muy específica no veo ni intento ver lo que está a mis pies. Solo sé que estoy dispuesta a ser usada de la manera que mejor le parezca. De repente noto sus manos ásperas acariciando mis pies, va subiendo por detrás de mis piernas. Sé cual es la meta de esas manos y me muerdo el labio inferior temiendo que se me escape algún gemido aun que no pues evitar que se me acelere la respiración. Sus manos desaparecen y me abandonan justo sobre la curva de mis nalgas. Intento contenerme. Mis ojos aun cerrados. La cama se hunde a mi costado y siento su calor a mi lado, reconfortándome, dándome seguridad. Sus labios se posan en mi nuca erizándose la piel y arrancándome un gemido tras el mordisco de después.

Noto mi sexo húmedo y necesitado.

Tras alejarse inmediatamente noto un floguer advirtiéndome, descarga contra mi piel con firmeza, solo un latigazo ligero pero excitante. En mis brazos, cuello, espalda, pies, piernas, culo… acabando sobre mi sexo. No oigo nada, ni siquiera mi respiración acelerada pero no puedo contener mi deseo. No me pregunto quién es el que me excita, por quien estoy siendo utilizada… Ese miedo o duda no existe. Solo me centro en complacer. Inesperadamente noto sus labios en mi sexo ya expuesto. Su lengua, sus dientes, sus labios, su aliento sobre mi, se aleja. Su mano firma impacta en una nalga e inmediatamente vuelve a besarme. Su lengua penetrándome, un adelanto de lo que está por venir. Me penetra con un dedo, dos… moviéndolos deliciosa mente mi interior, dentro, fuera. Su mano firme vuelve a azotarme el culo aun que el dolor solo hace que me me existe aun más, con sus dedos dentro de mi. Sale de mi para ingresar en mi culo sorprendiéndome. Me noto apretada a su alrededor, la mano libre sostiene mis caderas en su sitio, firme, sin piedad pero gentil. Me da unos segundos para que me acostumbre.

Mis labios no se juntan, con mi boca abierta noto como la saliva de me escurre sin necesidad de contenerla. Sus dedos se mueven en mi culo y su mano libre regresa a mi sexo. Mi respiración se vuelve a acelerar estremeciéndome. Mis caderas se mueven al compás de las envestidas de sus dedos. En un momento dado sus dedos me abandonan. Me contengo retorciéndome intentando ser paciente. Presiona un dildo lubricado en mi sexo. No es demasiado grande pero suficiente para hacerme gritar de placer. Parezco un animal, una perra. Me penetra con el dildo a la vez que me azota el culo. Me escuecen las nalgas pero es un delicioso dolor. ¿Esto es real? No puede ser más real. En un momento se aleja dejando el dildo en mi interior. Cuando regresa noto otra presión más en mi culo. Mis sentimientos a flor de piel, la respiración entrecortada y mis gemidos de fondo. Siento que todo me desborda. Pero me recuerdo que estoy en sus manos. Nada malo me pasará. Recuerdo mi naturaleza. Soy sumisa, mi anelo es complacer y no hay nada que me importe más en este momento que hacerlo feliz. Así que respiro, aguanto, suelto. La respiración en mi culo se hace mayor. Los auriculares en mis orejas salen despedidos de mis oídos, apartados de un tirón por sus fuertes manos.

-Estás bien –No era una pregunta realmente

-Sí mi Señor.

-¿Segura?

-… No mi Señor… -Dije pensando antes de contestar.

-Esa es mi perrita. -Saberlo feliz conmigo me dio fuerzas.

Implacable, con e dildo aun en mi sexo y su polla entrando poco a poco en mi culo añadió otro estímulo más. Sus dedos sobre mi clítoris. Ahora podía oírme gemir y respirar, oía su respiración entrecortada por mi.

Ah! Dios… Comenzó a moverse dentro y fuera. Agradeciendo el que el dildo no fuera muy grande y acompañando mis caderas a sus envestidas, muriendo de pacer. Casi alcanzando el orgasmo lo contengo. Mis orgasmos son Suyos, lo sé muy bien.

-Mi Señor, por favor…

-Aun no perrita, aun no.


Una mano amiga me toca el hombro despertándome de mi dulce sueño. No puede ser… Impaciente vuelvo a la realidad esperando que se haga de noche para volver a soñar con estar con mi Señor

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