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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de Jani

Sólo son palabras, aún no tengo la experiencia suficiente pero quería desahogarme, no soporto el maltrato mental que provocan algunos "Amos" que no saben informarse bien... Bueno, aquí va:


La tarea del Dominante no es simple,  tiene como obligación investigar antes de probar algo en su sumis@, quien se tome las cosas a la ligera y decida hacer algo sin pensar en cómo puede afectar a la otra persona, no debería llamarse así. Una cosa es decirle "zorra", "puta", "suci@", etc. Porque el/la sumis@ esté de acuerdo y otra muy diferente es decirle que es inútil,  tont@, que no hace nada bien, entre otras. Lamentablemente, habiendo tanta información,  ésto se sigue confundiendo.  


Todavía se tiene la creencia de que el ser sumiso es débil,  y esto tampoco es correcto. Solamente porque es quien pone las reglas; sí,  los Dominantes construyen la sesión,  pero son los sumisos los que deciden qué va y qué no va. También porque sin su sumis@, un Am@ pasa a ser sólo un Dominante más. 


Si tu Am@ traiciona tu confianza y hace algo sin tu permiso, tienes la libertad de darle otra oportunidad o simplemente irte sin dar explicaciones.


Antes que entregarte a una persona, debes reconocer tu valor y que no eres débil. Quédate con quien sepa apreciar el regalo que le estás dando sin condiciones, la confianza que has decidido depositar en él/ella y que tu Am@ acepte su responsabilidad sobre ti. Debe protegerte, cuidar de ti y elevar aún más tu autoestima, no pisotearla, y debes tener la dignidad suficiente para no permitir que lo haga. 


No te dejes engañar, no ofrezcas algo tan bello a quien no lo merece,  tómate el tiempo necesario para conocer a esa persona,  y si puede esperarte, entonces vale la pena. 


...


"Cuando me sentía tan cerca de tocar el suelo,  me dio su mano y me llevó hasta lo más alto"






Sé que ya va a llegar... Me doy una ducha y me arreglo, pero no es necesario vestirme. Cuando termino voy a buscar mi collar y cadena y me dirijo hacia la entrada; me pongo de rodillas sobre el frío suelo de madera. Son casi las 6 y espero... Y espero... Después de lo que parece haber sido una eternidad, al fin escucho el coche estacionarse, sus pasos acercándose a la puerta y un escalofrío me recorre el cuerpo; cuando suenan las llaves en el cerrojo,  agacho mi cabeza, mirando al piso. Abre la puerta y se queda ahí un momento, observándome... 

-Hola, preciosa-. Casi puedo escuchar su sonrisa.

-Amo.

Alzo las manos y le acerco mi "kit de paseo". Se agacha y me abrocha el collar, después la cadena y se levanta.


-Vamos a jugar, perrita-. Jala un poco la cadena y camina a la mazmorra, yo lo sigo a cuatro patas. Entramos y vuelvo a ponerme de rodillas. Me hace el cabello hacia un lado y pasa la lengua por mi cuello,  siento como me hormiguea la espalda, los hombros,  el pecho... 

-Ya sabes qué hacer-. Me susurra al oído. 


Camina para colocarse delante de mí, yo me inclino hacia adelante y empiezo a dejar pequeños besos en sus zapatos, sus pantorrillas y voy subiendo. Beso sus manos y muerdo uno de sus dedos; él me da una cachetada. 

-Hazlo otra vez y te doy con el cinturón-. Yo lo volvería a hacer mil veces y con gusto pagaría mi castigo, pero ahora no tengo ganas de molestarlo. 


-"Entrégate"-. Rápidamente me recuesto en la cama de sábanas color vino. 

Separo las piernas y las doblo, pegándolas hacia mí, dejándome expuesta. Él empieza a desnudarse y se queda sólo en ropa interior. Va por algunos juguetes y los deja en la cama; empieza poniéndome las pinzas en los pezones, dejando un leve dolor. Agarra un plug anal y el lubricante. Lo va metiendo lentamente... Dentro, fuera, dentro, fuera... Suelto un gemido. Después empieza a masajear mi clítoris al mismo tiempo... Cuadro mi respiración me delata después de un rato, se detiene. ¡No puede ser! 
Agarra el flogger y empieza a golpearme en los pechos, el estómago,  mi sexo... Duele, pero lo disfruto tanto. -Siéntate-. Yo obedezco. Empieza a besarme... Yo le respondo, gustosa. Pasa su lengua por mis labios, los muerde... Siento como se acelera y sólo eso basta para alterarme. Me dejo llevar... Se detiene y se quita el bóxer; me atrae hacia él y me penetra, fuerte... -Mírame-. Empieza a moverse muy rápido, mirándome fijamente y otra vez siento como se acerca... Ahora mis gestos me delatan.-Si te vienes, te azoto-. Intento aguantar lo más que puedo, pienso en otra cosa... Sí puedo,  sí puedo, me repito a mí misma... Escucho como gime... ¡A la mierda! Que me azote, ya no puedo. Y me dejo ir ruidosamente. Me da una mirada pícara y me sonríe,  sé que ha sido adrede. Rápido se sienta y me acomoda en su regazo. Me golpea fuerte. Dejo escapar un grito; me jala del cabello, echando mi cabeza hacia atrás. -No te escucho contar.- Me dice con voz dura.

-Uno,  mi Señor-. Me da otro. -Dos,  mi Señor. ... ¡Amarillo!-. Me vuelve a azotar,  con menos fuerza. -20, mi Señor-. Siento como caen mis lágrimas,  pero me lo gané... El no saber cuantos faltan hace que me desespere un poco,  siempre me dice cuantos van a ser, creo que es intencional.  -¡35, mi Señor!-.  Me preparo para el otro, pero no llega, me levanta y me siento aliviada. Me mira. 

-De rodillas-. Hago lo que me dice. Me tiemblan las piernas y me arde el trasero... Se para y se posa delante de mí. Pasa su pene por mis labios, entre mis pechos, va subiendo y lo mete bruscamente en mi boca. Lo miro. -Chúpalo-. Obedezco, recorro la punta con mi lengua, empujo para que llegue a mi garganta y él gime. Eso me excita... Lo repito varias veces y cuando lo veo agitarse lo hago más rápido... 

-¡Para!- Empieza a masturbarse. Lo deseo... -Quiero que eches la cabeza hacia atrás, abre tu boca y saca la lengua-. Después de un rato me dice: -Cierra los ojos-. Un momento después doy un respingo cuando salta a mi cara, mi lengua y el pecho; está caliente... Abro los ojos y me está mirando, su cara está relajada.  
-Limpia-. Me dice, señalando el piso. Me levanto torpemente para buscar algún trapo.  -No. Con la lengua-. ¡¿Es en serio?! Otra vez me da una cachetada cuando vacilo. Vuelvo a arrodillarme y me inclino para limpiar el piso. Me siento humillada pero me agrada,  no sé si podré acostumbrarme a las emociones mezcladas, pero espero que no sea así.-Buena chica.  Vamos a limpiarte-. Me toma de la mano y me ayuda a levantarme...


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