Una persona a la que tengo en mucha estima cuando le conté que me gustaba este mundo, después de escucharme atentamente y hacer algunas preguntas , me retiró la palabra por un tiempo. Las últimas palabras que me disparó venían a decir que esto sólo era una forma de justificar la violencia machista. Poco después, ante la imposibilidad de completar el rompecabezas de aquella opinión con mi personalidad, me volvió a regalar sus palabras.
Eso me llevó a plantearme que coño hago azotando, pegando, abofeteando, humillando, pellizcando y demás a mujeres con alma, sentimientos, inteligencia y fuerza. Creo que me he encontrado con un selecto grupo de mujeres con las características que acabo de mencionar. Mujeres que dentro de su entorno son envidiadas -en el buen y mal sentido-, que consiguen lo que se proponen, pero todo ello a costa de mantener alejado a todo el mundo. Nadie puede acercarse lo suficiente para protegerlas, cuidarlas y la única forma de acercarse es romper las barreras que han construido. La dureza, el obligarlas a ponerse en su lugar, el llevarlas a un punto donde pierden el control tiene la finalidad de desprenderse de todas las máscaras, de alejarlas de las defensas que utilizan y poder entrar dentro de ella (de ese modo no, ¡mal pensada!).
Todo esto tiene que ver con el sexo, sí. La excitación es un mecanismo muy potente para que deje de pensar. Pero es sólo uno de los mecanismos. El dolor tanto físico como emocionalmente, el hacerlas saber que no pueden controlarlo todo como les suelen dejar hacer, el crearles necesidades a las que se creían inmunes, el negarsles sus caprichos y deseos, todas estas cosas ayudan a romper sus barreras. El arte de quien juega estas cartas está en usarlas para derribar las barreras, pero no para derribarla a ella. Y a veces no es fácil conseguir los dos objetivos.
No soy sólo un buen samaritano, todo el proceso suele ser placentero. Derribar murallas para reconstruirlas contigo dentro es divertido. Y si además consigues que ella sea más fuerte y no sólo lo parezca a los demás ... la parte del buen samaritano se alegra. Esta última frase, no conviene que la lea ninguna futura sumisa mía (guardame el secreto). Las sumisas se sienten mucho más seguras si creen que el único objetivo de esculpir tu mano en su culo es porque queda bonita. Y la verdad es que es cierto, mi mano es preciosa la pongas donde la pongas.
El Muro