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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de DomPaco

Esa sensación de ser el culpable, esa media sonrisa malvada que aparece en mi boca, esa mirada fija en tus ojos, penetrando en tu mente, brillantes, observándote, viendo tu asombro, esa lentitud en mi respiración, ese control que me ves mientras tu pierdes el tuyo, si soy el culpable y me encanta serlo cuando hago temblar tus piernas

Buscando otros archivos me encontré este guardado sin firma que me trae recuerdos.



Las casualidades de la vida, como nos encontramos.

 

Estaba de viaje para visitar a un cliente con el que previamente habíamos quedado en día y hora, como es habitual llego con tiempo suficiente para la cita, sorpresa, llamo a la puerta y nadie responde, espero, insisto y lo mismo…. pregunto a un vecino y me dicen que son fiestas en la ciudad, me tubo que notar la expresión de mi cara al preguntarme esta persona “¿no se lo dijeron? Hasta mañana no trabajaran aquí seguramente”, el tono de sus palabras hizo que aumentara la sensación de cabreo y esta persona se va con una ligera sonrisa…… que culpa tenia él, pero… respiro hondo.

Me quedo pensando en mis opciones, 600km, ahora no me voy a ir si mañana trabajan, tendré que esperar, todo el día aquí, hago una panorámica con la vista y percibo el desaliño en su vestir y forma de andar de muchas personas, otros con exceso de alcohol todavía en sangre, el cansancio de otros, se nota que no pueden más, están terminando las fiestas, decido ir a tomar un café en un bar en la plaza donde estaba, pensando que la mejor opción es quedarme y pasar el día aquí, me dirijo hacia el mientras sorteo una multitud de personas que deambulan por la plaza de un lado a otro, unos se les nota ser turistas, se les va a romper el cuello de tanto girar de un lado al otro mirando arriba y abajo, cámara en ristre para inmortalizar el lugar que tenia su encanto, otros incapaces de seguir una linea recta, algunos abrazados cantándole a la estatua de la plaza, esta estaría pensando que hice yo en vida para merecerme esto.

Consigo llegar después de algún roce con un grupo de ellos, con mi cabreo mis sentidos están algo alterados, observo que ni se han dado cuenta del golpe, decido ignorar no merece la pena, me noto que cualquier cosa me molesta, pienso, es normal, madrugón para estar a tiempo, estoy irritado, busco con la mirada un lugar donde sentarme, decido uno donde el sol me daría de espaldas y levemente, de todos los libres es el más adecuado, miro hacia la puerta del bar para ver si atienden fuera o hay que pedir dentro, cruces de miradas con la camarera, se da por enterada, me siento y dejo en la otra silla mi maletín con mi portátil y mis cosas, me pongo cómodo, la camarera ya esta a mi lado preguntándome que me apetece tomar, bien ha sido rápida, le pido un café solo bien cargado, ella me contesta “si le hare un doble parece que lo necesita”, mas leña al fuego, ¿tanto se me nota en la cara me pregunto?, dejo de pensar en ello saco unos documentos y me pongo a repasar al momento me sirve el café con una delicadeza inusual, una mirada cristalina y una expresión de cara angelical, ella se da media vuelta mirándome de reojo y se va, no puedo apartar la mirada de ella, en esto me doy cuenta que quizás he sido demasiado explicito en seguirla con la mirada, pero yo no miraba su cuerpo, intentaba desentrañar lo que había ocurrido, miro hacia los lados como de un reflejo involuntario a ver si alguien se había dado cuenta y ahí justo en medio en una mesa estabas tú con tus ojos clavados en los míos, los míos clavados en los tuyos, el resto del mundo desapareció de repente, no había nadie más, entre la penumbra vislumbraba tus ojos solo escuchaba murmullos a mi alrededor, el resto de hombres y algunas mujeres murmurando a la vez que te miraban de reojo, se notaba que se referían a ti, se notaba seguridad en tu postura, elegancia en tus gestos, meticulosa en como tenias todo ordenado sobre la mesa, cómo tenias ubicados todos los objetos, una persona que controla sin ningún atisbo de desdén, nada estaba puesto en ese lugar sin un motivo ni por casualidad y, es tu segundo café, te das cuenta que lo estoy observando, me sigues mirando a los ojos, subo lentamente los míos después de observar tu postura sentada buscando los tuyos, me salió de dentro, una mirada que entendiste, cruzaste las piernas al otro lado, el corte del vestido dejo ver toda tu pierna hasta justo ese punto que pasa a ser indiscreto si continua pero…. Escucho suspirar a mi alrededor, es la justa medida.



Sigues mirándome noto un desafío, un intento de ser más fuerte, que aparte mi mirada, de que mire hacia ese lugar, ese liguero, ese punto limite entre lo sensual y lo obsceno, donde miran los demás pero no, mis ojos siguen clavados en los tuyos, pasa el tiempo igual fueron segundos pero parecían horas, te contemplaba, observaba tus gestos, desentrañaba tus pensamientos….mientras lentamente sigo saboreando mi cargado café, algo en ti cambia, ahora miras mis manos te muerdes los labios, te noto descompuesta como algo que  no entiendes que no es habitual en ti, es algo que te remueve por dentro, cambia tu mirada fuerte a una mirada de niña regañada intentas recomponer tu vestido para tapar algo, me miras a la vez y te hago un leve gesto con la cabeza negando, lo dejas como estaba y bajas tu mirada, aceptas la rendición con mirada de sorpresa, algo ha pasado que te ha atrapado, que sale de tu interior y no puedes dominar, eso, ya lo hago yo, ahí supe que algo sucedió entre nosotros.

Hubiera podido elegir cualquier otro lugar para tomar el café, habernos cruzado por la plaza sin vernos, mirando para otro lado, o no haber pasado nunca de estar mi cita. Tuvo que haber un algo, un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, entre todas las oportunidades y personas que allí había tu y yo coincidiéramos en el mismo lugar y al mismo tiempo, lo que ocurrió a partir de ahí es nuestra preciosa historia, contarla lo dejamos para otro día


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