Arrodillada sobre la alfombra, desnuda de prendas y prejuicios, me
sientes llegar a tus espaldas. Conoces el sonido de los pasos, la
carencia de una respiración suave que exhala seguridad.Sin moverte
cierras los ojos como se te habia indicado. Eres tu, más que nunca,
auténtica, radiante, surgida de las profundidades donde alguna vez te
escondías hasta de ti misma, ahora hembra orgullosa de servir y agradar a
tu Amo. Tu cabello cae en oscuras ondas sobre la espalda, nada cubre
tus firmes pechos, tus nalgas, tu sexo que delata excitación. Al
rodearte y pasar junto a la chimenea,veo tu collar, ganado con todos los
méritos.
Tu cabeza se inclina, tus manos se unen en la espalda. No estás vendada,
no estás atada...todavia. No hay venda, pero no me mirarás hasta que lo
indique; no hay cuerdas, pero permanecerás quieta y dócil a mis pies.
Sientes una mano acariciando tu mejilla y tu cabello, mis dedos sobre
tus labios, tu cuello, pues pechos. Inspiras y expiras la esencia de tu
Amo, sientes la piel en contacto con la tuya. Los labios de tu Amo se
poyan sobre tus ojos, tu boca,tu cuello. Indican los lugares de tus
pechos que luego los dientes tocarán suavemente.
Sientes por fin dos manos fuertes que unen las tuyas adelante, que
deslizan las cuerdas como una caricia que las aprisiona pero no aprieta.
Se cierra la venda alrededor de tus ojos y tu cuerpo es inclinado
despacio y con cuidado boca arriba. Lo siguiente no lo ves, lo sientes
en tu cuerpo, con todos tus otros sentidos: las texturas que recorren tu
piel, el hielo que te toma de sorpresa,los labios que te saborean en
cada rincón donde te saben sensible; los aromas que se alternan, los
gustos de diferentes dedos en tus labios. Tu Amo toca tu sexo mejor que
un pianista su instrumento. Enloqueces, pero no terminarás hasta que te
lo permita. No sabes cuándo será, solo te entregas y disfrutas esos
momentos.
El Muro