Durante aquellos días, parecía que tenía ante mis ojos-dada mi casi nula experiencia en real- al sumiso perfecto. Me parecía encantador, sincero, con ideas claras a pesar de que su única relación D/s había sido ciber y muy maduro para su edad.
Por aquel tiempo no tenía trabajo ni ningún tipo de ingreso, así que le dejé claro que si quería servirme debía venir a Sevilla, en cuyo caso estuvo de acuerdo y pactamos vernos cada 3 semanas.
Todo lo que pactamos lo hicimos verbalmente, nunca redacté un contrato para él, nunca había hecho uno y no sabía cómo se hacía, aunque eso no es excusa. Pactamos los límites infranqueables de ambos, el protocolo que debía cumplir, etc.
La primera sesión que tuvimos fue increíble a pesar de su sencillez, y al sábado siguiente vino a Sevilla.
Todo iba como la seda hasta que me comentó que no podía gastar X cantidad de dinero en venir.
Me sentí defraudada, estafada, engañada... Era mi primera relación D/s y cada vez que le tenía a mis pies quería más y más. Era una necesidad que sólo podía saciar a través de él, y me enganché física y emocionalmente demasiado pronto.
Deseaba que la relación fuera perfecta, algo que hoy en día, pienso que era una utopía, ya que a penas le conocía, y al no vivir en la misma ciudad, sólo tenía sus promesas y mi confianza en que las cumpliera.
Ya que no cumplió con la norma básica de venir a Sevilla, me lié la manta a la cabeza y me mudé a Granada con tan solo unos ahorros y la ayuda de mi madre.
Fue una estupidez por mi parte y una locura, dejarlo todo por alguien que tan sólo conocía de 2 meses, y el karma no tardó en demostrarlo.
Nos veíamos 3 o 4 horas al día entre semana, pero ese no era el problema, ya que me gustan las sesiones de larga duración como de poca, dependiendo del humor que esté.
El verdadero problema es que eran casi inexistentes, ya que siempre había quedado con alguien o no quería venir al piso que tenía alquilado con otras chicas. Esto se traducía también en poco sexo y me frustraba, ya que no sólo era mi "propiedad", también era mi pareja y tenía la obligación de satisfacerme como yo lo hacía, cumpliendo sus sueños al realizar las prácticas que le gustaban. Yo disfrutaba haciéndolo y viéndole disfrutar y entregarse poco a poco. Pero la mayoría de lo que probamos eran sugerencias de él y llegó un momento en que me sentí dirigida por mi propio sumiso, y las cosas comenzaron a cambiar gradualmente.
Le ordené que comprara algunos juguetes-cosa que se pactó-, quería probar cosas nuevas con las que fantaseaba antes de conocerle. Me dio a entender que no podía comprarlos, ¿entonces para que pactas que sí al principio y ahora dices no? No entendía nada.
Lo máximo que conseguí fue una cuerda de la sección de jardinería y menaje de hogar, que
al no ser del material específico era difícil aprender y realizar unos bondage decentes, unas esposas de juguete, un gang ball hecho con una pelota de tenis, y un gato hecho con materiales del chino y bricolage, un rollo de papel film y un paquete de guantes de látex.
No soy una desagradecida y aprecié sus esfuerzos, simplemente no comprendía que gastara dinero en sí mismo y en fiestas, pero no para cumplir el contrato.
Finalmente acabé por comprar juguetes y productos para su correcta y segura utilización; gastos que añadí a los viajes que realizaba regularmente, ya que no había conseguido trabajo allí, y tuve que volver, puesto que mi sumiso y pareja, sólo vino en 5 ocasiones en casi 14 meses.
Todo esto y otras cosas que no voy a contar para no aburrir demasiado, unido al final que escogió-una llamada de móvil-me sumió en una tremenda inseguridad y culpabilidad; pensaba que era yo la que le había fallado, que no era una buena ama.
A los pocos días me pidió volver a ser mi sumiso. Casi 3 semanas después me decidí a retomar las riendas, pensando que esta vez las cosas serían como yo quería.
Recibí por respuesta que en ese momento el bdsm era lo último que pasaba por su cabeza, debido a un problema familiar, y lo dejé estar. Eso ocurrió un lunes. No tuve noticias suyas a pesar de interesarme por lo que ocurría en 2 ocasiones durante esa semana.
Finalmente me envió un whastupp el domingo, diciendo que no sabía como decirme que había salido con su amigo y éste le había presentado a 2 chicas. Casualmente una de ellas le preguntó si le gustaba el bdsm, y que después de quedar otro día a solas y charlar, se había ofrecido como sumiso a ella.
No puedo explicar con palabras, hasta que nivel me sentí despreciada, humillada y traicionada como ama y mujer, cuando dijo que las circunstancias cambian, y que tenía que comprender que ella estaba allí, y yo en Sevilla.
Pero no todo fue malo, hubo momentos buenos, y he de darte las gracias por haberme elegido. Gracias por las prácticas que realizamos y disfrutamos, gracias a ti me desarrollé en algunas cosas que me gustaban, y otras me las descubriste tú, ya que ni sabía que existían.
Suerte.
El Muro