1.982 LA PRIMERA REVISTA (2)
En este escrito os dejo una pequeña miscelánea de los números 5-y 6 de la revista Muñeca Sady que si queréis información sobre ella la podéis encontrar en este mismo apartado en la entrada anterior.
Es curioso como hay detalles que se te olvidan, en el nº 6 habla de una tienda, la primera boutique Sado-Maso en España, la verdad es que no me acordaba de ella y me han venido a la memoria los momentos de nerviosismo al querer entrar y no ser visto por ningún transeúnte, daba corte, había como dos salas, la primera se vendían revistas libros y algún artilugio pequeño y en la segunda había como se ve en las fotos una cruz de San Andrés, caballetes e incluso una mazmorra. Estuvo abierta unos cuantos años. Más tarde también abrieron otra tienda en la calle Hospital pero esta cerro casi nada más abrir.
Como siempre os dejo un par de escritos para vuestro deleite.
TRANSCRIPOCION DE UNA CARTA DE LOS LECTORES REVISTA Nº 6
Amigos de MUNEC A SADY:
El motivo de estas letras es para dar una réplica a una de las cartas publicadas en vuestra revista N.“ 4, en la que un lector afirmaba que lo fundamental en el masoquismo no era el dolor sino la humillación, y con lo que no estoy de acuerdo.
En primer lugar os diré que soy, o al menos me considero, una masoquista practicante desde hace ya casi tres años. Tanto para mi marido, como para un joven matrimonio amigo, nos resulta fundamental el dolor para alcanzar una voluptuosidad sadomasoquista mitad placer y mitad displacer.
El sentir un dolor intenso mientras te azotan el vientre sin poder impedir que los golpes se descarguen en el mismo lugar por estar inmovilizada por fuertes ataduras es importantísimo. O bien ser colgada por las muñecas o los tobillos, y, cuando no lo puedes resistir mas, no poder suplicar que te bajen, porque te lo impide una mordaza. y quedas completamente sometida al arbitrio de tus verdugos.
Es por eso que para mí lo esencial del masoquismo es el dolor unido a la impotencia para evitar el castigo.
En cuanto a la revisa opino que está muy bien, aunque peque de moderada y poco violenta, No sé si esto se debe a que existe una censura previa que suprime las fotos demasiado violentas o tal vez, a la dificultad de encontrar verdaderos modelos masoquistas que se presten a ello.
- Sea por lo que fuere, cuentan con mis sinceras preferencias y con mi constancia.
Una asidua lectora.
TRANSCRIPOCION DE UNA CRONICA DE CAUTIVERIOS.
Un Esclavo.
“Soy un hombre blanco de 32 años y les escribo por mandato de mi dueña y reina: quiere que otras mujeres sepan de nuestro caso y obren en consecuencia. Mi ama es negra; cuando solo era una adolescente ya me atraían poderosamente Ias mujeres de color; también me fascinaba la servidumbre del macho, pero aún no era consciente del todo. He leído hace poco que las auténticas dominadoras, Ias mujeres cuyo único objeto en la vida en verse servidas hasta el más extravagante o cruel capricho por hombres que se arrastran a sus pies, poseen una facultad penetrante para descubrir con una simple ojeada al macho sumiso al que poder convertir en su esclavo indefenso.
Tal fue mi caso. Ella leyó en mi carácter cosas de las que yo aún ni siquiera era consciente del todo, y se aprovechó.
Mi doma fue lenta pero implacable; hasta que poco a poco. Ella consiguió hacer de mí un verdadero guiñapo humano. Para mis familiares y amigos hace tiempo que he dejado de existir; he abandonado mi trabajo (afortunadamente dispongo de una buena renta heredada) y ni tan siquiera, en mis condiciones físicas actuales me atrevo a pisar la calle.
Hace unos días, Ella y dos de sus amigas negras decidieron que puesto que yo era un miserable esclavo de raza inferior. o sea blanca no me era permitido lucir sobre mi cuerpo ningún adorno que disimulase el color de mi asquerosa piel. Me obligaron a desnudarme y me ataron de pies y manos.
Luego mientras una de ellas aprisionaba mi cabeza entre sus muslos desnudos y me obligaba a mantener ocupada mi boca y mi lengua (para impedir que gritase) en lamerle su negro chocho. Las otras dos procedieron entre risas y burlas a arrancar de mi piel hasta el último de mis cabellos. Sólo respetaron el pelo de mi cabeza y el de mis cejas para que no llame la atención cuando vaya al banco a cobrar mi renta mensual; pero el vello de mis brazos y de mis piernas, la melena rizada de mi pubis y el pelo de mi pecho fue desapareciendo a lo largo de toda una tarde infernal. Lo más doloroso resultó la depilación de mis testículos. Que enrojecieron y se hincharon como dos gruesas naranjas entre el jolgorio de mis torturadoras. Pero el colmo de la humillación llegó cuando me ordenaron colocarme a cuatro patas y con el culo bien elevado para proceder a depilar mi ano.
Lloré y supliqué pero de nada me sirvió. Separaron mis nalgas con tanta fuerza que creí que me desgarraba interiormente. Cuando mi raja y mi orificio quedaron expuestos a su vista fueron desprendiendo lentamente cada uno de los fuertes pelos que allí tenía. No pude evitar que se me escapasen alaridos de dolor y eso vino a agravar mi situación.
Ninguna de las tres quería perderse el espectáculo de ver como mi ano quedaba mondo y lirondo (al tiempo que la sensible piel se hinchaba por momentos), de modo que decidieron amordazarme. Una de las amigas tuvo una idea que divirtió mucho a mi dueña cuando se la comunicó al oído. Con la aprobación de las otras dos, que comenzaron a reír como locas, vino a ponerse delante de mis ojos, se subió la falda hasta la cadera, se abrió de piernas y comenzó a mearse encima, con las bragas puestas. Yo miraba hipnotizado el grueso chorro de orín que destilaban sus bragas blancas de encaje, sin saber lo que se proponía. Al terminar la meada, se quitó con ceremonia las bragas me obligó a olerlas y después las introdujo en mi boca a modo de mordaza, tras lo cual volvieron a su ocupación de depilar mi ano cada vez más divertidas y crueles, mientras y o sentía el sabor y el olor de su orín, y sufría indeciblemente con el escozor de mis testículos y el dolor intolerable de mi ano.
Desde aquel día mi ama me obliga a ir vestido con un enorme mandil de criada, recortado para dejar tan solo al descubierto mis órganos sexuales y m culo. A veces ella y sus amigas se entretienen proporcionándome una paliza, por mero capricho o atisbando el posible crecimiento de mis nuevos pelillos que exterminar.
Otro juego que las divierte sobremanera, cuando deciden apostarse una cena o unas localidades para el cine, es rodearme completamente en pelotas, y por turno de quince segundos masturbarme la polla mientras me insinúan las atrocidades que cometerán conmigo si no resultan las ganadoras. Gana quien logre mi eyaculación y en ese mismo momento puedo leer el odio en los ojos de las perdedoras y sé que cuando me cojan por su cuenta no me espera nada bueno.
A veces se pican entre sí y quieren apostar una y otra vez hasta que mi pito exhausto no obedece al mandato de sus manos. Entonces me arrojan al suelo, me azotan en las nalgas y me hacen lamer sus pies, sus chochos y sus anos hasta que me viene una erección. En esas circunstancias lo que más debo temer es la ira de la que más haya perdido en el juego. Seguro que no tarda en inventar algo para humillarme y mortificarme más.
Ayer mismo, mi dueña que había perdido todas las apuestas, sacó a colación una nueva manera de rebajarme. Estaban contemplando un interesante programa de televisión y una de sus amigas, que había bebido abundantemente durante la cena, estallaba en ganas por ir al servicio, pero no quería dejar de ver la película. Entonces mi dueña me ordenó que me postrase a los pies de su amiga y animó a ésta para que usase mi boca como si fuese la taza del W.C. Muy complacida, la amiga no se hizo repetir la sugerencia y bajándose rápidamente las bragas meó sobre mi boca y mi cara, tras lo cual hizo que lamiese con mi lengua los restos de orín que mojaban su chocho y algunas gotas que habían salpicado sus zapatos. No sé qué nuevas humillaciones me aguardan de aquí en adelante, pero lo que más me horroriza la sensación de que cada vez serán más crueles. Y también la certeza de que sin estar a los pies de mis negras mi vida ya no tendría sentido alguno".
Anónimo.
Continuara con el nº 7 y 8.