Ser sumisa:
A una sumisa hay que darle el valor y la devoción que necesita
para que se sienta importante y en este aspecto el Señor mostrará su
candidatura y credenciales para que ella decida por sus palabras, gestos e
intenciones convertir al Señor más adecuado en Amo ya que es la sumisa la que
tiene el poder para ello, desconfiando de quien le solicite cosas personales
como fotos, web cam, msn o móvil porque a una sumisa hay que ganársela y para
ello trabajarla día a día con sus miedos, lagunas, dudas y dificultades.
Ser sumisa no significa ser débil ni tener falta
ni de carácter ni de personalidad sino que se siente en la necesidad de
complacer a la sumisa que lleva dentro y tiene que saciar de manera egoísta
pensando en ella egocéntricamente. Al igual que el Señor, convertido en Amo, se
complace y se complementa con la sumisa siendo ésta la otra mitad de su cuerpo,
la que está en su lado izquierdo que aparte de tener un brazo y una pierna con
sus extremidades también tiene el corazón que late y que hará sentir los sentimientos
por ella porque los gemidos, sollozos, quejidos y lamentos son pronunciados por
la sumisa pero así mismo son sentidos por el Amo por eso hay un miedo secreto a
perderla.
El Señor formará los cimientos para ser su Tutor y
Amo y forjará a la sumisa a su imagen y semejanza para así ser el uno el
reflejo del otro dejándose aconsejar mediante la palabra, pues si sabe leer
sabrá escuchar y si sabe escuchar podrán hablar llegando esas palabras al fondo
del ser y del espíritu de la sumisa siendo la esencia de la palabra la
paciencia.
Saber “ser” y saber “estar” como sumisa en estos
primeros momentos es importante y aparte del trato y el tratamiento al Señor de
usted si la unión entre Amo-sumisa no existe y no se funde con la confianza
siendo la esencia de la D/S. Sin esas dos esencias, paciencia y confianza, la
relación no funciona e incluso el desastre en forma de fracaso está más que
asegurado.
El Señor es un Pastor que traza, marca y guía con
la luz de su faro el camino para que la sumisa no se descarríe ni se extravíe y
velará, por lo tanto, para que no falte aceite en el candil y que la llama siga
viva preocupándose por las necesidades de la sumisa y complaciéndose él también
de ello. En ese camino la sinceridad es fundamental para que la sumisa se fíe y
así se abra en cuerpo y alma para entregarse en la medida que puede dar ella de
sí misma. Es normal que el ímpetu y las ganas de complacerse generen en la
sumisa un hormigueo originado en su interior que recorre todo su cuerpo y es
fácil y lógico que tenga ganas de satisfacerse en ese tacto tan delicado como
sensual donde sus suspiros secretos alcanzan el éxtasis sexual del placer y
donde sus orgasmos deben de estar guiados por el permiso de su Señor Amo.
También es verdad que reprimir la espontaneidad de la libido natural que la
sumisa siente y confiesa es censurar la confianza de la D/S y luego se tarda
mucho tiempo y cuesta gran trabajo recuperar esa confianza porque la relación
entre Amo-sumisa se vuelve fría y distante con la consiguiente desconfianza que
puede acabar en ruptura entre ambos.
Iniciar de forma correcta, precisa, técnica y
exacta sin palabras sentimentales ni románticas puede tender a enfriar la
relación y esto puede acarrear que la sumisa se presente con carácter rebelde,
quizá por no sentirse llenada o entendida y esa rebeldía sólo trae insurrección
que lleva inherente una insolencia y vulgaridad la cual de no ser disciplinada
sigue como consecuencia el insulto y el desprecio tan ilógico como absurdo,
lejos, muy lejos, de cualquier conducta o doctrina filosófica relacionada con
la disciplina china, pero más que ser reprendida tiene que ser el sentido común
y ver por sí misma que tal actitud no lleva por ningún camino a ningún sitio.
También es verdad que la falta cometida por ignorancia exime de la culpa por el
desconocimiento previo y, pues, el daño inconsciente no debe de ser punible ni
mucho menos castigado y más si la sumisa rectifica porque la disculpa cura la
sanción del castigo.
Todo esto puede ser debido a varios factores pero
quizás el más importante sea la falta de experiencia que la sumisa quiere
suplir con el rápido aprendizaje de una aventajada alumna y conlleva que dicho
interés acarree faltas tan inaceptadas como imprecisas en D/S pero para
corregir esto, una vez más, tendrá que ser guiada y dejarse hacer tantas veces
como ella necesite con la paciencia añadida de su Señor Amo. Sin embargo en ese
camino trazado, de entrega hacia el Amo y de complacencia hacia ella misma,
habrá momentos de desolación y desesperanzas, de soledades y angustias cuando
la sumisa tenga que enfrentarse a su verdadera entrega exigida y ordenada por
el Amo para el placer de serle obedecido siendo sometida a base de cera, atada
con cuerdas diversas y castigada con disciplinas como flagelos, fustas o
látigos lo que cultivará miedos, trabas y ambigüedades para dar el primer paso
de sumisa huyendo, quizás, hacia el abandono por la sombra del fracaso si ella
no se siente protegida y confiada con una fe ciega en su Señor Amo.
Hacer y crear en la sumisa un método de Iniciación
y Aprendizaje hacia la D/S en que el orden y el camino correcto van por la
misma vía como doctrina es vital ya que si una sumisa no complace no sirve y si
no sirve no vale porque una mujer que no se entrega en cuerpo y alma con todos
sus sentidos no siente verdaderamente la complacencia de darse y recibir al
mismo tiempo porque la medida de la disciplina es entregarse sin medida.
Publicado por: Rey, en: Disciplina China