Me enamoré como un tonto y me vi metido en mi primera relación BDSM. Me adiestró como su sumiso, me pasó bibliografía, respondió a mis dudas...pero lo más importante es que me salvó de mi mismo. Someterme a ella me dio la libertad que necesitaba para limpiar mi mente, para ordenar mi vida y para sentirme en paz.
Cuando dio por finalizada nuestra relación yo ya estaba preparado para encontrarme a mi mismo. A través de ella pude entender porque sentía esa necesidad tan intensa de proteger y cuidar, de poseer y dominar el objeto de mis afectos. Me enseñó a canalizar mi poder de una forma constructiva y sana, así que siempre le estaré agradecido por todo ello.
Después, había una persona que me conocía bastante y diciéndome que se trataba de un juego, tenía el morbo de hacerme cosas como pasarme un encendedor, empujarme, golpearme con cinturones, mojarme, tocarme y cosas así en un contexto sexual (estoy hablando de mis 10 años más o menos).
Cuando recibía castigos físicos en casa, descubrí que la única manera de soportarlos era "disfrutándolos" y tuve una pareja un poco rara con actitudes muy dominantes que me enseñó a obedecer a través del miedo. El término BDSM y sus implicancias las conocí hará unos seis años o así, pero en su vertiente más violenta, es decir, en contra de la voluntad del sumiso.
En mi caso conocí a una persona que me ha abierto las puertas de este mundo y ha hecho que pueda conocerme más de lo que yo misma ni sabía. Siempre he tenido la facilidad de anteponer el bienestar o las necesidades de mis parejas por delante de las mías propias o de facilitarle el camino pero siempre tenía ese vacío o la sensación de que me faltaba algo.
A parte de esto, no soy una persona que tenga relaciones intimas suaves, vamos a decirlo de así y desde hace algún tiempo mis fantasía más recurrente era estar atada a merced de mi pareja, esto no quiere decir que pensará que tenía que tener relación con el BDSM o con mi tendencia sumisa,
Un saludo a tod@s