Cómo
reconocer el maltrato en las relaciones de dominación/sumisión
Existen pocas cosas en las que todo el mundo esté de acuerdo en el mundo del BDSM, pero afortunadamente una de ellas es la necesidad de demarcar claramente la diferencia entre una relación BDSM sana y una relación basada en el abuso y la explotación. Para ello se ha llegado a un acuerdo basado en los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC). En líneas generales, esto quiere decir que no debe producirse lesiones físicas graves (“seguro”), que no debe haber daño ni manipulación emocional (“sensato”) y que todo lo que ocurre se realiza con el consentimiento de los participantes (“consensual”). Hay que admitir, de todas formas, que aún existe una cierta controversia sobre el significado exacto del SSC. Hay personas y parejas que quieren vivir el BDSM de forma extrema, lo que les lleva a hacer cosas que la mayoría juzgaría que rompen el SSC pero que dada la experiencia y la trayectoria personal de esas parejas pueden ser perfectamente éticas y legítimas. Sin embargo, hay otros casos en los que existe un claro abuso, maltrato y explotación. El leer varios ejemplos de esto en círculos BDSM de internet me ha llevado a escribir este artículo, que espero que sirva de punto de reflexión sobre este tema. No voy a hablar aquí de casos de violación y abuso sexual realizados con el uso descarado de la coacción y la violencia, sino de formas más sutiles de maltrato que se basan en la manipulación mental y que precisamente por eso pueden resultar más dañinas.
Creo que el maltrato dentro del mundo BDSM no es muy distinto del que se da en relaciones vainilla, y no existe evidencia de que sea más frecuente. Pero sí es verdad que por su propia naturaleza el BDSM facilita los maltratos. Primero, existen una serie de mitos y discursos sociales dentro de la cultura BDSM que dificultan el reconocimiento de la situación de maltrato. Segundo, la falta de aceptación del BDSM por la sociedad en general dificulta que las víctimas puedan denunciar el maltrato, pues para hacerlo deberán revelarse como aficionadas a estas “perversiones” y exponerse a ser doblemente victimizada por ello. Por otro lado, aunque se ha escrito mucho sobre el maltrato en la pareja, muchas de las descripciones que se hacen del maltratador invitan a pensar que las relaciones BDSM son abusivas, cuando esto está muy lejos de la realidad (como ya expliqué en este artículoSadomasoquismo y violencia de género). Por estas razones, pienso que es muy importante abordar el tema del maltrato en el contexto exclusivo de una relación BDSM.
Con el ánimo de alertar a potenciales víctimas y de llamar la atención sobre el tema al colectivo BDSM, he confeccionado una lista de los síntomas que potencialmente pueden conducir a situaciones de abuso amparadas en un falso BDSM. Esta lista no pretende ser ni mucho menos exhaustiva y se basa en mis observaciones personales y en los comentarios que he ido leyendo por internet. Por lo tanto, debe considerarse sujeta a discusión y como un proyecto en curso. Las características no se refieren a comportamientos puntuales, sino modos de acción globales. El que una persona posea una o dos de ellas quizás no sea causa de alarma, pero varias juntas deben encender la luz roja. Me refiero al maltratador en género masculino y a la víctima en género femenino porque lo más frecuente es que el hombre maltrate a la mujer, pero eso no excluye que exista el abuso entre todo tipo de combinaciones de géneros.
1. Considerar los límites de la sumisa como algo a superar. Una de las características esenciales del maltrato es que no se respete la consensualidad. El maltratador verá tus límites como un desafío al control absoluto que quiere ejercer sobre ti e intentará por todos medios desgastarlos o romperlos directamente.
2. Problemas con la “palabra de seguridad”. La primera pista que suelen dar muchos maltratadores en el mundo BDSM es que objetan al uso de la palabra de seguridad. Es lógico que lo hagan, pues la palabra de seguridad es la mejor herramienta de la que dispone la sumisa para asegurarse de que se respeta su consentimiento en todo momento. Es cierto que hay parejas BDSM que no usan la palabra de seguridad, bien porque para ellos decir “¡para!” es suficiente, bien porque han evolucionado con el tiempo a una relación extrema de D/s donde la sumisa se abandona completamente en la confianza que deposita en el Dominante. La señal de peligro es cuando el Dominante se niega a que uses la palabra de seguridad al principio de una relación. Otras veces se dificulta el uso de la misma, exigiendo que se use lo menos posible, haciendo pagar un precio por su uso (decir que no eres lo suficientemente sumisa, terminar la sesión, mandarte a casa…), o respondiendo con enfados y peleas.
3. Establecer un tipo de relación extrema para el que no está preparada la sumisa.Normalmente las relaciones BDSM progresan a través de varias etapas. Se empieza haciendo sesiones de juegos ligeros… unos pocos azotes, algo de bondage, ordenar algo que estás desando hacer de todas formas. A lo largo de meses, las sesiones se van haciendo más largas y más intensas, y algunos elementos empiezan a introducirse en la vida real. Si los dos participantes deciden evolucionar a una relación D/s de tiempo completo (también llamada 24/7), esto se va estableciendo de forma gradual, introduciendo órdenes y disciplinas una a una y explorando las consecuencias. Muchas parejas deciden no entrar en esa etapa. Muy pocas llegarán a la relación Amo/esclava, conviviendo en servidumbre total. El maltratador buscará saltarse toda esas etapas intermedias y establecer una relación D/s a tiempo completo de entrada, o incluso de Amo/esclava.
4. Provocar sentimientos de culpa. El peor maltratador es el que usa métodos de manipulación psicológica para controlarte, y una de las formas más eficaces de hacerlo es a través del sentimiento de culpa. A veces te salen por donde menos te lo esperas. Por ejemplo, puede decirte que le has hecho mucho daño, que has herido sus sentimientos. Si, como haría cualquier persona normal, dices que lo sientes, establece una dinámica en la que continuamente tienes que expiar esa falta, además de tener que tener cuidado para no herir sus sentimientos otra vez. Eso te pone a la defensiva. Se cuestiona tu comportamiento, pero nunca el de él. Una de las acusaciones más frecuentes es que no eres suficientemente sumisa, que no te entregas completamente a él. La sumisión se convierte en una obligación, en algo que define tu valor como persona en lugar de ser una elección que haces porque te hace feliz.
5. Hacerte romper con tu entorno social. Esta es una técnica muy usada por las sectas: se te convence de que tu familia y tus amigos no te convienen, que ellos tienen la culpa de lo mal que te ha ido hasta ahora. Tienes que romper con ellos e integrarte en el nuevo entorno social del maltratador. Con ello se te priva del referente de personas que te pueden aconsejar y se te pone en una situación de máxima vulnerabilidad psicológica.
6. Aliarse con sus amigos para manipularte. Los maltratadores más sofisticados se arropan en un entorno de gente que piensa y hace como ellos. Confirman sus mutuas mentiras y pueden llegar a organizar elaborados esquemas de manipulación y presión psicológica. Se impone la “ley del rebaño” y nadie se atreve a romper la disciplina y la lealtad al grupo, aún enfrentados a situaciones moralmente repugnantes. También se suelen cultivar creencias y mitos colectivos (por ejemplo, la supremacía masculina) que justifican el comportamiento abusivo.
7. Secretos. El maltratador enseguida te exigirá que guardes meticuloso secreto de todo lo que pase entre tú y él. Eso te privará de la posibilidad de buscar consejo y contrastar lo que él te hace con lo que hacen otras parejas o la comunidad BDSM. Es normal que algunas cosas queden en la privacidad del dormitorio, pero el excesivo secretismo debe ser una señal de alerta.
8. Exageraciones y mentiras. Los maltratadores no suelen ser personas honestas, sino que viven rodeados de una espesa red de exageraciones, verdades a medias y mentiras. Eso suele tener la función de presentarlos como algo que no son en realidad. Te hará creer que es un hombre atractivo, que muchas mujeres están detrás de él, que tienes una gran suerte en que te haya elegido y que perderás muchísimo si te deja. Todo esto nace de la baja autoestima y la inseguridad que son el origen del comportamiento manipulador, que él compensa con un ego hipertrofiado que necesita ser apuntalado en todo momento.
9. Celos. La posesividad y los celos suelen formar el núcleo central del maltrato, su fuente de origen. Si leemos cuidadosamente las noticias de esos crímenes en las parejas, siempre encontraremos que los celos juegan un papel fundamental en ellos. Los celos son una emoción normal que casi todo el mundo siente en un momento u otro de su vida. Lo que no es normal es que los celos se conviertan en una sospecha continua, en algo que influye en todas las cosas que se hacen. Una buena señal de que las cosas se están saliendo de madre son los celos retroactivos: que él no soporte la idea de que has tenido relaciones con otros hombres en tu pasado y querer hacerte admitir lo malas que fueron.
10. Ataques y faltas de respeto a otras personas. “Si quieres saber cómo te tratará tu novio, mira cómo trata a su madre”, dice el saber popular. Si ves que él es una persona violenta y agresiva, que le falta al respeto a completos desconocidos por cualquier nimiedad, que empieza peleas de tráfico, en los bares o en los foros de internet, ¿qué te hace pensar que va a comportarse de forma distinta contigo en la intimidad? Presta especial atención a cómo trata a otras mujeres, y a cómo terminaron sus relaciones anteriores. Si además de todo eso empieza a tener explosiones de ira incontrolada cuando está contigo, es mejor que termines la relación cuanto antes.
11. Consumo de drogas. Es sabido que el consumo de drogas es incompatible con las sesiones de BDSM, pues ésta requieren una mente clara y despejada por parte del dominante y la capacidad de procesar sensaciones y emociones de forma normal por parte de la sumisa. Sin embargo, no es raro encontrar dominantes que consumen drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas para tener una experiencia más intensa y placentera. Por otra parte, la manera más fácil de abusar de una sumisa es inducirla a tomar drogas que disminuyen su capacidad crítica y debilitan su voluntad.
12. Tomar control de detalles esenciales de tu vida: dinero, trabajo, vivienda, etc. Lo pueden hacer bajo el pretexto de hacerte un favor, de ayudarte a manejar tus finanzas y a encauzar tu vida. Algunas sumisas entran en la relación en una situación de debilidad económica. El peligro es claro: una vez que el maltratador controle alguno de estos aspectos esenciales de tu vida, escapar de la relación se volverá enormemente difícil. Requerirá ayuda externa, y si él también ha conseguido que rompas con tu entorno social, se volverá prácticamente imposible.
¿Qué hacer cuando se detectan estos síntomas? Si la relación está empezando y las señales son claras, lo mejor es cortarla lo antes posible. Sin embargo, el romper no es siempre la mejor opción y hay relaciones que merecen la pena ser rescatadas. En ese caso mi consejo sería limitar drásticamente la relación D/s hasta que puedan establecerse parámetros más seguros: cambiar la sumisión a tiempo completo (24/7) por juego en sesiones; establecer límites claros y una palabra de seguridad; que la sumisa retome el control sobre su vida y sus relaciones; que el Dominante analice su actitud y sus motivos, etc. Si es posible, es bueno integrarse en una comunidad BDSM, participando en reuniones y buscando amistades que entiendan la dinámica D/s y puedan prestar consejo. No hay que ver las cosas en términos de blanco y negro, bueno y malo. Sí, hay maltratadores que no van a ser reformados fácilmente. Pero también hay hombres confundidos, ignorantes, con actitudes emocionales malsanas, o que han asumido mitos sin darse cuenta de las consecuencias que tienen. Estos últimos se alegrarán a la larga de ser educados en cómo practicar el BDSM de forma segura, sensata y consensual.
Por Hermes Solenzol
Fuente : Blog sexocienciayespiritu