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4 - La Diosa, su macho y la cornuda. Autor: vizo | Foro

una
una Dic 8 '14

La Diosa, su macho y la cornuda

 

La maricona cornuda y el macho estaban arrodillados delante de la Diosa, que de pie frente a ellos se acariciaba el cáliz por encima del tanga con sus largos dedos.

Mmm, que placer siento… y más todavía. Ya veo la lascivia en tus ojos, macho. Y tu cornuda vas a sufrir que es lo que te toca, por torpe e impotente.

Se acercó al macho y posó su cáliz en su boca, todavía tapado por el tanga. Cómemelo, macho, así  por encima. Y tu cornuda no pierdas detalle.

El macho comía y lamia el cáliz de la Diosa, y con sus fuertes manos se agarraba de sus caderas y de sus nalgas atrayéndola hacia su boca.

La Diosa se sentía inundada de placer, y miraba de vez en cuando a la cornuda, que a dos palmos del macho, no se perdía detalle de cómo le comía el cáliz mirando con ojos implorantes y llenos de pasión contenida.

Espera macho, túmbate.

El macho se tumbó y el mástil de su verga empalmada quedó en el aire.

La Diosa se quitó el tanga y se sentó sobre su cara de espaldas, depositando su cáliz en la boca del macho, que lamia y succionaba sin cesar aquel templo de placer, ya muy húmedo y rezumante.

Y tu cornuda, a ver qué haces, solo mirar?. Ves pajeando a este macho, que quiero que lleguemos los dos a la vez. Pero de mamársela nada. Esta verga es solo mía, cornuda. Y hazlo bien, sin torpezas. Mmmm, que bien me siento, cómo me come el coño mi macho de bien….

El macho ya notaba la acidez de la Diosa, que tensaba sus músculos invadida por el placer. Y él mismo pajeado por la cornuda, también sentía las oleadas de placer que le subían a su verga.

Cuando la Diosa entre gemidos y jadeos descargó su orgasmo sobre él, el macho se dejó ir y se corrió profundamente, saboreando los zumos de la Diosa y liberando su semen en las manos de la cornuda, que seguía pajeándolo con frenesí.

Cuando la Diosa se relajó, todavía sentada sobre la cara del macho, mientras él la tranquilizaba con suaves lamidas de lengua, ordenó a la cornuda. Qué haces, inútil, te has quedado tonta. Limpia a mi macho con una toallita húmeda y cuidado con lo que haces, que esos huevos y esa polla solo son míos, y solo te dejo limpiarlos.

La  cornuda limpió al macho, y cuando acabó, la Diosa y el macho se levantaron, con la cornuda  de rodillas frente a ellos.  Se besaron apasionadamente entrelazando sus lenguas, mientras la cornuda los miraba extasiada.  Inútil, cornuda, no sirves para nada más que para mirar. Besa a mi macho los pies en señal de sumisión.

La cornuda, beso los pies del macho, mientras la Diosa y él seguían besándose y acariciándose por todo su cuerpo.

Después, ambos se sentaron en el sofá para seguir con las caricias y los besos, y la Diosa ordenó.: Tu al suelo, cornuda, que mi macho y yo tenemos los pies fríos  y necesitamos una alfombra.

La cornuda pisoteada por los pies de la Diosa y el macho, se consumía de cuernos bajo ellos, mientras oía y sentía los jadeos de placer de los dos, que de nuevo, iban a llegar a un orgasmo muy pronto por la intensidad de las mutuas caricias.

Cuando se volvieron a correr, la Diosa ordenó a la cornuda limpiar a ambos con toallitas húmedas. Y luego, riéndose de ella, la encerró en la jaula, mientras su macho y ella abandonaban la sala para tomarse una copa de vino y saborear sus momentos de placer.

El mensaje en el foro es editado por una Feb 28 '15

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