¿Sumisa, Master de su propio Amo?
En varias oportunidades
hablé sobre mis inicios y comenté que las guías que me marcaron el camino
fueron dos sumisas, que viéndome como un novato que estaba cometiendo errores
muy bobos, se tomaron el trabajo de decirme unas cuantas verdades, que fueron
invaluables para mí.
Por lo que para mí, es
necesario que un Dominante escuche lo que las sumisas tienen para decir y esto
que le digan va a ser una parte muy importante de su entrenamiento,
especialmente porque esto le va a ayudar a entender cómo piensa y muy especialmente
cómo siente una sumisa.
Es posible que una sumisa
con experiencia aconseje a un Dominante novato para que no cometa errores y que
esta guía se mantenga y pase a ser una especie de entrenamiento que seguramente
le vendrá muy bien al Dominante novato. Pero no puede quedarse solamente con
esto, ya que una sumisa le pude explicar todo lo que una sumisa necesita
recibir, pero sólo un Dominante con experiencia le puede enseñar cómo hacer
esto. La sumisa enseña “el qué”, mientras que un Master enseña “el cómo”.
Lo que yo desaconsejo es que
una sumisa trate de entrenar a su propio Amo. Las razones del por qué de esta
forma de pensar, se encuentran desarrolladas en un artículo que escribí
adaptando un mail que le envié a una sumisa que, cansada de buscar a un
Dominante que cumpla con sus requisitos, había pensado en entrenarlo ella misma
a su medida.
La adaptación de ese mail la
transcribo a continuación:
Cita:
Entiendo que cuando la
necesidad de entrega empieza a ser inaguantable, toda esa frustración puede
transformarse en una furia y un rencor tan fuertes que pueden hacer que se
pierda la esperanza de encontrar a alguien.
Es posible que se pueda a
llegar pensar en volver al mundo vainilla y educar un Dominante, a falta de
oferta digna en el mercado.
Si es así, hay muchos
factores que se deberían tener en cuenta. Uno es que por educar no se puede
educar a cualquiera. El elegido debe tener condiciones antes que nada. Pero
esas cosas no hace falta que yo las diga.
Otro es que a pesar de que
algunos casos aislados puedan haberse dado así, en realidad las sumisas no son
quienes deben educar a su Dominante (menos las novatas). Lo que en realidad
debería pasar es que a los Dominantes los eduque un Master, o que se preocupen
por leer como lo hice yo, consultar a otros Dominantes más experimentados, o
consultar con sumisas experimentadas, etc. Y eso tiene que ser así.
¿Por qué? Porque si no la
sumisa que ellos adopten, “la entrenadora”, va a quedarse siempre insatisfecha
y vacía, haciendo algo que no le corresponde y que no le sirve.
Esto es porque la necesidad
de la sumisa es tener una guía. Que se la entrene, no entrenar.
Un Dominante que ejerce su
rol tal y como lo necesita su sumisa descubre lo que le da placer a ella y la
entrena para que ella le dé placer a Él. Si la sumisa ayuda al Dominante a
descubrirse deseando una nueva forma de placer, y lo entrena para ser su
Dominante, en realidad estará cumpliendo la función del Dominante.
No hay que confundir
pasividad o masoquismo con sumisión. No son sinónimos. Un dominante puede
modificar la conducta de su sometida para que asuma un rol muy activo y fuerte
al proporcionarle placer a Él.
Inclusive hay Dominantes que
gozan con el dolor y entrenan a sus sumisas para recibirlo de ellas. Si la
sumisa se pone a entrenar a alguien para que pueda sentirse sometida, puede ser
que en algún punto cruce esa delgada línea y termine sometiendo.
Yo escribí alguna vez que
hay que tener en cuenta que lo que puede gustarnos en una fantasía tal vez no
nos agrade en la práctica, y que muchas mujeres que se sienten erotizadas
visualizándose en situaciones de humillación o dolor, no soportarían lo que
para otra sumisa es una necesidad.
Una de las funciones del
Dominante es proteger a la sumisa de ella misma, de su tendencia a
esclavizarse, de sus raptos de baja autoestima, de su imposibilidad de utilizar
la palabra de seguridad cuando cae al subspace, ayudarla a disfrutar de este
estado y poder manejarla si se pone agresiva. Una persona que recién se está
descubriendo a sí misma no está en condiciones de proteger así a alguien más.
Pero lo peor es que la sumisa debería preparar a su Dominante para manejar
aspectos de ella que ella misma no conoce ni comprende, es realmente un
despropósito.
La sumisión está llena de
paradojas. Lo que se busca es un compañero fuerte. Se necesita el rigor y la
disciplina, a la vez que el amparo y la protección.
La sumisa siente que
necesita darse la oportunidad de disfrutar del displacer, de poder recibir
estímulos que en la vida diaria serían considerados desagradables, pero que
rodeados de determinada atmósfera aumentan su sensación de vulnerabilidad. Ella
siente que necesita cortar con las máscaras que emplea en la sociedad para
mantenerse ilesa, y encontrar a alguien bajo cuya protección pueda darse el
lujo de ser débil, y de poder gozarlo.
La sumisa frecuentemente no
sabe lo que siente y cómo se siente, es un huracán de pasiones entremezcladas.
Es un ser de extrema sensibilidad, que se entorpece a sí misma y necesita de la
guía de un compañero para poder desarrollar todo el inmenso potencial que lleva
dentro, expresar al máximo todos sus talentos, y poder crecer. Sólo podrá
lograr ese crecimiento abriéndose para conocerse. Para ello debe bajar la
guardia, y sólo lo hará si confía en que estará segura. Esa ex-presión (liberar
la presión) le va a doler física y mentalmente, pero lo necesita y sólo así
sentirá alivio. Es como reventar un grano de pus. De lo contrario, ella estará
siempre incómoda e insatisfecha.
Una sumisa necesita confiar
y no puede confiar en un inexperto. Una sumisa necesita la contención y el
rigor que nunca pueden venir de la inseguridad del debut ni del temor a dañar
al otro.
Quien empieza a Dominar se
encuentra frecuentemente ante dos retos que debe superar solo y sin poner en
riesgo a la sumisa. Estos son:
1) Tener lástima de la
sumisa y no poder darle el rigor que ella necesita;
2) Transformarla en un chivo
expiatorio de sus propias frustraciones.
Ninguna sumisa puede enseñar
eso a un Dominante. Es algo que debe aprender solo, madurar dentro de Él, y
consolidar en su temperamento y acciones.
Una sumisa necesita que la
conozcan, que la penetren. El Dominante en cambio se da a conocer para dar
garantías a la sumisa y conquistar su confianza. Si ella necesita buscar,
encontrar, conocer, darse a conocer, está en un rol que no le es propio, y va a
terminar por frustrarse.
Una sumisa necesita guía
para poder expresarse en toda su magnitud. Ella es un huracán de pasiones, ella
no puede ni debe ponerse a guiar, porque no le sirve, no la completa, no la
nutre.
Además una sumisa que deba
entrenar a su Dominante, deberá saber aquello que le convendría no saber. Sería
cómo conocer el final de la película, y mucho hay en la Dominación de
sorprender a la sometida y subyugarla.
Es probable que una sumisa
que experimente la necesidad y el placer de entrenar sea realmente una switch,
pero esa ya es harina de otro costal.
Por lo pronto, no hay que
desanimarse. El mundo de la D/s no es tan pequeño como parece, y el Dominante
que cada sumisa necesita está cerca esperándola. Como escribí en otro lado,
siempre hay un roto para un descosido, y para cada yunque un martillo, sólo hay
que poner atención, tener apertura de criterio y no declarar nunca la derrota.
Autor: Señor Andrés Aleph
Fuente: sitegoogle Conocer,
Cuidar, Educar.