Se
acerca.. Sus parpados cosquillean mi piel y sus labios incompasivos succionan mi
cuello. La palma de su mano bajo mi barbilla elevando mi rostro hasta que
nuestras
miradas se penetran entre sí. Me sonríe, sin más voz que
la de sus ojos cautivando
los mios, desgranándome con ellos todo el cariño encerrado en mis pupilas
inquietas cuando le recibo. Me conoce y reconoce sin necesidad de hablar.
Un nuevo silencio hondo, profundo, estremecedor... Suspiro levemente...
Sus
ojos fijamente clavados en los míos. Resonando filigranas de cien
violines en
la rotunda mudez de la noche… Me emociona poder respirar su aliento. Se inclina para
besar los surcos de mis lágrimas
calientes, sus labios descienden hasta mi cuello y deposita suaves besos mordidos
en
todo su perímetro mientras su dedo indice recorre el centro de mi pecho. Siento la carne de sus labios vibrar, un denso
escalofrío me hace temblar, eriza mi piel en la tirantez de cada mordida. Cuando acaba de rodear todo mi
cuello con
su boca, me susurra.. ¿Estas segura de que quieres que aprisione mis dientes en la piel de tu
alma?
Asiento con la cabeza incapaz de articular palabra.
Pero mi
boca entreabierta ya
hablaba por mis ojos.