"Déjame amarte así,con la cabeza postrada ante ti, he esperado tanto tiempo para poder amarte de este modo, es como quiero hacerlo". Él me oye complacido, deja que me postre así una y otra vez, ordenándolo una y otra vez mientras mi cabeza se levanta y toca el suelo. El mundo alrededor deja de existir, nada importa. Sólo yo en mi sumisión.
Mi cuerpo es mío, puedo levantarme, pero no quiero hacerlo, me siento tan bien y me uno cada vez más al suelo, dejándome llevar por el río de sus palabras. Abro mi boca, esperando que salgan gemidos. Pero no, lo que salen son gritos, gritos desesperados, primero de furia, hasta que me canso. Al acabarse los gritos de furia, llegan otros: gritos de éxtasis. Sigo postrada, con mi cabeza en el piso. Qué lugar tan extraño es el suelo para correrse.