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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Blog de OlanoBcn

 

Según los manuales mas puristas, se tarta de una relación entre por lo menos dos personas basada en la entrega y la aceptación. Dicho así, es bastante simple, pero la verdad es que está plagado de matices, tantos como parejas se puedan formar dentro de estas siglas.

 

Evidentemente yo no puedo hablar por nadie, solo puedo hablar sobre mis experiencias personales, pero respetando casi todas las opciones, me repito, respetando CASI todas las opciones. ¿Por qué insisto en el casi? Pues porque en los últimos tiempo está apareciendo unas “opciones” que ni me gustan, ni las respeto, ni las recomiendo, ni creo que tengan que incluirse dentro de algo que yo practico.

 

Estoy hablando de ese tipo de practicas que se están entrando disfrazadas de BDSM, los malos tratos, las mentiras para echar un polvo, los chantajes emocionales o la competición para ver quien hace la burrada más grande.

 

Yo entiendo el BDSM a mi manera, de la forma que aprendí hace ya décadas, de la forma que me enseñaron las personas que sabían más que yo. Estas personas me repitieron hasta la saciedad algo que es para mi “mi doctrina” del BDSM: Esto es el autentico imperio de los sentidos, todo lo que hagas, que sea dirigido a provocar sensaciones espectaculares en la persona que tengas entre manos.

 

Y me lo repitieron tanto, tanto, que es mi máxima.

 

Yo veo el BDSM como un parque de atracciones, con “atracciones” que te gustan y otras que te gustan menos e incluso algunas que no te gusten, pero la “atracción estrella” es sin ningún lugar a dudas la montaña rusa, esa que consigue que la mujer que está en mis manos suba hasta lo más alto y que cuando piensa que ya no puede subir más, la dejas caer de golpe y cuando ella piensa que ya no puede caer mas, la vuelves a subir otra vez, rozando los limites por encima y por abajo, por lo mas alto y por lo más hondo hasta que los cuerpos y hablo en plural, ya no pueden sentir más, ya no pueden aguantar mas, hasta que llegan a la extenuación.

 

En el viaje de esa “montaña rusa” es licito usar todos los recursos que conozcas para provocar las subidas y las bajadas, pero es bueno saber ordenar las cosas para que todo guarde un equilibrio adecuado dentro de ese orden que en algunos momentos tiene todo el aspecto de caos.

 

Yo las sesiones las disfruto dos veces, una mientras ejecuto la sesión, como es normal, pero también disfruto muchísimo programándola, pensando el como empezar, para que sea diferente de la ultima vez, el como conseguir elevar la excitación, que técnicas usar para no ser repetitivo, y luego, cuando ves que ella ya no puede más, hacerla bajar para poderla hacer volver a subir. Tal y como reza la vieja canción sevillana: si algún día me enamoro, me desenamoraré, me desenamoraré, para tener la alegría de enamorarme otra vez. Me encanta ese párrafo, creo que define muy bien lo que trato de decir, pero sin implicaciones emocionales mas allá de las puramente D/s, pero este apartado lo plasmaré otro día negro sobre blanco porque es un tema muy amplio y merece un tratamiento aparte.

 

Para que quiero atar a una mujer si al atarla no consigo que el roce de la cuerda la excite? Para que quiero que el nudo sea perfecto si mientras lo estaba haciendo ella se está aburriendo? Para que quiero tenerla atada? Para que se quede quieta? Eso se puede hacer de muchas formas, no hacen falta cuerdas para que una sumisa se quede quieta ¿no eres su Amo? pues simplemente ordénaselo y ella no se moverá. Yo no quiero un nudo perfecto, yo no quiero una marca artística, yo quiero que al terminar la sesión, cuando los cuerpos ya han llegado al total agotamiento, ella saque las ultimas fuerzas de ya no le quedan para abrazarse a mi y dedicarme una sonrisa mientras me da las gracias al oído con un dulce y suave susurro y que se duerma mientras le acaricio esa piel que antes le he dejado dolorida. El resto, simplemente a mi no me interesa

 

Te agradezco que hayas dedica un poco de tu tiempo en leerme.

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