eres mía y lo sabes,
por eso te entregas por completo en todos y cada uno de los momentos.
Si rodeo y aprieto tu cuello con mis manos disfrutas de cada estertor,
si te pongo contra la pared y ensancho tu estrechez gozas por satisfacer mis deseos.
Si mis cuerdas recorren tu cuerpo las deseas como a mis brazos
pues son extensiones de mi mismo, de mi cuerpo,
que te acarician en firmes y restrictivos abrazos que marcan tu piel incluso después de haber cesado.
Marcas visibles apenas unos minutos que calan tus huesos hasta fijarse en tu ser.
Te asfixia el deseo de tu alma y yo soy el único que le devuelve la respiración.
Lo sabes, y por eso eres mía.
El Muro