EL PROTOCOLO BDSM
No se discute que en el BDSM existe un conjunto de normas razonables y sensatas que determinan cómo deben ser nuestras conductas, comportamientos y relación con otras personas, a su vez saber qué podemos esperar de los demás. Básicamente es lo que podríamos denominar Protocolo. En el Diccionario multilingüe de BDSM de Bartomeu Doménech (Ed. Bellaterra 2004) se define como “conjunto de reglas que hay que observar”.
Además de lo anterior, el Protocolo sirve para desarrollar la fantasía y la imaginación, adornan el vínculo y la relación, explicitando cada uno de los pasos que debes seguir durante un encuentro.
No obstante, algunos practicantes del BDSM se rebelan contra dichas normas, hay quien las cuestiona y se muestran no partidarios de ellas, otros matizan en cambio que son defensores de su existencia siempre que no sean muy elaboradas. Lo chocante de esta observación, que puedes seguir a través de lecturas en foros y debates, es que aunque se escribe mucho sobre la conveniencia o no de Protocolo, pocos se atreven a entrar en el detalle de cuáles son los contenidos de dicho Protocolo, en qué conceptos se sustenta, de dónde proviene o cómo articularlo
Una razón de esta carencia es intrínseca al BDSM, consecuencia de su variedad y su pluralidad de prácticas, de modo que por ejemplo, aquellas reglas a seguir que pudieran considerarse muy convenientes para la práctica del Bondage son irrelevantes o quedan sin efecto para otras prácticas más próximas al sadomasoquismo. La otra razón es dialéctica: ¿Qué incluye el protocolo? Hay quienes consideran que deben quedar fuera de ser consideradas Protocolo BDSM aquellas reglas o normas objetivas y explícitas que se concretan en torno a un evento, organización o local (denominándolas, tal cual, reglas o normas), y también deben quedar fuera las que se basan en el respeto y el buen comportamiento de las personas (por cuanto se presuponen para quienes quieren relacionarse e integrarse en el seno de una Comunidad); incluyendo por tanto sólo aquellas que sí tipifican y adornan propiamente la escena y el comportamiento en rol del Dominante y de la sumisa.
Otros en cambio, entre los que me incluyo, consideramos que el Protocolo está constituido por la existencia del conjunto de normas, valores, símbolos y formas de relación entre personas, aunque muchas no escritas, y que son las que confieren un carácter singular y específico que permiten apelar a los términos Subcultura BDSM y Estilo de Vida BDSM.
Debemos tener claro que no existe un único Protocolo. El propósito de éste artículo es mostrar dónde y cómo actúa el Protocolo y cuáles son las claves para que cualquier practicante (inicial o con experiencia) sepa desenvolverse con su mejor conocimiento y capacidad relacional dentro del BDSM.
Algunos errores frecuentes respecto del Protocolo El Protocolo existe porque existen las relaciones entre practicantes del BDSM. Es necesario para la buena armonía y convivencia de quienes se relacionan. Creo que debemos tener en cuenta, ante todo, a quién afecta el Protocolo. Un error muy común es pensar que el Protocolo solo se aplica cuando se trata de actividades organizadas que congregan a un amplio número de practicantes del BDSM. Unas pautas de comportamiento en una relación Amo – sumisa ya forman en su conjunto un Protocolo. Incorporar a una tercera persona a ese vínculo o relación implica necesariamente explicar cómo se manifiestan los roles en dicho vínculo. Es verdad que, donde se hace público y manifiesto el Protocolo es en las Organizaciones, locales con espacios acondicionados para BDSM y aquellos eventos puntuales para el encuentro y desarrollo de algunas prácticas. Cada uno de estos casos puede tener especificidades aunque la mayor parte de sus normas son comunes.
Otro error muy frecuente es pensar que el Protocolo solo se refiere a cómo debe comportarse una sumisa o esclava frente a su Amo, y por indicación de éste a otros Dominantes y sumisas. Se olvidan que el Protocolo también debe ser seguido y respetado por los Dominantes (la falsa idea del Amo “dios”) en relación a su sumisa y esclava, en la relación con otros Dominantes y para con otras sumisas.
Una generalización que también da lugar a errores frecuentes, es pensar que el Protocolo solamente se extiende a aspectos como el código de vestuario, un argot específico, uso de instalaciones o aplicar las normas sólo en el momento del desarrollo de una sesión o juego BDSM.
Los cuasi Dogmas del BDSM
El Protocolo existe porque el BDSM incide, afecta y altera al estado físico y emocional de quienes lo practican. En cualquiera de sus variantes, el BDSM desarrolla relaciones asimétricas: Una persona inmoviliza - otra queda inmovilizada; una persona ejerce autoridad y poder - otra obedece; una persona infringe dolor y humillación - otra lo experimenta.
En un nivel superior, inviolable por describirlo de algún modo y que pudiéramos considerarlas como dogmas están un conjunto de valores que giran sobre los conceptos “Seguro, Sano y Consensuado” (acrónimo SSC); y “Riesgo Asumido y Consensuado para la práctica Sexual Alternativa” (acrónimo RACSA o RACK). Esta terminología conceptual, tantas veces citada y redefinida en cualquier espacio virtual o físico de BDSM, trata de garantizar que entre los participantes quedan consensuadas las prácticas, las formas de comunicación y mecanismos de seguridad, los límites y alcance de dichas prácticas; y que el proceso de recuperación o cuidado que se requiere y que cualquier alteración negativa física y emocional quedará adecuadamente restablecida.
Otro conjunto de valores están destinados a identificar las actitudes y aptitudes que deben identificar los roles superior e inferior en estas relaciones asimétricas. Básicamente es responder a dos preguntas: ¿Qué se espera de un Dominante?, ¿Qué se espera de un sumiso? Aquí el Protocolo es más díscolo y difícil de precisar, porque cada Comunidad BDSM acentúa unas cualidades o unos rasgos en detrimento de otros, buscando una mayor adaptabilidad para el conjunto de personas que congrega (por ejemplo, las sociedades hispanas han enfatizado mucho en aquellos valores que identifican claramente al BDSM fuera de toda sospecha relacionada con el predominio del hombre sobre la mujer y situaciones de abuso sexual). Pero todas las Comunidades tienen en común que describen las características del comportamiento esperadas en ambos roles y el alcance de las respectivas responsabilidades y obligaciones de todos los practicantes según sea su rol. Están muy difundidas las 10 reglas para los Dominantes y las 10 reglas para la sumisa: Paciente, humilde, mente abierta, comunicativo, honesto, sensible, dominante/sumiso, realista, cuerpo sano, y diviértase. (más adelante te las diré)
Las cualidades del Protocolo El BDSM no ha desarrollado su propio Protocolo sobre la base de un precedente ideológico o una corriente filosófica, ni siquiera una fantasía, (aunque el goreano tiene especificidades propias del mundo fantástico que recrea).
Podemos afirmar que, por una parte, el Protocolo del BDSM es el resultado de incorporar elementos específicos de su tradición, como pueden ser por ejemplo, el uso de un lenguaje – argot BDSM; las formas de tratamiento que marcan la distancia entre roles; determinadas formas y variantes de vestimenta y desnudez corporal; el uso de símbolos y adornos para el cuerpo; la adopción de determinadas posiciones corporales; algunas consideraciones relacionadas con la seguridad en la práctica BDSM, y todas aquellas otras variantes que hacen del Estilo de Vida una práctica relacional y sexual alternativa que transgreden a las tradicionales y convencionalmente establecidas en nuestras sociedades. Y por otra parte, añadido a lo anterior, incorpora para sí valores universales como son el respeto a las personas, el sentido común, las buenas prácticas, y mantener las buenas formas.
La cualidad más importante de un Protocolo es su utilidad práctica, y en el BDSM la cumple. Existe porque es útil para cada situación. Por tanto su existencia y la consideración de ser tenida en cuenta no actúan de forma coercitiva ni merma creatividad a quienes la cumplen. Más bien al contrario, enfatiza y genera más atención para que el respeto, las buenas prácticas o las buenas maneras se lleven a la práctica con exquisito cuidado.
En los vínculos Amo – sumisa, este sentido de la utilidad hace que el Protocolo actúe como un instrumento poderoso del aprendizaje a través del condicionamiento operante o instrumental, es decir, a través del reforzamiento y del castigo tan ampliamente utilizados en el BDSM.
Por ejemplo, recientemente leí las instrucciones que un Ama daba a su sumiso para preparar la mesa para ella y sus invitados y la forma de servirla: absolutamente nada de aquellas instrucciones tenía alguna particularidad específica para el BDSM, todo lo contrario, era el resumen de cualquier manual de vestir y servir una mesa de comensales. Pero su sumiso debe cumplirlo con sumo cuidado sabiendo que su Ama estará muy atenta de que sigue las instrucciones, o sufrirá las consecuencias de su castigo, en definitiva, el sumiso pondrá en práctica un Protocolo que le obliga a manifestar su conducta de sometido a la voluntad de su Ama.
Para el BDSM en general el Protocolo sirve para fijar las pautas generales de conducta de sus practicantes, la consideración de la admisión o no en el seno de la Comunidad a nuevas personas y sus posibles prácticas.
Para el Dominante, el Protocolo sirve para fijar los objetivos a corto plazo en relación a su vínculo con su sumisa, es decir, dentro de los límites consensuados, qué cosas practicar y cómo espera que las practique para que le reporten el beneficio y placer esperados de la entrega sumisa.
Para la sumisa, el Protocolo es el camino a seguir para llevar a cabo la conducta esperada por su Dominante, con el fin de proporcionarle el bienestar y placer debidos y como fuente para la obtención de su propio placer. El Protocolo ayuda para penetrar en el adecuado ambiente de sumisión, centrándose en las tareas que debe cumplir, dejando a un lado aquellos otros factores que pudieran condicionar el desempeño eficaz de dichas tareas.
La diversidad en el Protocolo
En la primera parte hemos ido desgranando las ideas precedentes, los errores de apreciación que frecuentemente se cometen, y finalmente sus cualidades, hemos estado dando pistas del alcance real de los Protocolos o conjunto de reglas y normas escritas y no escritas del comportamiento en el BDSM. Ahora es el momento de ir fijándolas en más detalle.
El Lenguaje de los Símbolos
Una serie de símbolos visibles sustentan la mejor tradición del BDSM en el Protocolo, de las que destaco:
El triskel como emblema del BDSM (Emblema Project) y la bandera (Leather Pride Flag) que localizamos en muchos espacios para identificar que congregan a la Comunidad BDSM. En un reciente viaje a Bruselas, donde banderas de todo país y signo asoman de los edificios del centro de la ciudad, me detuve a contemplar las decenas de Leather Pride Flag que ondeaban en sus calles.
El negro, color universalmente usado como forma de vestir que identifica a la Comunidad y comúnmente aceptado como requisito de participación y relación con otros.
El Cuero, y posteriormente el látex como tejidos preferentes y con un alto componente fetichista junto con sus complementos de botas y zapatos de tacón alto, cinturones anchos y cadenas.
El Collar, símbolo universalmente utilizado para describir un vínculo de Dominación – sumisión, la señal inequívoca de pertenencia a un Dominante, en sus variantes de collar de entrenamiento y disciplina o collar de paseo.
El anillo, alegoría del anillo descrito en Historia de O, otra variante de señal de pertenencia.
Las listas de prácticas BDSM, playlist, como primer paso - norma para proceder a la comunicación y establecimiento de las afinidades, prácticas posibles y límites dentro del BDSM entre dos practicantes de diferente rol.
El contrato, temporal o indefinido, manifestación escrita de los propósitos y el alcance del poder de un Amo sobre su sumisa.
Las ceremonias y rituales, las más difundidas las de Iniciación, de las Rosas (o consagración de un vínculo) y la del Té (inspirada en el mundo Geisha). A estas hay que añadirles aquellas otras que cada Organización o grupo de amigos BDSM deciden llevar a la práctica (por ejemplo, bajo el nombre de rituales, los peruanos de LoveChains han incorporado una amplia variedad) .
Los pañuelos de colores, complemento utilizado en ambientes homosexuales como forma predominante de identificarse en una tendencia dominante o sumisa y en qué grado de implicación o compromiso de relación mantiene su vínculo. Su origen comenzó en la costa oeste de Estados Unidos y enseguida recorrió todo el país y el sur de Canadá.
El Protocolo para el vínculo Amo – sumisa, la humillación y servidumbre.
En este caso nos referimos a las pautas (algunas veces más que pautas son reglas inviolables) a seguir y normas de conducta que afectan de forma exclusiva a una relación Amo – sumisa. Estas, por lo general, son las instrucciones precisas que el Amo consensua con su sumisa que afectan: Al conocimiento mutuo, los límites y limitaciones a partir del trabajo sobre una lista de prácticas.
Desde el nombre de la sumisa hasta la forma de tratamiento y uso del Usted; Amo; Señor; Dueño; etc.
Habla, mirada y posiciones corporales.
Uso del tiempo, de los espacios y del mobiliario
Formas de servidumbre, incluida la sexual
Celebración de Rituales y ceremonias
Vestuario y desnudez
Relaciones de la sumisa con otras personas del BDSM
Publicidad o no de la existencia del vínculo y Grado de concreción o vinculación de la relación, temporal o indefinida, parcial o con tendencia a una Cesión Completa de Poder (Total Power Exchange).
En el proceso de aprendizaje de la sumisión, la humillación y la servidumbre se requiere por parte del Amo una serie de pautas e instrucciones (tantas como sea posible según sus objetivos, y cuanto más descritas mejor) que ayuden a la sumisa para cumplir su misión. Cuando el Amo planifica escenas de humillación se basa en las fantasías propias y las de su sumisa, desempeñará su rol y actuará con autoridad y creatividad, y exige de la sumisa estricta obediencia, cumplimiento y sometimiento. Es aquí donde el Protocolo demuestra sus beneficios.
A través de la humillación la sumisa se somete a la voluntad de su Amo. La obliga a darse cuenta de cuán profundamente es esta decisión y que obedecer no siempre resultará grato y fácil. Afectará psicológicamente a la sumisa en aspectos positivos en unas ocasiones, y quizá en la mayoría de un modo negativo, de ahí la importancia que el Amo conozca muy bien a su sumisa y emplee con suma precaución la humillación. El Amo es siempre responsable del cuidado somático de la sumisa, de su crecimiento en la relación y en el desarrollo de la sumisa.
La humillación está asociada a estas prácticas: Adoración, aspecto físico, ceremonias, castigos, comunicación Amo-sumisa, control de decisiones, dolor, exhibicionismo, forma de hablar y mirar, forma de vestir, mortificación, objeto, posiciones corporales, rituales, servidumbre funcional, servidumbre sexual y súplica.
Adicionalmente y de forma pormenorizada, el Amo que planifica a través de un detallado Protocolo las escenas de humillación puede beneficiarse en: Facilitar a la sumisa que asuma su rol, entrar en la sumisión y sentirse realmente sometida.
Potenciar la humildad en la conducta de la sumisa, aceptando que la humillación es un poder que ejerce su Amo para que ella obedezca y le satisfaga. La dimensión y alcance de este comportamiento humilde queda restringida al universo de su Amo y sólo en este espacio es donde deberá manifestarla. Modificación de la conducta de la sumisa. La humillación es empleada para romper con las pautas y convencionalismos de cada uno.
El Protocolo en Internet
Durante los primeros años del Internet, el Protocolo o normas de comportamiento sirvieron para reconocer quién era practicante – interesado en el BDSM y quién un desafortunado curioso. En los últimos cinco años y la incorporación de miles de nuevos usuarios, esa capacidad de reconocimiento no es posible (algunos sarcásticos dicen que es cuestión de repetir cuatro sencillas reglas). A la vez que se han generalizado y proliferado los espacios virtuales donde supuestamente se agrupan los practicantes de BDSM (donde cada vez que se habla es más de todo lo insustancial que de BDSM). De modo que, pese a existir normas de acceso y comportamiento, los administradores - moderadores de estos espacios parecen más vigilantes - policías persiguiendo a los que incumplen dichas normas, sobre todo si son las más esenciales. Con lo que el Protocolo tiende a diluirse y en muchos casos a desaparecer para quedar relegado a los contactos privados.
Hasta el momento, el Protocolo de los espacios de BDSM en Internet contempla habitualmente:
El respeto al otro como forma esencial de comunicación. Una norma básica que persiste aunque desgraciadamente también se transgrede.
Formas de identificar los apodos o nicks de los participantes, según sean sus roles Formas de habla, conversación y de tratamiento entre los participantes, según sean sus roles.
Formas de organizar las actividades dentro y fuera del espacio virtual (las comúnmente denominadas Kedadas), así como de los debates y tratamiento del conocimiento y la información acerca del BDSM.
El Protocolo entre Dominantes.
Respeto: A su persona, a sus límites y a su vida privada. Respeto a su anonimato (incluido el nick) salvo consentimiento previo.
Discreción: Las conversaciones particulares no tienen por qué ser reveladas.
Previamente a una invitación, debe conocer quiénes son el resto de invitados.
Consideración: Si no es conocido ni hay referencias, es tratado como Dominante en un trato de igualdad, sin dudar de su condición salvo un comportamiento que haya manifestado lo contrario, y aún así tiene el derecho de, privadamente, exponerle las razones por las que ha dejado de tener tal consideración.
Reconocimiento: A su pertenencia en la Comunidad BDSM, a su experiencia en el BDSM y a su Maestría.
Preferencia de Anfitrión: En su domicilio y en su Comunidad. A ser considerado Master de Master y/o Maestro de Ceremonias donde es reconocida su experiencia y maestría. A ser el primero en el uso y disfrute del juego SM donde es el anfitrión.
En presencia de sumisas, actuando en rol, tendrá preferencia ante ellas.
Inviolabilidad: Su propiedad es suya y es inviolable. Para poder hacer uso de ella debo contar con su debida autorización. La presencia de un collar (aún en periodo de pruebas) es suficiente para garantizar que su propiedad es inviolable.
Interés: Y atención preferente a lo que diga o haga por su condición Dominante.
Visión: Tiene derecho a tener una visión diferente, incluso completamente diferente de la práctica del BDSM, sin tener por qué ser prejuzgada o criticada por mi parte, siempre en la seguridad, sensatez y consenso.
Reciprocidad: Consensuar formas recíprocas de Protocolo.
El Protocolo entre sumisas.
El Protocolo más usado contempla la hermandad entre las sumisas y esclavas, como forma de comprensión, aprecio y apoyo mutuo. En otras ocasiones, este Protocolo se vuelve más estricto cuando resulta necesario para la escena o práctica de Dominación – sumisión que se quiere llevar a cabo.
Algunas sumisas realizan actividades encaminadas a la información – orientación y acompañamiento de otras que recién se inician. En estos casos se concreta el reparto de tareas, cierta jerarquía basada en la experiencia y el alcance y responsabilidad de dicha tarea sin menoscabo de las acciones y decisiones que pueda tomar un Dominante.
El Protocolo en la Seguridad
La práctica del BDSM conlleva asumir riesgos a partes iguales entre Dominantes y sumisas, del mismo modo que minorarlos y aumentar las condiciones de seguridad son responsabilidad de ambos roles en base al conocimiento de las prácticas, la experiencia y la forma de actuar en caso de lesiones olvidamos con frecuencia la conveniencia de tener disponibles las pautas a seguir para aumentar la seguridad de nuestras prácticas. Son algunos ejemplos: Safeword o el posible uso de la palabra de seguridad durante el desarrollo de una sesión BDSM.
El conocimiento de la seguridad en el Bondage
El conocimiento de la seguridad en el Spanking y azotes
El conocimiento del Aftercare o cuidado Post Sesión.
El Protocolo para dirimir conflictos dentro del BDSM
Denuncia: Se entiende por tal el legítimo derecho de cualquier ciudadano de recurrir al amparo de su protección personal y legal. En el BDSM este es un derecho personal e intransferible de cada persona, no está negado nunca, cada practicante es libre de ejercerlo siempre.
Cuadernos BDSM nº 4