Fetish
Shoes
Zapatos de
Tacón
Toda mujer que se ha subido alguna vez a unos tacones conoce esa
sensación… Te estilizan, te ves más delgada, te hacen más alta, te cambian la postura, la
forma de caminar incluso la actitud o el estado de ánimo.
No hay que decir que es el símbolo femenino con más
importancia en aspecto de la mujer, y aunque pueden a veces ser una autentica
tortura, no hay que decir que los zapatos de tacón consiguen tanto en
Dominantes como sumis@s esa sensación de seguridad o de poder que los ha
convertido tanto para hombres como mujeres, independientemente de su
orientación sexual, tendencia o rol, en un indispensable articulo fetish.
El tacón moldea la figura y nos hace sentir más poderosas, seductoras y bellas,
mejora la fuerza y la habilidad de contracción de los músculos de la pelvis,
con lo que al caminar con tacones contraemos los músculos vaginales con el
consiguiente fortalecimiento del suelo pélvico y los beneficios para la vida
sexual.
“Dale a una mujer los zapatos adecuados y podrá conquistar
el mundo”
(Marilyn Monroe)
Historia
Curiosamente este artículo que hoy en día es uno de los
mayores símbolos de feminidad, fue en su día un accesorio esencial y exclusivo
para hombres.
Aunque no hay una fecha concreta en la que los zapatos de
tacón hicieran su aparición en los pies de una mujer, ya aparecen ilustraciones
del antiguo Egipto en el que se representan hombres y mujeres sobre zapatos
elevado, aunque se cree que solían usarlos los carniceros para evitar pisar la
sangre y faraones y nobles solían usarlos en las ceremonias para mostrar su
poder.
Zapatos de tacón del antiguo Egipto
Según asegura Elizabeth Semmeljhack del Museo Bata Sho en
Toronto, los zapatos de tacón fueron usados por siglos en el Medio Oriente como
el calzado para los jinetes, una buena equitación era esencial en los estilos
de combate en la antigua Persia y cuando los soldados se aferraban a sus
estribos, el tacón ayudaba a sujetarse al caballo y así poder disparar sus
flechas con más precisión.
Al final del siglo XVI, el Shah Abbas I tenía la caballería más grande del mundo. El monarca deseaba establecer lazos con gobernantes en Europa Occidental con el fin de tener aliados a la hora de enfrentar a su mayor enemigo, el Imperio Otomano. De esta manera, en 1599 Abbas envió su primera misión diplomática a Europa, específicamente a las cortes de Rusia, Noruega, Alemania y España.
En 1660, Nicolás Lestage, un zapatero artesano, realizó unos zapatos de tacón
alto para el rey Luis XIV, quien era conocido por ser un fanático de este tipo
de calzado.
Pero los zapatos de tacón propiamente dicho y tal y como los conocemos en la actualidad no aparecen hasta la boda entre Enrique II de Francia y Catalina de Médici en 1533, cuando ella lució unos zapatos de tacón para disimular su baja estatura y popularizó esta prenda. Un siglo después algunas damas de la aristocracia los usaban pero eran tan altos, más de 15 centímetros, que tenían que ir acompañadas de criados o bastones que las ayudaran a caminar. Tanto el parlamento inglés en el siglo XVII como las autoridades venecianas llegaron a prohibir su uso por inmoralidad, ya que hubo casos de mujeres que se habían caído utilizando estos zapatos y que habían perdido el bebé que esperaban.
En la década de 1630 muchas mujeres adoptaron los zapatos de tacón en un esfuerzo
por masculinizar su vestuario.
Desde ese momento la clase alta europea adoptó una moda de zapatos unisex hasta
el final del siglo XVII, cuando las cosas comenzaron a cambiar otra vez.
Años después cuando explotó el movimiento intelectual de la Ilustración, llegó un nuevo respeto por lo racional y lo utilitario y un énfasis más importante en la educación que en los privilegios. La moda masculina giró hacia una ropa más práctica. En Inglaterra, la aristocracia comenzó a vestir ropa sencilla vinculada al trabajo.
Fue el inicio de lo que ha sido denominado como la Renuncia del Gran Macho, lo que se tradujo en el abandono del uso de joyas, colores brillantes y telas ostentosas. La ropa de los hombres no funcionaba ya para definir una clase social y cuando estas fronteras entre clases comenzaron a ser más tenues en lo que respecta a la moda, las diferencias entre los sexos comenzaron a ser más pronunciadas.
Las mujeres, en contraste, eran vistas más emocionales, sentimentales y poco educadas. El deseo femenino comenzó a construirse en términos de moda irracional y los tacones altos -una vez separados de su función en la equitación- se convirtieron en un ejemplo típico de la moda poco práctica. Los tacones altos eran vistos como tontos y afeminados. Para 1740 los hombres ya habían dejado de usarlos.
Pero esto fue sólo 50 años antes de que desaparecieran también de los pies de las mujeres, justo después de la Revolución Francesa.
En el momento en que los tacones volvieron usarse en la mitad del siglo XIX, la fotografía comenzó a cambiar la manera en que la moda y la mujer se veía a sí misma.
Los que trabajaban en la pornografía fueron los primeros en usar la nueva tecnología, tomando fotos de mujeres desnudas para postales, donde las modelos posaban en posiciones que recordaban a los desnudos clásicos, pero calzando tacones altos de la edad moderna.
Se cree que esta asociación con la pornografía convirtió a los tacones altos en accesorios eróticos para las mujeres.
El zapato
como fetiche
Nicolás Edme Rétif (1734-1806), enemigo acérrimo del Marqués
de Sade, escribió cerca de 40 obras en las que dio rienda suelta a sus
fantasías más oscuras. Pero la mayor contribución de este editor y escritor
francés, apodado el Voltaire de las alcobas, fue desarrollar en varias de sus
novelas la irrefrenable pulsión sexual que sentían sus personajes masculinos
por los zapatos de mujer. Definió así el fetichismo que rodea al calzado,
conducta a la que en varios idiomas incluso se refieren como retifismo, tomando
prestado su apellido. De este mismo impulso habló más de un siglo después
Charles Bukowski en su poema Zapatos, al recordar que cuando eres joven la
vista de un par de zapatos de tacón dentro de un armario «puede prender fuego a
tus huesos».
Pero mucho antes de que el libertino bretón Rétif publicara
sus novelas, históricamente el zapato como talismán ocupaba un lugar peculiar
en el imaginario colectivo. El griego Estrabón habló de la primera Cenicienta,
Ródope, una muchacha egipcia a quien un águila roba un zapato mientras se baña
en el Nilo y acaba en el regazo del faraón en Menfis, que emprende la búsqueda
de su encantadora propietaria, con quien se acaba casando.
En el cine el fetiche del calzado llegó pronto, antes incluso que la voz de los actores a la pantalla. En La viuda alegre de 1925, de Erich von Stroheim, aparece el lascivo barón Sadoja seducido por los pies de la desdichada corista.
El BDSM y
los tacones
Todo el mundo que conoce mínimamente el BDSM, sabrá que los tacones juegan un papel
muy importante en muchas de sus prácticas.Las prácticas fetichistas y las
prácticas del BDSM están íntimamente relacionadas, pues dentro de las prácticas
del BDSM se encuentran muchas.
Prácticas comunes en el BDSM son el trampling, acción en la que el Ama pisa o camina sobre el/la sumis@, el/la cual disfrutará del placer al sentir como los tacones se clavan y dejan marca en su piel, la adoración y admiración de los zapatos del Ama, manipular el tacón para torturar los genitales del sumiso o sumisa, penetrándolos con el tacón o haciéndolos adorarlo con la lengua, humedeciendo el objeto de su deseo, que lleva a una alta excitación dentro de una “escena” BDSM siempre denotando que el objeto que lleva a cabo dichas acciones es usado siempre buscando la culminación del placer.
También algunos modelos son usados por sumis@s a modo de tortura o por simple estética. Los corsets para pies, los zapatos de tacón estilo "bailarina", incluso algunos modelos con los diseños y formas mas extravagantes para obligar al/la simis@ a permanecer postrado o aquellos usados en practicas de animalización, han sido en ocasiones inspiraciones creadas por grandes diseñadores.
Y esto tiene una sencilla lógica. Tanto para hombres como mujeres,
identificamos una mujer subida a unos tacones como una mujer segura, atrevida,
en cierto modo "superior", las hace sentir divinas. Y es justamente lo
que busca en eso el BDSM . Esta es la magia de los tacones.
No quiere decir que a los fetichistas les guste el BDSM también (que los
habrá), ni a los que les guste el BDSM les guste también el fetichismo, pero es
una forma de ver una bonita interconexión entre ambas prácticas.
Fuentes consultadas :
El rincón de los zapatos
abc.es/estilo/moda
smoda.elpais.com
bbc.co.uk
curiosidadsq.com
canaltotal.com
ainsley-t.com