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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

Baile de Máscaras (Relato fuera de concurso) | Foro

una
una Feb 15 '15

Baile de Máscaras

 


Apoyada en ese puente, con la mirada perdida entre esas dos pareces y oyendo únicamente el susurro del agua, julia esperaba. Sabía que francesca no tardaría en llegar.


A penas hacía 48h desde que su Amo la había sentado frente a ese papel y había puesto un bolígrafo en su mano. A ella esas horas 48h que habían transcurrido se le antojaban una eternidad…  Le ordenó escribir una carta, describiendo en ella su sentir, escribiendo todos y cada uno de sus límites, transmitiendo sus deseos y fantasías… todo. julia alzó la mirada hacia los ojos de su Señor, le extrañaba sumamente esa petición, pues Él conocía mejor que nadie, mejor incluso que ella misma, todo lo que le pedía que expusiera en esa carta. Su mirada fue firme y del mismo modo que ella sin mediar palabra le había preguntado, él la respondió con el silencio. Bajó nuevamente la mirada y se dispuso a cumplir los deseos de su Amo.


Sentía el frío de la brisa en sus mejillas como una caricia del viento que la acompañaría toda la noche en ausencia de Su señor.


Al escuchar el chapoteo del agua contra las pareces oscuras,  recordó cuando de niña había visitado la ciudad y le habían contado la historia de ese puente, de ese lugar de encuentro entre enamorados, el puente de los suspiros. No eran suspiros de amor los que lo habían bautizado, sino los de aquellos condenados a muerte que se acercaban a los barrotes de las ventanas para ver por última vez la luz del sol. En ese momento, al recordarlo, la historia de ese puente le pareció hermosa y se sonrió al recordar su propia cara de asombro y horror al oírla por primera vez a sus 15 años.


Mientras permanecía inmersa en sus pensamientos, un leve ruido la bajó de repente de su nube, era francesca que 10 min antes de la hora prevista y con una dulce sonrisa en los labios la cubría con un grueso abrigo.


-       Ponte esto, te espera una larga noche y no debes coger frio.


Hacía una semana que la había conocido, el mismo día de su llegada a Venecia, francesca los recogió para llevarles al hotel. En ese momento le pareció tierna y afable, no tardó en descubrir que podrían llegar a ser buenas amigas. francesca era todo lo contrario a ella, fuerte, autosuficiente, segura de sí misma, perfeccionista y con un absoluto respeto por la puntualidad.  La había estado acompañando durante esos dos días, desde la partida de su Señor,  mostrándole la belleza de esa triste y a la vez romántica ciudad, sin dejarla sola ni un momento hasta que entrada la noche la acompañaba a su hotel.


Una imagen en su mente devolvió a julia a lo más profundo de sus ensoñaciones, permanecía al lado de francesca, siguiendo su paso, pero su mente había regresado a ese día, el día antes de la marcha de su Amo.


Era la última prueba antes de la imposición de su collar, iba a ser cedida. Su Amo le manifestó su deseo, no antes de advertirla que debía pensarlo  con calma, que fuera cual fuese su decisión nada en su relación iba a cambiar, solo alargaría un poco más la espera.  julia recordó que en el acuerdo entre ambos se había planteado esa opción y ella nunca la consideró un límite, pero ahora tenía miedo. Su Señor la tomó de las manos, la besó y le dijo que debía darle su respuesta el mismo día en que él partiera a Chicago para una reunión de trabajo.


Y ahí se encontraba, recorriendo tras francesca las calles de aquella ciudad, saliendo al paso de esas personas que permanecían de celebración y las invitaban a acompañarlos, observando cada uno de sus disfraces, cada una de esas imágenes que antaño le parecieron mágicas y hermosas pero que en este momento la inquietaban. Ataviada con sus mejores galas, aunque sin ropa interior que la cubriera bajo ellas, julia seguía caminando con paso firme pero no todo lo tranquila que hubiera deseado, sabiéndose a miles de kilómetros de donde se encontraba su Señor, dirigiéndose a su primer baile de mascaras.


Todo lo que sabía de Giovanni era que físicamente se parecía un poco a su Señor, que eran grandes amigos y que fueron juntos a la universidad, en donde ambos descubrieron Su sentir como Dominantes. Si había alguien en el mundo en quien su Amo mas confiara, ese era Giovanni, de no ser así, Él jamás hubiera pensado ni por un instante, poner en sus manos a Su más preciado tesoro.


De pronto ese pensamiento la hizo tomar aire, de algún modo la reconfortaba, se sentía segura, pues nadie poseía la total y absoluta confianza de julia sino su Señor.


Cuando julia le dio a su Amo la respuesta, Él ya la sabía… puso en sus manos una caja de madera lisa, no demasiado grande y le dijo que no debía abrirla, debía entrégasela en mano a Giovanni en el momento en que se le dijera. Luego sonrió y la tomó entre Sus brazos. Notando Su palpitar en el propio pecho, sintiendo todo el amor de su Amo en el interior de su alma, julia se elevó en ese mismo instante, tocando con las manos lo más alto del cielo, justo cuando recibió el beso más intenso y pasional que ella había podido sentir en toda su vida.


Atravesaba junto a francesca la plaza de San Marcos mientras julia recordaba una y otra vez las palabras de su Amo.


-       Debes obedecerle, satisfacerle y servirle del mismo modo que a mí. Su placer debe ser el tuyo y tu entrega permanecerá en Sus manos hasta que te devuelva a mí, a tu Señor.


Seguía caminando al lado de francesca cuando ésta se paró frente a un enorme portal, se volvió hacia ella y tomándola de la mano cual suave caricia la instó a entrar.


Toda la oscuridad de las calles de Venecia se desvaneció ante sus ojos. A penas si era capaz de asimilar tan luminosa visión. Los techos eran altos, adornados con imágenes de ángeles y decorados por enormes lámparas de lágrimas de cristal. Las paredes cubiertas por cortinas color púrpura con ribetes dorados, parecían alzarse hacia arriba y no terminar jamás. La sala estaba repleta de gente con los vestidos más hermosos que jamás había visto y sus caras cubiertas con mascaras de lo más variopintas, todas ellas con un toque romántico y especial.


De repente se encontró en medio de la sala, entre la gente que bailaba a su alrededor, sintió un leve mareo que la hizo sujetarse con más  fuerza a la mano de francesca.


Alzó la mirada al alto techo y cuando la devolvió al frente, pudo ver como todas aquellas personas, que solo un instante antes bailaban a su alrededor, se detenían dejándola en el centro de un amplio círculo, sujeta a la férrea mano de francesca y observando la recia figura de un hombre, que ataviado con un hermoso traje oscuro  brillante y cubierto con una máscara lisa de color negro, se acercaba lentamente hasta situarse frente a ellas. Había algo familiar en Él, en Sus movimientos, en Su porte... le recordó a su Amo, no era capaz de dejar de pensar en Él, ni tampoco de separar la vista del hombre que hacia ella se acercaba en medio de esa enorme sala.


Se hizo entonces un absoluto silencio, una magia que la envolvía como si estuviera viviendo en un sueño, que empezó en el mismo momento en que pudo sentir la presencia de ese hombre. 


Entonces francesca rompió el silencio…


-       julia, este es mi Señor Giovanni. Anfitrión de este baile de mascaras, a quien acompañarás y servirás esta noche.


El hombre se acercó a ella acariciando su hombro a la vez que con suma suavidad tomaba la mano de julia, ésta permanecía inmóvil, escuchando el sonido de violines que nuevamente envolvía la sala y observando la leve y pícara sonrisa que se hizo en los labios de francesca al percibir la sorpresa ante sus palabras.


Nadie le había dicho a julia que Giovanni, el Señor al que su Amo la había cedido, era el Dueño de su recién estrenada amiga francesca.


Acompañada ahora por Giovanni, de quien que no había tenido aun ocasión de escuchar el sonido de Su voz pues se limitó a saludarla únicamente besando su mano, julia fue dirigida hacia una puerta que había al fondo del salón.  Unos pocos comensales, a los que, aun de haber sabido quien eran, no podía reconocer ya que sus mascaras cubrían casi por completo sus caras, los siguieron tras sus pasos, mientras a su espalda, el baile, la música y las conversaciones distendidas, eran retomados por los demás.


Tras la puerta había una escalera, ésta les llevarían a una mazmorra situada bajo el gran salón. Mientras descendía despacio y sujeta en todo momento por su nuevo acompañante, pudo percibir una melodía. La reconoció al instante, era un adagio, el mismo que sonaba durante la primera sesión con su Amo.


No pudo sino recordar con añoranza ese momento, Sus caricias, Sus torturas, lo que sintió en cada momento… al tiempo que bajo su máscara, unas lágrimas recorría su mejilla al sentir el temor de no poder entregarse a Giovanni, pues no era capaz de dejar de pensar en su Amo ni por un solo instante. No podía eludir sin embargo Sus palabras, las instrucciones que Éste le había dado antes de partir. Debía servir a otro Señor, como muestra de su entrega y amor hacia Él.


Sin mediar palabra, Giovanni la fue guiando, dirigía sus movimientos como si fuera capaz de ver el interior de sus entrañas, como si conociera su sentir. julia podía sentirle, y a su vez, se sentía inmensamente culpable al pensar que de algún modo, le faltaba a su Amo teniendo sentimientos por otro hombre, a pesar de haber sido cedida por Él mismo. Creyó incluso reconocer en Giovanni alguno de los movimientos de su Amo, eso le hizo pensar por un momento que era Él quien se escondía tras esa mascara. Pero no podía ser, ella misma le había despedido en el aeropuerto al partir a Chicago.


Situada frente a una cruz de San Andrés, mientras aquellos comensales que les acompañaban observaban la escena en el más absoluto silencio, julia sentía que en realidad no estaba allí, que seguía inmersa en un sueño, sin embargo, podía escuchar de nuevo las palabras de francesca, las oía de lejos pero con suma claridad…


-       Ahora puedes ofrecer a Giovanni tus obsequios, julia.


Sacó entonces de un pequeño bolsito que llevaba sujeto a la cintura, la cajita que su Amo le entregó y también la carta que ella había escrito.


Tras leer la carta que su Amo había ordenado a julia escribir, describiendo en ella sus límites, deseos, fantasías y su sentir sin omisión alguna, Giovanni abrió frente a ella la cajita que le había sido entregada.


En su interior, para sorpresa de julia, había únicamente un cuchillo curvo, parecido a los que usan los temporeros para recoger los frutos de la vid.


Giovanni la tomó entre Sus brazos, la acarició a la vez que la situaba de espaldas a Él, frente a los comensales que les acompañaban entre los que se encontraba francesca justo en medio de todos ellos.


Un escalofrío recorrió su cuerpo, julia no pudo más que cerrar los ojos al empezar a sentir en su piel, la fría hoja descendiendo, a la vez que desgarraba la tela y cada una de las cuerdas del corsé que componían su vestido, hasta quedar absolutamente desnuda e inmóvil.


Aun con los ojos cerrados, pudo sentir la presencia de francesca que se acercó para retirar los restos de su vestido.

Entonces escuchó una voz que le decía:


-       Lo has hecho muy bien, mi niña.


No podía ser… era la voz de su Amo, estaba segura de haber entrado en una especie de trance en el que únicamente podía sentirle a Él, que solo podía sentir el calor de Su piel, oír Su voz…


Abrió los ojos entre lágrimas, con lentitud. Pudo ver entonces, aun algo borrosa, la imagen de su Amo, que frente a ella, sostenía abierta una preciosa caja plana, de madera con detalles tallados, forrada con terciopelo rojo y que contenía en su interior un hermoso collar de metal.


-       Esto es para ti.


julia le miró, tomó el collar entre sus temblorosas manos, y sus ojos se empañaron en lágrimas al contemplar la leyenda escrita en su interior.


                                                       “Siempre”


Alzó la mirada, tras su Amo se encontraba francesca, de la mano de su Señor Giovanni, que había pasado inadvertido hasta ese momento a pesar de llevar un espectacular traje dorado. Ambos acompañados del resto de comensales, amigos íntimos, que despojados ya de sus mascaras, iban a asistir como testigos a la ceremonia de entrega.


julia contempló  a su Señor con suma adoración, permanecía frente a ella, mirándola fijamente a los ojos, entonces se acercó y la permitió besar la hermosa sonrisa de Aquel que era su Amo, su Señor, el Dueño de su cuerpo, su mente, su alma y su vida.

 



vera







El mensaje en el foro es editado por una Feb 15 '15
una
una Feb 19 '15
Me alegra que os guste chicas, gracias a las dos :)
una
una Mar 2 '15
Gracias fetslave_de_Uranthia, 

Disculpa la tardanza... vi tu comentario pero cuando iba a responder me despistaba con cositas que tenía que resolver y al final se me pasaba.

Me alegra que te haya gustado.


Mis respetos a tu Señora y un abrazo a ambos. ;)

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