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16 - Mi gatita. Autora: itaidragonfly_de_T | Foro

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una Ene 29 '15

Mi gatita

 

Cuando conoces a alguien, todo son preguntas fáciles y respuestas sencillas. Trabajo, tiempo libre, familia y un largo etcétera. Pero hay un momento en la charla en la que se suele preguntar si tienes o has tenido mascotas. En ese momento no puedo evitar echar la vista hacia atrás, unos diez años, y acordarme de ella.

 

A ella, que la conocí haciendo campana en la universidad, le gustaba acurrucarse a mi lado en el sofá, cuando yo se lo permitía, y cuando no, se enfurruñaba y se quedaba tumbada a mis pies. Me gustaba  recorrer con el dedo su columna, suavemente, desde su nuca descubierta hasta abajo del todo, y ella ronroneaba mientras un escalofrío hacía que su piel se pusiera de gallina. Le gustaba tostarse al sol desnuda en el balcón de mi piso y yo adoraba tocar su cuerpo caliente y torturarla con un cubito de hielo que se deshacía rápidamente al contacto de su piel.

 

No siempre era mi gatita. Como cualquier otra pareja, muchas noches salíamos a cenar fuera, o al cine, o a tomar unas copas y se convertía en mi mejor confidente y pasábamos las horas charlando. Pero una vez en casa, adoptaba de nuevo su rol sin tener que pedírselo.

 

Recuerdo el día que pasé por una tienda de mascotas y vi un precioso collar de cuero color rojo. Era sencillo, sin adornos más que una argolla color plateado. Me pareció que sería perfecto para ella, así que sin pensarlo dos veces, lo compré. Se puso tan contenta cuando se lo regalé que enseguida me ofreció su cuello para que se lo pusiera. Aquella noche tuvimos una muy buena sesión de sexo, con cuerdas, velas y mi fusta favorita.

 

Poco tiempo después, compré la correa, aunque casi no llegamos a usarla. Decía que no le gustaba, que no tenía glamour.

 

Con el paso del tiempo, durante los fines de semana dormía en mi piso. En cuanto cerraba la puerta tras ella, tal como le había enseñado, se arrodillaba e iba a gatas hasta el dormitorio, despacio, marcando cada paso, contoneando a ritmo hipnótico sus caderas y esperaba a que le pusiera su collar. Después de eso se restregaba en mis piernas buscando una caricia reconfortante y siempre le decía “buena chica”. Le llenaba un cuenco de agua y lo dejaba en su rincón. Me gustaba que comiera conmigo en la mesa, desconectaba un rato de su rol y hablábamos de cómo había ido la semana, pero después, volvía a ser mi gatita. Momento en el que yo aprovechaba para desnudarla y ponerle su plug con cola (éste me lo regaló en nuestro primer aniversario). Me gustaba hacérselo mientras lo llevaba puesto.

 

Pocas veces tuve que castigarla. Siempre había sido una chica muy sana en cuanto a su alimentación y ejercicio, pero bebía muy poca agua, a pesar de mis esfuerzos en recordárselo. Un viernes de finales de julio, me explicó que aquella semana se había desmayado en mitad de la calle mientras estaba haciendo footing. El médico le dijo que se había deshidratado. Recuerdo cómo me enfadé. Después de repetírselo una y otra vez. Le dije que se pusiera de rodillas, cara la pared y que no se moviera. Cojí la cartera y las llaves y me fui de mi piso dando un portazo. Estuve como una hora caminando sin sentido ni destino y de repente me di cuenta que estaba frente a la tienda de mascotas donde le compré el collar. Me hice con un bebedero tipo dispensador para dos litros de agua. Desde entonces, cada mañana que ella pasaba en mi piso, llenaba el dispensador. Por la noche tendría que estar vacío. Debía beber dos litros de agua al día como mínimo y así tendría que hacerlo incluso sin estar conmigo. Sólo en un par de ocasiones no se terminó el agua y en ese par de ocasiones fue castigada debidamente (con su correa).

 

A pesar de ello, era una buena gatita. Refunfuñaba mucho, pero eso, a mi parecer, le hacía más atractiva. Cuando le decía algo que no le apetecía, murmuraba hasta que le daba un cachete de aviso. Que me pareciera atractivo no significa que consintiera ese comportamiento. Aún así nunca se lo prohibí del todo.

 

Esos casi dos años en los que ella estuvo en mi vida, todo fue muy intenso, muy carnal. Aprendí muchísimas cosas con ella, sobretodo aspectos de mí mismo, que hasta entonces desconocía. A pesar de la intensidad del momento, dejamos nuestra particular relación al salirme una oportunidad en el extranjero y ella no podía dejar su trabajo. Fue duro y muy triste, pero me lo guardo con mucho cariño, ya que si no hubiera ocurrido, hoy no sería quien soy.



El mensaje en el foro es editado por una Feb 28 '15

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