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    Tener fe en tu Dominante conlleva no tener miedo

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    Mi primer sometido es mi control, siempre está a mi servicio

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    Manejar el silencio es más difícil que manejar el látigo

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    Mi alma necesita tanto mimo como mi cuerpo castigo

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    Después de una sesión, la mano que te domina te debe acariciar

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    El precio de Dominar es la responsabilidad

14 - Caminando hacia el castigo. Autor: stauros | Foro

una
una Ene 18 '15

Caminando hacia el castigo

 


Ella vendra, aunque ya sea muy tarde, haga mucho frio y la niebla sea espesa, algo en mi interior me lo dice. Vendrá aunque sepa que estoy muy disgustado y que va a ser castigada, vendrá porque se lo he ordenado, porque es mia y porque el deseo de sentir su piel y el calor de sus labios es mutuo.

        Suena el interfono, cuanto rato llevo deseando escuchar ese ruido estridente, lo descuelgo y escucho su voz, debil, temblorosa, esta aterida, en otra ocasión le hubiese dirigido unas breves palabras antes de abrir, pero hoy no, estoy disgustado porque sabe que me gusta que cuando se vaya de viaje y haya llegado me llame, y justo anoche un tren cuyo destino era exactamente el mismo que ella ha descarrilado y he pasado una noche de insomnio pensando en lo peor, agravado por el hecho de que su movil no respondía a mis llamadas. Cuando al día siguiente me llamó me alegre muchísimo, aunque también me enfadé por el mal rato que me habìa hecho pasar, así que le di instrucciones por teléfono al día siguiente y tambien le advertí de que iba a ser castigada

        Se ha quitado el abrigo y la contemplo de arriba abajo en el recibidor, lleva un precioso vestido azul de una pieza muy entallado que realza su figura, luce un primoroso recogido y se ha puesto el perfume que más me gusta, en otras circunstancias la hubiese estrechado entre mis brazos y la hubiese besado, pero hoy no, porque está castigada.

        -Desnudate ahora mismo -dije con voz firme al tiempo que la señalaba con el dedo-.

        -Pero... ¿no quieres ver mi vestido y lo que llevo debajo? Me lo he puesto para tí...       

        -¿Acaso has olvidado qué significa cumplir una orden? Ponte de cara a la pared l levántate la falda del vestido.

        Lentamente se giró, arqueó ligeramente la espalda, apoyó los antebrazos contra la pared y levantó la falda del vestido dejando su culo en pompa. Sabía perfectamente que significaba aquella orden, su cuerpo comenzó a temblar cuando me desabroché el cinturon. Un sonoro latigazo impactó contra su trasero y un estremecimiento recorrió su cuerpo.

        -Ahora voy hacia el salón, y cuando te hayas desnudado vienes a mi de rodillas, ¿te ha quedado claro?

        -Si mi amo.

        La mujer que hace unos minutos ocultaba su sofisticación y elegancia a la vista de todos bajo un grueso abrigo es ahora un ser humano desnudo que gatea por el pasillo con la cabeza gacha y el cabello cayéndole sobre la cara; sin necesidad de palabras se detuvo ante mi, se irguió, puso las manos sobre su espalda, apoyó las nalgas sobre sus talones, se inclinó ligeramente y me ofreció su nuca para que le pusiera el collar, acto seguido le enganché la cadena y ella me ofreció el asa y recogiendo la cadena acerqué su cara a la mia, le di un beso en los labios. Temblaba y en su mirada había una amalgama de deseo e incertidumbre.

        -Tenía muchas ganas de volver a verte, pero anoche casi no pude dormir pensando que te había pasado algo, ¿por qué no me llamaste?

        -Lo siento, amo -balbuceo- se me olvidó.

        Me puse detrás de ella y con un gesto rápido le até las manos con una cuerda y sujetándola por los sobacos le ayudé a levantarse.

        -Vete a la habitación, y espérame.

        -Si, mi amo.

        Sobraban las explicaciones, sabía perfectamente que su habitación es sinónimo de castigo en las sesiones y de nido de amor después de ellas. Aunque deseaba sentir el calor de su cuerpo, el tacto de su piel, la humedad de su sexo y el sabor de sus labios me esperó unos minutos, largos como horas; tenía que reflexionar sobre el delito que había cometido y el castigo que se merecía

        Abrí la puerta de su habitación me detuve para contemplarla. Allí estaba, arrodillada a los pies de la cama sobre el cojín que previamente había colocado para que no se le lastimaran las rodillas, contemplando la fusta que previamente había depositado sobre las sábanas. Inclinándome le desaté las manos y la acaricié, sentí su respiración entrecortada, su piel sudorosa y temblorosa, su sexo húmedo y palpitante, todo su cuerpo y su alma preparadas para lo que estaba por venir. Fui hacia la mesilla y extraje dos cuerdas de uno de los cajones, até sus manos a los barrotes de la cabecera de la cama y até las otras dos cuerdas a las patas de la cama, y con ellas sujeté sus rodillas. Con un pañuelo negro le vendé los ojos.

        -¿Por qué vas a ser castigada?

        -Por no haberte llamado y por haberte hecho sufrir, Amo.

        -¿Cual es tu castigo?

        -20 azotes en el culo, Amo.

        Acto seguido cogí la fusta, sus jadeos fueron en aumento, y tras esperar unos instantes el primer azote impactó sobre su trasero con un ruido que retumbó en toda la habitación, todo su cuerpo se estremeció. Sin detenerme descargué otros nueve azotes, uno en cada nalga. Me detuve como solía hacer para permitirle coger fuerzas.

        -¿Volverás a hacerlo?

        -No Amo, nunca más volveré a hacerlo.

        -Supongo que sabes que no he terminado

        -Lo sé Amo, tienes que darme otros diez azotes.

        Me arrodillé y le acaricié suavemente sus pechos, sus pezones estaban duros, deslice una mano hacia su sexo y la masturbé.

        -Te prohibo que te corras.

        Mis manos jugueteaban con su sexo cada vez más deprisa y cada vez más húmedo, sus jadeos iban en aumento, estaba disfrutando enormemente, pero no podía olvidarme de porqué estaba atada a aquella cama, asi que me levanté y descargue los otros diez azotes sobre su castigado culo. Me levanté y fui a la nevera a buscar un cubito de hielo, con el recorrí las marcas que la fusta habia dejado sobre su piel. Por último desaté sus manos y sus piernas, se sénto sobre el cojín, yo hice lo mismo y ambos estuvimos un rato abrazados hasta que con delicadeza la levanté y la acosté sobre la cama.

        Una maravillosa noche de sexo fue el colofón de aquella tarde de placer BDSM



El mensaje en el foro es editado por una Feb 28 '15

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