Hemos llegado a un punto en el que no sabemos disfrutar de las pequeñas cosas. De los pequeños detalles, esos que cada vez son más escasos por la forma en que vivimos nuestras vidas.
Estamos acostumbrándonos a que todo lo que queremos prácticamente lo podamos conseguir apretando un simple botón, sin necesidad de esperar, sin necesidad de parar, sin ni siquiera saber como lo hemos conseguido, ya que no le damos importancia al proceso.
Demasiadas prisas, demasiada impaciencia, demasiadas ansias por conseguir algo que, en realidad, cuesta. Tenemos que ser conscientes de que hay pautas, fases, pasos que no se deberían acortar, que no deberían de desaparecer, ya que de hacerlo se pierden muchas cosas por el camino y que difícilmente pueden volverse a recuperar.
Tenemos que parar, mirar a nuestro alrededor y ser conscientes que hay procesos en nuestra vida que no se deberían de hacer con prisas. Deberíamos de ser capaces de entender que hay caminos que se tienen que hacer con calma, dándonos la oportunidad de disfrutar del trayecto, porque en eso consiste, en saber sacarle el jugo a ciertas experiencias y sentimientos que merecen la pena vivir.
Por esa razón, no deberían de valer los atajos, por el simple hecho de conseguir lo que se desea lo más pronto posible. No deberían de valer dos palabras, nada más, para decir que se confía en alguien, ni tampoco ser merecedor@ de esa confianza. No deberían de valer muchas artimañas que se hacen por ahorrar TIEMPO!
No nos tendríamos que olvidar que hay cosas que necesitan su tiempo para madurar, para saborear y para disfrutar.
Gritos, orgasmos, besos, arañazos ...;Huracanes entre las sábanas raidas. Risas, cosquillas, mordidas, cuerdas, deseos, caricias, sensaciones perdidas ...!o mejor dicho! Casi prohibidas. Respiraciones entrecortadas, gemidos...
Una palabra. Cinco sílabas.
ES-CA-LO-FRI-OS.
Escalofríos son los que siento cuando me roza tu mano. No! Esa no, la otra. Esa que agarra mi pelo hacia atrás exponiendo mi cuello para su inminente mordida. ¡¡¡Esa!!!!. Esa que hace que el placer más profundo lo mantengas entre tus dedos. ¡Que suerte! Yo quiero.
Muerdes, gimo, sollozo de placer. Te necesito. Tengo sed de ti.
Tu frente se llena de pequeñas perlas transparentes. Sudas, estas nervioso. Te miro, me miras, los dos mantenemos esa mirada incansable donde es o todo o nada. Sonrió, ¡Qué placer más bello! ...
¿Jugamos?
Miro al suelo, ya sabes que significa. Tus ojos arden de deseo, se oscurecen, gritan,
¡¡¡GRITAN PLACER!!!...
¿QUIERES MAS PERRO?
No puedes pensar, ¡mejor dicho! No quieres pensar. Exhausto al primer roce del cuero...¡Qué placer! Dios!!! Hazlo. Hazlo otra vez.
Tus palabras son deseos...
De rodillas y con las manos atadas a la espalda esperas la revancha. Necesitas de mi, siempre lo harás.
Zas! Zas! Una más...;
Tus nalgas son ahora el fuego más ardiente. Si! Lo he conseguido. Estas caliente. Tu prominente erección me hace partícipe de la más dulce excitación.
Te expones, te veo, sonrió y después .. te penetro....
¡Oh! Qué placer más bello
A menudo se habla de la necesidad de la sumisa, la cual se hace aun más grande cuando ella queda sola, sin la mano de su Amo, quien ahora a lo mejor ya tiene a otra... pensará ella. Y lo que quiero hablar ahora es sobre la necesidad como dominante de ser Amo, y como nos podemos sentir cuando se termina la relación d/s.
Una persona dominante, al igual que una sumisa, sabe que lo es por esa necesidad que siente en su interior desde "siempre". A veces solo falta ubicar-la, escucharla, comprender y hacerlo forma parte de conocerse, no solo como dominante sinó como persona. Comprendí bien esta necesidad hace dos años, cuando abrí la caja de Tayel, despertando-la con fuerza, a la vez que sintiéndome completo y en paz al alimentarla. Y es lo normal cuando tienes tu sumisa, sacias la necesidad, es alimentada y al serlo te sientes lleno, no solo como Amo, también como persona. Pero las relaciones entre personas no siempre son fáciles, además de los factores externos y por lo tanto las relaciones terminan, y aihhh cuando esto pasa... Y aquí quería llegar, a la necesidad del dominante, la real, la que te aprieta cuando no tienes tu valioso tesoro.
La relación termina y te quedas sin tu sumisa, no tiene porque ser así pero hablaré de esta posibilidad. Entonces, un vacio enorme queda en tí, proporcional a la profundidad y a la entrega de la relación, como mayor entrega y control mayor será el agujero. Los días pasan lenta y pesadamente, revisas tu móvil pero sus mensajes diciéndote que ha comido, que ropa lleva, qué está haciéndote, siguiendo tus tareas, etc. todo eso ya no está terminó, y los únicos mensajes que hallas son los de grupos de watsap y alguna amistad perdida. Entonces esa necesidad aprieta tanto que empieza a influirte, en tu estado de ánimo, en tu carácter, y los días de paz y felicidad absoluta quedan lejanos como si años hubieran pasado. Y tu, gran dominante, paciente, inteligente y de gran voluntad, que lo puedes controlar todo es ella, la necesidad la que te acaba doblando a ti. Y cual es tu respuesta? Llenar la necesidad de la única manera que sabes: con tu sumisa. Aquí puede variar dependiendo de si estuviste enamorado o no de tu antigua sumisa y de algún otro factor, como tu gestión emocional.
Vuelve la búsqueda de la sumisa y empiezas, poco a poco, a hablar con distintas, tampoco muchas, tu no vas a pescar con red, sinó que seleccionas bien las candidatas, y aunque eso parezca nada tu necesidad empieza a aflojar, vuelves a sentirte dominante, publicas por internet, vas a locales, interactuas incluso llegas a jugar. Entonces, cuando te has rehecho, pero no eres consciente, aparece sin buscarla una sumisa con la que te entiendes. Hablais cada día durante horas, y en pocos días habéis generado una gran confianza mutua y te dices ella debe ser mía... Y sabes que si no eres capaz en ese momento de pensar fríamente, te lanzarás de cabeza y te precipitarás. Lo sabes y te lo recuerdas, pero todo ese tiempo, que a lo mejor solo han sido unos meses, para ti ha sido un desierto eterno. Ese momento es clave, si dejas pasar demasiado tiempo la puedes perder, pero si te avanzas antes de hora sabrás que aun no es tuya, y otra vez tu voluntad deberá luchar contra tu necesidad, así, cíclica-mente hasta encontrar el equilibrio.
P.D.: Quiero dejar claro que solo expreso una opinión propia, mi punto de vista, y que cada uno/a tiene el suyo, siendo todos igual de válidos.
Los deseamos y los odiamos de la misma forma. Queremos y detestamos tenerlos que pasar. Nos tranquilizan y nos desquician al mismos nivel.
Son momentos de sensaciones que hacen tu cuerpo y tu mente entre de lleno en un autentico huracán de sentimientos. Se preparan para lo que puede llegar y, en parte, sin querer la mente ya vuela por su cuenta mostrando diferentes situaciones en las que anhelamos estar.
El pulso se acelera, la respiración se hace más pesada y notas como todo tu cuerpo empieza a calentarse, como partes de tu cuerpo reclaman Sus manos, Sus caricias, Su dureza. Notas la tensión, las ansias de sentirle, las ganas de ser lo que Él desee que seas.
Esos minutos previos, son minutos que serán sólo nuestros. Nadie puede robar esos minutos previos donde el remolino que se siente no puede ser vivido por otra persona que no seamos nosotros mismos, deseando ese primer roce, esa primera orden
Esos minutos de espera son un pequeño tormento, pero sin lugar a dudas un tormento dulce.
Camino sobre una plataforma de hielo, hermético, distante.
Hace frío, aveces demasiado frío, pero sigo caminando sin saber muy bien hacia donde. Miro a mi alrededor, intentando encontrar el camino. Todo es blanco, helado.
Ninguna señal que me indique cual es mi objetivo.
A lo lejos, veo algo que llama mi atención, algo que destaca sobre el blanco hielo. Corro en su búsqueda y ahí está, una brizna de hierba que se desvive por vivir, por crecer.
Me agacho para observarla, para protegerla, para darle calor e intentar ayudarle a crecer. Quizás por puro egoísmo, por sentir su calor, en esta plataforma helada. Quizás por no querer estar sola.
Intento arroparla, pero el frío se niega a que ella crezca. Poco a poco se va llenando de escarcha y desaparece en el blanco hielo.
Intento descubrir por que el frío actúa así, por que se empeña en helarlo todo. O quizás soy yo, la que no le di suficiente calor. Quizás, no supe hacerlo. Quizás el frío tenga sus propios planes, o simplemente tenga miedo de que esa hierba crezca.
Miro a mi alrededor y todo es blanco, sigo caminando, perdida, sin un rumbo definido.
Por el camino, he ido encontrando briznas de hierba. Hacia todas he corrido, a todas he intentado mimarlas, escudriñando en mi mente, la forma de hacer que crezca, pero el frío es poderoso, se niega a permitir que eso pase.
He dejado briznas de hierba a su suerte, sin acercarme demasiado, no por no querer intentarlo otra vez, más bien por saber el resultado. Poco a poco intento adaptarme a los deseos del frío.
De pronto, el hielo se transforma en llamas que me abrasan, que me envuelven.
Todo cobra vida, su fuego es voraz. Lo observo perpleja.
¿Como puede calentar mis entrañas de esa manera?
¿Como ha podido cambiar de estado de esa manera?
Se transforma en una materia totalmente distinta, que me hace olvidar los pasos gélidos y sin rumbo. Me transporta a un universo, donde mi mente no busca, no se
siente perdida y se deja llevar plácida.
Poco a poco la flama se va volviendo tibia. Cada vez mas blanca y ya no queda rastro de las llamas. Todo recupera su forma helada.
Sigo caminando, notando el frío, pero cada vez, tirito menos.
Voy adaptándome a sus silencios atronadores.
Cada vez estoy menos pendiente de las briznas de hierba, de intentar darles abrigo. Me gusta verlas, danzar con ellas, pero sin desgarrarme el alma, sin correr para intentar que crezcan. Sé que el frío no lo permitirá...tendrá sus planes...
Hay momentos en los que noto esa frialdad, avanzando por las capas de mi delgada piel, en dirección a mis huesos. Intento encontrar un lugar donde refugiarme, pero todo es liso, sin salientes donde poder acurrucarme.
Al fin encuentro un refugio, siempre estuvo ahí, pero mi frenética búsqueda, hacía que no lo viese. El mismo frío me lo brindaba, pero yo me centraba en buscar
briznas de hierba....
En los días gélidos, corro hacia ese refugio...
Al calor del recuerdo de unas llamas que pronto me abrasarán de nuevo...
Ella no está enamorada, solo le apasiona
cada letra, palabra, puntos y comas que
Él escribe. Lo lee de día y de noche.
Piensa en cómo sería estar junto a Él,
tal vez le preguntaría sobre la inspiración,
de cómo se supera el dolor,
de cómo se siente el amor.
Ella tiene gran admiración por la belleza
que vive dentro de cada escrito,
su nostalgia, y sobre lo que siente al Leerle.
Ella dice estar enamorada
del que por las noches se abraza a la soledad,
y con gran pasión; a la vida.
Ulises Sánchez
y en el ansia de Tu pecho me envolviste,
mil rosas en el alma me encendiste
y esclava de Tu aliento me dejaste.
Con el color de campo coronaste
un cielo mustio de silencio triste,
y en el éxtasis de luz lo convertiste,
cegándome en la magia del contraste.
Esclava deslumbrada con el gozo,
sin mirar más que el mundo por Ti dado,
sigo el viento de flores oloroso,
y en el anhelo de aromas inundado,
eternizo, tal mago prodigioso,
la pureza de mi cielo iluminado.
Laura Elena Alemán
Pues sí, mi Señor, 21 años después y aquí seguimos, viviendo, soñando, sintiendo, amando, luchando con lo que venga, pero juntos, siempre juntos. Anhelando EL MOMENTO, ese en el que me olvido del mundo y soy libre, soy Suya, soy yo. Y mientras Le espero de rodillas, levanto levemente la mirada y el espejo me devuelve la imagen del inexorable paso del tiempo, y veo los estragos que la ineludible gravedad, un embarazo gemelar y una cesárea han hecho en mí, y por un instante, me permito ser débil y sentir que no Le merezco, que Usted merece algo mejor que yo, Su humilde sumisa. Pero al instante, veo Su reflejo tras el mío, Su mirada de deseo, de animal salvaje, y al mismo tiempo de reproche porque sabe lo que estoy pensando (porras!, me he ganado unos buenos azotes). Me acaricia, me convierte en lava, y me riñe por convertir la ofrenda del tiempo y el tributo pagado por nuestros retoños en un complejo. Así que, ante la perspectiva de lo que se me viene encima, bajo la mirada y me entrego, como siempre, como nunca, porque solo mi Señor sabe lo que necesito, sabe convertir mis miedos en valentía y mis complejos en regalos. Gracias, Amo, una y mil veces...
Su eterna sumisa, anya.