Me detengo en el bar a descansar un poco
-¿podría invitarle una copa?-
Una
voz varonil se escucha detrás de mi y puedo sentir como me observaban de cabeza
a pies, doy la vuelta y me encuentro con unos ojos azules, atractivos como el
dueño, joven no mas de 29 años de 185 de altura, Su cuerpo atlético en forma de
v luce estupendo en el esmoquin negro, su cabello ondulado negro brillante esta
peinado hacia atrás.
Es
simplemente perfecto y mi cuerpo esta impresionado por tan majestuosa belleza,
debería de estar prohibido ser así de guapo, su postura le da seguridad y
estilo.
En
mis entrañas sienti un cosquilleo cuando
se acerco a mí, Levanta su mano para pedir al encargado dos copas de champaña, se coloca a mi lado y me observa detalladamente haciéndome sentir nerviosa.
-aun
no le eh aceptado la copa- Digo
tranquila observándolo para disimular su efecto en mi.
-se que
lo hará- responde confiado y seguro de si mismo, déspota y engreído digo en mis
adentros decepcionada.
Lo
observo tranquilamente y suspiro
-no
este tan seguro señor- mi tono es tranquilo pero desafiante
-miller-
estira su mano hacia mi –jamiel miller-
Estrecho
su mano por cortecia, al tocarle puedo sentir una corriente eléctrica recorrer
todo mi cuerpo.
-mucho gusto- indico con una sonrisa más a fuerzas que de ganas. me mira atento, delinea una sonrisa, ¡dios que perfecta sonrisa¡
-me dirá su nombre?-
Se recarga en la barra, la luz del lugar resaltan mas sus ojos azules que me observa atentamente, puedo notar como me escudriña, y eso me hace poner mas nerviosa.
El
camarero pone las dos copas frente a nosotros y se retira
-ahh señor miller- digo maravillada –eso no pasara- sonrió amplia mente, tomo la copa de la barra hago una pequeña reverencia con ella hacia el y sorbo, me mira atento mientras sonríe, toma su copa y bebe
doy un ultimo sorbo de la copa y la dejo en la barra –si me permite, me tengo que retirar- le sonrió una ultima vez, me doy media vuelta para irme de ahí, Toma mi brazo y me detiene.
-espera-
Su
voz se oye tan varonil y sexy que siento un entumecimiento en el estomago, el
rose de su mano regresa el toque eléctrico que recorre mi cuerpo.
-Podría soltarme- ordeno
–¿sueles actuar así con todos los hombres?-
Río amplia mente ante su pregunta, me suelta el brazo y se introduce la mano en la
bolsa del pantalón mirándome galante
-adiós señor miller-
Sonríe
y pasa su pulgar por la orilla de su labio inferior.
El Muro