"¡Qué nervios! Por fin voy a conocerlo" me repetía una y otra vez con una boba sonrisa en la cara
Se acercaba el gran día mientras paseaba mirando los escaparates de ropa para ver si encontraba algo que le dejase sin habla... y de pronto lo encontré. Un vestido rosa pastel que resaltaba mi inocencia, sin un corte demasiado provocativo y un escote... ohhh que escote. No enseñaba demasiado, pero se intuía el potencial que tenían mis pechos escondidos tras esa tela. No podría resistirse. Parecía hecho para mí, para la ocasión.
Él me pidió que llevara un vestido que no llamase demasiado la atención. No le gustaba que su sumisa fuera mostrando demasiado por la calle... y sus palabras resonaron en mis oidos como cánticos celestiales. "Su sumisa" ¡Yo! Me lo estaba diciendo a mí.
Me indicó que bajo el vestido llevara unas medias hasta el muslo... con liguero blanco, y ropa interior a juego. Quería que fuera completamente vestida, para ir descubriéndome poco a poco. No quería perder detalle de toda la belleza que escondía a cada paso que fuese dando.
Recuerdo la primera vez que hablamos en un chat. Yo discutía con un pseudo, y él me privó. Me indicó que no merecía la pena ponerme de mal humor por un idiota, que por eso él no había intervenido. Seguimos hablando durante horas. Hablamos sobre el trabajo, sobre las amistades, sobre las cosas que me preocupaban. Antes de que pudiera darme cuenta, me había abierto a él. Deseaba hablarle cada día, que se conectara al chat para seguir intercambiando privados. Hablamos sobre BDSM, sobre mis límites, y empecé a descubrirme a mí misma. Muchas cosas que me aterraban, descubrí que poco a poco podrían superarse en las manos indicadas. Y yo deseaba superarlas con él.
Nuestros privados se volvieron mas íntimos, sentía mi cuerpo estremecer de placer cuando después de indicarme como mover mis dedos en mi sexo, me ordenaba correrme. Me sentía suya, completamente suya. Deseaba sentir sus manos en mi cuerpo, deseaba sentir el susurro de sus palabras en mi cara. Deseaba crecer con él. Ponerle cara.
Consiguió que me entregase por su mente y por lo que me hacía sentir. No pasaba un minuto del día en que no pensara en él.
Intercambiamos nuestros teléfonos y los chats se convirtieron en llamadas y en mensajes de texto. Tenía una voz dura... y reía cuando me mandaba algo por lo que protestaba. Decía que tomara siempre una manzana después de comer, que la fruta era buena. ¿Manzana? Odio las manzanas. Pero me sentía tan suya a cada bocado que le daba... que agradecía poder hacerlo. Él disfrutaba cada vez que me quejaba pero aún así cumplía sus deseos. Valoraba mi obediencia, mi entraga, lo que yo le daba.
Terminé las compras y fui corriendo a casa a reservar una estancia. Me dijo que le sorprendiera, que tenía permiso para coger lo que quisiera. Iba a ser un fin de semana especial. Dos días enteros juntos. La primera vez no se olvida... así que debía ser perfecto.
Encontré una casita de montaña con vistas a un río. Él se retrasaría con la hora de entrada... así que tendría tiempo para aparcar, ver la zona, y prepararme tranquilamente allí antes de que llegara.
Llegó el momento, y de los nervios y la impaciencia que tenía por verlo, llegué a la casa una hora antes de que me entregaran las llaves. Aproveché para dar un paseo, y llamar a una amiga y contárselo un poco antes de que llegaran los dueños.
- ¡Ana! - grité con una sonrisa de oreja a oreja
- ¿Cintia? ¿qué pasa? ¿va todo bien?
- Sí sí sí... va genial. He conocido a alguien... y he quedado con él en un rato para pasar el fin de semana solos en una casa. Es genial, me siento genial. Atento, cariñ... - había empezado a coger carrerilla cuando me interrumpió.
- Espera espera... vamos por partes. ¿Has conocido a un chico? ¿Cuándo? ¿Dónde?
- Pues... eso es largo de explicar. Lo he conocido en un chat - mi amiga no sabía nada... si la digo que estoy en el BDSM... me mata!
- Pero a ver Cintia.. vale... lo has conocido en un chat. ¿Pero le has visto la cara? ¿Sabes quién es? Dime al menos que tienes su teléfono... - su voz cambió a estar preocupada... pero es una exagerada. Se preocupa demasiado por todo. Ya empezaba con sus preguntas de siempre...
- Sí, claro que tengo su teléfono ¡¿Cómo no voy a tener su teléfono?! - yo estaba ya irritándome.. ¡Ni que fuese mi madre!
- Vale... tienes su teléfono... ¿Y le has visto? ¿Sabes cómo es?
- No, no le he visto... pero él a mí tampoco.. y le gusta como soy. No le importa mi físico - me iba cabreando a medida que hablaba. Como ella es una superficial... pregunta por el físico.. como no... ni que eso fuese lo importante. Yo me sentía genial con él, y él se sentía genial conmigo. Pero qué iba a entender ella de eso...
- Que ¡¿Qué?! ¿vas a pasar un fin de semana con un chico que no has visto nunca solo porque te hace sentir bien? ¿Pero estás loca Cintia? - no paraba de gritar... seguro que ya estaba hasta de pie en el salón de su casa. ¡Exagerada! ¡que es una exagerada!
- Mira, que soy mayorcita y puedo elegir con quien estar y cuando quedar. Ya estás exagerando. Llevo meses hablando con él, es de fiar. No soy idiota - me estaba empezando a cabrear demasiado ya esta conversación.
- Pues no lo pareces Cintia, algún día te vas a meter en un problema. ¿Qué tipo de persona queda con otra para pasar un fin de semana si no es porque va a lo qué va? - dijo acusándome y poniendo en duda las intenciones de mi Amo.
- Mira Ana, que me da igual que no lo entiendas. ¿Y si viene a lo que viene qué? ¿eh? Pues es que a lo mejor eso a lo que venga yo también lo quiero - no merecía la pena volver a explicarla de nuevo lo que sentimos los dos. Pero me da igual, yo también quería su cuerpo con el mío y sus manos sobre mí. No hay nada de malo en ello, que ella sea una estrecha superficial no significa que los demás también lo seamos. Y además... que yo no soy una guarra. Tengo sentimientos por mi Amo. No me tiro a todo el que se me pone delante. Pero ella que va a entender...
- Vale Cintia... pues tú sabrás... como dices.. eres mayorcita. Pero al menos dame su número de teléfono por si pasa algo.
- ¿Qué? No te pienso dar su número - apreté el teléfono con fuerza mientras no daba crédito a sus palabras. ¿Pero cómo voy a violar su intimidad y su privacidad dándola su número de teléfono? Esta chica es tonta... y además exagerada. Capaz es de llamarle a él y decirle cualquier cosa.
- Cintia, que me des su número de teléfono. O te llamo a ti esta tarde o esta noche para saber si estás bien o ha pasado algo. Al menos dime donde estás si tengo que ir a buscarte o llamar a alguien - sus palabras indicaban una clara intranquilidad
- Mira, ya me has cansado. No te pienso dar su número. Pero es que además, no te pienso coger el teléfono... así que no me llames. No te lo voy a coger. Y no te pienso decir donde estoy. Bastante que te he llamado para comentártelo en lugar de contártelo el lunes en el trabajo - no entendía nada... la llamo para contarla algo bueno que me pasa.. y solo se la ocurre preocuparse en lugar de alegrarse. Debería cambiar de amistades...
- Pues te pienso llamar esta tarde, así que más te vale cogérmelo - sus palabras resultaban amenazantes. Pero ni aunque llamase a la policia me iba a encontrar. Tengo entendido que deben pasar 24h... y para entonces, casi casi estaré de vuelta en casa.
- Pues haz lo que quiera, pero no te lo voy a coger. Deberías alegrarte por mí en lugar de echarme la bronca. Y además... ya veo un coche, creo que han venido los dueños de la casa a darme las llaves. Te veo el lunes - colgué el teléfono antes si quiera de que pudiera decir nada más y lo guardé en el bolso.
Me da igual, esa llamada no me iba a quitar la ilusión que sentía por ver a mi Amo. Si lo conociera o hubiese hablado alguna vez con él, seguro que no lo exageraba así.
Me acerqué al coche olvidando la conversación, y al coger las llaves les expliqué a los dueños que mi pareja llegaría más tarde y que saldríamos de allí sobre las seis del día siguiente. Para que no nos molestasen antes ni nada.
Al ver como se alejaban, empecé a sentirme un poco más nerviosa. Ya estaba allí... solo era una cuestión de tiempo que mi Amo llegase y nos viésemos por fin. ¿Le gustaría? ¿no le gustaría? ¿me gustaría él? ¿y si era feo? ¿o más bajito que yo? ¿Y si me veía mal? ¿Y si se me olvidaba cómo comportarme? Empezaron a asaltarme un montón de preguntas... pero de pronto recordé las palabras que me dijo una vez... "Me gusta como eres, no tengas dudas sobre eso. Eres la persona que llevo tiempo esperando. Eres perfecta para mi"... y sonreí. Sonreí y todas mis dudas se fueron. Seguía nerviosa... nadie me quitaba eso... pero estaba tranquila. Yo le gustaba, y él me gustaba a mí. Yo me sentía suya, y él compartía ese sentimiento.
Recibí un mensaje: "Llego en diez minutos. Deja la puerta entornada, y espérame como debes"
¿Diez minutos? ¿En serio? ¿ya? Corrí hacia el espejo del baño a mirarme el pelo, cuando se me torció un pie por los taconazos que llevaba y casi me caigo de bruces. Pensé en la imagen de recibirle sin un diente y reí a carcajadas mientras llegaba coja al baño. No podía soportar mis nervios, era evidente. Tomé aire mientras me miraba en el espejo y me retocaba un poco el pelo y me repetí a mí misma "Estás preciosa... le vas a encantar. Va a ser un fin de semana que marque el principio de un largo camino". Conseguí relajarme y fui a la puerta, la dejé entornada, y le esperé en el salón arrodillada, con las piernas abiertas, las manos sobre ellas, y la cabeza agachada. Estaba exactamente como me indicó que le esperase.
Se me hicieron eternos esos minutos... pero de pronto, sentí una puerta que se cerraba y noté unos pasos que se acercaban desde el pasillo. Ya había llegado. Estaba allí. No había salida. Era inevitable. Nos íbamos a ver.
- Estás preciosa. Y una postura perfectamente entrenada. Levanta la cabeza y mírame - ordenó con voz suave
- Sí Amo - respondí levantando la cabeza mientras un mar de sensaciones inundaban mi cuerpo y conseguía verlo por primera vez.
La verdad... no era como esperaba. Lo imaginaba con traje y afeitado. Pero era mi Amo, estaba allí, aún con sus vaqueros y una camisa oscura, era perfecto. Quizás la bolsa de deporte que traía al hombro fue lo que más me distrajo. Podía haberla dejado a la entrada. Pero quizás quería comprobar mi reacción al saber que en ella escondía todos sus juguetes BDSMeros para ese fin de semana. Desde luego, el palo metálico que sobresalía llamó mi atención. ¿Iba a usar eso en mi? ¿sería una fusta?
Dejó la mochila en el suelo mientras se acercaba a mí.
- Dime, preciosa, ¿cómo te sientes? - preguntó mientras se ponía en cunchillas frente a mí.
- Nerviosa y tranquila Amo - respondí sintiéndole a unos centímetros de mí y deseando un beso, un abrazo, algo que me calmase.
- Veo que titubeas - dijo sonriendo
- Sí Amo... sentirle cerca... - respondí antes de que me preguntara, esperando poder abrazarle después de tanto tiempo hablando.
- Dime, ¿por qué estás aquí? - pregunto más serio
- Porque me siento suya, Amo. Porque deseo sentir todo lo que hemos hablado de su mano - respondí mirándole a los ojos. Lo deseaba con todas mis fuerzas.
- ¿Todo? - preguntó como si no lo supiera y poniéndose en pie sin apartarme la mirada.
- Todo Amo, con Usted
- Bien... dime preciosa ¿qué puedo esperar de ti? - preguntó mientras me daba la espalda y se dirigía a su bolsa
Miré la bolsa y por un momento dudé. ¿Qué había dentro? ¿Qué iba a hacer? yo estaba deseando sentirle...
- Puede esperar lo que quiera, Amo - respondí dudando. Lo que quiera lo que quiera... no.. estaban mis límites.
- Aja.. así que.. lo que quiera, ¿no? - preguntó con una voz indiferente mientras abria la mochila, dejaba el palo metálico sobre el sofa y sacaba unas cuerdas
- Sí Amo... aunque están mis límites.. que... - respondí sin apartar la vista del palo. ¿Qué quería hacer con él? ¿y las cuerdas? ¿Me iba a atar? Empezaba a impacientarme... necesitaba sentir sus manos cerca.
- ¿Qué les pasa a tus límites? ¿temes que no sean respetados? - preguntó mirándome fíjamente dejando las cuerdas en el suelo.
- No Amo... no es eso.. - le estaba enfadando... lo sabía... no debí haber dicho nada...
- Bien preciosa, recuérdamelos... ¿cuáles son? - esta vez preguntó mientras tocaba mi cara con la parte exterior de su mano. ¡Qué bien olia! Su piel con la mía... podía sentirla en mi rostro. Tan suave, tan agradable...
- Pues... el anal.. las bofetadas.. y el bastinado - respondí mientras cerraba los ojos disfrutando del momento y apretaba mi cara a su mano para sentirle un poco más
- Ya veo. Y ¿crees que voy a respetarlos? - preguntó mientras yo abría los ojos sorprendida y reía en una mezcla de nervios y seguridad.
- Claro Amo, si no lo pensara, no estaría aquí - "que tonto".. pensé para mis adentros. Si estaba ahí sin haberle visto nunca es justo porque estaba segura de ello
- Bien. Tema interesante ese. Dime, ¿cómo alguien que se dice tan inteligente... acaba en una casa en mitad de la nada con alguien que no conoce?
- Porque confia en ese alguien, Amo. Porque llevamos meses hablando. Porque estoy aquí sin sentirme obligada - respondía mientras me acordaba de mi amiga. Al final mi Amo se va a creer mi padre también.
- ¿Y sabe alguien que estás aquí? - preguntó mientras pellizcaba suavemente mi oido y se volvía a alejar para sentarse en el sofa
- No Amo. Llamé a una amiga hace un rato para decirla que había conocido a alguien, pero se puso histérica porque no nos habíamos visto nunca, y al final tuve que colgarla sin explicarla nada más.
Ese pellizco en mi oreja hizo que notase humedecer mi sexo. Deseaba con ganas poder sentirlo dentro de mí. Poder probar sus azotes. Poder besarle. Poder hacer realidad y físico todo aquello que durante meses sentí en la distancia.
- ¿Te acabo de notar gemir? - preguntó acercándose de nuevo
- Estoy deseando sentirle, Amo - respondí mientras mis mejillas se volvían rosadas...
- Deberías saber que cuando alguien me desea, no me siento excitado. Me gusta que se resistan. Que griten - indicó girando la cabeza y sonriendo
- No entiendo Amo - respondí intentando averiguar lo que eso significaba
- Responde únicamente cuando te pregunte, zorra - ordenó abofeteándome con fuerza y haciendo que me inclinara hacia uno de los lados.
Sentí la fuerza de su mano en mi cara. Acababa de soprepasar uno de mis límites de lejos. No entendía nada. Eso no es lo que había imaginado. Sus ojos ardían. Mi corazón se agitó queriendo salir de allí. ¿por qué lo hizo? Me preguntaba intentando apoyarme con uno de los brazos en el suelo mientras con la otra mano presionaba el sitio que había sido abofeteado.
- Espero que esta vez mantengas silencio hasta que acabe, y respondas únicamente cuando te pregunte, ¿queda claro? - preguntó mirándome fíjamente
- Sí... - respondí dejando salir una lágrima. Nada estaba claro. Ya no parecía esa persona que conocí.
- Sí... ¿qué? - preguntó levantando la mano con intención de abofetearme de nuevo.
- Sí Amo. Sí Amo... - respondí de inmediato repetidas veces al pensar que volvería a hacerlo
- Buena chica... y ahora dime... zorra... ¿tienes miedo? - preguntó mientras se encendía un cigarro
- Yo... si... un poco... Amo... - respondí confusa y mirando el pasillo que daba a la salida
- ¿Quieres irte? - preguntó riendo mientras miraba el pasillo también y volvía de nuevo la vista hacia mí
- No me siento cómoda ahora mismo, me siento confusa. No se por qué me ha abofeteado. Es un límite - respondí en un ataque de sinceridad pensando que así entendería que había pasado la línea.
Se acercó agarrándome del pelo y poniendo mi cabeza en el suelo me susurró al oido
- Deberías tener miedo, zorra. Voy a hacerte cosas que nunca te han hecho. Vas a sentir más dolor del que puedas imaginar...
- STOP - grité queriendo parar aquello. Era mi palabra de seguridad, tenía que respetarla. Quería irme de allí. Tenía miedo
- ¿Crees que tu palabra de seguridad me va a frenar? Estamos solos... ¿recuerdas? Nadie sabe que estás aquí - dijo, quemándome en la cara con el cigarro y tirando aún más de mi pelo contra el suelo.
- ¡¡STOP STOP STOP!! - gritaba mientras lloraba y forcejeaba con él sin éxito
Sacó unas bridas que debía tener preparadas en el bolsillo y me ató las manos a la espalda llevándome de los pelos a la habitación. Me lanzó de cabeza contra el cabecero de la cama, y sentí cómo la madera me golpeaba en la boca y sangraba.
Volvió burlándose de mis lloros con la mochila en el hombro y me golpeó en las piernas con la barra metálica. Aprovechó el daño que me hizo y que no podía moverla por el golpe, para cambiar un mueble de sitio y cogerme por la cintura y llevarme hasta ponerme encima.
- Usaremos esto como un potro, zorra ¿Qué te parece? - preguntó azotándome con fuerza mientras me levantaba la falda y dejaba mi culo al descubierto
- STOP!!! Quiero irme! Socorrooooo - grité esperando que alguien me oyese mientras temblaba y lloraba
- Zorra... nadie va a escucharte
- Socorrooo - seguí gritando mientras intentaba quitarme del mueble. Pero él me puso una mordaza, volvió a golpearme con la barra y prosiguió.
- Como decía... nadie va a escucharte. Y tenemos aún muchas horas por delante. Te dije que no olvidarías este fin de semana. No te mentí
Me puso la barra a modo de separador en las piernas atando mis tobillos a ella para que no las cerrase. Me ató una cuerda al cabello y el otro extremo a la pata de la cama. Estaba totalmente a su merced. Con un cuchillo rompió mi vestido y me cortó la piel con él, arañándome. Luego rompió mi ropa interior. Una de sus manos tocó mi sexo mientras intentaba gritar con la mordaza puesta y cerrar las piernas
- Me encantas zorra. Y además te has depilado para mí. Nos vamos a divertir.. ya verás. ¿Recuerdas que querías entender, no? Bien... Te elegí precisamente por esto. Una chica lista.. que cree que no se la van a jugar. Que siente. Que da. Eres todo un regalito para mí. Un pequeño reto. Simplemente tuve que invertir unos meses para vernos, pero merecerá la pena, ya lo verás. Tu mirada... tan limpia, inocente... Eres preciosa. Siempre pensando que otros quieren controlarte. Tan descarada... Me gustas. ¿Y tus límites? Tus límites van a ser sobrepasados esta noche, puta.
Cogió un dildo y lo introdujo en mi ano sin ningún tipo de cuidado, desgarrándome. Metiéndolo y sacándolo con fuerza.
- Tu sangre es mi placer. Tus lágrimas son mi placer. Tu dolor es mi placer. Tus gritos... - dejó de hablar para introducir su sexo en el mío con fuerza antes de retirarse de nuevo.
- Puta... mi puta. Mi zorra. Mi chica inocente aquí, preparada para mí. Esperándome. Me deseabas... y aquí me tienes. Este día.. recordarás muchas veces las palabras de tu amiga. ¿Y mañana? Mañana no estaré. Cuando ya no puedas darme nada más, me iré. Para que puedas recordarme como tu Amo. Para que puedas pensar en mí sin interrupciones antes de que vengan a por las llaves. Eres afortunada, zorra... vas a hacer feliz a tu Amo - dijo riendo, antes de darme un puñetazo que me dejó inconsciente.
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Pues eso... que esta historia no es un cuento de princesas, al igual que no suele serlo el quedar con quien no se conoce a solas. Y como no me parece un juego.. quería que se sintiese el daño que la irresponsabilidad unida a topar con un desalmado... pueden provocar. Lamento si herí sensibilidades.. y estaré agradecida si a alguien le permitió abrir los ojos esta historia que creé aposta para la ocasión
Quería que se entendiera bien lo que voy a explicar.
Pecamos de pensar que no pasará. Pecamos de pensar que somos más listos. Pecamos de inocentes. Pecamos de atrevidos. Y pecamos de confiar demasiado sin conocer a las personas.
Siempre lo digo, y siempre lo diré. La seguridad nunca sobra. Y quien tiene buenas intenciones, se asegura de transmitir esa seguridad sobre todo en un primer encuentro. Y es que los primeros encuentros no deberían ser el meterse con alguien en una habitación a solas. Deberían ser el quedar a tomar algo, o con más gente. Encuentros donde sepamos quién es el otro, y donde otro sepa quien es él. Y no pasa nada si la persona con la vamos a quedar se echa para atrás por eso o nos rechaza. Lo más probable es que nos esté haciendo un favor. Alguien que se oculta, es porque algo tiene que esconder. Sin excepción. Y no hay justificaciones que valgan. Se esconde de algo, y se esconde por algún motivo.
Voy a poner de nuevo las normas básicas de seguridad:
- Quedar en un sitio público.
- Hacer la llamada de seguridad.
- Que alguien de nuestra confianza tenga el número, nombre y cara de la otra persona.
- Que sepan dónde estaremos, con quién y a qué hora.
- Si es posible, que alguien de confianza acuda también a dicho encuentro, y esa persona con la que quedamos, lo vea también.
Cosas como las del texto muchas veces pueden evitarse.
Recordad... vida, cuerpo y mente... solo tenemos una. No dejemos que confiar demasiado en alguien, rompa alguna de ellas o nos exponga a un peligro innecesario. Tiempo para ese primer encuentro a solas.. tenemos todo el del mundo. Así que mejor ir paso a paso, y sobre seguro.
Así qué... la pregunta es: "¿Quieres arriesgarte a ser esa chica que recogió las llaves?"
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El Muro