y en el ansia de Tu pecho me envolviste,
mil rosas en el alma me encendiste
y esclava de Tu aliento me dejaste.
Con el color de campo coronaste
un cielo mustio de silencio triste,
y en el éxtasis de luz lo convertiste,
cegándome en la magia del contraste.
Esclava deslumbrada con el gozo,
sin mirar más que el mundo por Ti dado,
sigo el viento de flores oloroso,
y en el anhelo de aromas inundado,
eternizo, tal mago prodigioso,
la pureza de mi cielo iluminado.
Laura Elena Alemán
El Muro