Dos años y tres meses después ha considerado que merezco dejar de llevar el collar de entrenamiento y portar este, de acero.
Dos años y tres meses de aprendizaje, de cambios, de experiencias... de tantas cosas que es imposible expresarlas en unas pocas lineas. Siempre intenso, siempre a prueba, siempre amandoLe.
Cuando me puso el anterior collar, apenas sabía su significado, estaba recien descubriendo este mundo, esta forma de vivir, recuerdo que incluso me costaba llevarlo, a veces le pedía si me lo podía quitar... fue tan repentino, intenso y nuevo todo que en ocasiones me veía sobrepasada. Aunque ahora cuando me siento rara es cuando no lo llevo, ya forma parte de mi.
Dos años y tres meses después mis lagrimas fluyeron cuando Él me lo puso, la emoción me embargó y apenas fui capaz de musitar un Gracias Amo.
Gracias Amo.
Su perra. Su mascota. Su puta. Su propiedad que le ama y le adora. Suya y solo suya, de nadie más. Siempre
El Muro